En España Rumbo al Sur los días no siempre son de 24 horas. Casi siempre son más largos. Si no, no podríamos explicar cómo se hacen tantas cosas sin apenas interrupción.
A veces esa interrupción llega en pleno momento de descanso.
Hacer vivac en un paraíso como en la playa de Samaná es algo excepcional en la vida de cualquiera y relativamente habitual en España Rumbo al Sur.
El campamento reposa. Eran algo más de las tres de la madrugada cuando la lluvia, que ha amenazado la expedición desde el primer día, llega con estruendo. Una imparable cortina de agua hace que cada uno de los expedicionarios improvise una forma diferente de resguardarse y seguir durmiendo. Hay soluciones muy diversas, unos echan mano de la funda vivac y se envuelven en ella con la mochila abrazada, otros montaron su techo base y les ha funcionado, otros se dejan empapar por la torrencial y corta lluvia, otros buscan refugio contra una de las rocas que se elevan al final de la playa o se pegan a la humeante hoguera que parece tocar a su fin elevando una espesa columna de humo blanco.
Es increíble lo mucho que han evolucionado los chicos en esta expedición. Tres horas después y antes de despuntar el sol, nos levantamos con más o menos porcentaje del cuerpo mojado. Cada uno cuenta cómo ha salvado la situación, algunos con cara de pocos amigos y otros contentos por haber sabido protegerse. La actitud en general es genial y el grupo vuelve a darnos otra lección de fortaleza y capacidad de adaptación.
En más de una ocasión hemos hablado con expedicionarios de las diferencias entre la realidad y el concepto romántico de aventura. A todos nos evoca esa concepción romántica la escena de Memorias de África en la que la baronesa Bixen (Meryl Streep) sobrevuela el espectacular paisaje keniata en la avioneta de Denys Flinch (Robert Redford). Todos queremos vivir esa parte de la aventura y soñamos desde nuestro sofá con ser la baronesa en aquel momento. Lo que no se ve (y esta es la fantasía que ejemplifica la realidad) es que cuando la señora Bixen baja del avión, tiene el pelo enredado y lleno de mosquitos, alguno de los cuales le habrá transmitido la malaria, lo que le provocará unas tremendas irregularidades intestinales, escalofríos y dolor muscular por la fiebre. Esta es la diferencia entre el concepto ideal de aventura y la realidad que arrastra la misma.
Aunque ya lo habían hecho, esta madrugada, nuestros expedicionarios han dejado muy atrás aquel ideal y ya han vivido en carnes propias lo que se sufre y se disfruta con las actividades de aventura.
Otra cosa que nos define en ERS es que somos hacedores de cosas. Con la incomodidad de la lluvia recibida en la noche y tras haber extendido toda la ropa, sacos y aislantes mojados, la expedición se prepara para realizar una marcha a través de la espesa selva que recorre la montaña este de la bahía.
En esta expedición se hacen muchas actividades y no hay muchos momentos en los que permanezcamos parados en ningún sitio. Los guías calculan que podremos llegar al cráter del volcán convertido en laguna natural, en una hora y media. No contábamos con la intensa lluvia que se colaba tamizada entre las copas de los árboles y que hacía del camino un tobogán casi impracticable. El paso de cada expedicionario hacía que la espesa arcilla anaranjada fuera más y más resbaladiza. Llegaría un momento en el que no era suficiente con asirse a cada tronco y a cada piedra para continuar con la ascensión o con el descenso correspondiente. El grupo iba avanzando en fila india por un paisaje increíble de sendero selvático, a la izquierda en ocasiones veíamos la bahía y la verde cadena montañosa que cierra la bahía por el oeste, aguas turquesa, selva verde intenso, playa blanca.
Después de que la cabecera de marcha llegara hasta el cráter, una vez comprobada la dificultad de acceso del último tramo y de regreso para todo el grupo, decidimos tomar el plan B de extracción. Cambio de plan y salida por un camino alternativo hacia el mar, donde nos esperaba una embarcación para hacer la aproximación a la playa por grupos. Después de superar el gran desafío del Pico Duarte, esta marcha resultaba dura. La capacidad de adaptación de los chicos y de reacción por parte de la organización, hizo de esta actividad una nueva experiencia inolvidable.
Una vez regresa todo el grupo a la playa de Samaná y tras la deliciosa comida que teníamos preparada, un grupo de jóvenes ayuda en las labores de pesca tradicional que nos muestran los pescadores locales. Es curioso comprobar que, pese a los 6.500 kilómetros que separan Samaná de la costa mediterránea andaluza, el arte de pesca de tirar del copo se replica de forma idéntica.
Volvemos a vivir otro pequeño lujo al llegar a la capital y comprobar que pernoctaremos en uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad.
Fray Antonio de Montesino, nos acoge imponente sobre la bahía capitalina. Ya con la noche avanzada acoplamos a toda la expedición en la zona que nos habilitan en el monumento. Para que nos hagamos una idea, el poder pasar la noche ahí es como si nos permitieran hacerlo en plena plaza de Colón de Madrid.
Como fin de jornada, se proyecta la película Alba de América de Juan de Orduña, exactamente 529 años después de que Colón saliera de Palos camino de su primer viaje.
De regreso en Santo Domingo, nos queda apurar las últimas horas de este día y los últimos días de este fantástico viaje experiencial.
Carlos Toro Moreno
Cronista oficial ERS 2021.
[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][/et_pb_section]