CRÓNICA DE FAMILIA DE EXPEDICIONARIO

Vuelo 2. Madrid, 17 de julio. Muy temprano me dirigí a la T-4 acompañando a mi hijo que iba
a emprender su viaje rumbo al sur. Se marchaba a Panamá para seguir los pasos de Vasco
Núñez de Balboa y encontrar los suyos propios junto a otros 140 jóvenes y al equipo
(monitores, sanitarios, cocina, materiales, fotografía, etc.) que lideran Telmo Aldaz e Isabel
Ussía.

Pronto se arremolinaron gentes, bultos, mochilas, morriones y hasta un ukelele; de este modo
la imagen de expedición y descubrimiento iba tomando forma ante nuestros ojos en rotundo
contraste con la de una moderna terminal de aeropuerto… Todo aquello, innegablemente, era
otra historia y yo, que había dado ya un paso atrás, la observaba ilusionado y feliz.

A esas alturas, ya sentía que os había entregado lo más valioso que tenemos los padres en este
mundo, sin darme aún cuenta de que os ibais a quedar una parte de él para siempre. Un
pedazo importante ya no será nuestro, será vuestro.

Mi sentimiento, no sé si todas las familias lo han vivido del mismo modo, ha sido de
tranquilidad en todo momento respecto a la seguridad de mi hijo porque conozco y reconozco
el trabajo y al grupo de personas que hay detrás de esta fantástica experiencia: mis propias
convicciones y vivencias, el primer contacto en Toledo y, como ya he señalado hace un
instante, la calidad profesional y humana de todo el equipo de España Rumbo al Sur, me han
permitido disfrutar (muchas veces envidiar, debo reconocerlo) desde la distancia.

Una distancia que se achicaba, por un lado, gracias a los vídeos y las fotografías que admiraba
–rebuscando en ellos algún atisbo de mi aventurero en la selva del Darién, en Pijibasal, en
Tortí, recorriendo el Camino de Cruces, en Colón o en el archipiélago de Las Perlas y
emocionándome cada vez que lo descubría-; o transportándome a aquellas tierras y gentes
gracias a la Radio y sus podcasts –siempre con la esperanza de que mi hijo participase y oír su
voz…, en este sentido no tuvimos suerte pero…, ¡qué suerte hemos tenido!-; entrando
compulsivamente en las redes sociales para capturar vídeos y pantallas; o dejándome acunar
por los mensajes de Buenas Noches… Empapándonos con el sentido real de esta expedición
del mismo modo en que nuestros hijos se empapaban con la lluvia torrencial de sensaciones
panameñas.

Por otro lado, la distancia también se hacía más pequeña con cualquier actividad en el grupo
de padres y madres que hemos tenido la suerte de compartir. Quiero destacar y agradecer
toda la información intercambiada sobre las publicaciones que iban realizándose; también las
risas y el buen humor -como cuando, muy al principio, una madre dijo que como nunca
encontraba a su hija en las fotos había decidido “adoptar” a una chica que había visto,
prometiendo devolverla al final del viaje-; o compartiendo ánimos cuando pudo hacer falta. Un
chat de padres y madres con un tono que siempre ha sido positivo, constructivo y que nos ha
facilitado una sintonía realmente hermosa, capaz de ser un hilo que nos unía a la experiencia
que estaban viviendo nuestros hijos.

Los días iban pasando y en mí combatían, cada vez con más fuerza, dos sentimientos
encontrados: las ganas de abrazar a mi hijo y traerlo a casa frente al deseo de que su aventura
con España Rumbo al Sur no terminase nunca.

El calendario decidió y llegó el día 8 de agosto. Madrid. Vuelo 2. Había mucha emoción entre
los familiares que aguardábamos la salida de la expedición por las puertas de la Sala de
Llegadas número 10 de la T-4. La espera se hizo muy larga hasta que, al fin, casi dos horas
después de que se hubiera anunciado el aterrizaje aparecieron y pudimos besarlos y abrazarlos
mientras ellos seguían aferrándose a sus amigos, a sus banderas panameñas, a sus picaduras
de chitra, a sus morriones… Intuyendo ya, supongo, cómo esas vivencias únicas los han unido y
enriquecido para afrontar el resto de sus vidas: Vayan donde vayan, hagan lo que hagan, esas
personas, esos lugares, esas tormentas, esos paraísos y España Rumbo al Sur formarán parte
de su ADN.

P.D.: Espero me permitan concluir esta crónica con un último apunte dirigido a todos vosotros
pero de forma muy especial dirigido a Telmo y a Isa… Yo sé y lo habéis dicho vosotros mismos
que en este maravilloso proyecto la huella de D. Miguel de la Quadra-Salcedo y Gayarre es
muy profunda. Yo sé y lo habéis dicho vosotros que este viaje a Panamá encerraba también un
sentido homenaje a D. Miguel. Yo sé, porque lo vivo desde 1991, lo que hizo por miles y miles
de jóvenes de todo el mundo y quiero deciros que la labor de vuestra Fundación España
Rumbo al Sur es el mejor homenaje que pueda hacérsele. Isa y Telmo, lógicamente con vuestro
propio sello y rumbo, lo hacéis sonreír orgulloso con aquellos ojos limpios y siempre jóvenes
mientras camina descalzo por alguna selva escondida allá arriba…

Antonio José Canda Tovar

comparte

Facebook
Twitter
LinkedIn

patrocinador principal

patrocinadores

colaboradores

NOTICIAS RELACIONADAS