La Misión
Parándonos a pensar, teóricamente el día de hoy comenzó con la mítica película de La Misión. Obviando la falta de educación de algunos individuos, este film ha sido uno de los que más me ha marcado en mi vida. Un argumento tan importante en la historia de nuestra nación y que tanto ha revolucionado nuestro mundo. Una trama palpitante, emotiva y cruda con la intención de reflejar no sólo lo ocurrido en aquel momento, también la avaricia, corrupción y manipulación que puede desencadenar el poder, o al menos, la sensación de poseerlo.
La frase que no podre olvidar es la tan desgarradora carta del final con testimonios como “Ellos están muertos y yo vivo, pero su recuerdo siempre permanecerá”.
No solo la trama me ha impactado sino el significado oculto que guarda.
Al final, las personas son las que provocan que los actos y planes tan magistrales como el del jesuita se lleven a cabo de la mejor manera posible. Esto me hace replantearme una cosa, ¿proyectos tan esenciales como Rumbo al Sur serían tan magníficos sin las personas que lo organizan? ¿Por qué las personas no son conscientes del gran cambio que pueden realizar con pequeños actos?
Hoy estas preguntas me han removido mis entrañas al ver las condiciones en las que viven nuestros gentiles anfitriones. Cómo familias enteras pueden llegar a vivir de un par de plantaciones y animales.
Pero lo más importante es lo felices que son con tan poco. Sobre esto mismo hablaba con Sylvia, una profesora de química en la misión. Una vida sin complicaciones y con las necesidades más básicas cubiertas.
De lo que hoy he sido consciente viendo tanto a ugandeses como a rumberos bailando ha sido lo bonito que puede llegar a ser un mundo donde se dejan de lado conflictos e intereses, y entre en juego una nueva táctica de cooperación y colaboración. ¿No sería hermoso poder ver ese gran cambio?
Sin embargo, al igual que en la película, nuestro juicio y buena voluntad está nublado por nuestra errónea mentalidad implantada en nuestra educación occidental.
Esto me hace creer más en el concepto educativo que se nos está ofreciendo en estos 15 días en Uganda. Talleres tan didácticos como los que estamos recibiendo y experiencias como éstas dejan huella en uno. Algo que todos deberían vivir para creer en el cambio.
Laura Feliu
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Hoy es verde
No suelo escribir, pero aquí estoy escribiendo. Hoy escribo porque siento. Siento que los días no tienen 24 horas porque son eternos y las noches escasas, pero los amaneceres siempre preciosos. Hoy no vivo en pretérito imperfecto ni en un futuro inmediato, sino en un presente perfecto.
Aquí todo es verde, y hoy ese verde no es sólo verde, tiene multitud de tonalidades, formas y utilidades.
Hoy los partidos de fútbol no son de 90 minutos ni los de vóley son de tres sets, son tres 300 risas y 500 sonrisas.
Hoy siento la cariñosa acogida de personas en principio desconocidas. Porque sí, hoy siento y no sé si mañana sentiré. Pero mañana será otro día y hoy escribo porque siento y siento lo que describo.
Judit Garcelán
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Con tan poco
Dormir en el colegio de la misión nos permite tener un mayor descanso, más tranquilidad y seguridad. Amanecer al aire libre es increíble hasta que se escucha el grito de Pablo metiendo prisa para empezar nuestra tortura matutina. La verdad es que todos odiamos ir a correr tan pronto pero nos ayuda a despejarnos y a empezar con más energía.
Después de dividir nuestros grupos hemos comenzado a caminar con profesoras del colegio y otros chicos que nos han permitido conocer una vivienda típica de Uganda.
He sentido el contraste entre la frialdad que trasmiten las casas, con falta de luz, colores y muebles, cuadros, cojines… Y, por otra parte, todo el cariño y la gran sensación de comodidad que con empeño trasmiten todas las personas.
He visto cómo las personas ofrecen todo, por muy poco que tengan.
Por muy concienciada que haya venido a este viaje, y a pesar de verlos desde el primer día, me sigue impactando ver cómo las personas (más los niños) viven su día a día con tan poco. “Con tan poco” en todos los sentidos: la gran falta de higiene, caminar todo el día sobre el barro, piedras, plantas sin ningún tipo de calzado. Sin ropa en condiciones: que sea de su talla, con agujeros… con tan poca comida y agua. Pero sobre todo con muchísima felicidad.
Lo mucho que nos ha llenado a todos los agradecimientos por los objetos que les hemos dado y la capacidad que ha tenido la música de conectar dos culturas tan distintas y a parte no tan diferentes.
Eva Castaño