Crónica Oficial 15. 04 de agosto

Crónica Oficial 15. 04 de agosto

Crónica 15. Día 4 agosto.

Último día de actividades. La agenda no puede estar más repleta.

Dormir en el monumento dedicado a fray Antonio de Montesino, gran defensor de los derechos de los indios, es un lujo solo al alcance de España Rumbo al Sur. Los imponentes 18 metros de altura hacen de esta escultura donada por el gobierno mexicano al dominicano uno de los baluartes de la capital.

La ciudad de Santo Domingo se construye en torno al río Ozama, arteria acuática que desgraciadamente recibe multitud de desechos. El de los residuos de plástico es uno de los grandes problemas de la ciudad. Algunos de los barrios más pobres de la capital viven de cara al río y contribuyen a que este mal se incremente y sea estructural y persistente en el tiempo.

Nuestros expedicionarios dedican sus primeros esfuerzos del día a la recogida de basuras en la playa junto al monumento donde hemos pernoctado. La visión de lo que podría ser otra magnífica playa caribeña, en este caso repleta de plásticos, es desoladora. Pero la vida se abre paso en los lugares más insospechados. A esa playa urbana aún vienen a desovar cada año un par de tortugas, guiadas por una fuerza muy superior a cualquier otra: el instinto.

Con este acto simbólico de recogida de basura, ERS vuelve a mostrar uno de los valores que pretende transmitir a los jóvenes participantes y a todo aquel que quiera escucharnos. La sensibilización en materia medioambiental es tan importante o más que la social y ERS siempre se implica con ella.

El frenético día continúa con una visita por las calles de Santo Domingo. Pasamos por la Catedral Primada de América, de la que conservaremos el recuerdo de su puerta gótica, su fachada plateresca y una bonita foto de grupo de toda la expedición.
Baile tradicional en la calle. El Ballet Folclórico Municipal, que recientemente hizo una gira por todo el país, nos muestra los diferentes tipos de baile tradicional en el Parque Colón. Sin solución de continuidad, Carolina Mejía, alcaldesa capitalina, nos da una acogedora bienvenida y elogia las virtudes del programa de España Rumbo al Sur.

Visitamos el Museo de las Atarazanas Reales. Aquí los jóvenes de ERS conocen la historia del Descubrimiento, historia precolombina, naufragios alrededor de toda la isla de La Española, instrumentos de navegación clásicos, restos recuperados de naufragios, sextantes y octantes, instrumentos de submarinismo tradicional y actual. Todo de la mano de los mejores expertos como Cruz Apestegui, especialista en arquitectura naval entre los siglos XVI y XVIII.

Alcázar de Colón. Lo construyó Diego, hijo del gran descubridor, que ejerció de gobernador en Santo Domingo. Volvemos a tener la suerte de recibir la explicación magistral del arqueólogo e historiador Adolfo López Belando. Su versado y apasionado discurso nos traslada siglos atrás a la sociedad colonial que se crea en La Española. Con él recorremos las Casas Reales, primeras viviendas de los gobernadores. Ahí se asienta la organización de la corona. Observamos, atrapados por el relato, el magnífico reloj de sol del siglo XVIII, cuya conservación es envidiable y lo hace ser uno de los pocos que existen y aún funcionan.

En nuestra rápida visita por las calurosas calles de Santo Domingo, caminamos junto a los cañones del navío Nuestra Señora de Guadalupe, que acabó sus días de navegación en el verano de 1724 en la bahía de Samaná, refugiándose de su última tormenta en el camino desde Puerto Rico a La Habana.

A continuación, entramos en la que fue la primera calle del Nuevo Mundo. En 1502 se construye por orden del gobernador Nicolás de Ovando y se denomina originalmente calle de la Fortaleza por nacer en la Fortaleza Ozama. Su denominación cambia con la llegada de María de Toledo, hija del Duque De Alba y mujer De Diego de Colón, en 1509. El hijo del Almirante sustituye a Nicolás de Ovando como gobernador de la ciudad y, junto a su ilustre consorte, se hicieron acompañar de un nutrido séquito de doncellas que, muy pronto, contrajeron matrimonio con hombres poderosos y ricos. Los cotidianos paseos de aquellas jóvenes mujeres casaderas por la primera calle de la ciudad, le valió el nombre con el que se sigue conociendo, la Calle de las Damas.

Camino de la Fortaleza Ozama, encontramos la casa de Francia, un edificio gótico de principios del siglo XVI que perteneció al gobernador Nicolás de Ovando, donde vivió Diego Colón y en el que Hernán Cortés fraguó su expedición a México. Renovada en 1932, se cedió en 1978 durante cincuenta años a Francia que la utilizó como centro cultural antes de transferir aquí su embajada.

Llegamos a la primera construcción militar del Nuevo Mundo, la Fortaleza Ozama, que recibe el nombre del cercano río Ozama (aguas navegables en Taino). Se construye a imagen y semejanza de la vivienda del Almirante Colón en La Isabela, cuya planta visitamos en nuestro paso por la antigua ciudad colombina. Bajo un framboyán uno de los guías oficiales Elías Paredes, nos explican la importancia y papel principal de la fortaleza en la defensa de la ciudad frente a los ataques de piratas y conquistadores franceses, ingleses y portugueses.

Aunque parezca mentira, sólo ha pasado medio día en nuestro frenético ritmo de vida que multiplica las horas en este viaje que ya va tocando a su fin. Por la tarde, la expedición se divide en varios grupos rotatorios para llegar a todo. Una de las estaciones es el convento de los dominicos, donde en 1538 se hace la primera universidad de América. El periodista y sacerdote Aridio Castro Tejada nos ilustra sobre la vinculación de Santo Domingo con la orden de los dominicos.
Otro grupo visita el Centro de Cultura Española (AECI) donde los chicos pueden ver dos exposiciones fotográficas. Cristina Rico nos recibe y dirige la interesante visita.

Al tiempo, otros dos grupos caminan hacia el Museo Infantil Trampolín, junto a la Fortaleza Ozama. Con ese nombre el museo genera expectación y confusión entre los jóvenes. Nos recibe el extraordinario patio central de una construcción colonial de una sola altura. Las palmeras de a pares en un jardín bien diseñado, dan paso a un camino empedrado central sobre el que se instala una gran pantalla.

El viceministro de medio ambiente, Federico Franco, que tanto nos ha ayudado en todo el recorrido por este país, agradece nuestro interés y elogia la valentía y sacrificio con los que nuestros expedicionarios afrontaron y superaron el tremendo reto de la subida al Pico Duarte. Esto le sirve de hilo conductor para dar paso a la conferencia de Iván Gómez, uno de los pocos caribeños que ha subido al Everest, hazaña que emprendieron tres dominicanos en 2011 y que llevó hasta la cima a dos de ellos. La charla despierta gran interés entre los expedicionarios que, de alguna forma, ven reflejados en su experiencia en el Pico Duarte este gran reto que supuso para Iván afrontar la escalada a la montaña más alta del Mundo.

Los minutos de descuento.
En la expedición de España Rumbo al Sur, donde todo se vive con una intensidad exacerbada, los minutos finales añaden un efecto de magnificación de los sentimientos. Más de un expedicionario me decía hoy que llevaba ya dos días en un tobogán emocional. Cuando una experiencia tan intensa va llegando a su fin, se entrelazan multitud de sensaciones y contradicciones. Uno quiere llegar a casa para dormir más de tres horas en un suelo a veces húmedo, pero no quiere dejar de vivir los momentos de emoción compartidos con el resto de expedicionarios que ahora son tus nuevos mejores amigos. Quieres comer bien y abundantemente, pero no quieres alejarte de esos nuevos sabores y olores de la comida local recién conocida. Quieres tu ducha de agua caliente y sin restricción de tiempo, pero sabes que echarás de menos el tacto de la lluvia tropical en tu rostro. Quieres ver a tu familia y a tus amigos, pero no quieres separarte de esa nueva familia que se ha creado en el esfuerzo compartido. Quieres afrontar los nuevos proyectos que te esperan al regreso, pero sabes que ya no los verás con los mismos ojos.

Los minutos de descuento en España Rumbo al Sur, son tan importantes como todos los anteriores, es el momento en que las amistades inquebrantables se consolidan, las lágrimas de emoción brotan en algunos casos sin control, los cuadernos se llenan de bonitas palabras y mejores sentimientos, los recuerdos del viaje te llevan a pensar que no has hecho otra cosa en la vida.

Este viaje iniciático, esta experiencia de vida, les abre una ventana maravillosa de posibilidades que muchos no consideraban y que ahora podrán desarrollar. El concepto de VIAJAR ya ha cambiado para todos. El interminable relato que es este viaje en sus vidas, deja de lado momentáneamente ese adjetivo que, sin embargo, volverá recurrentemente en forma de otras experiencias que no afrontarían de no haber vivido la aventura de España Rumbo al Sur.

 

Carlos Toro Moreno.
Cronista oficial ERS 2021.

Crónica 14. Día 3 agosto.

En España Rumbo al Sur los días no siempre son de 24 horas. Casi siempre son más largos. Si no, no podríamos explicar cómo se hacen tantas cosas sin apenas interrupción.

A veces esa interrupción llega en pleno momento de descanso.

Hacer vivac en un paraíso como en la playa de Samaná es algo excepcional en la vida de cualquiera y relativamente habitual en España Rumbo al Sur.

El campamento reposa. Eran algo más de las tres de la madrugada cuando la lluvia, que ha amenazado la expedición desde el primer día, llega con estruendo. Una imparable cortina de agua hace que cada uno de los expedicionarios improvise una forma diferente de resguardarse y seguir durmiendo. Hay soluciones muy diversas, unos echan mano de la funda vivac y se envuelven en ella con la mochila abrazada, otros montaron su techo base y les ha funcionado, otros se dejan empapar por la torrencial y corta lluvia, otros buscan refugio contra una de las rocas que se elevan al final de la playa o se pegan a la humeante hoguera que parece tocar a su fin elevando una espesa columna de humo blanco.

Es increíble lo mucho que han evolucionado los chicos en esta expedición. Tres horas después y antes de despuntar el sol, nos levantamos con más o menos porcentaje del cuerpo mojado. Cada uno cuenta cómo ha salvado la situación, algunos con cara de pocos amigos y otros contentos por haber sabido protegerse. La actitud en general es genial y el grupo vuelve a darnos otra lección de fortaleza y capacidad de adaptación.

En más de una ocasión hemos hablado con expedicionarios de las diferencias entre la realidad y el concepto romántico de aventura. A todos nos evoca esa concepción romántica la escena de Memorias de África en la que la baronesa Bixen (Meryl Streep) sobrevuela el espectacular paisaje keniata en la avioneta de Denys Flinch (Robert Redford). Todos queremos vivir esa parte de la aventura y soñamos desde nuestro sofá con ser la baronesa en aquel momento. Lo que no se ve (y esta es la fantasía que ejemplifica la realidad) es que cuando la señora Bixen baja del avión, tiene el pelo enredado y lleno de mosquitos, alguno de los cuales le habrá transmitido la malaria, lo que le provocará unas tremendas irregularidades intestinales, escalofríos y dolor muscular por la fiebre. Esta es la diferencia entre el concepto ideal de aventura y la realidad que arrastra la misma.

Aunque ya lo habían hecho, esta madrugada, nuestros expedicionarios han dejado muy atrás aquel ideal y ya han vivido en carnes propias lo que se sufre y se disfruta con las actividades de aventura.

Otra cosa que nos define en ERS es que somos hacedores de cosas. Con la incomodidad de la lluvia recibida en la noche y tras haber extendido toda la ropa, sacos y aislantes mojados, la expedición se prepara para realizar una marcha a través de la espesa selva que recorre la montaña este de la bahía.

En esta expedición se hacen muchas actividades y no hay muchos momentos en los que permanezcamos parados en ningún sitio. Los guías calculan que podremos llegar al cráter del volcán convertido en laguna natural, en una hora y media. No contábamos con la intensa lluvia que se colaba tamizada entre las copas de los árboles y que hacía del camino un tobogán casi impracticable. El paso de cada expedicionario hacía que la espesa arcilla anaranjada fuera más y más resbaladiza. Llegaría un momento en el que no era suficiente con asirse a cada tronco y a cada piedra para continuar con la ascensión o con el descenso correspondiente. El grupo iba avanzando en fila india por un paisaje increíble de sendero selvático, a la izquierda en ocasiones veíamos la bahía y la verde cadena montañosa que cierra la bahía por el oeste, aguas turquesa, selva verde intenso, playa blanca.

Después de que la cabecera de marcha llegara hasta el cráter, una vez comprobada la dificultad de acceso del último tramo y de regreso para todo el grupo, decidimos tomar el plan B de extracción. Cambio de plan y salida por un camino alternativo hacia el mar, donde nos esperaba una embarcación para hacer la aproximación a la playa por grupos. Después de superar el gran desafío del Pico Duarte, esta marcha resultaba dura. La capacidad de adaptación de los chicos y de reacción por parte de la organización, hizo de esta actividad una nueva experiencia inolvidable.

Una vez regresa todo el grupo a la playa de Samaná y tras la deliciosa comida que teníamos preparada, un grupo de jóvenes ayuda en las labores de pesca tradicional que nos muestran los pescadores locales. Es curioso comprobar que, pese a los 6.500 kilómetros que separan Samaná de la costa mediterránea andaluza, el arte de pesca de tirar del copo se replica de forma idéntica.

Volvemos a vivir otro pequeño lujo al llegar a la capital y comprobar que pernoctaremos en uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad.

Fray Antonio de Montesino, nos acoge imponente sobre la bahía capitalina. Ya con la noche avanzada acoplamos a toda la expedición en la zona que nos habilitan en el monumento. Para que nos hagamos una idea, el poder pasar la noche ahí es como si nos permitieran hacerlo en plena plaza de Colón de Madrid.

Como fin de jornada, se proyecta la película Alba de América de Juan de Orduña, exactamente 529 años después de que Colón saliera de Palos camino de su primer viaje.

De regreso en Santo Domingo, nos queda apurar las últimas horas de este día y los últimos días de este fantástico viaje experiencial.

Carlos Toro Moreno
Cronista oficial ERS 2021.

 

 

Crónica 13. Día 2 agosto.

Interminables llanuras de palmeras cocoteras. A la derecha se pierde la vista entre el enjambre de flexibles y esbeltos troncos. Caballos y vacas dispersos pastan con la calma que se hace todo en estas latitudes. Al fondo la vegetación de eleva tomando cota en una pequeña meseta. A la izquierda, las olas rompen unos cuarenta metros antes de morir en una orilla blanca salpicada de palmeras que, esta vez, se inclinan hacia el mar en una reverencia continua y bien merecida por lo espectacular del paisaje.

Entre cabezadas más o menos largas, es esto lo que ve la expedición en gran parte del recorrido entre La Isabela y Samaná.

Tranquilo amanecer en el privilegiado enclave de la primera ciudad española en América. La rutina de las primeras horas se desarrolla de forma automática. Castañeteo de tazas y potos en el desayuno. No puede quedar nada. Autobuses preparados y mochilas cargadas. Batida de limpieza comunitaria para que todo quede mejor que cuando llegamos.

En jornadas como esta, en las que la vida transcurre en la carretera, el descanso necesario llega con mayor o menor comodidad. Las horas de sueño se incrementan. Los momentos de charlas entre expedicionarios, que ya se consideran amigos, dan paso a animados debates de todo tipo y temática. Una vez más, nos sorprende el nivel dialéctico de muchos y el interés por aprender y aportar de todos. 

Cada año, España Rumbo al Sur transmite una serie de valores que consideramos imprescindibles para conseguir una mejor sociedad. Trabajo en equipo. Solidaridad. Cultura del esfuerzo. Espíritu de superación. Estos son algunos de los muchos valores que se intercambian de forma osmótica entre expedicionarios y equipo de organización.

Todos aprendemos de todos. El programa académico cuenta con expertos profesionales y docentes de primer nivel en sus materias. Los jóvenes expedicionarios nos enseñan con su actitud y sus múltiples aptitudes.

Samaná nos acoge como esa ciudad antigua con toques de modernidad que se reflejan en hoteles y restauración de reciente construcción, que acogen cada vez a más turistas en esta bella bahía de playas paradisíacas y acantilados propios de otras latitudes.

La expedición concluye sus casi doce horas de desplazamiento con la llegada a la playa del Valle. Bahía en forma de herradura que casi encierra un  mar propio en su interior. Palmeras, mangles, guayacanes, la flora es espectacular. Apenas por unos minutos hemos sido testigos del más espectacular de los atardeceres de esta edición. El sol se oculta tras un promontorio cargado de vegetación, con un hilo de palmeras que cortan su artista contra el cielo que se oscurece.

El espacio elegido para montar nuestro campamento nómada es la playa de levante. Un farallón de roca sirve de separación respecto a la entrada a esta enorme cala. Una vez se establece el lugar de la pernocta, toca baño rápido antes de que se termine de ir la luz, recogida de leña, ayuda en la elaboración de la cena, encender una enorme  hoguera, rodearla y dejarse atrapar por el sentimiento atávico implícito en toda fogata.

El momento es mágico. El lugar es un paraíso. La temperatura templada. Olor a mar, leña quemada y vegetación húmeda. Algunos en el agua ya de noche, comprueban el efecto lumínico del plancton al agitarla. El cielo se abre casi en su totalidad y ubicamos las principales estrellas y constelaciones en lugares nuevos respecto a lo acostumbrado. Un coro de insectos y anfibios ponen banda sonora a la intensa oscuridad. La fogata ejerce su efecto sobre el grupo. Todos en círculo, atrapados por la perfección del momento, esbozamos una sonrisa mientras escuchamos fascinados la canción que un grupo de talentosos expedicionarios ha creado para esta edición.

Para rematar la jornada, vivimos otro de esos pequeños lujos que sólo se pueden tener en esta expedición. Nuestro profesor senegalés Malamine Gaye deleita a todos con su charla sobre literatura española.

Día inolvidable en España Rumbo al Sur, para jóvenes y adultos.

Y eso que hoy no iba a pasar nada. Solo kilómetros.

Carlos Toro Moreno
Cronista oficial ERS 2021

Crónica 12. Día 1 agosto.

Primera luz del día, aún no se despierta el campamento pero algunos expedicionarios ya se revuelven en sus sacos. El canto persistente de un pájaro bobo acompaña a la coral de cremalleras de los sacos. Huele a naturaleza salvaje, estamos rodeados de arbustos y árboles endémicos como el cambrón o el mangle botón, también el guayacán, cuya madera fue muy apreciada para la construcción de naves dada su dureza.

La suave caricia de una casi inexistente ola lame la orilla de arena blanca con un rumor repetitivo. La temperatura es cálida pero el leve viento la suaviza y reduce la continua sensación de humedad.

Aún se recorta un cuarto de luna menguante en pleno cenit sobre nuestras cabezas, mientras el sol comienza a penetrar entre la dispersa arboleda que jalona el camino de entrada a las instalaciones del Museo Arqueológico de La Isabela. 

Cuando pensamos por un momento en el lugar cargado de historia en el que hemos pernoctado y donde pasaremos la jornada de hoy, logramos imaginar las sensaciones vividas por aquellos que llegaron por vez primera a estas tierras. Y esto es justamente lo que también han sentido los expedicionarios con la actividad de prospección de este terreno al que acaban de llegar. Han de estudiar la orografía, hacer un mapa de la zona, investigar y clasificar la flora y fauna autóctona, tanto terrestre como marina, detectar los peligros y bondades del lugar. De hecho, es justo lo que hizo el almirante Colón con su tripulación para decidir que esta bahía de La Isabela era el lugar adecuado para establecer la primera ciudad creada por España en el Nuevo Mundo.

Las tres primeras horas del día se consumieron con los grupos dispersos por los alrededores de nuestro campamento, reconociendo el terreno y tomando notas de lo que iban encontrando. Antes de la cena, cada grupo realiza la presentación de su trabajo de análisis. Los integrantes de esta edición vuelven a demostrar el gran nivel de formación y de creatividad que tienen. Algunos de los mapas elaborados bien podrían servir para hacerse una idea muy proporcionada de la zona.

Hay personas que resultan ser todo un descubrimiento. Adolfo López Belando es una de ellas. Es mucho más de lo que dice su tarjeta de visita y ha sido, a lo largo de su vida, mucho más que un simple arqueólogo y guía experto en La Isabela. La pasión con la que cuenta cada detalle y su basto conocimiento de las ruinas que visitamos, hacen que dejemos de lado el intenso calor que transmite el sol perpendicular y nos sumergimos en su explicación erudita.

Hemos tenido la inmensa suerte de que nos guíe en el Museo La Isabela, narrándonos las circunstancias en las que se fraguaron los viajes colombinos, cómo se desarrollaron y el resultado de los mismos como primer paso hacia la globalización que tan presente tenemos cinco siglos después.

Posteriormente nos ha mostrado las ruinas de la ciudad con tanto lujo de detalle, que era fácil imaginar a Cristóbal Colón eligiendo el promontorio donde se construyó La Isabela, con la idea de defenderla de los portugueses más que de los indígenas. Construyó una muralla cuya planta queda a la vista. La base de una torre marca la manga de agua donde se construyó el primer astillero del Nuevo Mundo.

Adolfo continúa dibujándonos la ciudad con las ruinas de la mayor Alhóndiga (almacén real) construida fuera de los grandes puertos españoles. Tenía dos pisos y estaba soportado por columnas de piedra y suelo de madera. Colón tenía guardado aquí todo lo que trajo de España (aceite, harina, etc.) que después distribuía o vendía entre los nobles castellanos que habitaban la ciudad.

Es una auténtica pena saber que estas ruinas podrían estar mucho mejor conservadas, de no haber sido porque en los años 40 y ante la inminente visita de los próceres de la patria, el dictador Trujillo mandara limpiar toda la Alhóndiga, lo que fue interpretado erróneamente como una demolición con maquinaria pesada.

La descripción pormenorizada del resto de la ciudadela en ruinas, nos muestra la imagen del primer hospital que también pudo servir de polvorín en otra época, de la primera iglesia construida en América por los españoles, en la que se dio la primera misa con asistencia de indígenas que aceptaban los nuevos cultos religiosos. Muchas primeras construcciones y única casa que se conserva del almirante Colón. Ubicada en una esquina de la planicie al borde del acantilado. Rodeada de una muralla y con una torre adosada a la vivienda para poder defenderse.

La cantera. Tras un breve paseo que nos adentra en el bosque bajo que va paralelo a la línea de playa, Adolfo nos narra, sentado sobre una gran piedra caliza en forma de cubo, un sillar a medio cortar, como todo este farallón es de caliza Isabela. Cada bloque puede pesar entre 200 y 300 kg.

El sillar a medio cortar se quedó ahí en el momento en que se da la orden de trasladar la ciudad a Santo Domingo.

Árboles. Además de arqueólogo, Adolfo es un buen naturalista y nos habla de los árboles más comunes en la zona y algunos de los que nos rodean en ese momento. El cambron y mangle botón (crece sobre la roca) mangle blanco que tiene corteza claras, mangle rojo que crece en el agua del mar. Entre sus raíces se refugian los alevines de peces de muchas especies que se mantienen gracias a esas raíces y esos peces mantienen los arrecifes de coral y gracias a eso se mantienen los peces de aguas interiores. Así, comprobamos que sin el manglar, sería imposible conservar el equilibrio medioambiental.

Con semejante cantidad de información, las inquietas mentes de los expedicionarios generan multitud de preguntas sobre arqueología, botánica, historia, navegación, etc.

Pocas veces un ponente ha generado tantas preguntas respecto a tantos temas. Mil gracias Adolfo.

Sería una pena y, casi un delito, no aprovechar la magnífica playa que caía a los pies de los restos de La Isabela. Todo el mundo al agua. Tibia. Casi transparente. Allá donde querríamos estar cualqueira de nosotros.

La agotadora mañana aconsejaba que los contenidos del programa académico para por la tarde, fueran de lo más entretenido. Se generan tres grupos para rotar por tres actividades.

1- Bailes dominicanos

2- Navegación

3- Supervivencia y montaje de vivac

1- Bailes dominicanos. Alba es la monitora encargada de que los expedicionarios aprendan dos de las danzas típicas de esta nación dominicana.

El merengue y la bachata son los principales ritmos dominicanos. Tienen orígenes africanos, americanos y españoles. Música con mucha percusión, con mucho movimiento por su origen africano, pero con la postura base de bailes españoles y europeos.

Una persona toma el mando y otra se deja llevar.

2- Navegación. Diego Riestra. 

Con pocos medios técnicos y mucha imaginación ha hecho que los expedicionarios casi sientan el aire en la cara y el peligro de la botavara rozando sus cabezas. Conseguir mantener la atención de los alumnos en estas condiciones no es fácil, pero ya hemos comprobado que tampoco imposible. Nociones de navegación, entender el viento y de seguridad, lo más importante.

3- Supervivencia y montaje de vivac. Roberto G. Calderón y Victor Cabrera

Preparamos a los expedicionarios para poder afrontar cualquier circunstancia de peligro en la naturaleza. Tan importante es salvar situaciones de peligro imprevisto como preparar el lugar donde pernoctar en una naturaleza no siempre amable.

En este taller los expedicionarios aprenden técnicas de supervivencia para ser autónomos y salvar la vida ante situaciones críticas.

El agotador día que hemos vivido nos deja a todos exhaustos. También expectantes ante lo que nos queda de viaje, que empieza a no ser mucho. Como los primeros días, tenemos el síndrome de no me quiero perder nada, pero esta vez con mucho más sueño e infinitas menos fuerzas.

Carlos Toro Moreno.
Cronista Oficial ERS 2021

Crónica Oficial II. 31 julio

Crónica 11. Día 31 julio

6 de enero de 1494. Se inaugura la villa de Isabela en la costa norte de La Española, primera ciudad del Nuevo Mundo, destino de nuestra expedición en esta jornada. Esto es empezar por el final, pero cambiamos de cronista y, por tanto, cambiamos de estilo.

Puede resultar extraño pensar que la primera ciudad fundada en el Nuevo Mundo por los españoles surgiera en el segundo viaje de Colón, tras el primer asentamiento forzado por el hundimiento de la nao Santa María y la consiguiente construcción del efímero Fuerte Navidad. La Isabela, que debe su nombre a la reina católica que encabezaba el potentado Reino de España, nos recibe en la actualidad en sus horas bajas. Pasó de ser la ciudad que canalizaba todo el tráfico entre la isla y España, a ser abandonada por completo en 1500 y un lugar idílico en la actualidad, por su naturaleza y su parque arqueológico, que nos acoge poco antes de ocultarse el sol en un entorno amable, con playas de arena blanca y con unas aguas en las que prácticamente solo percibes el cambio de medio pero no de temperatura.

Ahí es donde acabará el día de hoy, tras haber recorrido más de cuatro horas de carretera y haber visitado una fascinante fábrica de tabacos.

El reloj sobrepasaba ligeramente las 17 horas cuando llegábamos al Parque Natural de la Hispaniola y contemplábamos por primera vez el contraste de las inmóviles aguas turquesa de la orilla con la turbulentas olas que rompían contra un arrecife coralino a unos trescientos metros de la orilla. Los expedicionarios ya sabían que hoy tendríamos la oportunidad de acabar la jornada en una playa que albergaba restos arqueológicos de la primera ciudad fundada por los españoles a este lado del Atlántico, la Ciudad primera en America, fundada por Colón, La Isabela.

El conocerla en profundidad solo era cuestión de tiempo.

Pero esto es el final de la historia.

Prosigamos por el principio.

Normalidad. 2:20h de la madrugada y comienza la proyección de la película Apocalipto. Nadie se queja. Anunciamos que mañana comienza la jornada a las seis en punto con multideporte. Nadie se queja. Después de un día intenso y tras tantos otros llenos de actividades y emociones, esta es la normalidad en España Rumbo al Sur. Lo impensable en sus vidas antes de la expedición, es ahora  lo cotidiano. 

Apenas tres horas de reposo sobre aquellos aislantes y sacos que ya tornaron en la más mullida de las camas, es suficiente para afrontar un día nuevo e ilusionante.

El Instituto Politécnico Industrial de Don Bosco nos contempla silencioso. Sus magníficas instalaciones, nos motivan en nuestro deporte matutino. Tras ese primer despertar del cuerpo y mente, nuestro equipo de cocina tiene preparado el desayuno que, en este caso, es especial gracias al brownie de chocolate con que nos obsequian los padres Salesianos. Orden religiosa que nos ha dado cobijo en diferentes ciudades de las visitadas. Una de las claves que hacen posible este programa es la hospitalidad que nos prestan determinadas organizaciones y órdenes religiosas.

A estas alturas del viaje y habiendo rebasado el ecuador del mismo, este excepcional grupo de expedicionarios ya puede con todo. Nuevamente nos lo iban a confirmar. Dos días después de la ascensión al Pico Duarte, vemos tanto a expedicionarios como a equipo con secuelas en sus andares. Sin embargo, nada les impidió dar todo en las actividades deportivas del día anterior, junto a antiguos y actuales alumnos del Centro Salesiano. Nunca es fácil al principio, pero la capacidad de superación y los límites de su esfuerzo han crecido dentro de cada expedicionario hasta el punto actual en el que nada les detiene. Este es un viaje único que cambia la vida cada año a un centenar de jóvenes cargados de valores y de razones. Con estos expedicionarios, lo volvemos a conseguir.

No siempre hay un hito para cada día. Sin embargo, en esta edición de ERS en La Española, la sucesión de jornadas extraordinarias hace que aquella máxima no se cumpla. Hoy teníamos la visita a La Aurora, primera fábrica de tabacos de la isla, fundada en 1903 y con presencia actualmente en 93 países. Tamboril, capital mundial del tabaco y municipio norteño de incierta etimología, acoge en sus tierras la sede de aquella fábrica de cigarros.

El tabaco, símbolo y uno de los productos estrella del descubrimiento del Nuevo Mundo, es el protagonista de la jornada. Con algo más de un siglo de historia, La Aurora y su museo sobre este cultivo, nos muestra la historia de la deseada, y mucho más tarde, denostada planta. La historia del tabaco es la historia del comercio entre continentes tras el primer viaje del almirante Colón. Es originario de la cuenca del Orinoco y su cultivo se extiende a través de las diferentes comunidades indígenas hasta llegar a los grupos Tainos del Caribe.

Los expedicionarios recorren el itinerario guiado por la fábrica, conociendo su historia y presenciando el proceso desde la selección de semillas hasta la elaboración del cigarro puro.

En la galera se encuentra Nelson, uno de los trabajadores que, por parejas, desarrollan con habilidad de artesano viejo ese trabajo repetitivo pero único de la fabricación del cigarro. La galera alberga a 55 pares de empleados. Manos robustas y ágiles que se mueven con pericia, ajadas y delicadas al mismo tiempo. Nelson se encarga del hacer el empuño, primera fase de la fabricación en la que el capote (hoja más suave que envuelve al resto), abraza otra capa, la tripa, que proporciona el aroma y sabor característicos de cada tipo de cigarro. Cada puro que fabrica tiene tabaco con semillas de cinco países (Brasil, República Dominicana, Ecuador (capote), Cubano y Nicaragua). Nos cuenta y muestra cómo, tras realizar el empuño y recortar el cilindro de hojas, lo pesa para que cumpla con el estándar de ese modelo y lo deposita en la prensa para compactarlo.

La siguiente fase corresponde al compañero que se sienta junto a Nelson y que ejerce las funciones de rolador. Con la agilidad del que ha repetido la secuencia millones de veces, envuelve la última hoja, que dará la prestancia y aspecto exterior definitivos al cigarro. Realiza la operación de corte y envoltura con una precisión milimétrica, movimientos rítmicos y resultado excelente. Alrededor de 700 veces diariamente repetirán Nelson y su compañero esta rutina.

El recorrido por la fábrica nos llena de sensaciones y aromas. Uno de los más inesperados es el del andullo, pasta de tabaco preparada con hojas procesadas para mascar. Se usan hojas de palma para compactar todo. No agregan nada, es la fermentación del tabaco durante 2 años y la expulsión del amoniaco los que le dan un sorprendente aroma a melaza.

Tras esta visita y una vez llegamos a La Isabela, sentados frente a la inmensa bahía, podemos imaginar perfectamente el tránsito de galeones y otras naves que conectaban el Nuevo Mundo con la vieja España a través del tabaco. Para reforzar esa visión, la expedición concluye la jornada con una charla de Telmo sobre el viaje que realizó, en una réplica de las carabelas que utilizó Cristóbal Colón para llegar a estas tierras, capitaneada por el Capitán Carlos Etayo Elizondo.

Después como parte del programa académico se proyecta la película, 1492. Jamás olvidaran los expedicionarios ver esta película en las ruinas de la primera ciudad del nuevo mundo.

El limpio cielo estrellado arropa a toda la expedición que va quedando en silencio para dar fin a otra jornada inolvidable.

 

Carlos Toro Moreno
Cronista oficial ERS 2021

 

 

Crónica Oficial. 01 agosto

Océano Atlantico. Algún lugar en el paralelo 18. 1 de agosto de 2021

Inicio mi guardia a media noche. El Almirante ha mandado navegar solo con el treo, sin bonetas, y reforzar la vigilancia. Al parecer ayer vieron en La Pinta una caña, un palo labrado, y el propio Almirante dijo haber visto una luz en el horizonte. Yo ya no me lo creo. Hace ya días que tampoco me creo las posiciones que nos informan. Hemos andado muchas más leguas de las que nos nos han contado. La polar ya no levanta un palmo del horizonte. Ayer me tocó inventario de provisiones y no hay ni para recorrer la mitad de lo que hemos navegado. Vamos a morir de hambre si antes no nos devora este mar del infierno, que hace días que ha empezado a rugir avisándonos de que se agotó su paciencia.

Quinientos treinta años y diez mil metros de altura me separan de esta escena. En algún lugar debajo de mi, tal día como hoy, un grupo de valientes estaban a punto de transformar el mundo para siempre en una gesta irrepetible.

Solo quedan seis horas para aterrizar en Madrid. Ayer tuve que abandonar la expedición. Son pocos los días que me perderé. Una barbaridad cuando pienso en el valor que tiene cada minuto en Rumbo al Sur.

El avión ahora duerme, se han apagado las luces, solo queda el ruido de los motores y un bebé que llora al fondo. Ahora si, lejos de la vorágine de la expedición, los recuerdos se ordenan y todo cobra sentido. España Rumbo al Sur no es una gesta como la que ha servido de hilo conductor de esta edición, pero también es absolutamente único. No hay un proyecto que combine aventura, descubrimiento, conocimiento y transformación como este. “Rumbo al Sur pone en contacto a gente estupenda con gente estupenda”, dice siempre Telmo. Quizá sea ese el secreto.

Empezando por lo más importante, la razón de existir de rumbo: los expedicionarios. Fisicamente inagotables. Acometieron en dos días una expedición al Duarte que habitualmente se hace en tres jornadas y la noche siguiente agotaron al grupo Perico Ripiao a golpe de merengue y bachata. Curiosos, todo les interesa. Tratan de llegar al fondo de las cosas. No se conforman con los titulares, debaten todos los ángulos, se implican.  Comprometidos, son los primeros en sumarse a las actividades de voluntariado, los que toman la iniciativa. Los que se acercan a los niños en los poblados y a los cooperantes en las organizaciones que visitamos. Mucho lo traen de casa. Rumbo al Sur consigue incorporar, a todo ese talento, una experiencia transformadora de esfuerzo, de aventura, de amistad, de solidaridad. Muchos están decidiendo el rumbo de sus vidas, de sus estudios. En sus manos está el mundo de las próximas décadas. Quienes hemos convivido con ellos sólo podemos pensar que lo mejor está por llegar.

La calidad del equipo de organización de Rumbo daría para varias crónicas. Muchos fueron antes expedicionarios. Gente excepcional que sacrifica sus vacaciones para colaborar en un proyecto en el que creen.  Y lo hacen sin guardarse nada. Entregando hasta la última gota de lo mejor que tienen, que es mucho. El conjuro que los reúne es una receta secreta que combina el talento y el carisma de Isabel Ussía con la magia Aldaz de la Quadra-Salcedo. Son los dignos herederos de una casta de personajes excepcionales. Telmo es el Almirante de esta expedición. Hemos hablado de su liderazgo natural en otras ocasiones, pero no es el único Aldaz . Su hermana Mar es irrepetible; historiadora, culta, original, divertida y con una resistencia física que no es de este planeta. Muchas de las cosas especiales que pasan en la expedición llevan su firma. 

Su hermano Vito es el refugio al que todos acudimos cuando flaquea el ánimo. Inteligente, rápido, con el sentido del humor más brillante que hemos conocido… culto como todos los de la saga, arquitecto. Los expedicionarios le adoran y en la organización juega un papel fundamental sosteniendo una bandera de ánimo y de humor que no hemos visto caer ni en las situaciones más difíciles.

Rumbo al Sur es una empresa de descubrimiento que embarca a toda esta tripulación en un viaje que les acerca a otros mundos. Lugares que cuestionan muchos de los paradigmas que damos por ciertos, donde lo básico es un lujo, donde la vida se abre camino a trompicones. Y también a personas que dan un testimonio de vida inspirador. La vida a bordo es parte de la experiencia. Se navega sin comodidades, sin lujos, en una estrechísima convivencia. Toca arrimar el hombro, estar pendientes unos de otros, dar apoyo y apoyarse, aprender a ser fuerte y también a ser vulnerable.

Nadie vuelve indiferente de esta aventura. Lo que dejamos cuando partimos sigue ahí a la vuelta, pero la mirada ha cambiado. Nada se ve ya con los mismos ojos.

El avión sigue incansable devorando kilómetros por encima del Atlántico.

La expedición duerme ya en La Isabela, primer asentamiento en el nuevo mundo. Mañana llegarán a las costas de Samaná, donde Colón fue recibido a flechazos por los indígenas en su primer viaje.

Y nuestro angustiado marinero acaba de despertar a toda la tripulación a gritos. ¡Tierra! ¡Tierra! Se llamaba Juan Rodríguez Bermejo. 

Eduardo Martínez de Ubago de Liñán
Cronista Oficial ERS 2021