10 agosto, 2024
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El retumbar de los tambores en nuestras cabezas, el sonido golpea en las montañas e invade la playa de Alhucemas. Segundo anochecer en este maravilloso lugar, con España al frente y a espaldas, la inmensa África y bajo la gran paleta de cobres que pintan el cielo de rojos, rosas y violetas.
Todos disfrutaban de ello, al igual que pasamos y pensamos, y reflexionamos: ¿Por que ahora?, ¿por qué Marruecos?, ¿Por qué nosotros?, ¿Somos dignos de este regalo? Pregunta sin respuesta, respuesta sin preguntas; así estamos todos tras cinco días de aventura.
La noche ha llegado y sentados con los frontales y el relajado sonido de las olas, recordamos sonidos, colores, olores, texturas… Sin darnos cuenta de que en estos instantes los estamos sintiendo. El áspero aspecto de las piedras y la suave textura de la arena arcillosa bajo los pies; el olor de las algas, las flores y las montañas del mar. El sonido de las olas a la par de los tambores africanos que en el fondo se escuchan; y los hermosos colores del peñón de Vélez de la Gomera, con sus luces nocturnas, y los cálidos, a la vez que fríos colores del firmamento estrellado. Cosas que irremediablemente abandonaremos desde nuestra vuelta pero que siempre recordaremos como un gran momento. Reflexiones de un día agitado con marchas y senderismo, con grandes historias… Aprendiendo a dibujar, aprendiendo a escribir, aprendiendo a vivir, a vivir el momento, pues el pasado pasó, aunque las historias prevalecen, y el futuro es un misterio del que jamás sabremos hasta no ser presente. El presente es África, vivamos África, y preguntémonos por el futuro sin poder contestarnos con el pasado.
El mar, el dichoso mar que tanto “conocemos” pero del cual verdaderamente no sabemos nada. Nada de nada. Vacío. El mar; ese gran azul que en atardeceres como hoy se junta con el horizonte y no se sabe si lo que estás mirando es cielo agua o simplemente la conjunción de ambos.
El movimiento de las olas que se escuchan durante las 24 horas del día. Ese sonido que te mece en un profundo sueño, te tranquiliza y te despierta. Ese es el sonido que nosotros, rumberos 2013 hemos podido escuchar a la mañana, tarde y noche del día.
La mañana, es el momento de amanecer y de fresco que anuncia el inicio de un nuevo día, un nuevo y maravilloso día y que en este caso a pesar del madrugón y de las caminatas bajo el sol terminan con el anochecer y una reflexión personal de cada uno. Porque a pesar de los sudores mañanero y los múltiples pasos bajo el sol abrasador hastsa el parque nacional el día ha sido absolutamente maravilloso.
Cada año te das cuenta de que las cosas cambian, de que ya no eres lo que eres, quemaduras de manera progresiva y constante en territorio marroquí y que los días no acaban, solo continúan, pero con pequeñas pausas; que la gente madura a tu lado y eres consciente de que el mar tiene que ver en ese cambio: vacío al principio y poco a poco termina llenando esa incertidumbre del comienzo.
Al norte un continente europeo, de tierras fértiles, riqueza, campos verdes y ciudades; y al sur los desiertos, pobres y áridas tierras del continente africano comunicadas y separadas por un mismo mar: el mar Mediterráneo.
Una simple masa de agua marca grandes diferencias entre dos paisajes cuyas costas son bañadas de forma igual.
La costa de Alhucemas, donde estamos pasando nuestra segunda noche; es una playa de piedras, meramente ensuciada por los pocos bañistas que la visitan; está limitada por un acantilado y el peñón de Vélez de la Gomera tras el cual se esconde diariamente el sol ofreciendo un espectáculo de luces asombroso.
A medida que caminamos lentamente hacia el corazón africano encontramos un paisaje despoblado, escaso en verdes y lleno de montañas secas. En cambio, si miramos al horizonte, al otro lado del mar, a no muchos kilómetros de distancia, nos encontramos, por ejemplo, con la cala San Vicente en Ibiza; donde mi familia está pasando su décima tercera noche. Una playa de arenas suaves y blancas que es limpiada diariamente a pesar de los cientos de personas que la visitan. En este caso si miramos hacia el interior vemos un paisaje verde, poblado de extranjeros y ciudadanos locales cubierto de viviendas y edificios de ocio. Una simple masa de agua, marca igualmente una gran diferencia de calidad de vida entre Europa y África. Pero esta masa de agua jamás podrá separarnos porque somos uno.
Acostumbrados a playas españolas donde la arena fina y las aguas, no tan cristalinas acogen a varios cientos de turistas, donde los “chiriguitos” se agolpan uno tras otro para dar de comer a todos estos bañistas, y donde la cultura, tan fascinante española se observa en todo su esplendor nos hemos encontrado con esta playa, Bades la llaman.
Piedras, no muy grandes, casetas caseras de ramas y paja buscando la sombra, pequeños comerciantes buscando fortuna de los muy escasos turistas… Conclusión: no esperaba encontrar este paraje en la costa mediterránea marroquí. Estamos en Alhucemas(Al Hoceima) Entre las dos provincias españolas de Ceuta y Melilla. Desde hoy sigo pensando igual: Marruecos, la “puerta de África” es una mezcla de culturas occidentales y ese gran continente que nos vulva a acoger de nuevo: África.
Volviendo a la playa; desde la cual rememoro estos días pasados; podría compararse con la playa del silencio en Asturias, no muy ancha y rodeada de grandes farallones. A penas a unos metros de nosotros se erige, grandioso el peñón Berez de la Gomera, territorio español, base militar de la marina del ejército. Respecto al día de hoy y después del respectivo ejercicio matutino, hemos realizado una marca de 3 horas en los aledaños de la playa y por la tarde la primera jornada de programa académico de esta octava expedición de Madrid Rumbo al Sur. Canal de Isabel segunda voluntarios, historia, astronomía, radio, actitud optimista, todos ellos impartidos por grandes personas y profesionales. Seguimos nuestro camino por este gran país que acoge a estos cien jóvenes y al igual que a mi, esperamos poder enseñar, grandes rasgos y cualidades de las culturas de aquellos países “del sur”, no tan solicitados por turistas ni grandes potencias económicas pero aún así, con desconocidas sorpresas que muestran unas culturas fascinantes, sorprendentes y llenas de vida e identidad.
A todos vosotros, saludos y os quiero.
Si alguien alguna vez me hubiese dicho que un día estaría aquí viendo el anochecer en una playa de Marruecos, nunca me lo hubiera creído. Jamás habría pensado que yo haría una cosa así y si, aunque en el viaje pasamos momentos duros, merece la pena. Una playa de piedras, casi desierta, con el peñón al fondo, rodeada de montañas, pero también llena de basura. Da pena verlo, pensar que algo como esto no esté cuidado, y yo no creo que sea porque no quieren, sino porque no pueden, desgraciadamente. Según hemos visto ya en algunos casos, tienen que preocuparse por cosas más importantes. Sabiendo que hay niños en la calle, sin casas, niños que no tienen lugar dónde dormir, entiendo que no puedan ocuparse de limpiar una playa como esta. No se, yo espero que algún día, entre todos, podamos cambiar esto, y sí, todo el mundo quiere cambiar las cosas, pero no todos pueden, gracias a Madrid Rumbo al Sur, nosotros estamos viviendo esto de primera mano, estamos aprendiendo a valorar porque ni os imagináis lo que se siente cuando un niño sonría solo porque estas jugando con él. Es algo que te llena por dentro, que te hace reflexionar, pero sobretodo te hace plantearte qué es lo que as hecho, porqué has estado tanto tiempo sabiendo que era una realidad y no has hecho nada. Ahora nosotros cien tenemos la oportunidad de ver como los niños quieren que juguemos con ellos, cómo una sonrisa tuya para ellos vale muchísimo. Y cuando lo ves, lo sientes, sientes que estás haciendo lo correcto, y sabes que lo que estás viviendo, por mucho que quieras, nunca va a ser igual
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