Crónicas 721

Yaundé

Hoy amanecía tras pocas horas de descanso, es curiosa esa sensación de notar como uno intenta dormir todo lo rápido que puede para que al sueño no le interrumpa la luz del día. Hoy nos acostábamos a eso de las cinco de la mañana y cuando estaba en el saco ya veía las primeras luces del día.
La mañana ya la hemos pasado en Yaundé conscientes de que ya queda muy poquito, de hecho es la conversación que más se tiene a lo largo del día. Siempre que te encuentras con alguien alguno de los dos suele decir “que poquito queda” o “dentro de unas horas en Madrid”.
A pesar de lo poco que se había dormido y de lo poco que queda para regresar la gimnasia es casi obligatoria, para la expedicionaria Alba Riches es un nuevo reto “Llegamos ayer bastante tarde y nos acostamos cuando amanecía, que es cuando habitualmente nos levantamos. Por un momento pensábamos que a lo mejor nos libraríamos de la gimnasia, pero Pablo, el jefe de monitores es impredecible. Luego hemos tenido “mangerazo” que nos ha venido genial para asearnos. Después en los autobuses hemos marchado hasta el mercado central de Yaundé y nos han dejado tiempo libre para comprar algún recuerdo. Yo he comprado un cuadro para mi madre y alguna pulsera y collares, he tenido que regatear como siempre aunque te da la impresión de que siempre te timan”.
Después de las compras toda la expedición ha sido recibida por el Secretario de Estado de Turismo camerunés que nos ha dado la bienvenida y nos ha recordado que ahora los embajadores de Camerún somos todos nosotros, dice Alba “Nos han recibido en un parque precioso en el centro de la capital. Nos han organizado una comida con un montón de platos variados y bebidas frías para elegir”. Después de comer vuelta a los autobuses a ver Yaundé desde un punto de vista muy especial “hemos estado en un mirador desde el que se veía toda la capital iluminada, algo sorprendente. Luego nos han llevado a un museo y nos han explicado como eran los primeros pobladores de esta ciudad. Había muchas máscaras de todo tipo y lo que más me ha sorprendido es que había también muchas pipas, había una pipa doble para que fumara el jefe de la tribu y su mujer a la vez, también era curioso las figuras que usaban para ahuyentar los malos espíritus”.
A la doctora Elena a la cual ya hemos presentado en otra crónica le acompañó en la primera parte del viaje Mamen Renedo y Jacobo Ibáñez, un madrileño que trabaja como técnico en transporte sanitario en una UVI del SUMMA 112 y que en la expedición apoya al equipo sanitario “hago un poco de todo, intento ayudar tanto a nivel asistencial como logístico a la doctora y a la enfermera, preparación del material y apoyo asistencial”. Este año no hemos tenido tantos enfermos como en anteriores ediciones, según Jacobo eso se debe a “una buena prevención, la suerte de un buen clima, el agua embotellada, poco sol, pero si es cierto que nuestro trabajo ha sido mínimo con respecto a ediciones anteriores. Es curioso que los casos más graves que hemos atendido han sido de gente local que de expedicionarios”. De Camerún Jacobo se queda más que con las imágenes con las sensaciones “creo que han sido más importantes las sensaciones que hemos vivido que las imágenes, tanto con los compañeros como a nivel profesional o incluso con la gente local que hemos visitado”. A Mamén la sustituyó como enfermera, en esta segunda parte del viaje, Noelia González “Ha sido mi primer año. Parte lo he pasado como monitora y esta última parte como enfermera ayudando al equipo médico y sinceramente ha sido muy gratificante haber conocido MRS desde varios puntos de vista diferentes y haber conocido de cerca a los chavales”. Noelia en su día a día trabaja en una unidad de neonatología en un hospital público de la Comunidad de Madrid “la verdad es que no tiene nada que ver el trabajo que desarrollo en el hospital que lo que he tenido que hacer aquí”. Noelia se queda más con la segunda parte del viaje “tira más mi profesión pero estar con los chavales ha sido toda una experiencia”. Del viaje se queda con “algunos momentos puntuales como el que vivimos en Kribi, con esa desembocadura de un río en el mar y esas cascadas tan impresionantes. La noche que pasamos con los pigmeos, el cielo de Camerún, los compañeros… Ha habido momentos muy buenos y algunos malos, pero al final quedan para siempre los buenos “.
Por la noche, cena, una nueva variedad de arroz, en este caso con aguacate y “algo más” y música para que los chavales perdieran el poco de energía que les quedaba. Algo más tranquilos pudieron observar el trabajo fotográfico y de vídeo que durante todo el viaje han ido plasmando Cuesta, David y Javier y que se ha podido visionar a través de la página web de Madrid Rumbo al Sur. Toca irse a la cama para descansar que mañana hay un largo camino de vuelta con muchas horas de espera y aeropuertos y visita a Bruselas… pero eso será otra historia que alguien se la contará… Ha sido un placer!!!