13 de Abril 2017
Tiempo. No sabemos si llevamos días, semanas o meses en Marruecos , pero ya nos sentimos parte de él. Tiempo que ni siquiera vemos pasar o nos molestamos en preguntar. Tiempo que avanza a otro tempo.
Espacio. Poblaciones tan pequeñas y a la vez tan grandes. Minúsculos brotes de vida en medio de un inmenso desierto. Desierto que nubla la esperanza de encontrar mejores condiciones para subsistir. Espacio infinito.
Personas. Gente que lo da todo . Almas que se entregan por los demás aún siendo completamente desconocidos. Ojos que iluminan, miradas que transmiten, zapatos desgastados por el duro camino recorrido, pies dispuestos a continuar su viaje. Personas con esperanza, ilusión, voluntad. Personas que viven.
Vivir. Eso que para nosotros resulta tan sencillo pero que para otros es tan duro reto. Eso que muchas veces se menciona pero pocas se siente. Concepciones contrarias y a la vez complementarias. Contradicciones que se vuelven inspiraciones para gente como nosotros. Unos buscando formas de vivir, otros viviendo de distintas formas; todos buscando su sentido.
Educación. Pilar en el que se sostiene toda sociedad. Base de cambio y evolución. Tan imprescindible que hace inexplicable la desigualdad existente. Simples libros que aportan el conocimiento necesario para arreglar lo complejo. Un mínimo para poder alcanzar nuestro máximo. Educación que no debería tener fronteras.
Viajar. Buscar, descubrir, disfrutar de experiencias. Experiencias que son capaces de cambiar a una persona. Aprender la importancia del camino y no del destino. Conocer nuevas culturas, romper fronteras, dejar atrás familias. Dejarse llevar por el momento. Viajar para crecer.
Entender. Comprender que no todo es tan sencillo. Lo necesario que es trabajar por lo que se quiere, luchar por lo que se siente. Porque está en nuestras manos cambiar el mundo, cambiar nuestra realidad. Apreciar los pequeños detalles, prestar más atención a lo insignificante y cotidiano de nuestra vida, que puede ser lo más significativo en la vida de otros. Entender para ver más allá.
Todos todavía tenemos tiempo para salir de nuestro espacio conocido, para conocer personas, para vivir al máximo, para educarnos, para viajar y conocer, para entender nuestro mundo un poco mejor.
Tiempo para abrir los ojos.
Andrea Fresneda Gallardo y Claudia Castelló Mendoza
Llegamos al ecuador de esta gran aventura en la que se ha convertido esta segunda fase de ERS. Hoy despedimos a la gente que, con muy pocos recursos, nos han acogido y han llenado nuestros corazones de grandes lecciones de vida. La verdad, nunca pensé que en solo tres días me iba a encariñar tanto de unas personas con las que, en principio, no debería tener nada en común. Sin embargo, los llevo conmigo en mis recuerdos.
Durante las casi 10 horas que dura el trayecto en bus hasta nuestro próximo destino, sobra tiempo para la reflexión. A los lados de la autopista se extienden cientos de hectáreas de suelo contaminado con plásticos. Desolador. A la gente de casa que piense que reciclar es una estupidez, yo les digo que, si no lo hacemos, Europa entera se convertirá en un vertedero.
Paramos a comer en un bosque, donde tenemos la gran oportunidad de montar a caballo, cosa que me hizo mucha ilusión ya que hacía años que no me montaba en uno.
Llegamos a medianoche a la misión religiosa que nos iba a acoger. Nos reciben dos monjas y nos cuentan que ellas se dedican a ofrecer estudios a niños, pero sobre todo, a chicas adolescentes que, por factores culturales, económicos o familiares, no podrían continuar con sus estudios superiores. Sinceramente, el trabajo de estas señoras me parece admirable: no sólo les dan a estas jóvenes una vida mejor, sino que también les enseña a respetarse a sí mismas y a ser independientes.
Ya en el saco de dormir, y tras un largo día, me doy realmente cuenta de muchas cosas y pienso en las realidades de Europa, de Marruecos, y, a la vez, culturas separadas solamente por unos pocas millas de agua salada.
Víctor Patón González