Ruta 47. 26 de julio de 2021
Hoy se han colado las siete bellas artes en la expedición de España Rumbo al Sur. Todo tenía hoy un tinte cinematográfico, dramático, artístico, incluso irreal.
Ya por la mañana el campamento parecía una película ambientada en el delicioso hotel de Jimaní. Su sabor decadente y trasnochado es el entorno perfecto para una escena de cine colonial. Si no fuera por el bosque de mosquiteras amarradas a los árboles, cualquiera diría que estábamos en un resort de los años cincuenta: Piscina, música, risas, paseos, conversaciones, alguna guitarra de fondo… Los veteranos de Rumbo al Sur le llaman “momentos de descompresión”, que equilibran la dureza de otros en los que toca poner a prueba nuestra resistencia. Así me lo cuenta Carlos Toro, uno de los puntales de la expedición, apoyado en la balaustrada de madera que se asoma al jardín.
No tardamos en cambiar de viñeta. Estamos a unos pocos kilómetros de Haití y no vamos a perder la oportunidad de perdernos entre el caos del mercado de Malpasse, una zona franca de apenas doscientos metros donde Haitíes y Dominicanos intercambian libremente. No es un mercado de artesanos, no tiene nada de los encantos de las medinas, los zocos y los mercados medievales. Es una película distópica. Motos, carretillas, mujeres acarreando pesados bultos en sus cabezas, desorden, suciedad, calor, ruido, mucho ruido. Como experiencia no tiene precio. Para nosotros ha sido una película de apenas dos horas… para ellos es su película. En la última escena vemos a una bandada de flamencos a la orilla del lago Enriquillo a pocos metros del caos y la suciedad. Algo no encaja en la foto.
Tras una parada en nuestro querido hotel Jimaní para comer, la expedición parte rumbo a Jarabacoa. Parada obligatoria en al Parque Nacional Lago Enriquillo, uno de los pocos lugares donde aún se encuentran caimanes e iguanas. Las iguanas se encuentran a pocos metros de la entrada del parque, confiadas. Para encontrar a los caimanes tenemos que acercarnos a la orilla. El espectáculo es sobrecogedor. Un inmenso bosque de árboles muertos sobre un suelo de piedras blanquísimas se adentra en las aguas del lago. Es un paisaje fantástico, algo fantasmal, como sacado de un cuadro de Caspar Friedrich. Aquí viven las hienas de El Rey León, y Yoda da clases particulares. Aquí conoció el padre de Fujur, el dragón, al perro gigante, y tiene Conan el Bárbaro su campo de entrenamiento. Esquivando los árboles muertos, las barcas han acercado a algunos expedicionarios para ver los caimanes más de cerca, pero un vendaval de ha obligado a los botes a refugiarse en la orilla, como en las buenas historias.
Y no podía faltar algún ingrediente accidentado en la trama. Uno de los tres autobuses ha quemado los discos de freno y se ha visto obligado a parar. Afortunadamente contamos con más recursos que los conquistadores y no hemos tenido que desguazarlo para construir un fuerte… pero la reparación ha obligado a cambiar el programa: Viajaremos y dormiremos toda la noche. Las primeras luces de Jarabacoa nos verán doblar las últimas curvas.
Ahora el autobús duerme silencioso. Solo se oye la respiración de los expedicionarios y el murmullo de las teclas mientras escribo esta crónica. Fuera, las luces del convoy y el ruido de los motores rompen a su paso la tranquilidad de la noche. La escena tiene algo de aventura y mucho de magia.
Contínuará….
Eduardo Martínez de Ubago de Liñán
Cronista Oficial ERS 2021