La llamada a la aventura.
El pasado jueves 27 y hasta el domingo 30, un grupo de Caballeros y Damas Alumnos de primer curso en la Academia de Infantería de Toledo tuvo la oportunidad de apoyar las actividades de España Rumbo al Sur, que se desarrollaron en las instalaciones de la mencionada academia. Los futuros expedicionarios vinieron en busca de un poco de nuestro espíritu militar, cumpliendo así una parte de su ciclo de formación antes de partir hacia tierras panameñas el próximo 16 de julio.
He de reconocer que, como buenos infantes, muchos de nosotros levantamos la mano a la voz de “voluntarios” sin pensar mucho en qué se esperaba de nosotros ni dónde nos metíamos exactamente. Por si al igual que nosotros entonces no ubican exactamente a España Rumbo al Sur, permítanme explicar meramente, a modo de presentación, su sistema de elección de participantes.
Para formar parte de la aventura, los jóvenes han de enviar un vídeo explicando por qué quieren formar parte de ERS, para luego pasar a una entrevista presencial. Superados estos trámites, los chicos reciben formación en emprendimiento y técnicas para recaudar una cantidad de dinero con la que sufragarán los gastos de su propio viaje. Esto nos deja dilucidar el perfil de jóvenes con los que trabajamos: adolescentes, como lo fuimos todos, con ganas de vivir experiencias, ver mundo y absorber por el camino todo lo que puedan llevarse; poniendo mucho de su parte y estando dispuestos a explorar y ampliar sus límites. Con una materia prima así, nada podía salir mal, y aún cabe mencionar el gran equipo humano de monitores y organizadores que requiere una actividad de tal envergadura.
La duración de la colaboración fue de cuatro días en los que se llevaron a cabo actividades muy variopintas: desde una teórica tan básica como la preparación de la mochila hasta conferencias de Geoestrategia, pasando cómo no por la pista de combate. Si a esto sumamos aprender a desfilar, ejercicios de desenvoltura acuática y una pequeña marcha nocturna desde la academia hasta el palacio de Sisla (donde por cierto vivaqueaban cada noche) nos podemos hacer una idea del número de horas y el nivel de exigencia de las jornadas de esos días.
No fue ninguna sorpresa para nosotros descubrir que ese ambiente, al que nosotros intentamos inculcar cierta disciplina y valores militares, era el caldo de cultivo perfecto para generar unos lazos de compañerismo y una cohesión que a buen seguro serán necesarios en Panamá. Y es que el reto que se presenta ante Telmo y su equipo no es cosa menor, y ya se lo dijimos muy claramente a los chicos: la selva es uno de los entornos más difíciles en los que operar.
Sin embargo, confiamos en que el buen hacer de sus monitores y por qué no decirlo, las destrezas adquiridas en estos pocos días, harán de su viaje una experiencia inolvidable.
También estoy seguro de que igualmente inolvidable será la experiencia para el resto de mis compañeros, de los que humildemente hago de portavoz. Ocho jóvenes nos fueron asignados a cada uno, y con ellos formamos un particular pelotón con el que no nos habría importado ampliar la colaboración y partir hacia tierras hispanoamericanas. Un pelotón en el que como destaqué al principio, podía verse al trasluz muchos valores fundamentales en el ejército, desde la abnegación y la capacidad de sufrimiento (su cena diaria fue de una ración de combate por binomio) hasta la voluntariedad, el respeto a los monitores y por supuesto el compañerismo.
Ojalá hayan servido estos días para ir llenando poco a poco su mochila vital de recuerdos y valores. Sirvan también estos días para que ni las crecientes responsabilidades que les acarrearán los estudios próximamente, ni la letal rutina de la vida adulta, apacigüen jamás en ellos la sed de aventura que han demostrado tener.
Voluntario Alumno de la Academia de Infantería de Toledo
Alumno Hidalgo