16-07-2025
Hoy, tras tres semanas desde que dejamos la Academia de Infantería de Toledo, por fin empieza la vigésima expedición de España Rumbo al Sur. Viajamos en dos vuelos distintos. Van llegando poco a poco los expedicionarios a la T4 del aeropuerto de Barajas. En muchos se percibe una enorme ilusión, en otros cierto miedo, nervios, ganas de vivir lo desconocido que nos espera a todos.
En el aeropuerto se factura el material y todas las mochilas. Gestión rápida gracias al equipo de material, que embala todo sin descanso y con una efectividad envidiable. Entramos en el avión. Diez horas más tarde, a las 5:30 de la madrugada aterrizamos en Bogotá. El frío nos sorprende. Vemos al sol salir mientras cargamos el material y montamos en los autobuses. Se esclarece la vista, en el trayecto miran todos por las ventanas, en silencio. Bogotá es grande, ruidosa, parece indiferente ante los que la visitan, es ajena, pero imponente.
La expedición se divide en dos grupos. Uno de ellos irá a la Casa de las Siervas de María, al norte de la ciudad, orden misionera fundada por María Soledad Torres Acosta, Esta congregación se dedica al acompañamiento de los enfermos. En esta edición tenemos la suerte de que nos reciban en su misión aquí en Bogotá, pero España Rumbo al Sur ya estuvo con ellas en el año 2012, en Camerún, cuando pudimos ver su labor gracias a la ONG África Directo en el hospital de Bamenda. La expedición las ha acompañado en una jornada de oración, de cuidado de los enfermos y de atención a los más necesitados.
El segundo grupo, en el que el cronista se enrola, viaja al Sur de Bogotá, al barrio de las Cruces. Aquí se empieza a notar que la situación de las personas es difícil hasta para conseguir lo más primario. Somos recibidos por el padre Iñaki Larrea, javeriano, en un centro de acogida frente a la Iglesia del Carmen (que hoy día 16 celebra su festividad), la casa Étore, nombre puesto en memoria de su fundador, misionero italiano, que al ver las enormes dificultades que debían vivir los habitantes de este sector decidió crear un lugar de acogida, de acompañamiento, de misericordia y buen consejo. Hoy es el hermano Eliseo, de la obra de Jesús Samaritano y del Padre Pío, quién gestiona la casa junto con el resto de hermanos. Tras el recibimiento subimos a la parte alta del barrio de Nueva Colombia, donde nos abren las puertas del Centro Redes San Juan de Dios, dirigido por la diócesis de Bogotá. Una vez aquí volvemos a dividirnos, unos se quedan en el centro para repartir allí alimentos y otros bajamos de nuevo a Las Cruces.
Allí preparamos bocadillos y chocolate junto con las servidoras samaritanas, salimos a la calle y ayudamos a los misioneros y voluntarios a repartirlo entre los que allí viven. La droga ha provocado una enorme degradación en este barrio, las calles están sucias, muchos duermen en las aceras. Es en sitios como este en los que se aprende que muchas veces ayudar no es fácil, ni parece gratificante. El acompañamiento requiere de sacrificio. Entre estas calles se ven, en cada rincón, grupos de expedicionarios con sus monitores preguntando, compartiendo, implicándose en la labor de ayudar a esta gente. Ellos nos lo agradecen, sonríen, hablan con nosotros.
Impacta la dedicación y la enorme labor de la Iglesia en estos lugares, el hermano Eliseo vive día a día luchando por el sector de Cruces, son ellos los que dan esperanza a todos los que habitan en estas calles. No puedo si no elogiar su dedicación, su entrega al necesitado, su fe, su vocación y sus actos. Es un honor que la expedición haya podido formar parte de esta realidad, aunque haya sido solamente durante una jornada.
Los expedicionarios se reúnen más tarde en el Instituto geográfico Agustín Cadazzi, encargado de la cartografía y el catastro en toda Colombia. Allí hablan de cómo la geografía puede afectar a la economía, a la sociedad y hasta la política. Agradecemos enormemente el recibimiento que nos han dado Gustavo Adolfo Marulanda y todo su equipo en las modernas y cuidadas instalaciones del Instituto Geográfico.
Por último, vamos todos juntos al colegio de los Reyes Católicos, impulsado por la embajada española en Bogotá. Aquí cenamos y esperamos a la llegada del segundo grupo, que entre vítores y abrazos se instala junto al primero. Ya estamos al completo.
Un primer día intenso, largo y cansado. Un primer día de España Rumbo al Sur, que ha comenzado.


