24 de agosto 2006, jueves. Mar Aldaz, Nuria Berenjeno, Paula Pardo y Pedro Velasco. ver fotos
Después de tan larga espera llego el dia de la partida. El punto de encuentro fue la Plaza de Toros de las Ventas de Madrid a las siete de la tarde, todo muy taurino. Ahí se mezclaron participantes, familiares, amigos, monitores, bomberos, profesores y organizadores con las ganas de iniciar esta primera edición de Madrid Rumbo al Sur. Percival Manglano, Director General de Cooperación, Laura Ruiz de Galarreta, Directora General de Voluntariado, ambos de la CAM, y Telmo Aldaz de la Quadra-Salcedo nos desearon buena suerte. Una caravana compuesta por cinco Anibal Santana, un camión cisterna del cuerpo de bomberos y dos autobuses, partía de Madrid hacia Málaga, mientras los que quedaban en tierra se despedían con los brazos en alto. Durante las siete horas de recorrido aprovechamos para conocernos, conversar y coger confianza.
25 de agosto, viernes. Madrid Rumbo al Sur
Antes de cruzar el mar de Alboran, los jóvenes corazones estaban agitados: unos jugaban, otros charlaban mientras que otros sonaban con el continente africano. Y por fin, embarcamos. Tras cuatro horas de travesía llegamos a Melilla, donde nos recibieron en el Palacio de la Asamblea las autoridades municipales. El Director General de Educación de la CAM, Antonio González Terol, nos transmitió sus mejores deseos para la primera edición de Madrid Rumbo al Sur. El acto concluyo con un intercambio de obsequios y una simpática foto de grupo.
Es un privilegio para Madrid Rumbo al Sur haber tenido como guías a los historiadores Antonio Bravo, Jesús Sáez Cazorla y Juanjo Florensa, miembros del Instituto de Estudios Melillenses. Con sus interesantes explicaciones hemos podido llegar a todos los rincones del antiguo recinto fortificado de Melilla la Vieja. Nos sentimos como D. Pedro de Estupinan cuando en 1497 llego al penon de Melilla uniéndolo así a la corona de Castilla.
Nos impresionaron los aljibes que abastecían de agua a la ciudad y las cuevas del Conventico, excavadas en el acantilado, donde se refugiaban los antiguos melillenses de los ataques de piratas berberiscos. Tras la puesta de sol, que pudimos observar desde un recoleto rincon del recinto fortificado, nuestro astrónomo, Pedro Velasco, nos mostró la primera y delgadísima hoz del creciente lunar, con cierta dificultad debido a la bruma sobre el horizonte. Este hecho marca el inicio de un nuevo mes del calendario musulmán, en este caso el mes de Shaban.
Ya de noche nos trasladamos al antiguo fuerte militar de Rostrogordo, donde nos recibieron con una típica pinchitada. Dormimos sobre los muros del fuerte vivaqueando.
Mañana nos espera la visita al Primer Tercio de la Legión y la frontera con Marruecos.
Crónica 25 de agosto Marcos Regera Mateos. ver fotos
Siluetas del Comienzo:
Seguir un rumbo es una sensación mágica. Es buscar una ruta especial que te lleve a tu destino. Pero cuando periódicamente el destino es lo de menos, la ruta va cobrando un color mas intenso y prometedor. Nuestro viaje comenzó en Madrid, donde salimos Rumbo al Sur. Avanzamos taciturnos por nuestro país hasta que la oscuridad de la noche nos envolvió en las puertas de Málaga. Amanecio, y la ruta continuo sinuosa por las aguas del Estrecho. Lo cruzamos expectantes, África se encontraba frente a nosotros, África bullía en el aire, y poco a poco su presencia aumentaba, y nosotros esperábamos pacientes el poder poner nuestros pies en el Continente que seria nuestro hogar los próximos 22 dias.
Cuando desembarcamos en Melilla, una intensa bocanada de calor nos golpeo sin piedad. Ese fue el recibimiento del Continente. Sabíamos que seria esa la mano que nos estrecharía con compañerismo durante nuestro viaje, podría abandonarnos todo, pero el calor siempre nos acompañaría .
Lo primero que encuentras en Melilla nada mas desembarcar en la imponente fortaleza es la Ciudad Vieja.
La Ciudad Vieja es un bloque de piedra grande que se eleva sobre un penon sobre el Puerto de Melilla. Guardiana durante siglos de su ciudad, la fortaleza te da la bienvenida con aire altivo y vigilante, como lo ha hecho siempre. El visitante, por su parte, solo puede entrar maravillado y con profundo respeto en una ciudad africana que intenta por todos los medios ser Europa.
Visitamos la Ciudad Vieja y comprendimos un poco mejor la historia de la ciudad.
Recorrimos sus sinuosas calles reconfortando los lazos de nuestra amistad, viviendo nuestros primeros conflictos y comprendiendo a aquellas personas que compartirían nuestro camino en aquella pequena pero importante ruta de nuestra vida.
Al día siguiente visitamos la alambrada de Melilla, testimonio de como resuelve Occidente sus problemas, problemas que el mismo provoca. El ver la valla nos revelo una de las primeras duras realidades que tendríamos que afrontar, la desdicha de aquellos que han de abandonar a los suyos en busca de una vida mejor, para ser recibidos con alambre de espino y cercas de indiferencia.
Mas tarde visitamos un cuartel de la legión, y cuando termino la visita comenzó uno de los hitos mas importantes del camino, abandonamos el territorio español para adentrarnos en Marruecos, un país en cuyos atardeceres se puede deslumbrar una gran estrella verde.
26 de agosto. Melilla-Alhucemas Jana López Valencia y Ignacio Bernard de Lama
Nos despiertan suavemente a las 07:30am y con la excusa de evitar incidentes nocturnos nos hacen correr media hora alrededor de El Fuerte de Rostrogordo, lugar donde pasamos la noche. Después de la agotadora experiencia….?Buena noticia! Hay una piscina y un desayuno de lujo con pasteles típicos de Melilla. Una vez repuestos, emprendemos marcha hacia el Cuartel Del Primer Tercio de La Legión de Melilla, pero antes nos detenemos en la gigantesca, horrible y cruel valla de Melilla. Ya en el Tercio, nos dan la bienvenida abriendo las puertas del cuartel para nosotros y enseñandonos todos los secretos más profundos de los legionarios. Cuando fuimos a comer, dos de ellos nos esperaban en cada mesa para acompañarnos y mostrándonos sus vivencias…
…y partimos RUMBO AL SUR. Tras la larga espera por fin pisamos suelo extranjero. ?Ya estamos en Marruecos! La gente ha camiado, el paisaje ha cambiado, las casas, las costumbres, las miradas, los olores, los colores…todo ha cambiado.
Despues de horas de curvas, llegamos a Alhucemas.
INCREIBLE RECIBIMIENTO EL ALHUCEMAS
Nos esperaban desde hacia dos horas, todo el pueblo estaba expectante. Nos acompañaba desde hacia varios kilómetros una escolta policial, lo cual atraía todas las miradas. La seguridad policial estuvo presente en todo momento, llegando incluso a dificultar la relación con las gentes del lugar. Tras la espectacular acogida nos dirigimos a través del Parque Nacional de Alhucemas hacia la playa de Bouskkour, andando durante mas de dos horas. Allí otra sorpresa nos esperaba…
Una gran jaima bereber, cargada de comida, agua, colchones, almohadas y todo lo que necesitáramos.
IMPRESIONANTE!!! Al igual que en Melilla, la acogida ha sido y esta siendo fastuosa. Las gentes se vuelcan con nosotros de tal forma que recordamos una vez mas que todos somos en esencia lo mismo, seres humanos, y buscamos la complicidad de la persona que tenemos en frente. Porque aunque las fronteras físicas son muchas se derriban con algo tan simple como una sonrisa.
27 de agosto. Alhucemas. Andrea García-Santesmases
Cuando el sol aún no se había atrevido a comenzar el día despertó nuestra expedición. La cara de ojos enrojecidos reflejaban las escasas cuatro horas de sueño. Con las bocas pastosas y las agujetas acordando cada kilometro del día anterior, nos sentamos a desayunar bajo la jaima. Tras esto, las actividades típicas del baño las realizamos entre arbustos y arenas marítimas. Comenzaba la aventura africana. Había que visitar el Parque Natural de Alhucemas. El sol abrasador de África nos acompañó en su recorrido. Los 15 kilometros de interminables cuestas provocaron entusiasmos en algunos casos y agotamientos en la mayoría. Después, visitamos el MPDL, una cooperante marroquí nos explicó la multitud de proyectos que promovian y desarrollaban centrados en la mujer, pues la situación en Marruecos es la siguiente: mientras la mujer cuida de los niños y la casa, cultiva el huerto y se ocupa del ganado, el hombre toma té y conversa en las puertas de las casas hasta altas horas de la noche y después vende los productos en los mercados y se queda con los beneficios. Para evitarlo, el MPDL ha conseguido altas tasas de alfabetización y ha creado cooperativas para que consigan su propio dinero. Esta cooperante también nos relató los nuevos avances que suponen la nueva Ley de la Mujer tales como trabar a la poligamia la posibilidad de que las mujeres conserven su dinero tras solicitar el divorcio. La Asociación nos invitó a comer y probamos entusiasmados platos y costumbres marroquies como comer pollo de un plato común con las manos, defraudando a las expectativas de algunos aventureros de adelgazar durante el viaje, » Bueno, puede que sea la última comida buena, ?Hay que aprovechar!». Es la excusa y se repite.
Por la tarde visitamos otro proyecto, una cooperativa de mujeres de costura y tricotaje. Alrededor del centro se agrupaba un grupo de ninos marroquíes que nos observaban curiosos. De pronto, sacaron un balón y en pocos minutos se organizó un partido de fútbol; con participación femenina (española) inclusive, ninguna crítica en el equipo marroquí pero sí más de una mala mirada en el español. Las letras de ánimo de las canciones españolas y marroquíes se mezclaron en las gradas y en el campo el esfuerzo y entusiasmo unificaron los idiomas. Tras un partido renido, la victoria fue española.
Por la noche, regresamos a la jaima. Tras la cena tuvimos una clase de astronomía, y por fin pudimos abandonarnos al recion descubierto placer del sueño.
Crónica 28 de agosto 2006 Miguel León Perez
Estado actual: parezco Mogli (el del Libro de La Selva) después de pelearse con Optimus Pride (The Transformers) a cuchillo (el de la cocina). Hay que añadir el detalle adicional del esparadrapo que tengo en los pies para las ampollas.
Estamos recogiendo las cosas y algunos discuten si deben banarse en el mar o no. Yo personalmente no puedo oler peor pero teniendo en cuenta que vamos a andar con calor lo veo un esfuerzo inútil. Al final me bano, el agua esta helada!
Hemos pasado el día en Chauen un pueblo muy bonito con unos habitantes muy simpáticos. He comprado un gembé que esta siendo el deleite del autobús entero. Luego el guía nos ha enseñado una canción tradicional que significaba «que es eso».
La noche la pasamos en Ceuta en el Club Marítimo durmiendo en tumbonas, demasiadas comodidades que quizás nos estén mal acostumbrando.
Crónica día 29/08/2006 Marina Hernández Sanchez-Ocana y Laura Isla León. ver fotos
En primer lugar, el trayecto hasta Ceuta no fue nada fácil, ya que duro unas 10 horas de autobús y el paso de la frontera fue complicado. (Pasamos andando). Llegamos por fin a Ceuta alrededor de las dos de la madrugada, donde nos alojamos en las instalaciones de una piscina municipal. Alli pudimos ducharnos, lo que agradecimos enormemente despues de varios días sin una adecuada higiene.
Con tan solo tres horas de sueño hemos aguantado un día entero visitando Ceuta. A las nueve de la mañana nos dirigíamos andando hacia el Castillo del Desnarigado (cuyo extravagante nombre procede de los presos de la época a lo que les cortaban un trozo de nariz). Despues de visitar esta antigua base militar, nos hemos dirigido al mirador de la ciudad, seguido de la visita a los antiguos baños arabes y una travesía en barco.
Antes de iniciar nuestro trayecto a Tanger, hemos asistido a la Recepción con las Autoridades, seguida de un apetitoso y muy esperado aperitivo en el Hotel Tryp.
Nuestro día ha finalizado con la llegada a Tánger.
La gente comienza a darse cuenta de lo cómodo que resulta levantarse antes de tiempo. Gracias a esto, algunos hemos disfrutado de una ducha un poco más larga.
Después de lavar unas cuantas camisetas y de convertir el patio del centro del padre Lerchundi en un tendedero gigante, hemos desayunado.
Terminado el desayuno y habiendo llenado las cantimploras, salimos a recorrer Tánger en busca de los diferentes centros de ayuda social. Nos dividimos en dos grupos. Para llegar al centro de los Padres de la Cruz Blanca tuvimos que atravesar curiosos comercios, uno en el que chamuscaban pezuñas y cuernos…
El centro de los Padres de la Cruz Blanca nos impresionó a todos. En aquel lugar se notaban las horas que los Padres Franciscanos habían dedicado a hombres que por su deficencia física habrían sido excluidos de la sociedad. Aquellas personas se pusieron muy felices de vernos, incluso alguno soltó una lágrima en nuestra despedida. Después pasamos por un centro para discapacitados psíquicos no profundos.
Por la tarde fuimos a un centro de ayuda en la periferia de Tánger. El centro se llamaba Askada y también tiene sede en Madrid y otras ciudades. En medio de un barrio marginal se levantan unas lujosas instalaciones donde se dan clase a niños de diferentes edades, sirve de orfanato para otros muchos y además tiene un centro de alfabetización de mujeres. Entramos por las puertas, y vimos un montón de niños detrás de unas escaleras, pero subimos rápidamente al comedor. Comimos pollo con almendras y tomamos té mientras nos daban una charla acerca de lo que hacían en el centro. Luego, mi grupo subió a una sala donde se encontraban los niños huérfanos. Ellos fueron los encargados de guiarnos por las instalaciones. Entre ellos estaba Ahmed. Pronto los niños nos dieron la mano como si nos conocieran de siempre. A mi chaval le deje mi gorro y a Ahmed le deje mis gafas. Cuando nos separaron para hacer otras cosas, confié en que Carlos, que es otro de nosotros, se las cogiera, pero se le olvidó pedírselas. Luego estuvimos con niños mayores que estuvieron cantando y haciendo Brake Dance. Terminada la visita nos hicieron unos bailes muy bien ensayados. Eran sobre canciones típicas y sobre las columnas en las que se tenían que sujetar los países. El resto de los niños se encontraban al fondo en las escaleras. Detecté a Ahmed con mis gafas puestas, pasó un rato y le perdí de vista. Ya me veía sin gafas cuando apareció entre la gente y me las dio. Le cogí sobre mis rodillas y continuamos viendo el espectáculo. Después de la foto de grupo empezamos a bailar en su plaza cogiendo a hombros a los niños y haciéndoles reír. Ahmed no se separaba de mí y cuando nos íbamos me dio un beso y me dijo: muchas gracias. Que paz se vivía con esos niños, allí me di cuenta de los felices que podían llegar a ser simplemente dedicándoles algo de nuestro tiempo.
Salimos a la calle hacia nuestros autobuses y en aquel momento chocamos con la realidad a toda velocidad, y el golpe dolió. Los niños del barrio nos esperaban entre nuestro autobuses con las manos abiertas, pero con un motivo totalmente diferente. Aquellos niños estaban desesperados por abandonar su pobreza, tanto que, a parte de pedirnos, tuvimos que ver como dos de ellos se intentaban marchar enganchados debajo de nuestro autobús. Niños que con doce años están dispuestos a perder su vida solamente porque tienen esperanzas de ue detrás de la frontera esté su felicidad.
Estos acontecimientos nos han puesto los pelos de punta, pero para eso hemos venido. Para concienciarnos. Esto nos enseña que aún tenemos mucho por hacer.
Joaquín Sánchez Olleros
Crónica del 31-8-2006 Asier Marcos Vidal
El día de hoy amanecio estirado, gracias a una intensa sesión de yoga y con ejercicios variados, que ayudaron a paliar el trasnoche el viaje del día anterior hacia El- Jadida, ciudad en la que nos encontramos y visitamos con emoción durante la mañana. Despues del paseo, nos trasladamos a la Fundación ES- SANAA, en la que se trabaja por la ayuda en la mujer en todos sus aspectos, tanto sociales, como maltrato, empleo…
Otra faceta de esta organización, es la ayuda a ninos, dandoles la oportunidad de estudiar, lo cual, comprobamos visitando sus instalaciones, simulando la larga caminata que deben realizar para asistir a clase diariamente. Allí compartimos unos agradables momentos con ellos, comiendo y relacionandonos con los pequenos. Ahí acaba la estancia en El – Jadida y tomamos el autobus durante tres horas en dirección a Marrakech, pudimos comprobar el cambio del paisaje que poco a poco se vuelve mas seco y llano. La llegada fue de noche y fuimos directamente a cenar al zoco y visitar brevemente una pequena parte de el, lo cual nos dejo asombrados debido a la gran afluencia de gente y su movido ambiente festivo. En este momento me encuentro tumbado en la terraza del albergue donde pasaremos la noche, a expensas de lo que nos depare el día de mañana, camino de Sidi- Ifni. Felicidades David.
Crónica del 31-8-2006 Ana G. O y Sonia G. M
Tras un suculento desayuno, nuestra expedición se pone en marcha de nuevo. Hoy nos proponemos conocer El- Jadida, fundada por unos náufragos portugueses en el siglo XVI. Comenzamos visitando unos antiguos depositos de armas, que posteriormente fueron utilizados como cisterna, donde se han rodado películas tan conocidas como Otelo, de Orson Welles.
Mas tarde, asistimos a una conferencia de la ONG ES- SAANA, que en arabe significa luz, y que desde 1999 apoya a mujeres, algunas de ellas sin acceso al la educación y que han sufrido maltrato. A mediodia nos hemos dirigido a una escuela rural situada en una región muy árida donde decena de ninos nos llevaban esperando desde primeras horas de la mañana. La escuela estaba en proceso de construcción pero una de las clases había sido preparada para nosotros. Allí el Alcalde y el director de educación de la zona nos han dado la bienvenida y agradecido nuestra presencia antes de una interesante charla del bombero. Despues hemos tomado raciones del ejercito compartiendolos con los ninos. Ha sido muy especial porque no teniamos ninguna lengua en común pero sus sonrisas nos han dado mas de los que podíamos imaginar. Al final nos hemos recorrido junto a ellos el largo camino que hacen hacia la escuela para terminar con una calurosa despedida y seguir con nuestro viaje, esta vez hacia Macarrakech.
En el autobus, entre alguna que otra cabezada, risas y juegos, hemos podido darnos cuenta del paulatino cambio del paisaje: se acerca el desierto.
Para terminar la jornada, hemos visitado Marrakech, que nos ha gustado mucho y que con su alminar, sus palmeras y sus coches de caballos, nos recuerda a Sevilla. Hemos cenado en la plaza en un puesto tipico marroquí y nos ha dado tiempo a pasear por la tiendas. Ahora nos vamos a la cama pero estamos deseando volver mañana para demostrar nuestras dotes de regateo.
Ana G. O y Sonia G. M
Alrededor de las 7 de la mañana fuimos despertándonos poco a poco, la emoción, el entusiasmo y felicidad que nos suscitaba volver al zoco, fueron los ingredientes necesarios para ir amaneciendo cada uno de nosotros por nuestro propio pie. Aprovechando que teníamos unos aseos higiénicos y que posiblemente de ahora en adelante, esas ocasiones no se nos iban a presentar, fuimos todos a las duchas. Tras el baño recogimos el macuto y nos fuimos a desayunar al zoco. El zoco, aquel paraíso de tiendas y chiringuitos, nos esperaba para que cayéramos en el consumismo. Esa gran plaza donde tomamos vasos de rico zumo fresquito natural y un copioso desayuno en una cafetería a base de te, crepes y bollitos. La plaza se extendía ante nuestros ojos como una piscina en la que zambullirse entre todos servicios que ofrece. Al terminar de desayunar, divididos en pequeños grupos, fuimos a realizar las compras que teníamos pensadas y otras que se nos fueron presentando. La Ley impuesta era el regateo. Recuerda que siempre te van a timar y aunque disminuye de una forma exagerada el precio, nunca te sientas mal, pues ellos controlan y siempre se llevarán un margen. Mi compañera y yo, decidimos ir juntas, pues contábamos con dos horas solamente y queríamos comprar lo mismo: buscábamos zapatos y abalorios. Tras mucho ojear, revolver y tantear precios nos compramos unas sandalias de cuero y unas babuchas. Además, siguiendo el consejo de unas amigas nos compramos unos polvitos llamados “col” que servían para pintarte los ojos. Después, ante la tentación de alfombras y tapices, entramos en una de esas tiendas a comprar una. Fuimos por la calle estrechísima donde los carros, las motos, los coches y las mulas se mezclaban con la gente para encontrar el mejor sitio donde comprar este recuerdo. Finalmente fue en una tienda pequeña llena de cojines, telas y alfombras donde la compramos. El regateo fue divertidísimos ¡¡¡¡de 50 euros bajo a 26!!!! Zigzagueando por las calles, nos topamos con lujosos Ryads, salones de te y mezquitas. Finalmente entre aquella marabunta llegamos a la plaza para desde allí ir al hotel donde tendría lugar donde tuvo lugar la recepción oficial. Entre lujos y la emoción de los aplausos nos recibieron las autoridades de Marrakech. Tras esta recepción cerrada con una foto de familia, regresamos al albergue, cortesía del ayuntamiento para recoger los macutos, cargar los autobuses y rellenar las cantimploras. Mientras hacíamos estas actividades estuvimos charlando con el músico de al expedición, Javier Cable, que acompaña a bailarines destacados de la talla de Mayte Bajo con la que ha grabado dos discos y aproveche la ocasión para ojear uno de sus últimos discos. La verdad es que es maravillosos cómo un mundo tan reducido como la danza sea a la vez tan amplia y elástica, tanto como en un viaje Rumbo al Sur te encuentres al músico y aquellas personas que valoras, admiras y tienes como punto de referencia. Pues soy estudiante de danza. Fue maravilloso, la sonrisa y la felicidad unida a la emoción hicieron que se me olvidara el calor. Una de las cosas de este viaje que más valoro y por lo que valoro un montón el haber venido es que siento una felicidad continua, una emoción entusiasmo y espíritu maravilloso que me invade por dentro y hace que no pueda borrar la sonrisa de mi cara.
Continuando con el relato tras cargas los autocares, nos dirigimos con dirección a Sidi-Ifni, inicio del desierto. Tras pocos kilómetros de viaje, paramos en un restaurante para comer, el calor era sofocante y para más INRI, había una piscina llena de niños e la que no nos pudimos bañar. Y llegó la comida!!! Era un pan, típico marroquí plano y redondo rellena de carne y salsa y con patatas fritas. Después una tienda cercana a alguno de nosotros compramos bollería para el resto del viaje. Continuamos el camino hasta que llegamos al destino. Allí nos recibieron con una sardinaza en una terraza junto a la playa. Tras el ajetreado día nos rendimos, extendimos los sacos para dormirnos escuchando el sonido del día.
Hoy nos hemos levantado sin que nos llamaran prácticamente y hemos ido corriendo a las duchas. Esto es bastante importante porque no sabemos cuándo serán las próximas, ya que esta tarde comienza nuestro viaje hasta el Sahara…Después hemos caminado hasta la enorme plaza donde estuvimos ayer por la noche, ahora mucho más tranquila. Nos repartimos por grupos para desayunar. Nosotras fuimos directas a unos de los puestos llenos de naranjas para tomarnos un zumo riquísimo y terminamos el desayuno en un bar con bollos y crepes con miel recién hechos. Luego tuvimos tiempo para dar un paseo por el zoco, con cuidado de no perdernos entre las pequeñas calles llenas de tiendas. Colores en todos los rincones, productos típicos, vendedores que te arrastran para que pases a ver, regatear por los precios, encantadores de serpientes, tatuajes de gena…cuando volvimos a reunirnos llevábamos encima pulseras, tambores de todo tipo, zapatos, bolsos, te, turbantes y otros sombreros, cajitas…A continuación nos pusimos a andar rápidamente a una recepción con el Cónsul de Marrakech de al que creo que hay que destacar el interés demostrado por establecer lazos entre jóvenes marroquíes y españoles y promover el intercambio cultural entre ambos países. Al terminar recogimos las mochilas y nos montamos en los autobuses hacia Sidi-Ifni. Paramos en el camino para comer los típicos panes de pita rellenos de carne picada. Proseguimos con las horas de viaje que nos quedaban. Unos durmiendo, otros escribiendo, hablando y todo acompañado por el ruido de los nuevos tambores. Cuando llegamos a Sidi-Ifni, casi dormidos la mayoría, nos empapó la humedad del mar y nos sentamos a comer unas sardinas hechas en barbacoa, que ya habíamos probado en está zona. Hemos terminado la cena cantando el cumpleaños a Pablo, al que también felicitamos desde la Web. Ahora nos estamos preparando para acostarnos, descansar y poder descubrir mañana otro día lleno de sorpresas.
Ahora que tengo la oportunidad de escribir aquí me gustaría mandar un gran abrazo a todos los que os acordáis de nosotros y especialmente para nuestras familias, que esperamos nos estéis echando de menos…..
Nos despertamos con una agradable sensación que ya casi habíamos olvidado. Nuestros sacos y mochilas estaban secos porque esta mañana el rocío no ha querido hacer su aparición.
Hoy hemos podido disfrutar de una agradable ducha donde daba gusto estar, pudimos lavar la ropa tenderla para que se secara mientras estábamos en el Zoco. Alas 09:00am nos dirigimos dando un paseo hacia la Plaza donde cenamos el día anterior y pudimos observar lo diferentes que eran los ambientes: por la mañana con el sol y por la noche, ayudada por el fresco, las luces y la música, se transformaba en un espectáculo sobrecogedor.
La plaza estaba ocupada por faquires (encantadores de serpientes), mujeres tatuando con henna todo tipo de motivos florales que duran un mes y vendedores ambulantes de fruta y zumos frescos.
Una vez allí, cada grupo buscó un lugar donde desayunar. El desayuno más típico es una especie de torta caliente y con miel acompañada de té o café.
Tras el desayuno los monitores nos dejaron tiempo libre por conocer el lugar y hacer buenas compras.
Nos adentramos entonces en aquel peculiar y sorprendente mundo de fantasía donde cobra más importancia la negociación del precio que la propia compra. El regateo es un divertido juego entre el comerciante y el comprador en el cual un convincente acuerdo deja buen sabor de boca gracias a este intercambio interesante. Dentro del zoco, en cada pasillo se agrupan los comerciantes del mismo gremio con lo que la competencia es mayor.
A las 11:15am nos dirigimos a un hotel para acudir a una recepción con altos cargos de Marrakech. Durante la estancia (una hora más o menos) estuvimos en una sala de conferencias decorada en su parte frontal con motivos florales típicos de la decoración musulmana.
Cuando acabó el acto, despedimos a dos de nuestros acompañantes Ricardo Riquelme y Antonio González Perol, montamos en los autocares en dirección Sidi- Ifni haciendo dos paradas. La primera, en un hotel donde comimos unos sándwiches rellenos de unas albóndigas típicas marroquíes y la segunda fue en una tienda de carretera donde bajamos a estirar las piernas y comprar unos helados o algo para picar. Y por último llegamos a nuestro destino Sidi-Ifni, donde nos alojamos en un albergue con unas vistas preciosas al mar y en el cual cenamos unas deliciosas sardinas.
Para terminar, cabe destacar que estas largas horas en autobús hacia nuestro nuevo destino fueron a través de hermoso paisajes, medio desérticos, con algunas agrupaciones esporádicas de cosas…que nos van haciendo pensar en el misterioso y no tan lejano desierto.
Llegamos con noche cerrada a Sidi Ifni, al camping de Fabian donde ya estaban puestas las brasas para un sardinada a la luz de las estrellas. Tardan un poco pero finalmente estamos todos degustandola y a fe mía que estabas riquísimas. Es tarde y una ligera niebla, característica de estas latitudes en esta estación, nos va invitando a dormir. ¡Cielos! Esta noche algunos vamos a dormir bajo techado y muchos en una azotea resguardada del relente.No tarda el silencio en apoderarse del campamento.Ya es de día. He dormido como un lirón y estoy descansado. Ducha estupenda y decepción por la niebla que no deja ver la estupenda playa de Sidi Ifni. La gente va apareciendo y empieza a localizar las duchas y los baños. Finalmente desayuno, te moruno, cafe o cola cao y comienza la jornada formalmente. Vamos a visitar Sidi Ifni, pero antes, como continuación de la historia que comenzó en Alhucemas, vamos a explicar qué es esto, cómo se produjola presencia de España en Ifni, mientras desde el mirador se contempla la barra de siete olas que son el sello de este mar aquí. Todos quietos, atentos e interesados mientras Sancho nos sobrevuela con su parapente a motor y tiene la delicadeza de pararlo para que se me oiga. Voy señalandoles los edificios principales constatando la huella española, sobretodo en el único edificio español que queda casi en pie, con el escudo de España: la Oficina de Pagaduría. Me sorprendo despues de casi cincuenta años de ausencia y treinta y cinco de presencia española, que sigue siendo la misma ciudad de nuestras nostalgias, pero pintada de azul y blanco. La gente pregunta a los chicos qué pasa, quienes somos y adonde vamos. De pronto, una señora me interpela: «Tú has vivido aquí. Yo te conozco» Es Loli Barroso una antigua compañera de instituto con la que comparto unos momentos de nostalgia. Vamos aseguir, que no tenemos mucho tiempo.El día ha abierto por fin y podemos verlo todo con luz de verano. Les sorprende el zoco. Aunque ya hemos visto algunos, todos son distintos. Por la calle Seis de Abril bajamos de nuevo a la playa, al camping, para seguir juntos mientrtas la estatua del General Capaz, suprimida de su pedestal, busca en vano la cruz de la puerta de la iglesia de Santa Cruz de Mar Pequeña que, junto con sus campanas fueron relegadas al cajón de los recuerdos. Bueno, vamos a trabajar. Tres grupos de actividades innauguran los talleres de la expedición: Uno de pesca con caña, otro de escalada en los restos de antiguo puerto, y otro de arqueología aplicada: fascinante: Han conseguido encender fuego frotando dos palos. Es real, lo juro.Comemos mientras Sancho sigue volando ante la admiración de los ifneños que disfrutan de la playa. Comida. Un magnifico Cuscus de pollo que es celebrado por todos y a recoger, que hay un largo camino hasta la desembocadura del rio Chibeky. La policía nos escolta y es noche cerrada cuando acabamos de llegar. Nos han distribuido las raciones alimenticias para ahora y mañana. Se ha encendido un fuego alrededor del cual acabamos de cenar y Javier ha comenzado su concierto de percusión Pedro ha montado el telescopio para mirar una luna que crece y está casi llena.. Esto es el desierto, lo dice el tantán, y la rasca que nos invade. Vamos dormir, que mañana será un dia muy viajero.
Joaquin Maria Asenjo.
Historiador de Madrid Rumbo al Sur.
Crónica 03/09/2006 José Maria Asenjo Historiador Madrid Rumbo al Sur.
¡¡Arriba,arriba, vamos, vamos a levantarnos!! Son las seis de la mañana y nos espera una dura jornada de viaje, pues vamos a recorrer el Sahara Occidental de norte a sur. Unos ochocientos kilómetros, dura más o menos. Por eso antes de subir a los vehículos damos una paseo para ver la playa de Chibecki. Una duna, otra más y cuando crees que vas a ver el mar al coronar la que subes, aun queda otra y otras. Por fin el mar. La bruma envuelve la playa como un ligero edredón que se desgarra. Un vistazo y vuelta atrás hacia los autobuses. Desayunamos con las raciones que nos distribuyeron anoche: leche, colacao o café con leche condensada y mermelada dos gustos. Ya estamos en marcha. Volvemos a ver señales de tráfico que nos indican ganado suelto, pero es la primera vez en mi vida que veo un camello en una señal de tráfico. Pasamos por Tan Tan, la puerta del desierto, pero no nos paramos. No son horas y hay que llegar muy lejos. La primera parada es en Tarfaya . Hay gente en las calles esperándonos y apenas en el suelo ya estamos correspondiendo a los saludos en español que son de agradecimiento por haber parado a saludarles y de bienvenida. Nos piden que volvamos con más tiempo, nos entrevista la radio de Aaiún y nos enseñan rápidamente la casa del Mar, antigua factoría de Mariquísimas pastasckencie, un inglés que se adelantó a la presencia de los españoles, un caserón mojado por el mar, que también sirvió de prisión. Nos dicen que aún vive un expresidiario que tiene ciento diez años. ¿Por qué lo encerraron? No lo saben; él sí lo sabe, nos dicen. Visitamos el museo de Saint Exupery, que estuvo aquí como delegado de la Compañía francesa Lateoere, luego Air France. Nos despiden en el mismo acto en que nos dan la bienvenida, en la Municipalidad, donde el Alcalde nos deseo un buen viaje y un próximo retorno, INCHALÁ. Un pequeño refrigerio a base de refrescos y riquísimas pastas nos ponen a bordo de los autobuses de nuevo rumbo al sur. ¡qué decepción! no nos dejan parar en Aaiun, pasamos de largo por esa ciudad que fue capital del Sahara español. Ahora todo el mundo, la inmensa mayoría, habla francés y nos da pena que se haya olvidado el idioma que con tanto cariño enseñamos. Nos compensa el que algunos hacen esfuerzos por desempolvarlo para nosotros. A la salida en el restaurante de la gasolinera nos dejan sacar nuestras raciones de campaña. Después de nuevo a la carretera, rumbo a Dakhla devorando los seiscienos kilómetros que aún nos queda. Y eso que nos ponen un coche policial a la cabeza del comboy, pero a veces se gradecería que nos dejaran marcar el ritmo a nosotros: llegaríamos antes. Por fin, a treinta kilómetros paramos para acampar y pernoctar. Nos han preparado una deliciosa harira calentita y contundente y un guiso de pollo, como tajin, que agradecemos. Montamos o desmontamos los sacos y algunos se esparcen dentro de una inmensa jaima. Una mirada a las pléyades, que Pedro ha enfocado y a dormir. Hace una rasca de desierto que nos va a posibilitar un sueño ganado a fuerza de kilómetros. Adiós, mañana será otro día.
Crónica 03/09/2006 Dario Fajardo Galván.
Nos levantamos rodeados de un paisaje extraño, puesto que no se parecía en nada a nuestro recuerdo de la noche anterior. A un lado de nuestro improvisado campamento se encontraba la carretera por la que habíamos pasado la noche anterior y al otro estaban las dunas que, tras recoger el campamento tuvimos que escalar para llegar al mar.
Una minoría de gente llevó el desayuno para tomarlo mirando al mar, pero la mayoría eligió tomarlo en el bus con más calma.
El mar estaba bastante tranquilo y hubo gente que aprovechó para meterse en ropa interior y así despejarse y quitarse el polvo del camino.
De regreso al campamento tuvimos que descender las mismas dunas que antes habíamos trepado aunque de forma menos agotadora.
Ya nos habíamos situado en los autobuses cuando el sol comenzaba a molestar debido al calor. Nos pusimos en marcha el comboy siendo, como siempre, escoltados por una pareja de policías que no nos abandonaban ni a sol ni a sombra.
La primera parada que se hizo fue a 2 quilómetros aproximadamente de Tarfaya para acercarnos andando por la playa. Fuimos recibidos por unas gentes muy simpáticas entre las que había unos personajes vestidos con traje de gala de su ejército. Nos dividimos en tres grupos y por turnos nos enseñaron su museo de historia donde nos explicaron que la ciudad había sido primero inglesa, luego española (de la que tenían bastantes fotos) y actualmente perteneciente al estado marroquí. El guía nos comentó también que en esta ciudad había vivido Antoine de Saint-Exupery. Antes de que nos fuésemos nos trasladaron a lo que debía de ser el ayuntamiento y nos dieron un aperitivo de pastas del que no tenía noticia la organización y al que nosotros nos supo a gloria.
Volvimos a la carretera dejando atrás unas de las ciudades con más policías visibles en la que habíamos estado desde el comienzo del viaje y continuamos en camino hacia la ciudad donde dormiríamos, Dakhla, haciendo varios altos en el camino: uno para comer el resto de la caja de alimento que nos habían dado la noche anterior en una gasolinera de las afueras de Laâyoune, otra en «Manolo shop» para poder estirar las piernas y respirar un aire no viciado, otro en la cuneta de la carretera y el último parón en otra gasolinera también para poder descansar y recuperar la posición erguida.
Crónica del 4 septiembre Paula Pardo y Pablo Castillo.
Una vez más el surrealismo envolvía nuestro despertar. La estrecha península de Dakhla era mágico escenario en el que habíamos pasado la noche. Un corto pero intenso descanso nocturno tras la paliza de recorrido de 1.000 kilómetros por el Sahara. Nuestro campamento era un oasis en medio del desierto, aún así decidimos trasladar nuestro espíritu nómada a un lugar más salvaje. Lo pospondríamos a la vuelta de nuestra visita por la cuidad, la antigua Villacisneros, hoy Dakhla. Aprovechamos la visita para comprar los típicos draa y saborear unos tés saharauis. Además, el hotel Regency tuvo la cortesía de invitarnos a comer lo que nos permitió recuperar fuerzas para el traslado del campamento.
Tras la comida, el comboy se desplazó hacía la zona que habíamos seleccionado lo cual hizo que los esfuerzos de todo el equipo se aunaran en un solo objetivo: conseguir superar las arenas que bloqueaban una y otra vez el paso de uno de nuestros camiones. Pero el esfuerzo mereció la pena, el recóndito lugar que nos esperaba estaba cargado de sorpresas, que nos llenaron de emociones atravesando nuestra retina, nuestra mente hasta llegar, incluso, al corazón. En medio de este paraje tan desolado pero tan lleno de silencio y horizonte erguimos nuestras rusticas pero eficaces jaimas de piel de camello que levantamos gracias al esfuerzo comunitario. Nos ofrecieron su hospitalaria sombra para protegernos del implacable calor y del fuerte viento.
De nuevo, pusimos de manifiesto ese nomadismo que inspira nuestro viaje ya que tuvimos que abandonar nuestro recién creado hogar para cenar en la ciudad. Al principio, la idea no nos entusiasmó demasiado, queríamos disfrutar de nuestra nueva ubicación, pero la cena fue, ante todo, una fiesta, lo cual hizo que nuestros ánimos se levantaran.
Ya de regreso al campamento la luna nos embaucó y con su sugerente luz hizo que fuéramos una victimas del poder bien conocido de Morfeo que nos sumió en un alentador y profundo sueño.
TALLER DE ARQUEOLOGIA Covadonga Pérez Iglesias.
A las seis y media de la mañana fuimos abriendo poco a poco los ojos encontrándonos en este paraíso de arena, agua y sol. Y para despejarnos y despertar bien los músculos fuimos a correr por la playa que, por cierto, estaba llena de huequitos con cangrejos. Después hicimos unos estiramientos y regresamos al campamento, donde los bomberos nos recibieron con unos manguerazos. Desayunamos y comenzamos con talleres. La necesidad de registrar y captar de la mejor manera posible mis sentimientos y emociones de este viaje me llevaron a participar en el taller de pintura. Estaba orientado a la realización de cuadernos de viaje.
Tras la comida tuvimos una hora de descanso que aprovechamos para volver a ir a la playa y disfrutar de las maravillosas vistas.
A las cinco comenzaron de nuevo los talleres. Elegí el de arqueología experimental dirigido por Carlos Baena. Fue un momento interesante. Comenzó a explicar la utilidad del estudio de piedras talladas, a través del cual podíamos conocer parte de la vida del tallador, las circunstancias en las que se talló, la época… .
De igual manera, Baena nos comentó los tipos de piedra más adecuados para la talla y las características que lo hacen posible. A partir de estas explicaciones comenzó la parte práctica del taller, que consistió en tallar lascas y previamente obtenerlas a partir de diferentes técnicas. Empleamos para ello percutores duros, como un canto rodado, y blandos, como una rama de boj. Los primeros producen lascas más irregulares y los segundos lascas más alargadas, que tras un segundo tratamiento a base de presión con astas de alce o ciervo, produce piezas más cortantes que engarzadas en madera forman hoces.
El taller se alargó hasta el atardecer y aprovechamos para tratar el tema del fuego.
Tras estas actividades tuvimos una ponencia colectiva sobre desarrollo y cooperación con Jaime García-Legaz, y posteriormente con Telmo, director del planetario de Madrid. Ambas exposiciones fueron muy interesantes y estuvieron acompañadas de transparencias y música. Cansados y con ganas de dormir cenamos y nos fuimos a los sacos. El día había sido sumamente divertido, pero nuestras energías merecían un tiempo de descanso bajo la luz de las estrellas.
TALLER DE CUADERNO DE VIAJE Y DIBUJO Ana Cubillo y Maria Valladares.
Todavía no habíamos terminado de desayunar cuando se nos propuso realizar un taller de cuaderno de viaje y dibujo.
La clase duró casi toda la mañana, pero se nos pasó muy rápido, porque pintando entre dibujo y dibujo nos olvidamos de todo lo demás.
Marta y Carmen, las monitoras, nos enseñaron que ante todo el cuaderno de viaje no son solo palabras sino que también es un lugar donde plasmar sensaciones y vivencias con letras y dibujos.
Fueron cuatro los valientes que se atrevieron a posar delante de treinta pares de ojos y de treinta lápices y pinceles preparados para empezar. Vimos varias técnicas como el dibujo a lápiz y la acuarela.
Luego pasamos a los paisajes y dibujamos las haimas, el mar, la arena y el cielo saharianos que nos rodean.
Al salir de la clase todas las caras llevaban dibujada una sonrisa.
TALLER DE COOPERACIÓN Marina Hernández, Manuel Insa, Laura Isla
Hoy hemos pasado el día haciendo talleres de diversos tipos: A nosotros, concretamente nos ha tocado el de cooperación. Durante tres horas y media hemos estado tratando un proyecto de ayuda centrado en el problema de la sanidad en la región de La Plata.
En el taller hemos sido treinta alumnos que nos hemos dividido en dos grupos. Una vez leído el planteamiento hemos anotado en cartulinas los problemas que surgían en el proyecto y sus respectivos efectos.
Marta nos ha enseñado de una forma cercana cómo tratar un proyecto de cooperación. El taller nos ha servido para entender la complejidad de organizar un proyecto de estas dimensiones.
Continuando con el viaje los pueblos siguen pasando ante nuestros ojos, entre ellos, el reflejo de algunos nos sobrecoge.
Existen un mar de chavolas amontonadas como olas en las orillas de la humanidad. Son el lugar de residencia de personas; donde duermen, comen y viven en sociedad.
Este es el lugar donde se desarrolla su vida, cuatro mamparas de metal oxidado con un techo ondulado que no resguarda de la lluvia, pero como esta nunca cae, da igual.
La puerta no es más que una cortinilla por donde mujeres y niños miran atónitos a nuestro convoy. Las ropas de esa gente debieron ser bonitas cuando se estrenaron, pero su actual estado es deplorable. Sucias y ajadas, se encuentran lejos de cumplir su función estética, y el tórrido calor inutiliza su función protectora.
Pasando cerca con los coches, puedo observar a un niño tirado en la calle, fuera de su hogar, sentado, aprovechando hasta la última sombra para protegerse de un justiciero calor. Un enjambre de moscas, recorre su cara infantil, cada surco de su rostro es mancillado por unas incontables patitas escuálidas, y un revolotear de alas incordian al pobre niño, que no es capaz de espantar a su única compañía. No contentas con todo esto, las moscas exploran los orificios de su inquilino, recorren sus ojos, sus oídos, se meten en su boca y en su nariz, y salen revoloteando con un vuelo burlón, para volver a pararse en otro lugar más incómodo.
Pierdo de vista al niño y continuo mirando la desolación humana que se extiende ante mis ojos. Ya es terrible mirarlo, ¿qué debe ser vivir allí?. Yo tengo un hogar, lejos de todo eso, desde no se ven chavolas, ni miseria, ni hambre y donde las moscas no molestan a los niños.
Marcos Reguera Mateo
Una nube de arena inundaba cada vagón, los hierros de los «cómodos asientos» se nos clavaban en todas partes y entre el movimiento del tren y su constante sonido nos despertamos.
Un instinto vespertino nos invita a ir al servicio, pero uno se lo plantea al ver en lo que consiste: cuatro paredes sin puerta acompañado de un espléndido agujero.
Un hombre se pasea invitándonos a un café dando muestra de su hospitalidad y así hacernos más leve la estancia. Al llegar a Choum, una abalancha de niños nos recibió pidiéndonos regalos, comida y bolígrafos. Nos planteamos el darles algo, pero se crea una atmósfera de tensión y competitividad por ver quién consige algo, así que muchos optamos por limitarnos a forzar una sonrisa que ocultaba nuestra impotencia y tristeza que nos causaba el ver el paisaje desolador formado por la fina arena y las casas de adobe.
Los niños entonaban alegres cac¡nciones a la vez que degustábamos una vez más la deliciosa ración matinal del ejército.
Una vez montados en los jeeps y camiones, emprendimos un viaje con destino a Chinguetti.
Un convoy de 19 vehículos atravesaba las áridas tierras del desierto. A lo largo del día hemos podido ver los distintospaisajes que el desierto nos ofrece, desde la escasa vegetación hasta los oasis de palmeras. En nuestra travesía nos han acompañado múltiples grupos de camellos, reptiles, aves…
Al subir una montaña nos sorprendió una tormenta de arena. Las ráfaags de arena azotaban el camión, el cual no tenía ventanas, sufriendo en primera persona las consecuencias, pero no por ello detuvimos la marcha.
Seguidamente sucedió una tormenta de agua, cosa que raramente sucede por estas tierras, esto nos obligó a aplicar el plan de emergencia: cerrar als cortinas para evitar empaparnos de las gotas de barro. Al levantar las cortinas lo primero que nos sorprendió fueron los burros muerto s a orillas de la calzada.
Antes de entrar en un cañón, el jeep recogió a unos ciclistas alemanes que realizaban el trayecto Berlín-Sudáfrica en bicicleta. Aprovechando los restos de la comida militar, improvisamos una comida de entre horas, cuando de pronto oímos crujir el techo y vimos cómo se agrietaba a la vez que se derramaba un poco de gasoil que contenía un bidón. Encontrándonos en el desierto imaginado con cactus y dunas, nuestro camión se atrancó en la duna, tan sólo tuvimos que desinflar las ruedas; mienras tanto elcamión de al lado le sucedió algo parecido pero en una verticalidad más cuestionable.
Cuando al fin llegamos sedientos al campamento, unos espaguettis y piezas de fruta, nos hicieron reponer las fuerzas que habíamos gastado en este intenso y fascinante día en el Sahara.
¡Feliz cumpleaños Papá! Lys
Lys Valdés y Beatriz Bernardo
Irene Sánchez y Paula Pascual.
Después de un día tan ajetreado como el de ayer, esperábamos dormir tranquilos. Lo que no sabíamos era que al desierto de Chingetti aún le quedaban ganas de sorprendernos.
De madrugada, el viento despertó para desmontar nuestra haima y hacer que la arena entrase en nuestros sacos, oídos, ojos …
Tras oir «rezad todo lo que sepais» en boca de un expedicionario experimentado, amanecimos con el único propósito de desayunar. Tardamos menos de lo habitual, porque unos cuarenta camellos nos esperaban atentos tras las dunas. Desde allí arriba descubrimos lo que de verdad era el desierto. Traspasamos por fin la pantalla de cristal para vivir las dunas y el sol en nuestra propia piel. De hecho, aún nos seguimos acordando, porque después de hacer croquetas desde lo más alto, la arena forma ya parte de nosotros.
Los camellos nos llevaron a la ciudad de Chinguetti que crece de la arena y huele a barro y a sol. Rompemos la armonía de la ciudad y sus habitantes nos invitan a fundirnos con lo que tienen. Vemos la biblioteca, con sus escritos más antiguos; y el hospital, del que se nota están orgullosos.
Entre risas, una gran cena y bailes, dejamos atrás un cálido día con mucho sabor africano para esperar algo mañana aún más sorprendente.
Andrea Tapiz y Daniela Zapata
A las 4 de la mañana un estruendo interrumpe nuestros sueños. Una salvaje tormenta de arena sacude la jaima donde dormimos algunos. Estrepitosamente el palo central se derrumba. Unos duermen, otros se desvelan. Por fin, a las 7.30 amanecemos con dunas de arena sobre nuestro cuerpo. Mientras nos aseamos, divisamos a lo lejos un grupo de dromedarios. Todos estábamos ansiosos por montarnos, pero a veces las prisas nos hacen olvidar algo tan esencial como la crema o el gorro.
Nos dividimos en dos grupos, unos se dirigía en JEEP (pick up) a un albergue, otros disfrutábamos de las vistas desde la joroba, no sin sufrir los daños causados por las sillas o el mal aliento que desprendían. Hicimos una parada intermedia para hacer fotos en la Duna Blanca y estirar las piernas. Reiniciando la ruta llegamos a la ciudad alta de Chinguetti. Allí, entre el sofocante sol y los mil ojos que nos acechaban, llegamos por fin a la biblioteca musulmana más antigua del país. Nos explicaron que la ciudad había sido un paso de caravanas. En este punto estábaos tan sedientos que nos dirigios a comprar agua, el bien más preciado en este momento. El harén no remitía. Miles de mujeres nos perseguían para que les comprásemos bisutería que creaban en una cooperativa. Luego volvimos a montar en los dromedarios para cruzar un tramo de pueblo y dirigirnos al albergue donde nos esperaba una deliciosa comida y la por fin deseada ducha.
Después de un largo descanso y una vez hecha la colada nos dirigimos a visitar un hospital financiado por la Comunidad Murciana. Realizando un acto de solidaridad, entregamos las latas de comida que nos sobraban y sacrificamos otros bienes preciados como chocolatinas, galletas o nuestra querida leche condensada.
Acabada nuestra visita, tuvimos un par de horas de tiempo libre para conocer la ciudad e impregnarnos del ambiente mauritano por primera vez. Al llegar al albergue una cena caliente nos esperaba. De primero una suculenta ensalada de cebolla y maíz; de segundo, carne de cordero; y de postre, dátiles. Tras la cena, disfrutamos de un espectáculo folclórico en el que los autóctonos nos deleitaron con danzas al son de los tambores.
Hoy el día ha sido largo y duro, pero uno de los más completos. Hemos experimentado una pequeña aproximación de lo que podría ser la vida en el desierto. Ha sido, sin duda, un día que no se podrá olvidar fácilmente.
Con la habitual película protectora de arena, nos despertaron los gritos de Pablo y Alex para ir a correr. Corrimos por Chinguetti y alrededores unos diez minutos y volvimos a desayunar numerosos cafés y tes.
Montamos de nuevo en camello e hicimos marcha durante dos horas por el precioso desierto que rodea esa zona.
Desidratados montamos en camiones, jeeps y demás vehículos con excesivo movimiento hasta llegar a una fortaleza en ruinas donde han sido rodadas numerosas películas y más tarde a unas cuevas con pinturas rupestres. Los guías que nos enseñaban las pinturas de las cuevas no paraban de raspar las paredes cosa que molestó mucho a los monitores en especial a Olga, nuestra arqueóloga particular. Mientras tanto una «batalla piñeal» se libraba fuera, todos se peleban por beber el líquido que desprendía la piña, aún así algunos ni la probamos.
Volvimos a montar en los vehículos para llegar a este precioso oasis, mientras continuábamos bebiendo «caldo» para no desidratarnos. Ha sido realmente desagradable, pero a merecido la pena porque parece el paraíso: es de noche y se oye el agua correr, el murmullo de los grillos, frondosas palmeras, etc.
La cena como siempre ha sido espectacular pero diferente a la de otros días, porque ha sido acompañada por el malarone.
Ahora nos da pena dormir porque si por nosotros fuera nos quedaríamos para siempre admirando este oasis de ensueño.
Lara Pérez y Cristina Marcos.
Ha sido un largo y duro día de viaje. Tras el baño en el mar y el desayuno, hemos emprendido el viaje en pick-ups y camiones.
Después de comer cous-cous y una naranja, seguimos el viaje rumbo a la frontera de Senegal.
Nos sorprende el contraste del paisaje actual con el de los últimos días, ya que ahora el color verde lo inunda todo. Incluso las charcas y los arroyos están presentes.
Al llegar a la frontera bajamos de nuestro medio de transporte y toca esperar a que se arreglen los papeles. Mientras, millones de mosquitos nos atacan, a pesar de las medidas preventivas que hemos tomado. Para pasar el rato Pedro Velasco, el astrónomo, improvisa una clase de astronomía, donde nos enseña una bonita nebulosa y nos explica como de ella nacen nuevas estrellas.
Cuando conseguimos pasar la frontera, ya de noche, nos espera nuestro nuevo medio de transporte: autobuses.
Estos nos llevan hasta un lugar donde pasar la noche, a las afueras de Saint Louis.
Son las cuatro de la mañana y muertos de sueño caemos en los sacos, aunque… por poco tiempo!
Ana Cruz Jiménez
Ana García Hernández
¡Felicidades Jaira!
Eran las siete cuando Pablo apareció en el sector femenino con una de sus grandes ideas; esas que recién levantado y sin un segundo para despejarte nos apetecen tanto. Y así corrimos durante un rato en bañador por la orilla de la playa en Saint Louis. Luego para refrescarnos nos dimos un baño y para quitarnos la sal una ducha. El desayuno rico, del mismo estilo del día anterior, tuvo que ser rápido debido a que los autobuses ya habían llegado. Nos dirigimos a un colegio donde plantamos árboles con los niños. A continuación fuimos a una playa para visitar un mercadillo de pescado. Caminamos por la playa hasta llegar otra vez al campamento. Allí nos esperaban nuestros amigos comerciantes. Las compras de todos fueron abundantes: collares, pulseras, figuritas, pantalones… y llegamos a intercambiar cosas de nuestro propio vestuario. Nuestros amigos fueron pesados hasta en la comida, en la que nos alimentamos del pescado que anteriormente unas mujeres nos habían enseñado a cocinarlo y prepararlo. Todavía atosigados subimos al autobús y salimos rumbo a Dakar. Al rato de comenzar el trayecto, se estropeó uno de nuestros autobuses y tuvimos que parar. Comimos mango y decidimos ir al baño, ya que unas señoras aparentemente majas nos invitaron al de su casa, pero su hospitalidad era sólo aparente, y tuvimos que pagar cuando al salir comenzaron a gritarnos. También se creían dueñas del campo, y pretendían echarnos. Esperamos durante un rato hasta que llegó el nuevo autobús. El trayecto duró alrededor de cuatro horas en las que aprovechamos para dormir e informarnos sobre Senegal que nos daban nuestros guías. Llegamos a Dakar a las diez y cuarenta y cinco muy casados dónde rápidamente cogimos un barco que nos llevó hasta la Isla de Goree. Allí nos esperaba la cena, brocheta de pescado típica del lugar. Después de cenar caminamos hasta un internado donde pasaríamos la noche al puro estilo de película de miedo, distribuimos las habitaciones y nos dispusimos a dormir, para descansar y poder disfrutar del los últimos días del viaje.
Saludos.
Laura Bosch y Beatriz Rodríguez
Nos despertamos sobre las camas del colegio que nos prestaron para pasar la noche en la isla de Goreé, y recorrimos el enigmático logar acompañados de los guías que nos iban explicando la historia visitamos el museo y la casa de los esclavos, punto clave del lugar puesto que desgraciadamente, Goreé fue “almacén” de esclavos africanos con destino a América, durante tres siglos. Algunos también tuvimos la oportunidad de visitar el museo de la mujer senegalesa en la que había una exposición sobre las mujeres de las diferentes etnias, el papel de la mujer en la cultura, en la vida política, religiosa, familiar… En conclusión, la mujer senegalesa y mas en general la mujer africana lo mueve todo y es la que genera el desarrollo. También en goreé 5tuvimos oportunidad de ver baobabs mas de cerca, estos árboles gigantescos y milenarios son el símbolo del país y tienen muchas curiosidades como por ejemplo nos conto el guía, que un vaso del fruto del baobab te permite pasar una noche con tu mujer y también curar el mal de estomago. Al terminar el recorrido por la mágicas callejuelas de la isla cogimos el ferry rumbo a Dakar donde nos recogieron los autobuses y los guías nos contaron mas cosas del país y de la ciudad, hasta que llegamos a un colegio religioso donde nos recibieron los padres salesianos y un grupo de jóvenes cristianos llamados “sal et lemier” cantando acto seguido comimos con ellos la típica comida de arroz con carne y entablamos conversación entre ingles francés y español. Nos hicieron saber que en Dakar hay muy buena relación entre musulmanes y cristianos, un gran ejemplo de convivencia. Después comenzaron los talleres con niños y niñas de la ONG Red Deporte y Cooperación (fútbol femenino y masculino, baloncesto y collares), todo esto acompañado de la música del grupo de jóvenes, también tuvimos una corta conferencia con los cooperantes que nos hicieron saber la base de su proyecto que esta en la integración y en la unión por medio del deporte. Después tuvimos el gesto simbólico de plantar unos árboles en el patio entre chicos y chicas senegaleses y españoles, también estuvimos bailando hablando y jugando. Antes de cenar nos reunimos todo el grupo de organizadores monitores y expedicionarios para poner en común todo lo que nos había parecido el viaje y exponer nuestras sugerencias acerca de las cosas que podrían cambiarse para mejorar las futuras expediciones y tras aplausos agradecimientos y alguna que otra lagrima cenamos y continuamos la fiesta con la música con la fiesta, los bailes y las actuaciones de diferentes representantes de las etnias de Senegal, kost5rando las danzas, la vestimenta y las comidas típicas. Lo cierto es que todos disfrutamos muchísimo con una despedida tan animada, bailando Shakira con los jóvenes senegaleses, que se mueven con toda la gracia del mundo, llevan el ritmo en la sangre, riéndonos abrazándonos… en fin, la culminación de una experiencia inolvidable para todos.
Gracias Dakar, Gracias Senegal.
Cuando termino la fiesta mestiza empezó la nuestra en las habitaciones. Al hacerse el silencio después de horas de risas ya era casi el momento de levantarse.
Después de desayunar y dejar todo recogido y limpio en la parroquia de los misioneros salesianos nos hemos dirigido en autobuses típicos senegaleses hacia la ONG “PLAN” que se encuentra en un barrio de las afueras de Dakar donde se realizan proyectos con niños marginados. Lo especial de este proyecto es que son ayudados por potros niños del barrio con los que juegan y se divierten. Al llegar nos han recibido las mujeres con trajes tradicionales preciosos. Después de los descansos hemos podido participara en varios talleres como danza senegalesa, serigrafía, peluquería, percusión. Todos hemos disfrutado mucho realizando porque hemos podido entablar amistad con los jóvenes del barrio.
Personalmente creo que no se nos olvidara tan fácilmente todo lo que hemos vivido sentido y aprendido con ellos. Todos nos pedían que volviéramos pronto. Al finalizar ha habido una puesta en común de los talleres donde se ha cantado, bailado y tocado música local. Además de toda su hospitalidad a parte de la abundante comida nos han obsequiado con un regalo que consistía bubo hecho a mano, música senegalesa y una camiseta de la ONG.
Había llegado el momento de partir, hemos cogido nuestra mochilas por ultima vez para dirigirnos al aeropuerto con 6 horas de antelación que se han quedado justas. Hemos hecho las últimas compras de urgencia y nos hemos embarcado hacia nuestra última aventura: Volver a casa.
Ahora mientras estamos en el avión tenemos tiempo de rememorar todos nuestros momentos, unos en sueño otros en sus diarios.
Seguramente podrá haber hasta 87 conclusiones de lo que nos ha parecido el viaje pero todos nos llevaremos el espíritu tranquilo y hospitalario africano.
Ana García
Sonia Garrido
Blanca Segoviano