Los recuerdos
Los déjame sentarme al lado de mi amiga en el avión, que vivimos en la otra punta de España y no sé cuando la volveré a ver. Las dedicatorias en los cuadernos de viaje, que vuelan en el aire y ya vamos volando. Los abrazos eternos. Las sonrisas cómplices. Las lágrimas al despedirse en el aeropuerto de Barajas. Los recuerdos de Etiopía.
La mirada de los niños en Muka Turi, en Ziawy, en Debre Zeit… Sus manos tendidas al abrazo. Sus sonrisas. Sus ganas de estar contigo. La historia de superación de Hanna, que fue ayudada y ahora ayuda. Que hace comunidad así, a través de la mejor manera de que el país salga delante: la educación. La labor encomiable de los misioneros, de las ONG, de los voluntarios. De Nuria, de Alicia, del padre Ademaro, de María José. Las palizas que nos metieron al fútbol en la misión de Don Bosco.
El ‘farenyi fajaro’. El dron a punto de perderse en el Nilo (una vez más), mientras cruzábamos el puente hispano-portugués en busca de las cascadas. Las miradas perdidas al verlas, fascinados, con el estruendo del agua haciendo vibrar nuestros tímpanos. El barro, mucho barro, hasta las orejas. Las lluvias torrenciales. Los dónde está mi frontal. Los alguien ha visto mi capa de agua. Los cuándo comemos. Los Madrid rumbo al bus.
Los hipopótamos saliendo a la superficie, los cormoranes en bandada cruzando el lago en perfecto orden, a pocos centímetros del agua marrón, como si estuviéramos dentro de un documental. Las pinturas fascinantes del monasterio de la isla de Dek, 800 años de historia nos contemplan. Las leyendas del Arca de la Alianza. El faraónico palacio del monasterio de Fasilidas y sus sucesores en Gondar. El visita a San Jorge en Lalibela, la iglesia excavada en la rocas mas impresionante del mundo. Los cursos de emprendimiento, de cuaderno de viaje, de la evolución humana, de cooperación….
Las historias del descubridor y evangelizador Pedro Páez, un personaje fascinante olvidado por la historia hasta hace bien poco. El techo ‘bacha’, que se vuelve a Madrid como lo recibimos en casa, sin estrenar. Los baches en las carreteras. Los burros cruzándote sin que te lo esperes. Las acacias, tan perfiladas, tan de dibujo animado. Los contrastes de la falla del Rift. Los volcanes pespuntando a lo lejos. El viaje en barco por el lago Tana. Las ruinas de Gorgora la nueva, donde hay un pedacito de la Historia de España, en una península que es un vergel, casi un paraíso.
Los bocadillos de cebolla con cosas, la pasta riquísima, el sabroso guacamole, la mejor comida de toda las 14 expediciones, gracias a Nacho, Paspas y Antonio. La sonrisa de Creever. Las oficinas del equipo de audiovisual, tan dispares, siempre, como todo el convoy, con la casa a cuestas. La generosidad de los combonianos, de los salesianos, de los jesuitas. Los restos de Lucy, la primera homo sapiens, por mucho que Vito lo niegue. Las casas de barro. Los látigos. Los arados romanos. Los míster, míster. La enjira. El frío, a veces, el calor, otras. El sueño, siempre. Los madrugones. Los mochila pequeña y botas, por favor. La hoguera en Addis Abeba, con las llamas centelleando. Los árboles plantados en el Botánico. Los recuerdos.
SERAFÍN DE PIGAFETTA
Cronista de España Rumbo al Sur
Cronista de España Rumbo al Sur