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Crónica 10

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Santiago de los Caballeros. 30 de julio de 2021.

Lisandro acaba de licenciarse en artes escénicas por la universidad de Santo Domingo. Es un chico sensible, brillante, con una prometedora carrera por delante. Si hubiéramos venido hace catorce años le habríamos encontrado buscando restos de comida entre las montañas de desperdicios del vertedero de Rafey. Lisandro y su hermano eran “niños buzo”. Uno de los muchos que malvivían en este vertedero buscando plásticos, aluminios, algo vendible… y comida. A última hora conseguían olvidar por unos minutos su miserable existencia mirando al cielo y a su pequeña cometa. Por la noche buscaban hueco entre los desperdicios.

Su hermano murió, como tantos, aplastado entre los cartones de su improvisado refugio. Lisandro tuvo la suerte de caer en la órbita de la ONG Cometas de Esperanza (en honor a la que ellos volaban) y hoy colabora con la organización para seguir integrando niños del barrio de La Mosca. Cometas de Esperanza se ha convertido en la más reconocida de las organizaciones humanitarias de la isla.

Hoy hemos podido conocer de primera mano su obra, sus trabajadores, su presidente Oscar Faes… y no hemos querido irnos sin dar un paseo por el vertedero donde pasó Lisandro su infancia. El calor y el olor son casi insoportables. Ha sido menos de una hora. Los niños buzo vivían aquí.

En el camino de vuelta al autobús reina el silencio. Las miradas se esquivan vergonzosas para no encontrarse empañadas de tristeza. En este caso mezclada por la esperanza y la alegría de ver cómo organizaciones como Cometas de Esperanza han conseguido integrar a todos los “niños buzo” y son ya un referente del sistema educativo de Santo Domingo.

Todo esto pasaba en Santiago de los Caballeros, segunda ciudad más poblada del país. Llegó a ser la capital de la república durante la guerra de la restauración contra Haití donde jugó un papel clave. Allí encontramos el famoso monumento a los Héroes de la Restauración donde el padre Fernando Yoldi nos ha explicado el contexto histórico de la ciudad, clave en la formación de la república. La posterior visita al Centro León ha completado la actividad cultural en la ciudad.

En Santiago de los Caballeros existió una casa de citas donde acudían músicos a interpretar ritmos folclóricos. Se llamaba Perico Ripiao. Desde entonces, así se llama a los cuartetos tradicionales que a golpe de acordeón, tambora y güira, sacan brillo a las suelas de los zapatos… y a las hebillas de los cinturones. Ayer moría en esta ciudad Johnny Ventura, el padre del merengue moderno dominicano. Ondeaban a media asta las banderas de la ciudad y España Rumbo al Sur quiso anoche dedicarle su particular homenaje. Un grupo Perico Ripiao estuvo con la expedición hasta que aguantaron las caderas. Nadie podría haber adivinado que acabábamos de bajar del pico Duarte. Los compases del merengue volverán a sonar cuando volvamos a España. Pero ya nunca volverán a ser lo mismo para los expedicionarios. El merengue ya tiene algo nuestro, algo que nos transporta a aquel día en Jarabacoa en que murió Johnny Ventura y aprendimos a bailar merengue al son de su música.

La jornada acaba en el fantástico colegio de Los Salesianos de Santiago, donde nuestra expedición ha podido medirse al fútbol, voley y baloncesto con lo más granado de los jóvenes salesianos. El padre Yoldi, que nos acompañó al monumento a los héroes, nos ha vuelto a acompañar en una magnífica conferencia integrando la historia del colegio, de la ciudad y de la llegada de los primeros conquistadores.

Ya se cierran los ojos. Las imágenes del día se entremezclan… el último pensamiento es para Lisandro, con su magnífica carrera de artes escénicas por delante. Y para todos los que han podido salir del horror de la vida en el vertedero gracias a Cometas de Esperanza. Y para los que, como su hermano, se quedaron en el camino.

Eduardo Martínez de Ubago de Liñán
Cronista Oficial

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