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Crónicas

CRÓNICAS EXPEDICIÓN MARRUECOS 2014

8 AGOSTO CADIZ-MADRID

Volver a casa nunca fue tan difícil. Es hora de recoger los macutos y mirar hacia atrás, de encontrarse con los recuerdos y hacer balance. El cansancio pesa y la mochila está cargada de polvo, pero la sonrisa de los expedicionarios demuestra que, dentro de sí mismos, han caído muchas barreras. La aventura de España Rumbo al Sur está a punto de tocar a su fin, pero los jóvenes que la han hecho suya saben que la experiencia no es sino el primer paso de un largo camino que todavía tienen que recorrer.

Muchos de ellos apenas pudieron conciliar el sueño en la última noche del viaje. Las instalaciones del centro de formación de tropas número 2, en el acuartelamiento Camposoto, de Cádiz, acogió al grupo con los brazos abiertos. Algunos de los jóvenes celebraron con alegría desmedida encontrarse con las literas y las duchas de agua caliente. Con todo, la rutina no cambió y, a primera hora de la mañana, los expedicionarios realizaron los rutinarios ejercicios físicos que les han acompañado durante todo el viaje. Pablo Martos, uno de los coordinadores de la aventura y encargado de supervisar estos ejercicios, invitó a las tropas destinadas en el cuartel a unirse al entrenamiento. “Esto fomenta el espíritu de equipo, el compañerismo y el espíritu de superación”, afirmó el coronel Fernando Caballero Echevarría, quien destacó algunas de las virtudes compartidas entre el Ejército y España Rumbo al Sur: “Hay que fomentar ciertos valores que tengan por objetivo mejorar el mundo en el que vivimos. A eso nos dedicamos nosotros y es lo que están aprendiendo los jóvenes que han participado en vuestra expedición; es una labor encomiable”.

Ese compañerismo al que hizo referencia el coronel Caballero quedó patente esa misma mañana, cuando un puñado de chicos que prefería quedarse en Cádiz se despidió de los amigos con los que habían compartido la aventura. Las camisetas verdes se convirtieron en improvisados muros en los que firmar las dedicatorias. “Gracias por todo”, repetían continuamente, entre abrazos. En sus cuadernos, además, apuntaban números de teléfono y direcciones de Facebook. “Te llamaré en cuanto llegue a casa”, se prometían.

Había pasado el mediodía cuando los chicos montaron en el autobús para marcharse a Madrid. La expedicionaria María Revert apenas podía creer que el viaje tocara a su fin. “La noche antes de venir lloré en la cama de los nervios que tenía –reconocía-. No sabía qué me iba a encontrar, pero lo que he vivido ha superado por mucho lo que me había imaginado. He aprendido que el apoyo de los amigos da mucha fuerza; tanta, que se pueden llegar a hacer cosas que serían imposibles si estuviera sola”. Por su parte, Dani Flores consideraba que la experiencia le había servido para “viajar por dentro y descubrirse a uno mismo”: “Ahora toca aplicar en la vida diaria todo lo aprendido”.

Eran las doce de la noche cuando el convoy alcanzó por fin la explanada del estadio Santiago Bernabéu, en Madrid, el mismo lugar en el que comenzó esta novena edición de España Rumbo al Sur. Ahora, los padres estrechan a sus hijos entre sus brazos. “Te veo más delgado”, repiten unos y otros. Los jóvenes sonríen, se zafan de los abrazos y se van corriendo en busca de sus amigos. Corren las lágrimas y las emociones. Es el momento de dar las gracias, de agitarse por dentro y hacer promesas. Algunos, incluso, se prometen que volverán juntos a Marruecos, porque, como dice un viejo refrán africano, “las huellas de las personas que caminaron juntas, nunca se borran”.

Gonzalo Araluce Martín

Cronista Oficial ERS

“17 días, 17 años”

Siempre dicen que un viaje como el que hemos vivido (ya está acabando), cambia una vida. En este caso, para mí, ha sido una vida. Una vida desarrollada en 17 días, cada día de este viaje ha constituido un año de una vida.

Como toda vida, la cosa empieza con un “parto”, en nuestro caso, un parto de casi 15 horas, con una parte de dura y calurosa carretera durante las horas en las que el Sol dominaba la inmensidad azul. Luego “rompimos aguas” en un ferry nocturno a Ceuta, donde, por fin, aunque no tocamos, vimos la luz, vimos África.

Nuestro primer año de vida, como debería ser normal, fue de “lactancia”. En este caso, el Ejército de Tierra (más concretamente La Legión), actuó de madre con experiencia, pasándonos sus conocimientos sobre la historia y situación de África.

Durmiendo poco, como un bebé expedicionario de un año, comenzamos con nuestro segundo, aquel que corresponde a los primeros pasos. Nuestros primeros pasos en África, en Marruecos. Aunque, como auténticos bebés que somos, seguimos al amparo de nuestra madre y padre, que, en este caso, fue el Hospital Español.

En este año de primeros pasos hubo una pequeña incursión en territorio desconocido que nos empezó a preparar para la vida. Fuimos a la Medina de Tetuán, tomando contacto por primera vez con suelo marroquí.

En nuestro tercer día de viaje y año de vida, nos dispusimos, prematuramente, a aprender a nadar, e incluso mejoramos nuestra antigua habilidad de mover los pies uno después del otro, en nuestro primer paseo. En este año también entramos en la guardería de la mano de Carlos, Lore, Sevi y Agus, con nuestras primeras actividades en grupo, que nos hacían despertar del letargo para empezar el “colegio”.

Para ir al colegio, el primer día tuvimos que coger el autobús, había que llegar hasta Midelt. Aunque durante este cuarto año, aprendimos algo bastante importante. Aprendimos a comer solitos y a apreciar nuestra comida, gracias a la primera ración militar, la cual nos costó a todos. Al ocaso del año y del día, también sufrimos las primeras durezas de nuestra vida. Cuando estábamos a punto de tener cinco años, apareció nuestra primera pesadilla apellidada Martos, que nos hizo andar un ratito después de haber estado todo el año asimilando lo aprendido.

En nuestro quinto año de vida, tuvimos a nuestros primeros mentores extranjeros, que nos dieron nuestros primeros dolores vitales. Nos convidaron a una trampa para conocer su terreno, el Atlas; y, a nuestra edad, podríamos comparar la aparición de ampollas en nuestros pies a las dolorosas primeras caídas de dientes de leche. Gracias a Dios que, al menos, las relaciones entre los ya infantes expedicionarios se iban consolidando e hicieron que la marcha se hiciera algo más amena.

En nuestro sexto día vital (año 6) hicimos nuestra primera excursión que al final resultó convertirse en un intercambio durante este año de vida. Un intercambio no solo porque nosotros viviéramos en Tattiouine durante ese día, sino porque intercambiamos culturas y emociones. A nuestros seis años fue algo vital para nosotros compartir tiempo con gente bereber para, en realidad, poder aprender. Después de despedirnos nos dispusimos a afrontar nuestro séptimo día-año, con un nuevo viaje hacia el sur, hacia la inmensidad de las ‘Erg’, de la arena. A punto de llegar a empezar nuestro séptimo año, empezamos a andar por el desierto, haciendo de esto nuestra primera toma de contacto con el calor más sofocante y el dolor intenso del cansancio.

En este año, también aprendimos que, tras un gran esfuerzo, siempre hay una recompensa, en nuestro caso un edificio llamado hotel nos proporcionaba el más valorado regalo: una ducha y una piscina.

Gracias a haber pasado algunos días-años rodeados por arena (desierto y playa), no nos importó hibernar la noche del año siete al ocho en una duna. En el año ocho aprendimos una valiosa lección que fue más amena gracias a la banda sonora que nos prestó el pueblo de los Anaguas. Sólo hay una cosa por encima del problema del calor, y es el problema del agua. Aparte de esto, como ya tenemos ocho años, nuestros mayores nos propusieron aprender algo de cultura. Pese a que al principio refunfuñamos, la visita a la Kasbah nos proporcionó un gran placer. A mí, en concreto, me dejó en la mente uno de los momentos más bonitos de mi vida (real) y del viaje. He podido observar, a mis ocho años de expedicionario, la puesta de sol más increíble que pudiera pensar. Pude ver cómo el sol se fundía con las montañas como si no los separara miles de kilómetros. Pude ver cómo el sol dejaba a merced del viento y la bruma al inmenso palmeral que abarcaba todo el campo de visión.

En el año nueve de mi vida de expedición volví a las clases, de nuevo a aprender emprendimiento, optimismo y cooperación, y otra vez comenzamos otro rumbo hacia el décimo año.

En este año nos despertamos incrustados en un pedazo de prehistoria. Paleolítico y Neolítico recogidos en unas enormes lajas de piedra, mediante grabados en Imitek. Esto nos enseñó que no somos ni nada ni nadie y que nosotros para la Tierra somos meros mosquitos. En este año pude probar lo que era el amor, haciendo que este viaje se endulzara si cabe aún más. También disfrutamos de un amable recibimiento por parte de Suerte Loca en Sidi Ifni, que nos hizo terminar el día con una sensación de calor en nuestro cuerpo. Nuestro año once fue un llamado ‘gap year’. Un ‘gap year’ en Sidi Ifni dedicado a conocer y disfrutar de sus playas. En ese año aprendimos a surfear.

Los siguientes años de nuestras vidas de expedicionarios han sido los años de pubertad. Como todo buen adolescente, durante estos días sólo hemos pensado en descansar, en todo el cansancio acumulado, en comer y en disfrutar. Como una pubertad normal, este ha sido el periodo de florecimiento del amor y de los cariños. También ha sido un periodo de aprendizaje, de talleres, de viajes, de apertura de los sentidos y de mezcla con los habitantes del país que visitamos.

Ahora nos quedan los dos últimos años de nuestra aventura, vida y viaje. Por desgracia podemos aventurarnos a saber cómo serán. Nuestro decimoséptimo año será un año de sabores y contrastes. Habrá mucha fiesta y habrá mucha tristeza. Habrá sonrisas y lágrimas a la vez. Pero este día pasará y todos los expedicionarios lo recordaremos.

Por último, el año del cambio, el año dieciocho, que no entra en la expedición pero merece la pena saber sobre él. Será el año en el que “volaremos del nido”, en el que nos dejen solos a nuestra suerte. En este año deberemos recapitular y hacer lo que hemos aprendido, que para eso hemos venido. En este año maduraremos y reflexionaremos. En este año deberemos aprender de nuevo a saber oír el silencio.

Con esta crónica aprovecho para dar gracias a los que sirvieron como padres (Telmo e Isa), como mentores y tutores que hacen que no nos salgamos del cauce (Pablo Martos). A nuestros hermanos mayores que han cuidado de nosotros, se han enfadado y nos han reñido, más conocidos como monitores. A los chóferes que nos han guiado. Al equipo de cocina (Íñigo, Gonzalo, Cristina, Creever) que nos han provisto de munición especial para vivir. Aparte a Diana y Blanca que, aparte de pertenecer al equipo de cocina, se han dedicado a recopilar crónicas y a leerlas. A fotógrafos y cámaras que hacen que todos vean lo que nosotros vemos. A los bomberos, médicos y los del Canal, periodistas y cronistas. A todos.

Y también, como no, a todos los expedicionarios, sobre todo a mi grupo del alma, el 7. Gracias Adri, Sergio, Jara, Nacho, Gonzalo, Jesús, Dani, David y Jaime.

Gracias y adiós.

Quique Fernández

Llegó el día que ninguno quería que llegara, pero como todo en la vida tiene un fin. En este caso podría decir que es más bien un comienzo feliz. El comienzo de Rumbo al Sur en nuestras vidas. Esta aventura ha sido un regalo increíble para nosotros. Hemos tenido la oportunidad de conocer el Reino de Marruecos, hacer grandes amistades y entablar con gente con inquietudes y cualidades muy distintas, pero gracias a ello ERS es una familia. Además, tanto para mí como para la mayoría de los rumberos nos han servido estos 18 días para conocernos mejor interiormente. Yo jamás hubiera pensado que podía serc capaz de cumplir u no de mis sueños, pero es que si algo he aprendido, es que las grandes experiencias necesitan esfuerzo, interés e ilusión.

Ahora todos nosotros necesitamos tiempo para asimilar cada segundo vivido en ERS. Por eso esta experiencia no hace más que empezar hoy en nosotros.

No podría despedirme sin dar las gracias al equipo de ERS. Desde el primer día me dejó alucinada cómo gente tan valiosa y especial dejase sus vacaciones para que 100 expedicionarios viviésemos un cambio importante en nosotros. Puedo dar fe de que la gente grande hace cosas grandes.

Por último gracias a todos los expedicionarios por haber dado lo mejor, tanto en los momentos buenos como en los difíciles. Eso me ha ayudado a no tirar la toalla y a crecer como persona.

Un beso fuerte a todos y hasta pronto.

Ana González Cervera

Lo bueno siempre dura poco. En cuestión de horas que los rumberos luzcamos nuestras camisetas verdes no tendrá significado alguno, no será más que un recuerdo. No pretendo con esto ser pesimista, al contrario, me sentiré orgullosa cuando pueda explicar en casa el significado de esta prenda.

Hoy estas camisetas verdes no están como de costumbre. En un principio fueron de un color intenso. No pasó mucho tiempo antes de que se bañaran en sudor, tierra, arena, agua… Desde entonces ha sido imposible encontrar dos camisetas de tonalidades iguales. Y su historias no acaba ahí, sino que la hemos grabado a fuego con permanentes; son muchas ya las que están inundadas de dedicatorias, cargadas de cariño y escritas con el deseo de que la persona que lleva la tuya no olvide nunca que fue especial para ti.

Estas camisetas que no nos hemos cansado de llevar puestas los diecisiete días de la expedición son un claro reflejo del interior de cada rumbero. Hemos visto, escuchado y sentido, nos hemos empapado de cultura y experiencias nuevas, hemos conocido personalidades que nos han fascinado, tenemos ya una lista de gente a quien admirar. Ha sido una marcha por nuestros corazones, y ha dejado huella. Cada uno de los pasos que nos ha hecho avanzar puede haber sido más o menos profundo, nos ha hecho evolucionar de una manera u otra y es por eso que las camisetas de los rumberos no son iguales. Pero es innegable que hoy todos volvemos a casa viendo el mundo desde una perspectiva distinta a como la veíamos antes. Nos lo pensaremos dos veces antes de tirar algo de comer o de quejarnos por tonterías.

De España Rumbo al Sur me llevo momentos de disfrute maravillosos, ya sea con los camisetas verdes o grises, cantando y bailando, como también mil cosas que me han enseñado mientras me daban la mano en nuestro paseo por Marruecos. Lo voy a echar de menos… Y es que si he sufrido en algún momento, lo que ha recibido a cambio ha sido mucho mejor.

No olvidaré buscar pedazos de África en España y aplicar todo lo aprendido. ERS es parte de mí y ojalá un día pueda lucir otra de estas camisetas, la gris por ejemplo.

Mágico y único, soy muy afortunada.

Mil gracias, ERS.

Lucía García-Bayón

Hoy se acaba, se acaba una experiencia que ya como expedicionaria llevaré dentro de mí.

Se acaban días de viajar mucho y noches de dormir poco. Se acaban las puestas de sol paradisiacas de Marruecos. Se acaban mañanas de correr por la playa y hacer flexiones en el desierto. Se acaban mil placeres que nunca se volverán a repetir, pero todas estas experiencias han dado comienzo a valores y amistades que no tienen fin.

Dar las gracias a todas las personas que han hecho que este viaje fuera inolvidable. Gracias, por supuesto, a María Revert que ha estado conmigo siempre. Gracias a Morena Pinheiro, que me llenaba de alegría con esa sonrisa.

La gente es la que ha hecho que todo esto mereciera la pena, la que me ha enseñado y con la que he compartido todas mis sensaciones y vivencias. Porque cuando una experiencia se comparte, su valor se multiplica por infinito.

Ahora mismo no puedo decir que estoy contenta, porque no quiero dejar todo esto atrás, pero sí puedo decir que este viaje me ha llenado de felicidad y de amistades que sé que no van a acabar.

Victoria Muñoz

Siempre se dice que todo lo bueno se acaba, que todo tiene un principio y un final y que lo importante es quedarse con lo bueno de lo vivido.

La expedición llega a su fin, volvemos a casa y quedan atrás largas caminatas, las risas, los debates y todo lo que ha convertido a ERS 2014 en una experiencia inolvidable. Toca despedirse, decir adiós nunca ha sido fácil, y menos sabiendo que hay muchas personas a las que no volveré a ver. Personas que, en pocos días, se han convertido en amigos inseparables. Personas grandes y luchadoras que se merecen todo lo bueno que les pueda pasar.

Han sido dieciséis días de convivencias, lo cual no siempre es agradable; como diría Carlos “el optimista”, hemos agrandado nuestra zona de confort. Tan solo con decir que los últimos días preferíamos ir al baño en el campo que en los váteres, sólo por no tener que hacer cola…

Se nota en el ambiente la melancolía y la pena que traen estos finales, se cierra una etapa de nuestra vida, ya no somos los mismos 110 adolescentes que fueron el 23 de Julio a la puerta del Bernabeu. Hemos madurado, nos hemos dado cuenta de la realidad del mundo fuera de nuestro “cómodo” país , creo, eso es lo importante de todo esto, crecer como personas.

Si me pidieran que resumiera la expedición con una palabra sería superación. Todos y cada uno de nosotros hemos conseguido cosas que, en un principio, eran impensables.

Sólo me queda agradecer a la cocina, los bomberos, los chóferes, los chicos de Isabel II, Telmo, Isa, nuestros súper monitores, en especial a Sonia, que sin ella no habría conseguido hacer todo lo que he hecho, al equipo médico, Mamen, Maite y Alicia, que han cuidado de nosotros como si fueran nuestras madres. A Pablo Martos y su ejercicio matutino, a todo el equipo de comunicación, a todas las personas que nos han recibido con los brazos abiertos y por supuesto, a los rumberos, sobre todo a las Lucías, a Rita, a Gadea, a Daniel y a muchos más, por todo lo que han hecho por nosotros, porque sin ellos nada de esto sería posible. Gracias, gracias y gracias.

P.D.: Esto no es el final, es sólo el principio de unas grandes amistades.

Iris Ferrer Ruiz

“El nuevo comienzo”

Hoy finaliza Rumbo al Sur. Hoy finaliza esta aventura por África. Hoy dejo parte de mis sueños allí. Hoy cierro los ojos y recuerdo cada momento en Marruecos. Hoy agradezco por esta experiencia llena de aprendizaje que la vida me brindó. Hoy brindo por esta oportunidad.

Llena de emociones finalizo este viaje, observando las miradas de tristeza y desconsuelo de mis compañeros. Lleno de fuerza mi corazón, comprendiendo que este es sólo el inicio de una nueva vida, que esta expedición ha marcado mi existencia y dejado una huella en mí. Abro un poquitico más mis ojos al mundo y poco a poco mi burbuja de cristal se va desvaneciendo encaminada a la cooperación y la lucha contra la desigualdad mundial.

Este recorrido me ha dejado, además de grandes amigos, un verdadero intercambio cultural. Una ampliación de mis conocimientos sobre el mundo y una versión diferente de la historia de la humanidad.

Espero haber brindado lo mejor de mí a todos con los que he compartido, que tengan el recuerdo de mí como el reflejo de Colombia.

Gracias ERS 2014.

Experiencias inolvidables que marcan tu vida en un antes y un después lleno de sonrisas, aprendizajes, sueños, retos y aventura.

Daniela Vásquez

7 AGOSTO CEUTA-CRUCE ESTRECHO-ALGECIRAS-CADIZ

España Rumbo al Sur, objetivo conseguido. Echar la vista atrás y recordar ese reto que nos propusimos hace meses. Hoy, sentirnos afortunados por estar aquí, porque, pese a todas las dificultades, nos hemos superado. ¿Quién nos iba a decir que nuestro verano sería así? Cambiar horas de sueño por recorrer dunas en dromedario, derretirnos a medio día por el calor y congelarnos de frío por la mañana en la playa, sentir la necesidad de beber y tener poca agua. Situaciones que han ampliado nuestros límites, abierto la mente y enseñado otras realidades.

Hemos conocido una cultura en la que abundan las sonrisas y lo material no es lo más importante. Esta experiencia está formada por gente y lugares nuevos, que siempre nos han acogido con los brazos abiertos. Por todo esto, vale la pena estar aquí.

Todo esfuerzo tiene su recompensa, pues no solo nos llevamos vivencias únicas, sino también grandes amistades, personas inolvidables con pequeños detalles que guardamos en nuestro corazón.

Estos días nos han ayudado a reflexionar, a conocernos mejor, a pensar en los demás, a formar parte de un grupo, colaborar y cooperar, compartir lo que tenemos y ayudar sin dudar.

Ahora sí, decimos adiós. Ya hemos cruzado el estrecho, estamos de vuelta en la península. Aunque la aventura acaba, el viaje no ha hecho más que empezar rumbo a donde queremos llegar.

Ángela Ávila y Mar Cervera

Amanecemos otra vez en el cuartel de Ceuta. Lo que hace unas semanas nos pareció un infierno, con camas usadas y sábanas manchadas, hoy nos parecía un paraíso. Para sorpresa de todos, la hora de deporte se nos hizo muy amena, llevándonos de vuelta a nuestra zona de confort. Pablo nos demostró que tiene un lado muy infantil, se picaba con nosotros durante las carreras.

Tras unas duchas y un buen desayuno, fuimos a hacer una visita a Ceuta, unos paseos por las zonas más importantes y por la costa en barco. Durante esta etapa nos hicimos muchas fotos para intentar inmortalizar los últimos momentos juntos. En el ferry volvimos a hacer más fotos e intentamos descansar para la noche prometida. Una visita para ir finalizando el día a la casa de los Franciscanos de Algeciras.

Va terminando el día y vamos calentando motores para la última noche en la que nos hemos propuesto no dormir nada y disfrutar de los últimos momentos.

Un beso enorme.

Paula Sánchez

De nuevo nos levantamos en el inicio de esta gran aventura, la cual nos ha permitido abrir mucho los ojos. Podríamos bautizarlo como La Metamorfosis Rumbera. En este nuevo día me he dado cuenta de que las apariencias no son lo que parece, ya que Pablo ha sido el que mejor se lo ha pasado haciendo deporte, aunque no creo que mejor que yo, porque me he picado como un niño pequeño con él y Pistacho, quien me ganaba corriendo por su propulsión natural, es decir, sus bombas tóxicas, que le impulsaban a cada zancada por las lentejas de anoche. Yo personalmente le habría metido un corchito por la puerta trasera para evitar un segundo Fukushima, por si las moscas.

Cuando desayunamos y nos arreglamos, Fili, Nacho y Joaquín pusieron rumbo al centro de Ceuta, donde visitamos las murallas y navegamos por el canal de San Felipe. El paseo por el canal fue para mí un momento muy especial, ya que me recordó cómo empezamos esta aventura en Alcalá, concretamente en el Cuartel Primo de Rivera. En ese lugar se iniciaron esas amistades que hoy día quiero que duren hasta el final de mis días.

Este viaje no termina aquí, sino que es el final de un inicio al que le queda una gran historia por vivir, por sentir, por no dejarse nada en el tintero del papel de nuestra existencia.

Me es difícil escribir una crónica cronológica del día y no emocional, porque lo que el ahora sentimos muchos en nuestros corazoncitos no es difícil de contar.

La brisa que me acariciaba durante el paseo en barco, me llevó a los brazos de Morfeo, quien me dejó probar lo dulce de tantos momentos juntos que hemos pasado. Los malos, a pesar de que a veces la ventisca borra esas pisadas superficiales en la arena, se mantienen fieles en nuestro pecho en el que han sido marcados con el fuego de las marchas, del sudor, del sufrimiento de cada ampolla nueva que salía, hasta el punto de decir: “¿Dónde te habías metido vida rumbera?”. Es difícil responder a preguntas que nosotros mismos nos cuestionamos para ver si alguien nos las puede responder, pero más difícil es vivir en un paraíso que sabes que te lo van a quitar. No obstante, al igual que todos hemos luchado por estar más aquí, quiero pelear por mantenerlo, ya que esta familia que hemos formado no puede acabar, porque nosotros seguimos aquí, y seguiremos día a día, exprimiendo cada momento, cada vivencia que se presente ante nosotros.

El gran mosaico que todos formamos tiene pasión y sentimiento, pues, sin ir más lejos, ahora mismo todos estamos cantando en el bus la canción de “Amo la vida, amo el amor, soy un truhan, soy un señor” con los gritos de Guillén Calzas Largas y sus preciosas coletillas.

Estos hermanos rumberos son a veces tan tan hermanos, que te abrazan, te sacan sonrisas y, sobretodo, te llenan como persona por dentro.

Finalmente, de hoy me llevo el bien que nos ha enseñado el padre Isidoro, que es hermano de la Cruz Blanca y de todas las dedicatorias que me están poniendo en la bandera de España. Ahora sí, y termino de verdad, quiero acabar con esta frase que creo que mejor resume lo que he vivido, estoy viviendo y me queda por disfrutar.

“Creía que era una aventura y, en realidad, era la vida”

Gonzalo Gómez de la Calle

“El poder de la llama”

Ya comprendo el por qué de tanta intensidad. La Tierra Roja como concepto es grande, poderosa, fuerte; tanto que atrapa incluso dolorosamente. No es idealismo barato, ni únicamente inquietud ante la diversidad. Representa, la infinitud, como las eternas dunas del desierto.

Esto es tan intenso que conectar conmigo me resulta agobiante. Cualquier percepción registrada y sentida como cercana hiere.

En la mayoría de las ocasiones las sentencias de la Naturaleza son imperativas, taxativas e irrevocables. La inmensidad y otras tendencias a la infinitud son inconcebibles por su carácter inhumano. ¿Acaso esta incomprensión está relacionada con la voluntad, esa tan esencial cualidad humana? ¿Tiene esto que ver con las incombustibles ansias de conocimiento y control de los seres humanos?

ERS representa el gran reto de vivir, el caminar descubriendo. La inmersión más plena y sublime en un vivir intenso, apasionante y enriquecedor.

La convivencia continua es el contexto de aprendizaje. No es solo embarrarse, mojarse; es salir del fango con lecciones aprehendidas, es absorberse hacia adentro sumando conciencia a nuestras acciones bajo la orientación de la brújula de la justicia social. Es intensificar las experiencias, ser niño/a.

Siempre que os llaman “los niños” me quejo insistentemente, porque, aunque sois esponjas, estáis vivos, creciendo constantemente (como todas las personas), pero formados o a punto de formaros en las estructuras más básicas que sentarán las bases de vuestro mañana.

De todas formas, queridos expedicionarios, si algo os pediría es que por favor no dejéis nunca de ser niños.

Diana Martínez, equipo de cocina/material/crónicas

6 AGOSTO KENITRA-LIXUS-CEUTA

A pesar de su juventud, Jalal Elhannach es el responsable de salvaguardar las ruinas de la antigua ciudad de Lixus, del año 1.200 a.C. Con una sonrisa, explica orgulloso que su padre y su abuelo ocuparon el mismo cargo que él desempeña ahora. “Tengo una casa, pero Lixus es mi primer hogar. Corre por mis venas”, asegura desde lo alto de este enclave, ubicado en las inmediaciones de la localidad marroquí de Larache. Los últimos rayos del sol tiñen de naranja los restos de la factoria de “Garum”, un anfiteatro y unas termas. “Aquí llegaron a vivir 3.000 personas; soldados y nobles”, indica Jalal, a la vez que señala con su mano los lugares que va describiendo. Parece acariciar las antiguas murallas romanas, transportado varios siglos atrás. Tras recorrer sus calles, ahora cubiertas de matojos y polvo, se despide de los 111 jóvenes que le han acompañado a lo largo de la ruta: “Para mí es un honor que venga gente como vosotros, el grupo España Rumbo al Sur, a conocer nuestras raíces, que también son las vuestras. Puede decirse que somos hermanos”.

Los expedicionarios habían amanecido en Kenitra, en el colegio Don Bosco, de los Salesianos. Allí charlaron con su director, el padre José Antonio Vega, quien lleva 29 años recorriendo algunos de los lugares más hostiles de la geografía africana. “Ahora vosotros tenéis la oportunidad de conocer este continente, que es maravilloso”, les dijo el misionero. Tomando ese consejo por consigna, el grupo se dirigió en autobús hasta Lixus. El lugar no fue más que una parada en el camino, que tenía Ceuta como meta. Sin saberlo, los jóvenes estaban destinados a hacer el mismo recorrido que Estrabón, geógrafo e historiador de la Grecia Clásica. “Partiendo de Lixus y navegando hasta el mar Mediterráneo se encuentran Zelis y Nangi. Luego la tumba de los siete hermanos y encima el monte llamado Abyla, poblado de fieras y cubierto de grandes árboles”, escribió el sabio en su libro Geografía.

La ruta ya estaba marcada desde hacía varios siglos, pero a los expedicionarios no les fue tan fácil seguir aquellos pasos. Eran las dos de la madrugada cuando el convoy alcanzó la frontera ceutí. Tan sólo una parte del grupo había cruzado la aduana cuando dos agentes de Policía descubrieron una furgoneta abandonada en tierra de nadie. Siguiendo el protocolo, cerraron las puertas del país y llamaron a los artificieros para que examinaran a fondo el vehículo. Las labores se prolongaron durante casi una hora. Con todo, los jóvenes no perdieron el ánimo. “¿Qué día es hoy?”, preguntó María Fernanda Rocha. “Siete de agosto”, le respondieron. “¿Ya? –preguntaba incrédula–. ¡Entonces es mi cumpleaños!”. Las canciones y las felicitaciones rompieron el silencio de la madrugada.

Por fin, el grupo se reagrupó y marchó hasta el cuartel García Aldave, de la Legión, donde ya habían dormido al término de la primera jornada de esta expedición. Ahora, con la ropa sucia, la maleta cargada de polvo y los pies, de ampollas, se recuerdan a sí mismos dos semanas atrás. “Va a ser difícil describir a mis padres y amigos todo lo que he vivido. Espero ser capaz de saber definirlo con palabras”, reconocía Eva Salvado, miembro de la expedición.

La noche fue corta; muy corta. A pesar de que el grupo se acostó a las cinco de la madrugada, el sueño fue reponedor, suficiente para retomar los pasos de Estrabón y conocer, de la mano de varios guías locales, los rincones de Ceuta: sus murallas, monumentos y edificaciones de épocas pasadas. La ciudad es conocida como la perla del Mediterráneo, afirmación basada, en parte, en la riqueza cultural que la sustenta. “Todo esto es increíble –apuntó Ricardo Renedo, miembro de la expedición–. Me han dado ganas de aprender árabe para volver y poder charlar con todo el mundo. En cuanto vuelva, veré todas las fotos y los vídeos para recordar todo lo que hemos vivido”.

A los jóvenes no les fue fácil montar en el ferry que les llevaba de vuelta a Algeciras. A Victoria Muñoz, incluso, se le escapó alguna lágrima al cruzar la pasarela del barco. “Claro que quiero volver, pero me da mucha pena despedirme de Marruecos”, reconoció, sonriendo.

Tras desembarcar, el grupo se dirigió a la delegación que los hermanos franciscanos de la Cruz Blanca tienen en Algeciras, donde les recibió el fraile Isidoro Macías, más conocido como el padre patera por su completa dedicación a los inmigrantes que cruzan el Estrecho. “Hay que entregarse al que lo necesita. Sólo de esa forma conseguiremos que el mundo sea un poquito más justo”, les instó Macías. Tras despedirse, el convoy puso rumbo a la academia militar de San Fernando, en Cádiz, donde pasarán la última noche de esta aventura.

 

Gonzalo Araluce Martín

Cronista Oficial ERS

 

5 AGOSTO ESSAOUIRA-RABAT-KENITRA

El escritor francés Dominique Lapierre recorrió buena parte del mundo con una mochila a las espaldas, asumiendo la experiencia que sólo tiene el viajero curtido y que permite mostrar las realidades más desconocidas. En su libro La ciudad de la alegría, Lapierre describe la Calcuta de las primeras décadas del siglo XX como un microcosmos con vida propia en el que, a pesar del dolor, es posible encontrar brotes de ilusión.

Desde luego, la situación del grupo de España Rumbo al Sur dista mucho a las relatadas en esta novela. Sin embargo, ellos también se enfrentan, en esta novena edición de la expedición, a adversidades que les exigen una altura física y moral ejemplares. Después de 14 días de viaje, los jóvenes amanecieron en un campamento improvisado en las afueras de Essaouira, en la costa oeste marroquí. El espacio no era más que un aparcamiento en el que extendieron sus esterillas y sus sacos de dormir, flanqueado por sus cuatro costados por los vehículos en los que están recorriendo el país vecino. Apenas durmieron unas horas, pero muy pocos pusieron pegas a la hora de despertarse y caminar hasta la playa para practicar los ejercicios cotidianos. El programa indicaba que la próxima parada pasaba por la medina de la ciudad: durante un par de horas, recorrieron sus calles, regatearon con sus comerciantes y, algunos, hicieron acopio de chocolatinas y otros dulces.

Éstos últimos agradecieron haber sido tan precavidos: tras enfilar el camino de regreso al autobús, tomaron la carretera que les conducía hasta Rabat. El viaje se prolongó durante siete horas y los expedicionarios hicieron acopio de las provisiones que guardaban en sus mochilas. Su destino era la embajada española, donde les recibió Camilo Villarino Marzo, ministro consejero de la delegación. «Después de haber convivido con la gente de Marruecos, vosotros sois los mejores embajadores, porque habéis compartido muchas experiencias con la gente de este país», apuntó Villarino. A continuación, el grupo compartió con el ministro consejero algunas de sus inquietudes, centradas, fundamentalmente, en los asuntos territoriales y fronterizos que conciernen a los Estados marroquí y español.

Tras un refrigerio, el convoy marchó hacia el colegio de salesianos de la ciudad vecina de Kenitra. Ésta sería la última localidad del país vecino en la que dormirían, después de cruzar, al día siguiente, la frontera ceutí. «¿Ya volvemos a España?», preguntaron los expedicionarios, lamentando que este viaje que «les está cambiando la vida» -tal y como ellos mismos asumen- toque muy pronto a su fin.

Gonzalo Araluce Martín

Cronista Oficial ERS

Amanecemos en un lugar idílico de Essaouira que nos brinda la naturaleza. La playa, donde la brisa fresca del Atlántico se lleva el cansancio, la pereza y las preocupaciones. Me trae, sobre todo, bonitos recuerdos; recuerdos de Valencia, mi tierra, y de mi gente.

El 5 de agosto es, para mí, especial. Un día que sabe a familia. Hoy, tanto desde la distancia como desde el amor, felicito a mi madre Nieves y a mi hermana Neus que celebran su santo. Y es que recordar, del latín re-cordis, significa volver a pasar por el corazón, y no hay lugar mejor para tenerlas a ellas. No existe baúl más grande que este.

A tres días de finalizar este viaje, recuerdo las palabras de Telmo en el acto oficial en el Canal de Isabel II, que decían: “África, y en concreto Marruecos, nos acoge con los brazos abiertos”. Y pienso yo que, cuando esta apertura es recíproca y te dispones a descubrir África, un continente tan cercano como olvidado, ocurre lo que me ha pasado a mí: se te agranda el corazón.

El paseo de hoy por la medina en Essaouira, la visita a la embajada española en Rabat, cada segundo en el autobús; al igual que cada lugar visitado durante la expedición, cada momento vivido, cada risa o tristeza compartida, cada conversación, etc… ha hecho de nosotros mejores personas. Sin embargo, por encima de esto, lo que me ha ayudado a crecer han sido las personas de ERS: el equipo, los compañeros, todos los marroquíes con los que he compartido algún momento de este viaje, incluso podría hablar de amigos. Amigos de verdad porque es aquí donde aprendemos que a ser nosotros mismos y, siendo cada uno único e irrepetible, nacen las amistades que, ojalá, sean para siempre.

De todo esto se trata España Rumbo al Sur, de crear relaciones y fortalecer algunas. Como nos ha dicho hoy el Ministro Consejero de la embajada española ante Marruecos, somos nosotros los verdaderos embajadores que nos atrevemos a viajar para conocer Marruecos y luego transmitir lo que nuestros sentidos perciben a la sociedad española.

Como decía antes, nos quedan tres días para finalizar este viaje, para volver al norte. Y a estas alturas me pregunto: ¿será esto el fin de un viaje? Tal vez será el comienzo de algo nuevo, tal vez será el comienzo de nuestra futura vida. Pero, mientras tanto, hasta el viernes no podemos hacer otra cosa si no disfrutar. Disfrutar cada hora, cada minuto, cada segundo. Porque experiencias como esta no se volverán a repetir, mas siempre estarán en nuestro corazón.

María Revert

Hoy voy a escribir una crónica diferente a las demás. No voy a contar lo que hemos realizado a lo largo del día, sino que voy a empezar dando las gracias a todos aquellos que han hecho posible ERS. Sin duda, ha sido el mejor viaje de mi vida. Es verdad que hemos pasado calor, sed, hambre, agotamiento, etc., pero lo repetiría mil veces más.

Es un viaje que te enseña a valorar lo que tienes y en el que te das cuenta de lo afortunado que eres por haber nacido en una familia en la que no te falta de nada.

Nunca antes había pensado en lo esencial que es el agua potable. Siempre damos por hecho que la tenemos simplemente abriendo el grifo, mientras hemos visto cómo mujeres marroquíes acuden al río a coger el único agua disponible.

También, la expedición ha supuesto un reto para todos nosotros. Hemos conseguido caminar por el desierto a 51 grados, recorrer el Atlas y dormir 3 horas diarias. Es increíble lo rápido que han pasado estas tres semanas y apenas faltan días para que termine esta aventura. Ahora toca convertir la experiencia en enseñanza y llevar el África que llevamos dentro a nuestras casas.

Por último, como dicen, las mejores experiencias crean las mejores amistades y es que si hay algo que te enseña Rumbo al Sur es el valor de la amistad.

Un beso fuerte a mi familia y felicidades a mii hermana Blanca en su santo, ¡en nada nos vemos!

Mónica Gil

El tiempo pasa más rápido de lo que hubiera imaginado. Ya solo quedan tres días para que se acabe esta aventura, este sueño…

Hoy hemos amanecido junto a unas playas de Essaouira, de las más bonitas de Marruecos. El amanecer del día parecía tornarse en tonos grises y fríos, pero gracias a las carreras matutinas de Pablo Martos todo acaba dibujándose en otros colores. Aunque el correr no sea de mis actividades preferidas, me siento como una privilegiada al poder gozar de él en compañía de los “rumberos” y al poder hacerlo en los lugares tan magníficos y distintos en los que lo hacemos.

Me encanta levantarme cada día en un suelo diferente y acostarme bajo un cielo que, aunque sea el mismo que veo desde Burgos, parece completamente otro.

Después de nuestra agotadora pero gratificante hora de deporte matutino, hemos dado un agradable paseo por las calles de la Medina. Todo tipo de objetos marroquíes inundan ahora nuestros autobuses. No sé bajo qué cielo acabaremos el día de hoy, de momento solo sé que son las seis de la tarde y que no hemos comido aún.

P.D.: Mamá, papá; aunque no quiero que esta expedición se acabe, os echo mucho de menos. Tengo muchas ganas de daros un abrazo y de volver a oír vuestra voz. Quiero contaros todas las aventuras y experiencias nuevas y emocionantes que he vivido aquí, pero, sobre todo, quiero volver a veros. Os quiero.

Cristina Martínez G.

Esta mañana nos hemos levantado con el mítico “¡Buenos días! ¡Ropa de deporte! ¡Salid del saco!” de nuestro querido Pablo. Para mi sorpresa, al girar el autobús y subir la duna, se escondía una preciosa playa con la ciudad iluminada de fondo. Hemos estado corriendo a lo largo de la playa, cosa que no me puede recordar más a los sábados por la mañana con mi padre. Después de desayunar y recoger hemos ido a la Medina. Me ha encantado porque, a pesar de ser un lugar poco cuidado, tiene muchísimo encanto y, sobre todo, las alfombras y los tapices que decoraban las tiendas en las callejuelas, le daban un toque muy colorido. Al acabar nuestras compras, todos nos hemos contado lo orgullosos que estábamos de haber regateado y nos hemos dirigido al bus rumbo a la embajada española en Rabat.

Tras un largo y divertido trayecto, en el que nos hemos inventado canciones sobre lo mucho que deseábamos la comida, hemos llegado a la embajada, donde hemos aprendido mucho sobre las relaciones entre España y Marruecos.

Me quiero despedir felicitando a mi madre, que hoy es su cumpleaños, y quiero darle millones de gracias porque sin sus constantes ánimos no estaría disfrutando de esta aventura.

Elena de Apellánez

4 AGOSTO SIDI IFNI-ESSAOUIRA

Las notas que Charles de Foucault tomó sobre la cartografía de Marruecos permitieron elaborar un mapa minucioso de las regiones que todavía permanecían inexploradas a finales del siglo XIX. El relato de los encuentros con las gentes del lugar, sus inquietudes, dolencias y reflexiones constituyen un documento valiosísimo para comprender las raíces del país vecino, desconocido hasta hace muy pocas décadas -si no lo sigue siendo, en cierta medida, en la actualidad-.

Contagiados de ese espíritu, los expedicionarios de España Rumbo al Sur recorren Marruecos con su libreta y su bolígrafo en la mano, dispuestos a tomar nota de todo lo que van encontrándose por el camino. Para algunos de ellos, esta es la primera ocasión en la que se vacían delante de un papel, y no les resulta fácil dar con las palabras precisas para hacerlo. Se trata de un reto difícil de superar. Sin embargo, el interés por leerse a sí mismos en el futuro, o bien transmitir sus experiencias a una tercera persona, les lleva a arrancar unas horas al sueño para describir sus sensaciones.

«Trato de dialogar conmigo mismo para encontrar respuestas a muchas de mis preguntas», explicó Gonzalo Gómez de la Calle. En su cuaderno, las anotaciones a mano están salpicadas de algunas escenas que, con esmero, ha dibujado a lápiz: entre ellas, el recorrido por la medina de Tetuán o la larga caminata por el desierto del Sáhara.

Por su parte, Nacho Gómez García quiere dejar constancia de no sólo de «lo bien que lo estamos pasando, también de los sufrimientos, puesto que forman una parte importante de esta experiencia»: «Uno de los momentos que más me gustó y sobre el que he escrito fueron los minutos previos a lanzarnos a las dunas -apunta Nacho-. Estábamos hundidos y teníamos decidido quedarnos, pero, charlando con unos amigos, nos dimos cuenta de que era una oportunidad única que debíamos aprovechar, así que decidimos echarnos a andar y disfrutar de la caminata».

A Jesús Estrada Vázquez quizá le cuesta un poco menos escribir. Con 17 años, es un apasionado de la poesía y cuenta con un libro que le gustaría publicar algún día. «Pero en este viaje no he escrito ni un verso -reconoce-. Para eso, necesito sentarme con calma e inspirarme. Pero las notas que estoy tomando me servirán para, en mi casa, escribir algunos poemas sobre todo esto».

Para muchos de los jóvenes, sus cuadernos suponen su bien más valioso después de trece días de expedición. En ellos han plasmado, hoy, su marcha de Sidi Ifni; mientras que mañana relatarán las sensaciones que les despertará cada rincón de la medina de Essaouira, antes de emprender el camino que les conducirá hasta Rabat. El viaje muy pronto tocará a su fin, pero, al menos, los expedicionarios siempre podrán acariciar con la punta de los dedos las páginas que ellos mismos escribieron sobre esta aventura.

Gonzalo Araluce Martín

Cronista Oficial ERS

 

Estamos a cinco días del final de esta aventura. Ya estamos camino al Norte, poco a poco nos vamos acercando a la Península, poco a poco nos damos cuenta de lo que hemos aprendido. Miramos atrás y recordamos personas inolvidables, risas, bailes, llantos; y muchas cosas más que nos han cambiado. Esos 110 adolescentes que salieron hace semanas de Madrid han madurado, ya no somos los mismos de antes. Nos hemos dado cuenta de que hay personas que con muchas cosas menos que nosotros son mucho más felices.

Cuando pienso en estos días sólo se me ocurren palabras como superación, compañerismo, amistad, frustración, optimismo…Y muchas más, porque, al fin y al cabo, estos días lo hemos pasado bien y mal, hemos reído y hemos llorado, pero lo importante es que hemos crecido como personas.

Yo, personalmente, me he dado cuenta de que soy una persona muy pesimista y que si cambiase esto probablemente sería más feliz de lo que soy. Desde luego voy a trabajar en ello porque de verdad me apetece cambiar.

En la recta final de esta expedición las cosas cuestan el doble. Todos echamos de menos a nuestros amigos y familias, sobre todo en esos momentos malos. En ellos echas de menos unas palabras de ánimo de tu padre, madre, hermanos, o de cualquier persona que sepa que te tiene que decir en los momentos de bajón.

Estando a estos días del final no debemos olvidar que hemos cumplido y estamos cumpliendo nuestro sueño.

P.D.: Recuerdos a mis padres, mi hermana y Elena.

Iris Ferrer Ruiz

Abrimos los ojos un día más con las palabras “buenos días, ropa de deporte”. El cielo de la costa de Ifni estaba nublado y hacía fresquito. Todos estábamos encantados de poder dormir escuchando y oliendo el mar. Por ello, el correr por la playa se hacía leve.

Tras esto, estuvimos limpiando la terraza donde habíamos dormido los últimos dos días. Cuando bajábamos las basuras nos encontramos a los dueños del Hotel “Suerte Loca” que nos sonreían, como siempre. No se podrían haber mostrado más hospitalarios con nosotros. La primera vez que nos vieron llegar con caras de cansados y cargados con nuestras mochilas, no hicieron otra cosa que abrir sus brazos con té y pastas que, por cierto, estaba deliciosísimo. Pues, de esta manera, nos despedían, con la misma cara simpática.

Dimos un taller de cocina con nuestra gran mami, Cristina Foret, responsable del equipo de cocina, quien nos da ejemplo día a día con su paciencia y profesionalidad. Después de éste, el siguiente taller era el de José Luis Cuesta, el fotógrafo de la expedición. Nos contó historias y nos abrió un poco más los ojos al fotoperiodismo. Dijimos adiós a este acogedor sitio con un partido de fútbol en la playa.

Ahora nos ponemos rumbo al Norte y en las horas de bus nos prometemos volver al Sur algún día. En este mismo momento estamos todos metiditos en los sacos en algún lugar de Essaouira al refugio de los autobuses viendo “El Paciente Inglés”, con las tripitas llenas de la ración militar que hemos conseguido dominar y a la que hemos cogido hasta cariño.

Ya nos quedan poquitos días aquí en África y nos gustaría que este momento fuese eterno. Por eso, hoy hablando con mis compis nos hemos prometido olvidarnos del tiempo que queda para volver y disfrutar del tiempo restante en este maravilloso Marruecos que hemos descubierto y donde nos hemos descubierto.

Malena Pozas Gil

¡Hoy me he levantado de buen humor porque no hacía frío ni tenía arena en la cara! La hora del deporte ha sido otra vez correr, pero al no cargar con la sudadera, se me ha hecho mucho más ameno. Además, noto como cada día estoy más en forma y con más ganas. ¡Papá, estarás orgulloso cuando me veas!

Después, hemos tenido una charla de fotoperiodismo con Cuesta que me ha encantado, porque he aprendido que es de los trabajos más honestos y altruistas que hay. Luego hemos ido a la playa por última vez, así que hemos hecho un partido de fútbol y hasta castillos de arena. Le vamos diciendo adiós a lugares que sabemos que no vamos a repetir porque ya empieza la cuenta atrás, así que lo importante ahora es disfrutarlo más que nunca. ¡Hasta las siete horas de bus de después hasta Essaouira, donde vamos a dormir hoy, de camino a Rabat!

Ahora veremos una peli y luego dormiremos, pero, hasta que empiece y mientras escribo, no puedo dejar de mirar las estrellas. Hoy no hay muchas, pero otros días ha estado espectacular y veíamos hasta la Vía Láctea.

Y con esto me despido ¡que empieza la peli!

Blanca Carcasona

Vuela un nuevo día, al igual que los que estamos pasando aquí.

Amanece y con el “buenos días chicas, arriba” de siempre nos levantamos. Hoy con una extraña sensación en una mano, ya que ayer algunos experimentamos nuestro primer tatuaje de henna. Salimos a correr por la playa, es duro pero aquí no vale tirar la toalla, algo que he aprendido a lo largo de este viaje.

Después, una mañana de charlas con grandes profesionales como nuestra cocinera Cristina o nuestro fotógrafo Cuesta.

Más tarde, un partido de fútbol contra la gente local de Sidi Ifni, algo realmente divertido porque, si algo más he aprendido, es que, para conocer un país, no vale sólo con visitar un monumento o comprar un souvenir, sino que hay que relacionarse con la gente de ese país y compartir tiempo.

Y, finalmente, emprendemos nuestro viaje a Rabat, hoy dormiremos en Essaouira. El tiempo vuela…

Paula Cantero González

3 AGOSTO SIDI IFNI

Ali Bouaddi ha dedicado toda su vida al mar. A sus 61 años, ya está jubilado, pero sigue recorriendo a diario el camino que conduce desde su casa, en el corazón de Sidi Ifni, hasta el puerto, donde charla con viejos conocidos. Conoce con detalle las calles del pueblo, su gente y sus historias. Hoy, no obstante, algo alteró su recorrido habitual: al alcanzar las inmediaciones del antiguo cine Avenida, vio que la puerta estaba abierta. Sin dudarlo, atravesó el umbral y accedió al espacio, ahora abandonado. El techo está descascarillado y en el suelo no queda rastro de los asientos aterciopelados. Pero Ali lo escudriñaba cargado de ilusión, con la mirada de un niño: «Hacía cuarenta años que no entraba aquí -reconocía, en perfecto castellano-. Este era un sitio mágico. Conocía a muchos de los soldados españoles que estaban destinados en la región y que venían a la sala a ver las películas». Tras estudiar cada detalle, el marinero abandonó el cine y prosiguió su camino habitual. Sus manos seguían entrelazadas a la espalda; en su rostro lucía la sonrisa de un niño.

El antiguo cine Avenida de Sidi Ifni volvió a abrir sus puertas cuarenta años después, y lo hizo de la mano de los expedicionarios de España Rumbo al Sur. En el duodécimo día del viaje, el grupo visitó algunos de los edificios erigidos cuando Sidi Ifni era todavía una provincia española: el consulado, el banco exterior, la comandancia, el casino… Hassan Elmouhagir, de la Asociación Histórica de Ifni, condujo a los jóvenes a través de estos espacios: «Yo tenía 17 años cuando la ciudad dejó de ser española», explicó al grupo, a la vez que les daba la bienvenida a la localidad marroquí. El alcalde de la villa, Abdennaser Atbib, también los acompañó en su recorrido. «Es muy interesante que vengan grupos como los de España Rumbo al Sur. Así, los jóvenes conocen nuestras costumbres y cultura», afirmó.

Después de la visita guiada, los expedicionarios se encontraron con una sorpresa que superaba todas sus expectativas. Después de varios días caminando de desierto a desierto, por fin les esperaba la playa. «Esto sí que es un oasis», reconocieron algunos. Después de comer sus raciones militares, participaron en diversos talleres a la orilla del mar. Probablemente, el que despertó una mayor admiración fue el de surf. La puesta de sol pintó el cielo de todas las tonalidades de naranja. Después de varias horas de dispersión, los jóvenes regresaron al hotel Suerte Loca, donde se hospedaron por segunda y última noche antes de emprender la marcha hacia Agadir, localidad costera al norte de Sidi Ifni. Sin embargo, al grupo todavía le faltaba un último momento mágico antes de despedirse de la antigua provincia española: la proyección de una película en el descascarillado cine Avenida. Telmo Aldaz de la Quadra-Salcedo, director de España Rumbo al Sur, explicó al grupo la trascendencia del gesto: «Esta sala es reflejo de la estrecha relación que tuvo esta tierra con nuestro país. Disfrutad, porque sois privilegiados de ser testigos de este momento».

 

Gonzalo Araluce Martín

Cronista Oficial ERS

Dicen que lo que bien empieza, bien acaba. Esperemos que sea cierto, porque nuestra estancia en Sidi Ifni no lo podría haber hecho mejor. El olor a sardinas mezclado con el sonido del mar y la humedad me transportaron por unos instantes a mi tierra, Barbate.

Y como no podía ser de otra forma, aprovechamos lo que este sitio nos brinda, pasando por una carrera en la playa, un baño en el mar y un rico desayuno en un escalón en primera línea de playa. Luego continuamos con una visita perdiéndonos entre las calles blancas y azules, que nos llevaron hasta el antiguo casino, el cine Avenida o el Ayuntamiento.

Para ponerle el broche final al día, disfrutamos de la playa, del surf, el rugby, los amigos y como no, de nuestro optimista, Carlos.

Ahora, a pocas horas de irnos a dormir, me invade una mezcla de nostalgia y ganas. Nostalgia porque me acuerdo de los míos y ganas porque quiero exprimir lo que nos queda.

Ana Gallardo

No puedo concretar el mejor día de todos, porque es imposible. Cada uno tiene algo especial que te hace seguir adelante con entusiasmo en esta aventura.

Hoy ha sido un día genial. Nos hemos despertado en el Hotel Suerte Loca, en la azotea, donde ayer fuimos recibidos cálidamente con pastas y té. Además, el equipo ERS nos invitó a cenar la comida local, sardinas y ensalada marroquí.

Después de correr por la playa y desayunar, hemos ido a otra playa de Ifni, antigua ciudad española. Allí nos hemos bañado y disfrutado de nuestra zona de confort, intercalándolo con talleres interesantes.

Hasta que, por fin, ha llegado el momento más esperado: el surf. Puesto que era la primera vez que lo practicaba, junto con la experiencia de hacerlo en África y que, además, estaba anocheciendo, ha sido increíble. Me he ido con una sonrisa de la playa.

Y más tarde, tras una cena riquísima y un trozo de tarta de limón de Malikka, la dueña del hotel Suerte Loca, termina la noche con una película en el antiguo cine de Ifni.

Buenas noches y recuerdos a mi familia, amigos y gente que quiero. Tranquilos que estoy muy bien.

Aitana Sempere Navalón

Dormimos cada vez en sitios más originales, esta noche en el ático de un hotel. Estamos en Ifni, antigua provincia español que ha dejado huella en los recuerdos en cada rumbero.

Y es que ha sido un día para no olvidar. La mañana comenzó con su habitual gimnasia. ¿Qué hay mejor que a las siete de la mañana correr por la orilla de la playa? Sorprendentemente el cielo estaba nublado, pero eso no ha impedido que nos bañáramos en el Atlántico, en el romper de las olas furiosas.

Unas horas más tarde estábamos de paseo por el bonito Ifni, con sus banderas y banderines ondeantes, sus casas blancas al más puro estilo árabe. Hemos visitado el ayuntamiento, el consulado español ya abandonado…

Se nos hace curioso el no pasar calor y respiramos aliviados cuando nos dicen que no es necesario llevar botas. Próxima parada: la playa. A tan solo media horade nuestra residencia y, después de unas raciones militares acompañadas del sabroso pan marroquí, ha comenzado el paraíso de verano para los rumberos. El sol había hecho acto de presencia para no menospreciar la espectacular playa de Ifni en la que un baño frío es, de nuevo, un combate cuerpo a cuerpo con las olas. Igual que, primero chicos y después las chicas, en un improvisado cuadrado de lucha libre, se han ido retando. Los talleres han estado genial: rugby, optimismo, gestión del agua. El de surf se me ha resistido por la hora que era. Sin embargo, con o sin él, he disfrutado como nunca en nuestro pequeño mundo de ERS, donde nunca falta el buen humor, las ganas de reír y pasarlo bien, las más bellas personas.

No me cansaré de repetir que cada día que pasa descubro nuevas personas a las que admirar, a quien sonreír. Si a esa atmósfera, cargada de emoción, la añadimos una puesta de sol relajante, el espectáculo no tiene fin. Qué colores en el cielo, me dejan absorta y debo mirar atrás a cada paso que doy de vuelta al autobús. Es realmente un regalo de vista y uno más grande todavía el sosegado día de playa que hemos pasado.

En estos instantes estoy en una pequeña sala del hotel, a la espera de hacerme un tatuaje de henna. Queremos empaparnos al máximo de la cultura de Marruecos, somos cada día más los que lucimos pañuelos de colores en la cabeza, nuestros corazones palpitan más y más, al ritmo de África.

P.D.: un besazo enorme a mi familia, se os echa de menos.

Lucía García-Bayón Martínez

Hoy nos hemos despertado en el ático de un hotel, “Suerte Loca”, tras haber dormido bajo el cielo más estrellado que he visto en mi vida, el cielo de Marruecos. Pablo nos ha despertado con sus particulares buenos días para correr por la playa y después darnos el placer de bañarnos en el mar. Después del desayuno, hemos recorrido lo que antes era patrimonio español, como el consulado y el ayuntamiento de Ifni.

A las 12:00 subimos al bus, dirección a una playa a impartir varios talleres, uno de ellos de surf. En el ambiente se podía sentir la felicidad de 110 rumberos en cada uno de los talleres. Estábamos un poco aliviados por no tener marcha y eso ayudaba. Cada vez nos vamos conociendo más entre todos y se ha hecho notar en el taller de optimismo, en el que teníamos que decir cosas que te habían sorprendido de tu compañero. En el taller de rugby he tenido la oportunidad de hacerle un placaje a mi gran amiga Lucía. Recogiendo las cosas para volver al hotel, he podido apreciar un atardecer en una de las playas más bonitas de Marruecos. Vamos de vuelta, muchos hemos aprovechado para dormir, como siempre. Mientras cenábamos nos han avisado de que había una mujer haciendo tatuajes de henna y rápidamente hemos ido a verlo y, obviamente, muchas chicas nos lo hemos hecho. Era sorprendente cómo en cada mano dibujaba una cosa diferente. No creo que tardemos mucho en dirigirnos al cine de Sidi Ifni, el cual lleva cerrado más de 50 años y en el que vamos a tener la oportunidad de ver una peli.

Ya tengo ganas de volver a dormir bajo ese cielo estrellado que caracteriza tanto a Marruecos y la hace ser más bonita aún.

P.D.: Padres, gracias por mandarme indirectas para que escriba una crónica.

Lucía Jiménez Durán

Nos despertamos sobre aquella azotea de aquel hotel de Sidi Ifni, bajo un cielo gris. Podría ser el comienzo de un día triste, pero no fue para nada así.

Bajamos a la playa y comenzamos a correr por la orilla. Íbamos viendo la ciudad a cada paso. Parecía por momentos que no podía seguir más, pero me mentalicé y acabé como nuevo.

Tras haber repuesto fuerzas con el desayuno, dimos un paseo por Ifni, en el que se nos recordó que fue una provincia de España. Aún quedaban los edificios vacíos de antiguas instituciones españolas que ya son historia. Vimos también un cine con el techo desmontado y un casino de aquel momento.

Volvimos al hotel para coger las cosas para ir a la playa, que estaba un poco alejada de allí. Era un paisaje increíble. Estaba muy animada y todo el mundo parecía estar entretenido. Tuve el placer de mantener una interesante conversación con un amigo paseando por la orilla hasta llegar a un precioso arco de piedra que da nombre a la playa.

A lo largo de la tarde hicimos varias actividades, como una charla de optimismo y otra sobre el agua; de rugby; y la que más curiosa me resultó, el surf. Nunca había hecho surf y suponía un reto para mí. No conseguí ponerme totalmente de pie, pero para ser la primera vez, no está nada mal. Atardecimos en esta maravillosa playa contemplando el sol en el horizonte, pensando en cuánto estaba disfrutando. Sin duda, no me olvidaré de este día, al igual que no olvidaré este increíble viaje por Marruecos que he tenido la oportunidad de vivir.

Ricardo Renedo Gómez

Amanece después de la peor noche que he pasado en toda la expedición. Frío y humedad interrumpían mi sueño, pero aun así era mejor que los 45 minutos de carrera continua por la playa.

Una vez desayunado, hemos visitado antiguos edificios de lo que fue una provincia española: Ifni. Lo mejor estaba por llegar. Toda la tarde disfrutando de una maravillosa playa en la que hemos tenido talleres de optimismo. Allí nos hemos dado cuenta de la unión que este viaje ha provocado entre personas tan diferentes; de agua, en el que hemos aprendido la dificultad que existe para distribuirla en algunos lugares del mundo; de rugby y de surf.

Tras este día tan intenso, pero relajado, un atardecer de película cerraba la jornada. El sol descendía con un tono naranja suave, y se escondía entre unas nubes con pretensión de horizonte para no volver a aparecer. La luna ya estaba sobre nuestras cabezas, era la hora de despedirse de ese hermoso lugar que jamás podremos olvidar.

Palomo Cortina y Jaime Galiano

2 AGOSTO AKK-SIDI IFNI

Alejandro Dumas describía el castillo de If, en El conde de Montecristo, como una estructura enorme que se erigía sobre una isla en el mar; tan grande que encogía el corazón; tan solitario en mitad de la nada que sacudía el alma. Su descripción fácilmente podría trasladarse al peñón de Imaouine, cerca de la localidad marroquí de Akka. La piedra es el único punto de referencia en un océano de tierra y piedras grises. Uno de sus lados dibuja un acantilado vertiginoso que, a su vez, proyecta una sombra infinita sobre la llanura.

Los expedicionarios de España Rumbo al Sur se despertaron en medio de este paraje. Algunos abrieron los ojos cuando los primeros rayos de sol aparecieron en el horizonte. «He visto un amanecer increíble. Nunca había visto tantos colores en el cielo», comentaba Gonzalo Gómez, uno de los jóvenes, mientras recogía el saco de dormir y la esterilla. Por delante todavía quedaba un taller de reconocimiento de grabados rupestres que salpican una de las paredes del peñón. Mar Aldaz de la Quadra-Salcedo, historiadora y una de las coordinadoras de la expedición, explicaba a los jóvenes el significado de estos dibujos: «Muchos de ellos datan de hace 8.000 años. Los cazadores grababan sobre la roca la figura de las piezas que capturaban, un gesto que servía de guía a otros cazadores y que también tenía una base espiritual, mágica. Se pueden ver muchos animales, lo que demuestra que esto antes albergaba una vegetación frondosa». No obstante, el clima tan duro de la región ha ido erosionando la piedra hasta desdibujar algunos de los grabados.

Bajo ese clima, caracterizado por una fuerte calima, los expedicionarios emprendieron el camino de vuelta al campamento base, a una hora de distancia, donde les esperaban los autobuses. Inés Fernández-Roldán, una de los jóvenes que participan en la experiencia, disfrutaba de un paraje «que podría ser la luna»: «He tenido algunas ampollas, pero sigo haciendo todas las caminatas porque disfruto mucho con los paisajes y las conversaciones con la gente. Lo que más echaré de menos será el cielo por la noche, tan lleno de estrellas».

La undécima jornada de la expedición tuvo como destino Sidi Ifni, una localidad pesquera que formó parte del territorio español, desde 1476 bajo el nombre de Santa Cruz de la mar pequeña, hasta 1969. Muchos de sus habitantes -unas 20.000 personas- todavía hablan la lengua de Cervantes. Las casas están encaladas de blanco y sus detalles, pintados de azul. El enclave, además, es un paraíso para surferos de todo el mundo. Los expedicionarios se alojaron en el hotel Suerte Loca. Sus propietarios, los hermanos Malika, Hamido, Fatma y Rachid, recibieron al grupo con té y pastas. Basta con asomarse a la terraza del hotel para escuchar el ruido de las olas rompiendo en la playa; la temperatura ronda los veinte grados. «Esto es justo lo que necesitábamos», repiten los jóvenes prácticamente al unísono. Atrás quedan los parajes desérticos y el calor; de ahora en adelante, el grupo recorrerá la costa oeste de Marruecos en dirección al norte. Vuelta a España.

 

Gonzalo Araluce Martín

Cronista Oficial ERS

Nos metimos en los sacos a las 5:30 a.m., después de una marcha de una hora y media agotadora. Dormimos al pie de un acantilado, no pensamos que la noche fuera a ser muy larga. Sin embargo, el ruido de las cacerolas que llevaban los chicos nos despertó a las 8:30, todo un record. Y nada más despertarnos nos anunciaron que hoy no teníamos deporte, lo cual nos provocó aún más alegría. Recogimos rápidamente todo y nos fuimos en busca de grabados prehistóricos que estaban en el acantilado, hasta que tocó dar media vuelta por el camino de la noche anterior, hasta los autobuses. El sol hizo que la marcha fuera aún más dura, pero al llegar y tener el desayuno preparado, repusimos fuerzas.

Nos esperaban muchas horas de bus, en el que todos estábamos muy dormidos, pero, de repente, al ritmo de la música, la gente se fue despertando y se puso a cantar. El viaje no se nos ha hecho muy pesado gracias al buen ambiente, antes de que nos diéramos cuenta, ya habíamos llegado a Sidi Ifni.

Nos han recibido con un té y unas pastas, y nos han llevado a la azotea de un hotel donde dormiremos. Se respira la ilusión de haber llegado, por fin, a la playa. Presiento que va a ser una muy buena noche, por lo que quiero dedicarle esta crónica a mi padre, ya que hoy es su cumpleaños y espero que pase un día estupendo.

Te quiero mucho y os echo de menos.

Inés Garrido

“De aguja e hilo es ERS”

Hoy, por desgracia o suerte, he tenido que aprender a coser. Aparte de la gran utilidad de este arte, la actividad me ha servido para darme cuenta de algo que puede sonar raro (posiblemente la idea haya derivado del cansancio y sueño), pero sobre lo que merece la pena reflexionar.

La aguja y el hilo sirven para arreglar problemas, por ejemplo, un agujero en la mochila. Ahora digo, la gente arregla problemas, como por ejemplo “cierra el hueco” entre un continente y otro. Nosotros, los expedicionarios, ahora mismo somos hilo y España Rumbo al Sur, nuestra aguja (está bien, tal vez no nos estamos dedicando a solucionar problemas, pero ERS está plantando en nosotros la semilla para que lo hagamos, que a la larga viene a ser lo mismo que solucionar).

Lo que hacen la aguja y el hilo al coser, es desde el exterior penetrar al interior del problema, recorrerlo, lo conocen y lo estudian, y vuelven a salir de él. Una vez salido de él, lo aprieta, de manera que el problema se va cerrando. Lo que quiero decir con esto es que ERS nos mete de lleno al problema, nos hace vivirlo, conocerlo, sufrirlo. Y luego, nos vuelve a sacar. Ese es el momento en el cual de nosotros se espera el cerrar este problema, tirando para cerrar “el hueco”, la diferencia. Por ello, doy mil gracias pero la cosa no queda ahí. Nosotros mismos podemos convertirnos en agujas, que tiraríamos de un hilo formado por la gente que nos rodea. Como aguja que seremos e hilo que hemos sido, tenemos la obligación moral de hacer que la gente de nuestro alrededor sea consciente de estos problemas que nos conciernen a todos.

Ya sea por charlas en institutos, viajes con familia y amigos, o lo que sea, debemos hacer algo. Así, nosotros mismos seremos formadores de nuevas agujas, que cerraran más problemas.

Lo que quiero decir con todo esto (que no sé si se entiende) es que este tipo de experiencias que nos forman para ayudar, no deben quedarse en uno mismo, ya que nuestro ejemplo o vivencia puede ayudar a otras personas a comenzar a hacer lo mismo. Así que a todos los expedicionarios, por favor difundid.

Quique Fernández

1 AGOSTO AGDZ-AKKA

Lejos, muy lejos, quedan las comodidades a las que el grupo España Rumbo al Sur estaban acostumbrados en su rutina diaria. Las ampollas surgidas tras largas caminatas ya empiezan a cicatrizar; el agua caliente acumulada en sus cantimploras ya no es motivo de protesta a la hora de combatir los cincuenta grados que caen sobre Marruecos; la comida les va sabiendo mejor día tras día. «Este es el momento de máximo aprendizaje del viaje», valora Carlos Hernández, profesor de Habilidades Directivas y Gestión de Equipos en la Universidad Carlos III de Madrid y director de la empresa Dosabrazos. Él carga, en buena medida, con las aflicciones que muchos de los chicos le confiesan en los momentos más duros. «Han dejado atrás su zona de confort y ahora están en el momento en el que más aprenden de todos los retos -prosigue Carlos-. La expedición supone para ellos un doble viaje: el primero, físico, a Marruecos; el segundo, seguramente más importante, al interior de sí mismos».

Tan sólo falta una semana para que el grupo regrese a España. Los expedicionarios, aunque todavía ven lejos ese momento, comienzan a hacer balance de lo que la experiencia les está suponiendo. «Ya no existe el dolor, ni el hambre, ni el sueño. Todo eso está en la cabeza. Ahora hay que afrontar todos esos retos, que es para lo que hemos venido a este viaje», contaba Sergio Gasco, una vez atravesó las dunas del desierto del Sáhara bajo un sol que caía a plomo. «Me encantaría decirle a mi madre que estoy bien, que me ha dolido un poco el tobillo, pero que disfruto mucho de todo esto y que estoy haciendo muy buenos amigos», añadía Cristina López Valero, mientras comía un plato de arroz con pollo en la localidad de Agdz.

Los jóvenes comenzaron la décima jornada de la expedición en el patio interior de una kasbah de esta villa, en el cámping Caïd Ali. Allí escucharon una lección sobre la vida que se desarrolla en el interior de este tipo de enormes viviendas hechas de adobe, propiedad de grandes señores de la región. Mbarek Aitelkand, guía local, les explicó el empeño que varias asociaciones están poniendo en la rehabilitación de estas estructuras. «Llevamos quince años restaurando esta kasbah, cuya parte más antigua tiene tres siglos de antigüedad», apuntaba Mbarek, director de la organización La Paz, dedicada a estos proyectos. «En esta, el señor contaba con una corte para su servicio y un establo para los animales -agregaba el guía-. Sus paredes son historia viva de Marruecos».

Tras escuchar la conferencia, los expedicionarios se dirigieron, en autobús, hacia la localidad de Akka. Tras alcanzarla, después de varias horas de viaje, marcharon hasta Imaouine, una región desértica sobre la que se erige un enorme peñón desnudo. En una de sus paredes, los antiguos hombres del neolítico y del paleolítico grabaron algunas escenas de caza. Algunas todavía son visibles, pero los jóvenes no lo verán hasta la mañana siguiente. Son las tres de la madrugada y los autobuses no pueden atravesar el paraje, vasto y yermo. Queda, por tanto, caminar bajo las estrellas durante una hora para alcanzar el peñón. Allí echarán una cabezada antes de comenzar una nueva jornada de la expedición España Rumbo al Sur.

 

Gonzalo Araluce Martín

Cronista Oficial ERS

“Tres momentos, un día”

Sentimientos, personas y emociones nos movemos diariamente a lo largo y ancho del segundo, tiempo sobrante para que cualquiera de sus señas se seque y se quiebre en la memoria, para que comencemos a aceptarlo como si su naturaleza fuese intrínsecamente indeleble.

Este desengaño personal toma forma a través de vivencias, momentos concretables en los que el sable incandescente del recuerdo decide que es hora de ser blandido. Es entonces cuando sabes que la incisión va a ser inolvidable… No tendrá comparación ni rima previa.

Aunque esta impresión es extrapolable a toda la expedición de España Rumbo al Sur y las personas que la conforman, he de acotar palabras y días, viéndome afortunadamente cohibido a un jueves y sus tres momentos.

De primeras, nada mejor que una refrescante sepultura arenosa con sabor tradicional bereber. Un bocado recién salido de un horno ambiental superior a los 50 º y que acaba desembocando en una sensación de ingravidez única. Con pretextos históricos y justificaciones medicinales, me veo engullido de cuello a pies por la suave y ardiente arena del Sáhara. Intenso y duro en lo físico, enriquecedor e incluso refrescante en lo espiritual. Un internamiento que paradójicamente sirve para darle vida al vivo…

El segundo movimiento nos lleva directo al encuentro con la centenaria y majestuosa arcilla característica del Valle de las Kasbahs, también conocido como Valle del Drâa. Soberbia, imponente, atrapada en el severo tiempo que envuelve sus ruinas y la sustenta intramuros. Se levanta cual castillo feudal en la Europa Medieval, en un promontorio de villa cercano y poseedor de un palmeral infinito a sus pies. Sin embargo, los matices que atrapan sus muros trasmiten ecos y miradas muy distantes…Encajados en cada plazuela, en cada pasillo, en cada rincón opaco, esperando a que la lluvia del olvido del nombre los despoje de su reminiscencia terrenal.

Un sueño profundo susurrando entre sus paredes que ni siquiera nuestra ruidosa horda ha conseguido perturbar. Y ya de postre y como colofón, el mosaico paisajístico más maravilloso que mis aún jóvenes pupilas han podido devorar.

Marrón, amarillo, naranja, verde y sus curiosas combinaciones hacen que mi mandíbula sufra y mi corazón se ensanche. Unos cerros altos y rocosos coronan el lejano horizonte por el que el astro de luz se dispone a desaparecer frente a la atenta mirada de miles de palmeras y frutales de contorno desértico, una aldea ínfima, su mezquita, la poderosa kasbah y el alma gozosa de un expedicionario más…

Un espectáculo tan visual como espiritual al comprobar cómo el polvo viajero se cruza allá en la cresta montañosa y difumina el momento en el que el sol se hunde en la tierra, dando paso a un nuevo cuadro en el que la oscuridad y su contraste comienzan a ser protagonistas. El azul da paso al tizón, y cuando las estrellas conquistan el firmamento, la tinta empieza a darse por satisfecha. Mas no dejaría de escribir sin antes proclamar cual Segismundo en su celda que quizá los sueños no sean más que sueños, pero hay ocasiones en las que no son tan fáciles de discernir de lo real, y mucho menos de lo humano.

Jesús Estrada Vázquez

Llegar a la recta final con esa mezcla de emociones, con ganas de volver a la comodidad de tu casa, pero, al mismo tiempo, ganas de seguir superándote, conociendo tus límites. Y, sobre todo, de conocer más y mejor una cultura no tan diferente a la nuestra. Un África que, como nos dijeron en Alcalá, nos abre las puertas y los brazos mientras nosotros sólo le ponemos barreras.

Pararte a pensar en lo rápido que ha pasado toda una semana, sorprendiéndote de todo lo que has sido capaz de superar y cómo el concepto de limpio cambia totalmente si realmente no hay nada limpio; en cómo las cosas como el agua fría, las duchas normales o los horarios de comida pasan a tener un valor y un significado diferentes.

Saber que aún estando al límite, con prisas y sucia, siempre vas a extrañar todas y cada una de las experiencias y personas que has vivido en el viaje.

Mª Fernanda Rocha

Estamos en Tattouine. Después de comer, partiremos hacia Merzouga. Telmo se acerca al equipo sanitario. Ha estado con las Hermanas Franciscanas Misioneras y necesita que vayamos a una haima. Hay una familia bereber y una de sus mujeres está enferma. No entiendo muy bien cuál es su situación. Parto en el Defender con una de las enfermeras, Alicia, y dos monitores que estudian medicina (Mario y María), que hablan francés y nos ayudarán a traducir a las monjitas. Un habitante de Tattouine traducirá el francés al árabe. Desierto de piedra. De repente una haima en la nada. Nos espera Bárbara, misionera impresionante, entrada en años. Por su ropa me recordó a Olivia, la mujer de Popeye. Me vino una sonrisa. Entramos muy silenciosos en la haima. Mezcla de olores, me cuesta acostumbrarme a la oscuridad. Nos conducen a un ladito. Una mujer se encuentra tumbada. Tapada la cara. Creo que está dormida. La despierto muy suavemente, abre los ojos pero me mira despavorida, e intenta taparse más. La acaricio. “No queremos hacerte daño”, intento decirle con mis manos y mi gesto. Desde los doce años que sufrió Dios sabe qué no mueve bien el lado derecho, pero desde enero su cuerpo ha sufrido un gran deterioro, nos cuenta Bárbara. Se encuentra en postura fetal, los puños agarrotados, las piernas deformadas. La exploro bajo sus ropas y sólo es hueso, tenso. Está muy asustada. Intentamos ver si puede ponerse en pie pero solo conseguimos mover una masa minúscula humana. Si no miras su rostro no sabrías si se trata de un animal. Mujer bereber que no produces, una vaga, que no cocinas, que no puedes tener hijos, que no acarreas, que retrasas la vida de tu familia, una carga para todos. Una carga inmensa que no hace nada por ponerse buena. Así lo vive su familia. ¡Dios mío, no! ¡No puede moverse aunque quisiera! De repente, levanta la vista y me mira, comienzan a caerle lágrimas silenciosas y se apoya en mi regazo. Se aprieta contra mí y me permite abrazarla con fuerza. Me pilla algo desprevenida, la acurruco contra mi cuerpo. No puedo, no debo llorar. Se supone que soy dura, que estoy acostumbrada al dolor de otros, pero me desarma. Si la enfermedad es dura siempre, aquí no hay cabida. Sus ojos gritan. Le damos agua pero se atraganta. Tiene ya dificultades para tragar y necesita demasiada atención. Pero, ¿cómo juzgarles? Miro a Mario, me siento avergonzada por mi debilidad. Intento explicarle que necesitamos que la familia comprenda que no puede moverse, que no lo hace porque quiera, que no va a mejorar. No pueden entenderlo. Cuando mejore, trabajará como las demás. ¡Qué tristeza más profunda! Tengo el corazón encogido.

Maite Pavón de Paz (médico de la expedición)

31 JULIO MERZOUGA-TAMNOUGALT-AGDZ

El reportero Ryszard Kapuscinski solía decir que el medio idóneo para recorrer África era el autobús. De otro modo, no le hubiera sido posible conocer con tanta profundidad el continente, ni su gente. Es el momento para observar un sinfín de escenarios que se dibujan detrás de la ventanilla, de descansar, o de vaciarse ante alguien más o menos desconocido que termina por ser algo más que un compañero de asiento.

«Quién nos iba a decir que íbamos a tener tantas ganas de subir al autobús», suelen repetir los miembros de la expedición de España Rumbo al Sur. La mayoría de ellos aprovechan los trayectos para dormir las horas que no pueden durante la noche: el último día, el grupo durmió en una duna del Sáhara, y una pequeña tormenta de arena impidió a muchos descansar tanto como les hubiera gustado. Otros, sin embargo, prefieren luchar contra el sueño cada vez que montan en el vehículo. Estos padecen un mal endémico entre los expedicionarios, conocido como el SPA (Síndrome a Perderse Algo).

Para comprender lo que sucede en el interior de uno de este autobuses es necesario olvidar la concepción que se tiene en España de estos viajes. Mientras allí se intentan aliviar las horas muertas con libros o películas, los miembros de España Rumbo al Sur aprovechan ese tiempo para hacer las tareas que no pueden realizar en tierra. Algunos jóvenes asaltan las barritas de chocolate que celosamente han guardado desde que comenzó la expedición; otros aprovechan para curarse las ampollas de los pies, surgidas tras largas caminatas; y también hay quien actualiza su cuaderno de viaje, ávidos de retener en el papel todas sus vivencias. En los altavoces, mientras tanto, suena una música que muchos cantan y bailan.

Muy lejos quedan las comodidades a las que están acostumbrados en España. Se acuerdan de los suyos, sí, pero la intensidad de la experiencia obliga a los expedicionarios a hacer un esfuerzo para recordar, incluso, el número de días que llevan fuera de casa: «Parece que fuera hace siglos cuando salimos de Madrid».

Ayer, 31 de julio, el grupo emprendió un nuevo viaje de cuatro horas que les condujo a una kasbah –fortificación medieval hecha de adobe– en Tamnougalt, el valle del Draá, donde disfrutaron de un atardecer para enmarcar. “Aunque no esté reconocido por ninguna institución oficial, este lugar es, sin duda, patrimonio de la humanidad”, explicó Pablo Martos, Jefe de monitores, en el patio interior del edificio en ruinas. Una vez el sol se ocultó tras las montañas, los expedicionarios se dirigieron hasta la Kasbah medieval  de Agdz, conocida por la existencia de unas pinturas rupestres únicas en la región. Al llegar cena y programa académico, clases de inteligencia emocional, teatro y cine, se proyecta “El hombre que pudo reinar”. Entre ellos, se dan las buenas noches y, al hacer balance de la jornada, caen en la cuenta de que ya han alcanzado el ecuador del viaje: “Y parece que ya nos conocemos de toda la vida”.

Gonzalo Araluce Martín
Cronista Oficial ERS

¡Fascinante! Fue fascinante la noche en el desierto. Durmiendo allí, en medio de una duna del Sáhara, era tal la nitidez de las estrellas que parecía que susurraban en nuestros oídos. Esta vez eran los astros los que nos observaban y no nosotros a ellos. La arena blanda amortiguaba nuestro cansancio mientras el aire acariciaba nuestras caras con suavidad. Cuando el silencio llegó a la noche, belleza, paz y satisfacción era lo único que en ese lugar reinaba.

He de decir que al contemplar y ser testigo de tal escena, logré dar respuesta a muchos de mis interrogantes; interrogantes que no se pueden responder con palabras sino con este tipo de vivencias. Os puedo asegurar que esa noche bajo el brillo de las estrellas y sobre el mar de arena, todos los componentes de España Rumbo al Sur sentían una profunda gratitud hacia la vida por habernos brindado la oportunidad de sentir una noche en el desierto bajo un cielo estrellado.

Esa noche me ha abierto nuevos horizontes, nuevas aventuras para conocer el mundo o, mejor dicho, la realidad que nos rodea a veces. Bueno o malo, a los ojos del ser humano, pero que manifiesta la grandeza de nuestro mundo.

Recordatorio: para estar más cerca de ti…

Desde la humildad.

Sergio Gasco Reina

“Rumbo al sur para no perder el norte”

Hace un año decidí embarcarme por primera vez en esta aventura rumbo al sur.

Quizá fue por la crisis de los cuarenta, que me llevaba a retomar experiencias que no acabé de culminar a mis veinte, o quizá fue por la crisis económica, que me dejaba con más tiempo que dinero para poder organizar otro tipo de vacaciones, pero el caso es que me embarqué y, aunque al terminar, di por más que cumplido mi objetivo y manifesté mis dudas sobre repetir  la experiencia, el caso es que aquí estoy de nuevo, caminando rumbo al Sur.

Y cuando me veo obligado a romper mi rutina habitual, con incomodidades a veces desagradables cuando no estás acostumbrado a ellas; como prescindir de un buen baño, una buena ducha o una buena cama, etc. Cuando echo de menos a la gente que quiero, no puedo evitar pensar sobre lo que me ha hecho volver a vivir esta aventura.

Sé que no ha sido por conocer Marruecos, un país en el que ya he estado varias veces y el que, aunque me gusta, ya no me sorprende. Sé que no es por convivir con un equipo de organización muy heterogéneo en el que hay gente genial, pero en el que también hay momentos difíciles de convivencia, causados por el cansancio, la dureza del clima y, sobre todo, la dificultad de encajar formas de entender la vida y caracteres tan sumamente distintos.

Sé que no es por ninguno de estos motivos por los que repito y, sin embargo, estoy aquí. Y, egoístamente, cuando repaso los motivos que me pueden haber hecho regresar, los que no, veo que me he olvidado del más importante de todos. Me he olvidado de que casi con absoluta seguridad, estoy aquí por 110 razones, estoy aquí por ellos. Son 110 chavales que me hacen dar sentido a esta locura, 110 historias de inquietudes ansiosas de experiencia y de conocimiento, 110 personalidades cargadas de una espontaneidad que me hacen recordar que quizá nunca deberíamos madurar del todo.

Se supone que mi función aquí es la de “profesor de optimismo”, la de enseñar a estos jóvenes a no rendirse ante las dificultades que les esperan en la vida, hacerles descubrir las ventajas de gestionar sus emociones, y el poder que tienen sobre sus propias actitudes. Se supone que les tengo que aportar mi granito de arena en este sentido. Pero cuando hago estas reflexiones me doy cuenta que no vengo de profesor sino de alumno, que vengo para aprender de esas 110 personas que me aportan mucho más de lo que yo pueda aportarles. Que cada día, con sus gestos, con sus sonrisas y con su confianza, cuando apenas me conocen, me enseñan lo importante que es hacer que el de al lado se sienta bien para sentirte tú bien.

Vengo a enseñarles optimismo, pero, egoístamente, a lo que vengo es a que me carguen las pilas y a que cada uno de los 110 me acompañe hacia el Sur para que nunca olvide cuál es mi Norte.

Carlos Hernández

Profesor del Taller de Optimismo y Motivación

Una mañana más trascendía nuestra apasionante y acalorada aventura en las dunas de Merzouga. Al igual que cada día, a las seis de la mañana, todos los expedicionarios nos dispusimos a realizar el correspondiente ejercicio propio de cada jornada.

La belleza de aquel amanecer unida a las radiantes caras mañaneras de mis compañeros hicieron de esta sesión una hora de deporte bastante entretenida y satisfactoria.

Poco tiempo después comenzamos a preparar las maletas para así bajar lo antes posible a las explanadas del hotel a desayunar y, por supuesto, a ducharnos.

Una vez finalizadas estas actividades,  nos dispusimos a caminar en dirección al desierto, en el cual pudimos disfrutar de los bailes, cánticos y enterramientos sagrados (con fines curativos), propios de una tribu marroquí, la cual mantenía su origen en distintos puntos de África.

Con una gran tristeza en el corazón y al mismo tiempo con una gran sonrisa en la cara, llegó el momento de despedirnos de aquellos paisajes, de aquellas personas, que, de una forma u otra, habían marcado  nuestras vidas.

Un rato después, sobre la una del mediodía, cogimos un bus rumbo al “valle del Dra’á”. Tras cuatro horas de recorrido, por fin llegamos a nuestro destino. Las inmensas ganas que nos invadían por descubrir todo aquello que nos rodeaba nos invitó a seguir un camino. Recuerdo perfectamente el instante en el que levanté la cabeza y pude contemplar una deslumbrante puesta de sol pesándose sobre los escombros de aquella Kasbah.

Sencillamente podría definirlo como un lugar mágico. Ese lugar con el que todos hemos soñado alguna vez. Si hubiese podido quedarme allí más tiempo lo habría hecho sin ninguna duda, ya que, tanta serenidad, tranquilidad y armonía juntas son muy difíciles de encontrar.

Llegado el anochecer nos dirigimos a lo que sería nuestro refugio durante la noche, la ciudad de Agdz. Tras mil y fascinantes momentos vividos a lo largo del día y con una gran impaciencia por comenzar un nuevo día en compañía del equipo de España Rumbo al Sur, os deseo mis buenas noches.

Ana Pérez León

“Incandescencia infinita”

La llamada de la Tierra Roja no cesa. Es un fuego latente, esa vela eclesial que languidece horas sin jamás morir. Esa vela que no se apaga hasta que se ha encendido otra. Ese querer y no atreverse. Ese servir para no morir.

Huele a pequeña cripta. Hay reflejos y destellos de luz en las coloreadas vidrieras de la capilla. Lo eclesial como contexto que da sentido. Lo vivencial como esencia que recorre pasado, presente y futuro. Traspasa. Trasciende. Transversalidad de luz en tiempo y espacio.

Una incandescencia que quema, lentamente, mientras asusta a los destellos de ilusión. A la vez que una llama tan fuerte que resquebraja, que vibra, que nutre, que da calor y sentido a la existencia, a los porqués.

Anónimo

Después de habernos dormido bajo un espectacular techo estrellado, nos levantamos pronto, como de costumbre, para ir a hacer ejercicio mientras el sol empezaba a dejarse ver.

Acabado esto, recogimos todo corriendo y nos fuimos a desayunar en abundancia para poder sobrellevar la mañana que nos esperaba.

Con un calor impresionante nos fuimos a una duna a ver y escuchar la música de los Gnawa y, más tarde, varios de nosotros se enterraron en la arena ardiendo como hace mucha gente para mejorar el reuma.

Más tarde nos subimos a los buses donde la mayoría aprovechaba para dormir un rato. Cuando nos despertamos, a las 18 horas, hicimos una parada, aprovechando para comer algo y ver la Kasbah del valle del Draá. Nos han explicado lo que era y, después de descansar un rato, nos volvimos en los buses hasta que paramos para cenar y terminar el día con algunas charlas y a dormir.

Eva Salvado Prieto

Empezamos el día andando por el desierto, viendo el gran amanecer, comprobando cómo cuando el sol levanta, el calor aprieta. Algunos van montados en dromedario. Vamos andando con los pies hundidos en la arena, observando los preciosos paisajes, continuamente cambiantes y sintiéndonos un grano de arena más ante tanta inmensidad.  Llegamos a un oasis donde la ración militar de desayuno calla nuestras tripas y nos deja adormilados. Eso fue hasta que alguien propuso subir hasta la duna más alta. La sofocante subida y bajada nos dejo como flotando después de habernos punzado las piernas. A la vuelta volví unos treinta minutos en camello. Según iba pasando el tiempo hacía más calor. Entonces aparecieron Telmo y Creever como Batman y Robin con agua (caliente, pero agua).

Una hora después conseguimos llegar a nuestro destino, cuando los 45 grados nos alcanzaron. Entonces, como un rayo de luz y esperanza, el hotel al que llegábamos nos ofreció su piscina, la cual nos pareció un verdadero oasis en medio de la nada.

Quique Fernández

Este fue un día de esos en los que no sabes si estás despierto o aún sigues soñando, ya que despertarse sobre la sedosa arena de una duna en el desierto de Erchevi no es uno de los lugares por excelencia más habituales para amanecer. En cambio, es uno de los más fantásticos e inhóspitos del planeta. Si lo resumimos en dos palabras: inolvidable e impresionante.

Pablo no perdona bajo ninguna situación ni condición el ejercicio físico matinal. Por ello, inmediatamente comenzamos a realizar las series de flexiones, abdominales, plancha, sentadillas a velocidad supersónica, etc.

Todo ello merecía recompensa y en este caso fue gozar de nuevo del frescor de la piscina. Después volvimos al caluroso desierto donde la tribu Gnagua, procedentes del antiguo Sudán, nos deleitó con su percusión musical en conmemoración de su libertad, donde gran parte de los expedicionarios no pudieron resistirse al ritmo pegadizo uniéndose así a la danza.

Luego, unos valientes, se pusieron a prueba del calor enterrándose bajo la arena (rito bereber que asegura librarte de determinadas enfermedades).

El tiempo apremia, por eso partimos de nuevo, esta vez hacia Agdz, pero antes paramos en el valle del Drâa, donde tuvimos el privilegio de visitar una fortaleza de adobe. Tenía tres pisos y estaba preparada para resistir un asedio, con un patio interior rodeado por arcos. Las vistas eran magníficas, se podía apreciar un inmenso oasis plagado de palmeras. Apreciar el paisaje no nos quitó el tiempo para poder jugar e intercambiar palabras con los jóvenes lugareños. Tiempo después pudimos retomar el viaje hasta Agdz, donde nos hospedamos en el patio arqueado de una Kasbah, rodeada de vegetación exótica. Se puede apreciar un castillo de origen arábigo bajo la luz de la noche estrellada. Finalmente, pudimos descansar para seguir disfrutando de esta increíble experiencia que es capaz de hacernos olvidar el término aburrimiento y, en ocasiones, el cansancio.

Sergio Recio Molina

Hoy he amanecido en las dunas unos minutos antes que los demás y he podido ver un impresionante amanecer que nunca podré olvidar. Luego hemos tenido la rutinaria clase de deporte a las seis y hemos disfrutado del último bañito en la piscina del hotel.

Después de desayunar hemos vuelto al desierto a ver un espectáculo musical de la tribu Gnagua y, a pesar del calor sofocante, hemos disfrutado un montón oyéndoles y bailando con ellos. Al terminar el espectáculo nos hemos mojado en un pozo próximo para soportar el calor y nos hemos subido a una duna cercana y hemos visto cómo se les daba a cinco compañeros el baño de arena, que consistía en enterrarlos en arena ardiente con el objetivo de mejorar el reuma.

Luego, hemos cogido el bus rumbo a Agdz. En el camino hemos hecho una parada en un castillo donde hemos contemplado el atardecer. Al acabar el día hemos llegado a Agdz.

Marta de Dálmases Herrero

30-JULIO-MERZOUGA-ERG DE CHEBBI

Cuando Bastián, protagonista de La historia interminable, entro en el mundo de Fantasía, todos sus deseos comenzaron a cumplirse. Uno de los primeros pasaba por encontrar un reto a la altura de sus habilidades, un lugar que le hiciera sufrir, y también donde pudiera aprender de ese sufrimiento. Ese lugar era el desierto de Goab, infinito en extensión. Las dunas y el sol le hacían resoplar, pero también le obligaban a reflexionar sobre su entorno y su futuro, a hacerse preguntas y encontrar respuestas.

Algo muy parecido, si no exacto, sintieron los miembros de la expedición España Rumbo al Sur en una jornada en la que atravesaron el desierto del Sáhara. Las estrellas iluminaron los primeros pasos. Detrás quedaban los autobuses que los habían traído desde Tattouine; por delante, aunque la oscuridad todavía la ocultaba, quedaba una inmensa extensión de arena, virgen en apariencia pero transitada habitualmente por tribus touareg. Varios guías locales recibieron al grupo: “Es muy bueno que vengan chicos españoles a conocernos –apuntaba Hassan, uno de ellos–, tenemos que estrechar lazos entre ambos países”.

Los chicos vivieron un momento de euforia momentos antes de emprender la marcha. “Es duro, si no estáis al cien por cien, no vengáis”, apuntaron algunos monitores. Los jóvenes demostraron su entusiasmo hacia la caminata bailando varias canciones en una discoteca improvisada. “Me da un poco de miedo ir al desierto”, reconocía Irene Hernández, miembro de la expedición, sin dejar de sonreír. Superando sus inquietudes, la joven madrileña abrió la marcha a través de las dunas.

Eran las cinco de la madrugada y, aunque la luna no brillaba en el cielo, una treintena de dromedarios que acompañaban al grupo dibujaban sus siluetas por las crestas de arena. Una hora y media más tarde, los jóvenes encontraron la primera recompensa a su determinación: el sol comenzaba a brillar en el horizonte y teñía de rojo el suelo. En la lejanía no se veía otra cosa si no arena, y quizá un pequeño punto verde. “¿Es allí donde vamos?”, preguntaron algunos de los chicos, que cubrían sus cabezas con improvisados turbantes. “Sí. Oasis Tombouctu”, respondieron los guías.

El lugar estaba instalado a los pies de la inmensa duna Erg Chebbi. Una puerta trenzada con cañas conducía al espacio, decenas de alfombras cubrían el suelo. Los jóvenes desayunaron una ración del Ejército y descansaron algo más de una hora. Después, emprendieron el camino de vuelta bajo un sol que caía a plomo. Las altas temperaturas les obligaban a mantenerse permanentemente hidratados. “Nunca pensé que bebería agua caliente con tanto gusto”, reía Diego Sánchez, madrileño de 16 años, mientras cogía una botella que le ofrecía uno de los monitores. Otros compartían las impresiones que el desierto causaba en ellos: “Parece que no acaba nunca”, era el comentario generalizado. Sin embargo, la mayoría de ellos marchaba con ilusión. Y también algo de pena. “Llevamos una semana aquí. El tiempo pasa volando y veo que el viaje tocará enseguida a su fin”, contaba Daniela Vásquez, subida al lomo de un dromedario.

Cuando el calor comenzaba a ser más asfixiante, los expedicionarios por fin dejaron atrás el desierto. Llevaban más de cuatro horas caminando y el sudor les corría a chorretones por la cara y las extremidades. Entonces, varias casas de adobe aparecieron delante de ellos. El enclave, instalado en un lugar privilegiado, correspondía al hotel Kasbah Tombouctou, propiedad del grupo catalán Xaluca, que apuesta por invertir en la región. Sus propietarios invitaron al grupo a bañarse en su piscina. Salvador Sánchez, sin salir del agua, agradeció el gesto: “Esto es lo mejor que nos podía pasar”.

Tras el remojón, el grupo se dirigió a una duna cercana para acometer algunas labores de limpieza del medio ambiente. Por la noche, el campamento vuelve a ser las arenas del desierto en las inmediaciones de Merzougah. Victoria Muñoz, de 17 años, hacía balance de la jornada: “Todavía no me creo lo que estoy viviendo. No sé cómo empezaré a contarles a mis padres todo esto”.

Gonzalo Araluce Martín
Cronista Oficial ERS

Tras 7 días de viaje, al fin llegó el deseado día del desierto. Llegamos a la madrugada y cogimos fuerzas para la dura caminata que nos pintaban. Empezamos a andar, unos a pie y otros en dromedarios. Solo pudimos ver el cielo estrellado unos minutos, ya que pronto amaneció y empezaron a subir las temperaturas.

Nos encontrábamos en un mar de arena y dunas sin aparente rumbo y mucho sueño. Ya pegaba el sol con fuerza cuando divisábamos unos árboles entre las dunas. Llegamos al oasis, donde en teoría, dormiríamos; pero sólo hubo tiempo de desayunar e irse otra vez.

Los pies dolían, la sangre “hervía”, el aire quemaba la garganta y las fuerzas flaqueaban, pero las ganas y la belleza que encontrábamos nos ayudaban a dar el siguiente paso.

Al principio nos dijeron que la marcha iba a ser muy dura, pero debe ser la magia del desierto la que ha hecho que sea más amena y pudiéramos disfrutar de su belleza y magnitud.

Diego Muñoz

Anoche tuvimos el privilegio de asistir a una misa realizada especialmente para nosotros por un monje cisterciense que nos recibió con mucho entusiasmo a altas horas de la noche. Después escuchamos al hermano Jean Pierre, de 90 años. Nos contó sus duras vivencias en la lucha por la paz durante la guerra de Argelia. A pesar del sueño, escuchamos con interés y nos quedamos muy impresionados. También mencionó la fácil convivencia entre los musulmanes y los cristianos, ya que, a pesar de las diferencias religiosas, dice que se respetan como hermanos. Esta gran acogida es  algo que también a  nosotros nos ha llamado mucho la atención desde el primer día.

Al volver al campamento en el que estábamos instalados, presenciamos un claro ejemplo de la hospitalidad y la amabilidad con la que nos acogen siempre. Nos enseñaron a tocar una especie de tambor y estuvimos bailando y cantando con ellos para celebrar el fin del Ramadán además de pintarnos las manos con henna.

Después de un breve pero reparador sueño (aunque aquí cinco horas se consideran muchas), hemos comenzado el día como de costumbre, con una hora de deporte, antes de visitar un poblado en el que, una vez más, nos han recibido con los brazos abiertos. Hemos visitado una cooperativa de mujeres que hacían unos trabajos artesanales preciosos.

Los lugareños no han dudado en abrir la guardería exclusivamente para que pudiésemos verla y hemos disfrutado haciéndonos fotos y jugando con los niños, los cuales posaban con mucha gracia.

Seguidamente, nos han explicado como Canal Voluntarios realizó un proyecto presentado por Madrid Rumbo al Sur para abastecer al poblado de agua.

Ahora nos encontramos en el autobús, alejándonos poco a poco del Atlas y acercándonos al desierto. Echaremos de menos el agua fresca del río, pero sobretodo la gente, siempre dispuesta a compartir ratos con nosotros, a pesar de las diferencias de idiomas, y a prestarnos su ayuda sin ni siquiera pedírselo y sin esperar nada a cambio.

Hemos oído rumores de unos bocadillos de Nocilla que esperamos expectantes.

Dedicatorias: a Nacho el conductor, que trabaja muchas horas incluso en su cumpleaños, muchísimas felicidades.

De Valentina: abuelito no sufras que estoy muy bien, nos veremos pronto.

De Teresa: mamá, aquí tienes la crónica que te debía. Un beso a cuco.

Valentina Schütze y Teresa Vereterra

No valoras lo que tienes hasta que lo pierdes. Es una frase que solía decirme mi madre habitualmente, pero tal vez no le haya hecho mucho caso o no haya apreciado mucho su significado hasta hoy.

Tras una habitual mañana de deporte y desayuno de leche, pan con tomate y melón; nos disponemos a ir a un poblado cerca de donde estábamos acampando. En él, los compañeros del Canal de Isabel II nos han explicado proyectos y formas de llevarles agua.

Tras ello, hemos tenido algo de tiempo para perdernos en sus calles, en las cuales sus ciudadanos de todas las ciudades nos acogían con entusiasmo y los brazos abiertos. Allí he podido apreciar la riqueza y felicidad en lo más simple: niños que con un solo bolígrafo eran los más felices del mundo. Gente que, sin conocernos, nos abrían las puertas de su casa y nos ofrecían las máximas comodidades.

Más tarde, volvíamos a nuestro “hogar” donde hemos comido y tenido una tarde algo relajada preparando las mochilas, ¡que nos vamos al Sáhara!

Espero que vaya todo genial por España a todos. Se os echa de menos.

Juan Marín 

29-JULIO-TATTOUINE

Fátima tiene 40 años y una enfermedad neurodegenerativa que le agarrota los músculos de todo el cuerpo.  Su estado de salud le impide realizar cualquier tipo de actividad. Pasa la mayoría del día tumbada en la jaima en la que vive con sus padres, un hermano y la familia de este. Todos ellos forman parte de una tribu bereber nómada que recorre la árida región de Midelt, y la medicina tradicional no es suficiente para afrontar la enfermedad. La familia, desesperada, recurrió a dos mujeres que siempre tratan al necesitado: las Hermanas Franciscanas Misioneras de María. Sor Bárbara y sor Marie –esta última de 85 años– viven en una pequeña casa erigida en las inmediaciones de Tattiouine. Sin embargo, durante un año, abandonan el relativo confort que les ofrece su hogar y se lanzan al desierto pedregoso para instalar un dispensario en el que atienden a los bereberes que lo necesiten. “Fátima tiene muchos problemas y nosotras no podemos atenderle lo suficiente. Ojalá algún médico haga lo necesario para que pueda vivir con relativa normalidad”, comentaron, sentadas en una alfombra mientras servían el té sobre una mesa baja.

Los miembros de la expedición España Rumbo al Sur tuvieron la oportunidad de conocer la casa en la que viven las monjas. La vivienda se erige junto a la aldea de Tattiouine, donde charlaron con algunos de sus vecinos. “Estuvimos un rato jugando con los niños, nos tratan con un cariño increíble”, contó Lucía González, miembro del grupo. “Viven con muy poco y nos han regalado el pan que acababan de hacer”, añadía Ana González.

Acto seguido, los miembros del Canal Voluntarios del Canal de Isabel II enseñaron a los chicos un proyecto de colaboración con la población local. En septiembre de 2012, instalaron un punto de captación de agua subterránea, un depósito, y planificaron la distribución a un dispensario médico y un abrevadero, entre otros.

Al atardecer, los jóvenes abandonaron el campamento de Tattiouine, donde habían pasado las dos últimas noches. Todos ellos se dirigieron a los autobuses para emprender un viaje que se prolongaría durante cinco horas. Su destino: las dunas del Sáhara. Cristina Nieto, una de las participantes de la expedición, no podía ocultar la pena que le daba abandonar la aldea: “Los niños son geniales y me han pedido que me haga fotos con ellos, pero por fin vamos al desierto. Será una aventura conocerlo”.

Gonzalo Araluce Martín
Cronista Oficial ERS

Hoy, como muchos ya sabíamos, nos tocaba marcha dura. Nada más y nada menos que treinta kilómetros bajo el sol y subiendo muchas cuestas. Aunque ya nos conocemos la mayoría, durante la marcha seguimos haciendo amigos.

Según lo que pienso, todos los expedicionarios de ERS 14 son gente magnífica con la que uno se lo pasa genial entre risas e historias y te apoyan cuando el camino se pone difícil.

Ha sido clave el momento en el que los bomberos nos han mojado a todos con la manguera. Gracias al equipo de bomberos hemos perdido el calor de la marcha.

El agua más buena que he bebido la hemos tomado del manantial, ha sido como una bendición.

Seguimos caminando pero el camino no era tan duro. Nos subimos todos entre dos coches, el camión de bomberos y el de material. En éste último, íbamos que parecía una patera, muchos cantando canciones.

Terminamos visitando el Monasterio de Notre dame del Atlas, donde fuimos a misa y conocimos a uno de los protagonistas de “Como Dioses y Hombres” Una historia impresionante de monjes en Argelia.

Termino mi crónica agradeciendo a Rumbo al Sur y recodando siempre a aquellos que no han venido y a mi familia.

África es increíble

Mati Díez de Rivera

Viaje al Pasado. Tattouine.

Al terminar de preparar las cosas y dejar las listas para ir al desierto, nos encaminamos a Tattouine, un pequeño pueblecito situado en el medio Atlas marroquí.

Lo primero que nos llama la atención es el material con el que están hechas las casitas desperdigadas por la ladera de la montaña, junto al río: Adobe. Esa mezcla de arcilla, paja y barro no hace sino evocarme una época pasada (aunque no muy distante en el tiempo). En España, donde los pequeños pueblos estaban construidos con este inusual material, con los que los niños pequeños como yo, corríamos de un lado a otro, sin temor a peligro alguno. Como lo hacen los niños pequeños marroquíes aquí, que nos reciben con amplias sonrisas y enérgicas carreras por las calles de su pueblo, de su hogar.

Al callejear un rato por sus empinadas cuestas, descubrimos por ejemplo la gran hospitalidad de ésta región, que en un día tan señalado como hoy, que da fin al mes de Ramadán, nos invitan a pasar a sus casas a tomar un poco de té, o que también nos enseñen el horno donde elaboran el pan tan sabroso con el que nos llevamos alimentando estos días.

Además también descubrimos una cooperativa formada por un grupo de unas veinte mujeres, que elaboran con sus propias manos y la lana de sus ovejas, prendas de ropa, mantas y alfombras, pudiendo ser compradas por unos pocos dírhams. Ha sido muy bonito ver como con una sonrisa, algún abrazo, o simplemente alguna foto, los niños no han parado de jugar, reír y disfrutar, al igual que algún día nosotros también hicimos. Bendita inocencia.

Daniel Flores Bravo.

Iniciamos nuestro séptimo día de aventura en este viaje lleno de sorpresas; como las que hemos vivido hoy. Al inicio del día, ya os imagináis lo que había: deporte, pero hoy nos han recompensado con unas duchas después. No os pendéis que eran duchas de verdad, no,…nos hemos dado un chapuzón en el agua cristalina del río que pasaba por al lado del campamento donde estábamos asentados. Pero no ha sido un chapuzón tampoco sino una especie de croqueta sobre las rocas del río: una experiencia muy divertida y útil ya que hemos lavado toda la ropa sucia Aleluya!

La segunda sorpresa con la que nos hemos topado ha sido el ir a una aldea de gente de esa zona y así poder conocer la situación con la que conviven todos los días. Ésta situación se traduce en una palabra: imprescindible. Las gente de allí sólo cuenta con eso y nada más., Ya que no lo necesitan en cierta medida y ellos viven felices. Con una sonrisa en su rostro por ver como gente como nosotros se interesaba por visitar sus casas y hacerles reír por un momento y captar esa sonrisas en unas fotos que al final nos han acabado haciendo ellos.

Allí también nos han hablado sobre los proyectos realizados por el canal de Isabel II para paliar el problema del agua potable.

De regreso al campamento nos preparamos para irnos.

Salimos del campamento de las Jaimas y vamos hacia los autobuses que se encontraban a dos horas andando y desde allá partimos del Atlas hacia el desierto, donde nos asentaremos en las dunas. Qué ganas de ver el cielo desde allí.

Un beso,

¡Os echo de menos familia!

Beatriz González. Grupo 3

Siete días…Siete días hace desde que comenzó éste viaje. Siete días desde que volví a verles a todos. Siete días en los que hemos compartido llantos, risas, aventuras, momentos…

Hoy es el séptimo de esos días, un día que ha comenzado como el resto de los días que llevamos en Rumbo al Sur…una sesión matutina de deporte y unas cuantas flexiones a cargo de Pablo Martos.

Sin embargo, a medida que el sol va cayendo me doy cuenta de que cada día es diferente, cada día aprendo algo nuevo, cada día me formo más y cada día descubro una nueva sonrisa.

Entre otras cosas especiales del día de hoy, he podido disfrutar del agua congelada del río y….aunque casi me quedo en el sitio de una hipotermia, ha merecido la pena por volver a estar limpia.

Si faltar nuestra costumbre, hemos hecho una “pequeña” marcha (pequeña en comparación con el ritmo que hacemos el Rumbo al Sur). Una pequeña marcha que nos ha llevado a un pueblito de Bereberes. Para mi una experiencia única, poder disfrutar unas horas junto a unas personas que, aunque muy dispares a como nosotros somos, no te niegan nunca una sonrisa. Y es que son en estos momentos, en estos pequeños detalles, en los que me doy cuenta que este viaje cambiará mi vida. Cuando he bailado, hablado con ellos, y visto su manera de vivir, me he sentido integrada como una más en su cultura.

Un sentimiento que es difícil de conseguir a veces incluso en España. Y es que cada día que pasa me doy cuenta de que éste país con su cultura, su gente, su clima, su paisaje, es el País de las sonrisas.

Y bueno, deciros que ahora mismo estamos de camino al Sahara y que yo en particular estoy ansiosa por ver las estrellas desde el desierto…

Ya por último decirles a mis padres y a mi tato, que estoy bien. Que como ya sabíamos hay momentos duros pero se superan día a día y sigo adelante. Estoy disfrutando muchísimo y me lo estoy pasando genial pero y también os echo de menos…Es una aventura increíble..Viva España Rumbo al Sur.

Cris  Martínez

28-JULIO-TATTOUINE-CIRCO DE JAFFAR

El Padre Jean Pierre llegó cargado de toda su fragilidad. Con noventa años, el cuerpo empieza a fallarle, si bien conserva intacta su memoria. En ella están grabados a fuego los acontecimientos que tuvieron lugar en 1996 en Argelia, cuando un grupo de terroristas asaltó un monasterio cisterciense y secuestró a todos los monjes que allí vivían. Poco después, los degollaron. A todos, salvo a dos. El padre Jean Pierre es uno de ellos, memoria viva de la historia reciente de África.

Los miembros de la expedición España Rumbo al Sur escucharon sus palabras en Midelt, localidad ubicada en el Atlas marroquí. El hombre, cargado de arrugas y con una mirada que parece recordarlo todo, se sentó en una silla en medio de los jóvenes, acomodados en un corrillo en el suelo: «Este es un país muy diverso: la montaña, las llanuras, el mar, los ríos… Pero, sobre todo, la gente. Nos aceptan como hermanos», comentó el religioso. Los chicos escucharon los consejos que les daba el anciano, pero la mayoría de sus preguntas se centró en la experiencia vivida en Argelia en 1996. «Yo perdono a los asesinos de mis compañeros -respondía Jean Pierre-. -los sufís dicen que una mariposa es frágil, pero con el batir de sus alas pueden provocar una reacción en el otro extremo del mundo. Quizá con mi perdón consiga que esa perspectiva se extienda a otras personas y lugares».

La visita al padre Jean Pierre, en el monasterio de Nuestra Señora del Atlas, supuso el fin de una etapa en la que los expedicionarios recorrieron partieron desde Tattiouine hasta el Circo de Jaffar, región montañosa especialmente árida y yerma en verano. Hacía mucho calor, pero dos bereberes locales que hicieron las veces de guías -Sherif y Hammon- condujeron al grupo a través de una ruta surtida por un manantial de agua fresca. «Es increíble ver todo este espacio sin que apenas haya civilización», pensó en voz alta David Domínguez, de 17 años, uno de los participantes en esta edición de España Rumbo al Sur. En la lejanía se dibujaba alguna jaima empleada por las familias de la región.

Poco después, los jóvenes atravesaron el desfiladero de Jaffar, un camino estrecho flanqueado a ambos lados por vertiginosos acantilados de color rojizo. «Parece el cañón del Colorado», apuntó Ignacio Díaz-Guardamiro, expedicionario de 17 años. A lo largo de la jornada, los jóvenes conversaron con algunas mujeres que, acompañadas de varios hijos, recorrían las mismas rutas que vienen recorriendo sus antepasados desde hace siglos. Para alcanzar el monasterio de Nuestra Señora del Atlas, los organizadores de la expedición dispusieron varios jeeps y vehículos todoterreno que transportarían a los chicos en el último tramo: sus piernas ya sumaban unos 25 kilómetros bajo un sol que caía a plomo sobre ellos.

Habían pasado unos minutos de las doce de la noche cuando el grupo regresó hasta el campamento instalado en las inmediaciones de Tattiouine. Allí se encontraron con algunos nativos que, bailando alrededor del fuego, celebraban el fin del Ramadán. «¡Salam alekum!», les saludaron mientras se unían a sus canciones.

 Gonzalo Araluce Martín
Cronista Oficial ERS

A pesar de haber pasado unos días con alguna que otra marcha, un tanto cansadas, hoy tocaba la de treinta kilómetros. Pero a quienes estaban malitos, con los pies fastidiados, etc. nos han dejado quedarnos donde hemos dormido, en Tattouine, en el Medio Atlas.

Y vaya lujo de día, un tanto diferente a los demás, aunque, según dicen, era impresionante la marcha. Aquí nos hemos quedado bañándonos en el río, duchándonos, lavándonos la ropa… y hemos conocido a una niña bereber impresionante, súper mona, de cuatro añitos. Hemos estado jugando con ella y su madre nos ha ayudado a limpiar. ¡Qué gusto de gente! Son amables y en todo momento quieren ayudar con lo que sea.

Cada vez echo más de menos el agua de España, porque con las pastillas potabilizadoras no sabe muy bien.

Tras un día diferente y especial, y habiendo disfrutado muchísimo me despido ya con unas vistas impresionantes del cielo estrellado. Aquí a mi lado, los bereberes con sus cantos y bailes alrededor del fuego, de celebración por el fin del Ramadán.

La aventura sigue adelante pasito a pasito.

Lucía González Sáez de Heredia

“La esfera en el infinito”

Esa gran bola amarilla que en el más allá nos ilumina, brinda su calor y acompaña a dónde vamos. Y luego se oculta detrás de las enormes montañas, dejándonos poco a poco sin su luz y oscureciendo el día para disfrutar de la noche.

“No hay tiempo para el dolor”

Mientras caminamos por el bello Medio Atlas en África, disfrutamos del paisaje, con las secas montañas y el suelo desértico. Es una clara descripción del cambio climatológico que ha sufrido la tierra durante la historia.

Cansados de caminar, no tenemos opción más que admirar el fondo que nos rodea. Veíamos el cañón con sus altas paredes de roca y el suelo con rocas que estropean el camino. Cada segundo, observando el panorama que nos brinda la naturaleza, no hay momento de pensar en las ampollas que rozan con las botas o en la fatiga que llevamos por el extenso camino. Sólo podemos admirar en silencio y aprovechar la magnífica naturaleza.

Daniela Vásquez

Comienza el sexto día. Como todos los días, Pablo nos guía el deporte a las seis de la mañana. Juro que cada día hace las flexiones más deprisa. Más tarde empezamos una caminata por el Medio Atlas de 15 km de ida y otros tantos de vuelta. Aunque sean las 8 de la mañana el Sol ya pega fuerte en el paisaje desértico que nos rodea. Después de una hora, algunos de mis compañeros y yo ya estamos fatigados, con golpes de calor y con ampollas. Deciden llevarnos de vuelta al campamento porque el camino solo iba a intensificarse.

Al llegar, lavamos la ropa que llevábamos tiempo sin lavar, en un río que utiliza la tribu que nos ha acogido. Cuando tocamos el agua después de la larga caminata, el frío es cortante. Después de varios intentos por entrar en el agua a lavarnos, por fin nos atrevemos, pero no duramos más que un minuto. Por fin me lavo el pelo, ahora ya no parece una rasta.

Antes de comer nos relajamos un poco debajo de las jaimas, hasta que una se nos cae encima. En cuanto los bereberes lo ven corren a recolocarlo. Poco después se ha acercado la niña con la sonrisa más bonita del mundo. Solo era necesario darle un silbato y un abanico para hacerla reír.

A medida que pasa el día estoy más segura de que estas personas son el mejor recuerdo que me llevo de Marruecos. No dudan en hablar contigo, parece que tienen tantas ganas de conocernos como nosotros a ellas.

Al volver del Monasterio de Midelt nos reciben con cantos preciosos, ya que ellos están celebrando el fin del Ramadán.

Con esto y con todo, puedo asegurar que volveré a Marruecos.

Sara Rico

27-JULIO-ALHUCEMAS-MIDELT-TATTOUINE

A Charles de Foucault, antropólogo y explorador francés, no le fue fácil escoger las rutas que seguiría durante su largo viaje por Marruecos. Era 1883 y muchas tribus todavía eran hostiles al extranjero. Pero Foucault, con voluntad firme, decidió adentrarse en las regiones que ni siquiera aparecían en el mapa. “Había que pasar por comarcas aún inexploradas y, entre ellas, elegir las razones que, bien por sus intereses físicos, bien por sus habitantes, parecían presentar mayor interés”, resolvió.

Una de esas regiones era el Medio Atlas, cadena montañosa que durante siglos ha presenciado las idas y venidas de los bereberes. Siguiendo las mismas rutas que los nativos, los expedicionarios de España Rumbo al Sur se adentraron en una región inexplorada hasta hace poco. “Ojalá podamos hablar con la gente que vive allí”, comentaba Enrique Hernández, de Ávila, uno de los jóvenes que forman parte del grupo, al inicio de la jornada.

Los muchachos se despertaron en la playa de Bades, junto al peñón Vélez de la Gomera, donde habían instalado el campamento por segunda noche consecutiva. A muchos les costó despedirse de ese enclave privilegiado, en el corazón del Parque Nacional de Alhucemas. Una vez en el autobús partieron hacia el este, atravesando las localidades de Midar y Driouch, para por fin marchar hacia el sur, camino a Midelt. Aunque la distancia que comprende ambos puntos no es muy grande, las montañas obligan a tomar carreteras sinuosas que alargan el viaje.

La comida se hizo esperar hasta 17.30 horas: los jóvenes, sentados bajo los únicos árboles que salpicaban una llanura casi desértica, abrieron sus raciones militares de combate, encendieron el hornillo y se divertían comentando qué menú le había tocado a cada uno. “En las zonas de conflicto, la comida de los militares españoles es de las mejores”, decía Enrique Fernández, de 17 años, mientras engullía una tostada con paté y un guiso de ternera.

El grupo alcanzó el Medio Atlas a las 22.00 horas. Tras repartirse las mochilas, todavía era necesario salvar la distancia hasta Tattiouine, aunque las rutas eran impracticables para los autobuses. A pie, e iluminando el camino con sus frontales, marcharon bajo las estrellas y la mirada curiosa de algunas mujeres que se asomaban con sus hijos a las puertas de sus casas.

El calor de los días previos dio paso al frío de las grandes altitudes. El campamento, instalado a unos 2.300 metros de altitud, marcará el punto de partida para uno de los días de mayor desgaste físico para los miembros de la expedición, bordeando el Circo de Jaffar en una larga caminata. Dos bereberes nómadas instalados en la zona les dieron algunos consejos sobre cómo desenvolverse en la región, árida y escarpada. Eran las dos de la madrugada cuando entre los jóvenes empezó a correr la noticia de la marcha a la que se enfrentarán en la próxima jornada. “¿Unas diez horas caminando?”, preguntaban sin terminar de creérselo.

Gonzalo Araluce Martín
Cronista Oficial ERS

Tras cinco días de viaje, un inicio de viaje que, aunque cansados, acalorados, hambrientos y sedientos, hemos pasado momentos incomparables. Todos estamos muy ilusionados y unidos, aún habiéndonos conocido hace escasos días. Hemos creado lazos increíblemente fuertes debido a las situaciones casi extremas a las que ya estamos habituados tras padecerlas a diario.

El primer día echábamos de menos a nuestras familias, era una sensación extraña, pero a la vez extraordinaria.
En estos momentos recuerdo en gran medida a mi hermano, antiguo expedicionario de Rumbo al Sur. Me siento como él cuando vivo y comprendo su entusiasmo tras la experiencia, algo que solo puedes entender si vienes, ya que es indescriptible.

Dedicado a mi familia: para mi madre que no se preocupe, estoy bien de momento; para mi hermano que se lo está pasando genial; para mi padre que termine las obras pronto y a mi tío a ver si nos encontramos. Y una especial dedicación al anciano maestro.

Luis Delbergue

“Raciones militares”

Tras unas horas de autobús, camino del Atlas, llega la hora de comer. Hoy tenemos raciones militares. Los monitores nos entregan una pequeña caja envuelta en plástico verde para cada dos. Abrimos la caja y encontramos un papel doblado en el que está escrito el contenido de ésta y el menú: sopa, paté de atún, sardinas, guisantes con carne y frutas en almíbar.

Antes de sacar nada más memorizamos cuidadosamente el orden en el que están colocadas las latas para poder volver a guardarlas y cerrar la caja después de comer.

Comenzamos a montar el hornillo donde hacemos el fuego para cocinar la sopa. Una caja de cerillas, papel y pastillas ‘crack’ de fuego son los materiales que tenemos para encender el fuego. Esto puede parecer una tarea fácil, pero el viento y la falta de experiencia le añaden un punto de dificultad.

Finalmente, tras varios intentos fallidos lo conseguimos, “¡qué sensación tan gratificante!” Me siento como un superviviente con su taza de aluminio llena de sopa, cogiendo fuerzas para el próximo reto.

Olga Sánchez Moreno

Hoy, tras el ejercicio rutinario, desayunar y recoger las mochilas, hemos abandonado la playa que hemos utilizado de campamento base durante dos noches.

La despedida de ese lugar, que por la noche se volvía mágico, ha estado acompañada por un pequeño grupo de niños lugareño que nos decían adiós con la mano. Hubiese dado por cualquier cosa por hablar con ellos y saber cómo son sus vidas en un lugar tan bonito pero a su vez tan alejado y vacío.

Una vez en el autobús hemos emprendido rumbo al sur para adentrarnos más en Marruecos y África.

A medida que avanzábamos, íbamos atravesando núcleos pequeños de población en los que la gente se detenía a mirar estupefacta a los autobuses y a saludarnos curiosos. También hemos recorrido grandes desiertos de tierra árida que parecían no tener fin, y que en su día fueron los mayores bosques del norte de África.

A veces parece que cuando cogimos el ferry el tiempo se detuvo. Ya apenas recordaba la fecha que era o que hoy cumplía años una de las personas que más me estará echando de menos. Espero que haya tenido un día tan vivo como el mío, porque, aunque se haya basado en mirar a través de la ventanilla, ha estado repleto de emociones y reflexiones.

Alba Bállega

Cómo no va a ser un buen día el que empieza en una playa africana escuchando el sonido del mar que arrastra las rocas. Calentita en el saco y en absoluta tranquilidad, que no tarda mucho en romperse con la voz de “¡Vamos chicos! ¡Zapatillas puestas! ¡Listos en cinco minutos!”, que cumplen a la perfección el papel de despertador. Levantar la vista y ver el mar a tus pies, un sinfín de montañas a tu espalda, un inmenso paisaje acantilado a un lado y el peñón de Vélez de la Gomera al otro, lo que, aunque suena ridículo, hace que te sientas más en casa por estar cerca de territorio español. Más cerca de tu familia y tus amigos, la comida de tu madre, tu cama, las eternas duchas… y sorprenderte porque, aunque eches tanto de menos esas cosas, estar lejos sólo sirve para apreciarlos mucho más. Pero realmente sabes que no quieres volver. No todavía. Y te das aún más cuenta cuando estás yendo hacia el calentamiento y empiezan las bromas con el resto de expedicionarios. Te ríes y no llevas ni diez minutos despierta. Y no sé si es el sueño, el ambiente, o que me he hecho mejor persona.

Igualmente, si alguien sigue adormilado, la horita de deporte en la que corres y haces ejercicios que trabajan cada músculo de tu cuerpo no están nada mal para terminar de despertarte.

Entonces llega el ansiado desayuno, que junto a las comidas y cenas, hacen que adores al equipo de cocina como a tu abuela como cuando hace croquetas.

Llega la limpieza de la playa y te das cuenta de que te vas a pensar dos veces eso de tirar un papel al suelo. Después de recoger el macuto, entramos en el bus: pequeño bus, casa por un día. Es verdad que agobia un poco, pero realmente es el momento perfecto para recuperar algo de sueño, ver en primera persona la realidad marroquí al atravesar diferentes poblados, pensar un rato, echar de menos unas cosas y darte cuenta de que echarás de menos otras tantas, o sentarte al lado de un desconocido (sorprendentemente, todavía hay gente que no había visto nunca) y empezar una de esas amistades espontáneas que sólo se dan en España Rumbo al Sur y que diez minutos te basan para saber que, sin duda, van a durar. Es lo que tiene estar rodeados con una personalidad considerablemente parecida a la tuya, porque si hemos querido llegar hasta aquí es por algo.

Así dejamos pasar unas cuantas horas para que se esconda un poco el sol y, llegado el momento, toca bajar a comer. Por primera vez, raciones militares, que nos convierten en auténticos chefs capaces de cocinar una sopa de verdura en un hornillo desmontable de cinco centímetros. Y nos quitan cualquier escrúpulo en cuanto a la comida. Sigo pensando lo emocionada que estaría mi madre viéndome comer sardinas, además, en lata. Así que no creo que vuelva a rechazar las suyas.

Volvemos al bus, unas cuantas horas más que no se hacen ni largas con todas las historias que fluyen del fondo norte al sur. Hasta que oímos el temido “poneos las botas”, que hacen que esperemos lo peor. Pero no, siempre se agradece una marcha sin sol, así que una que empieza a las diez y no es demasiado empinada viene bien para estirar las piernas.

Carmen Alonso

 26-JULIO- BADES-PARQUE NATURAL DE ALHUCEMAS.

Los rifeños, en sus conversaciones, suelen recurrir a un viejo refrán que dice: “Agua que no fluye, se pudre”. Los pastores que recorren esta calurosa región consideran el agua como algo casi sagrado. La vida de sus cabras y el sustento de su familia dependen de ella. Pero el viejo dicho va mucho más lejos; hace referencia a la necesidad de que los jóvenes viajen para conocer otras realidades y abrir su alma a otras culturas.

Puede que los miembros de España Rumbo al Sur no conocieran esa afirmación, pero ese es el espíritu con el que, día a día, recorren algunos de los lugares más recónditos de Marruecos. En la cuarta jornada, tras amanecer en la playa de Bades, los jóvenes se calzaron las botas, se bañaron en protector solar y se lanzaron a una marcha que les conduciría al parque nacional de Alhucemas. Los caminos son los mismos que durante siglos recorrieron los mercaderes de toda África que se dirigían al Mediterráneo para vender su género. Los barrancos y los escenarios casi desérticos podrían recordar a algunas escenas de la película Babel. Sin embargo, para Fabia Sáinz, una de las participantes de la expedición y que vive en Marbella, aquella ruta le recordaba a algunas más próximas a su casa: “Podría ser Andalucía”, apuntaba.

Tras una caminata que se prolongó durante dos horas bajo un sol de justicia, los expedicionarios alcanzaron el centro de interpretación del parque nacional. “Por solo esta sensación y ver la cara de la gente, ya vale la pena el esfuerzo”, contaba Daniel Flores, otro de los jóvenes. Tres rifeños, Hakim Messaouri, Hamid Toufik y Mohammed Bahaj, explicaban a los jóvenes la labor que desempeñan en la zona coordinados bajo el nombre de RODPAL: “Aglutinamos una docena de ONGs locales que tienen por objetivo promocionar la biodiversidad del lugar y, con ello, mejorar la situación de las tribus locales”. La mayoritaria, en este caso, recibe el nombre de Bokkoya.

El camino de regreso encontró una parada en una antigua mina de plomo, abandonada desde 1956. Los tres rifeños, en corrillos improvisados, respondieron una avalancha de preguntas de los jóvenes sobre el Islam, Marruecos y otras inquietudes. “El Mediterráneo no es una frontera, es un puente de unión –reflexionaban los hombres-. Debemos eliminar las fronteras; no las físicas, pero sí las mentales”.

Después de la charla, los jóvenes regresaron a la playa de Bades, donde Sancho González-Green, reputado volador en globo, recorría el horizonte a bordo de un paramotor. “Esta sensación es increíble –contaba tras aterrizar–. Puedo ver desde una perspectiva privilegiada algunos lugares que no podría ver de otra forma”. Las imágenes tomadas con su cámara reflejan un atardecer de cuadro, con el peñón de Vélez de la Gomera de fondo y los expedicionarios refrescándose en el Mediterráneo. María Revert, valenciana de 17 años, era una de ellos: “Esta agua no es como la de Gandía, es mucho más fría, pero me he quedado nueva después de la excursión”.

Los jóvenes extendieron sus sacos, cansados pero satisfechos. Miles de estrellas cubrían el cielo. “Y mañana, ¿qué haremos?”, preguntaban algunos de ellos, sin ser capaces de imaginar que la próxima jornada dormirán en Tattiouine, una aldea diminuta del Atlas transitada frecuentemente por las tribus bereberes

Gonzalo Araluce Martín
Cronista Oficial ERS

Si hay una frase con la que se identifica este viaje es “disfruta del momento”. En nuestro cuarto día de expedición, hemos amanecido en la playa. A todos nos habría encantado seguir disfrutando de las vistas, pero nos esperaba una larga hora de deporte. Tras ella pudimos disfrutar de un baño en la playa, cual niños que ven por primera vez el mar. Ajenos a lo que nos esperaba, comenzamos a andar a las 11 de la mañana. No os puedo negar que el calor durante la marcha fue insoportable, aunque he de reconocer que cuanto más cuesta la marcha, mayor es la satisfacción al llegar.

Así pasamos el día visitando una asociación en pleno Parque Natural de Alhucemas, sintiéndonos mineros en medio del Rif y aprendiendo en los talleres de supervivencia, cooperación y optimismo.

El día concluyó con una sesión de teatro bajo las estrellas, en medio de la playa que se ha convertido por dos días en nuestro hogar.

Ana Gallardo

Comienza el día y nos despertamos en la playa. Unos segundos de tranquilidad y de paz al ver el mar nada más levantarte. Hemos realizado la hora diaria de deporte y el baño ha sido increíble. Todos juntos en el mar, hemos compartido risas y juegos. “Nunca había realizado algo igual” decía Olga Sánchez del grupo 5. La caminata ha sido muy dura pero muy gratificante al llegar al lugar. A la bajada, los monitores nos han sorprendido con unas Coca-Colas y unas Fantas para hacernos la bajada más amena. Las horas pasan y el día continúa de forma rápida pero cuando comienzas a recordar las cosas que has realizado es alucinante encontrarte pensando que tu vida cotidiana no es tan intensa como la que llevas en España Rumbo al Sur.

El día termina tras una larga presentación de todos los miembros del equipo.

Nos esperan unos largos días de los cuales intentaremos sacar el máximo partido con una sonrisa y con ilusión. Muchos de nosotros estamos descubriendo actividades que nos encantan como el teatro o la revista de ERS. Para nosotros haber sido seleccionados para venir aquí es estar cumpliendo un sueño, por lo que intentamos disfrutar cada segundo con una sonrisa.

Buenas noches, todos descansaremos y repondremos fuerzas para mañana.

Un beso de una rumbera

PD: feliz cumple papá, que conste que no me he olvidado. Espero que estéis todos bien y disfrutando mucho. Un beso familia y amigos

 Paula Sánchez López

Un despertar diferente, el mar enfrente. No hay nada más relajante que despertarse y escuchar el oleaje.

Una vez más la mañana comienza con Pablo. El calentamiento ha sido intenso pero único, nos ha preparado para la carrera. Después nos hemos dado un baño. Empieza la marcha con el calor y el sudor pero no perdemos la ilusión. Tras una charla sobre la biodiversidad del lugar, emprendemos la aventura en antiguas cuevas mineras.

Nos dirigimos a la primera y así inicia nuestra exploración: con Micaela encontramos un murciélago.

En la segunda gruta, nos depara una sorpresa pues al fondo nos esperan Telmo, Pablo y Álex, con quienes nos adentramos en lugares donde sólo nosotros nos atrevemos a entrar.

Llegamos al final, hasta que se ha hecho demasiado estrecho para poder pasar. Como sacado de los documentales que antes de llegar mirábamos; ahora lo estamos viviendo y es fantástico.

Íbamos caminando detrás del grupo, pero la suerte estaba de nuestro lado pues hemos conseguido subirnos en el camión agarradas a las barras de atrás. ¡Ha sido increíble!

Disfrutamos de la playa, con un baño antes del atardecer y nos hacemos varias fotos para llenar el álbum que crearemos al volver. A continuación, varios talleres: optimismo, cooperación, teatro, etc.

Hoy ha empezado el nuevo proyecto, la revista da sus primeros pasos.

Nos vamos a dormir con una sonrisa dibujada en la cara por estas experiencias que nunca vamos a olvidar.

 Ángela Ávila e Isabel Esaín

Hoy 26 de julio, nos hemos despertado a las seis hora local. Hemos hecho la hora de deporte, mucho más fuerte que la del día anterior. Hemos corrido por lo menos unos 15 minutos que se me han hecho eternos, y luego seguimos con unos estiramientos matadores, aguantando sin saber lo que venía después, pero persistimos como fieras.

Después nos han dejado darnos un baño en la playa, el cual nos ha sentado muy bien después del cansado ejercicio, hemos estado allí divirtiéndonos y refrescándonos, sin más decir que ha sido lo mejor.

Llegado el desayuno hemos llegado al acecho de ese pan con tomate tan bueno que nos prepara el equipo de cocina y el Colacao tan rico que de mañana sienta fantástico, y sin alargarlo más llego a lo que yo he denominado: “el día de las espaldas mojadas”. Lo he denominado así porque hemos hecho una marcha a pleno sol que habrá durado unas dos horas. Nuestro destino fue un parque en el que se encontraban los encargados de cuidar el Parque de Alhucemas. Nos han contado la historia del parque y varias curiosidades que resultaban de lo más interesante. Aprovechamos la llegada al punto para curarnos las heridas de la marcha y reponer energía para la vuelta. Después de una cansada vuelta paramos unos metros antes para visitar unas antiguas cuevas artificiales hechas por antiguos mineros españoles. Al llegar a la playa comimos, como siempre la gran comida hecha por el grupo de cocina y después un baño en la playa para relajarnos. Tras este gran baño, tuvimos varios talleres con personas que al hablar nos hipnotizaban y enganchaban con sus diferentes historias y actividades. Tras acabar los talleres nos presentaran a todo el equipo de España Rumbo al Sur, personas con cuyo apoyo  hacen este viaje mejor.

Después de la presentación llegó la cena, esa gran parte del día. Después de la cena llegó la revista organizado por Bea Bobo y así acabó el cuarto día de este magnífico viaje.

Luis Chópite

25-JULIO-TETUÁN-ALHUCEMAS

Cuando los arquitectos del sultán Abdehrramán construyeron en 1830 la fortaleza Skala de Tetuán, apenas podían imaginar que la medina que se extiende por su interior se convertiría en una especie de máquina del tiempo. Las callejuelas que la recorren están flanqueadas por casitas encaladas en cuyas ventanas se asoman niños y ancianos, que, en pleno Ramadán, se protegen del sol cuando este cae a plomo sobre las tiendas. En ellas se pueden encontrar desde los smartphones más modernos del mercado hasta la mercancía tradicional, como dátiles o gallinas. El olor a especias invade cada rincón. Los comerciantes, amables, hablan con los turistas y les invitan a probar su género. «He hablado con uno de los vendedores y me ha regalado un racimo de uvas», contaba divertido Pablo Martínez -de 16 años y miembro de la expedición España Rumbo al Sur- al atravesar la Puerta de la Reina, principal punto de acceso al irregular mercado tetuaní.

Algunos de los jóvenes que forman parte de la marcha resoplaban por culpa del calor que se cernía sobre la ciudad. «El sufrimiento también forma parte de la aventura», respondía Ricardo Renedo, madrileño de 16 años, probablemente inspirado por el testimonio de las Hijas de la Caridad con las que habían charlado aquella mañana. «Qué alegría que vengan estos chicos», contaba una de ellas, sor Felicidad. Con 82 años, la actividad de la religiosa resume en buena medida la labor que la congregación efectúa en Tetuán desde hace más de sesenta años: además de cuidar a los ancianos de la residencia ubicada en el antiguo hospital español, fomenta la promoción de la mujer musulmana y visita cada semana a los presos de la cárcel de Tetuán. «El otro día vi a un preso cojo -contaba Felicidad-. Me dijo que le vendría bien un bastón y le di el mío. Pensé que pronto me llegaría otro a mí, y así ocurrió». Los jóvenes, impregnados de ese espíritu de caridad, visitaron a la docena de ancianos que allí duermen. Salvador Caballero, de 92 años y residente en Marruecos desde los diez, les dio algún consejo de cara a las jornadas venideras: «La gente del país es gente buena. Acercaos a ellos y aprended», les dijo.

Los expedicionarios completaron la mañana con una visita a la escuela de artes y oficios Sidi al Mandri, en la que niños de 4 a 18 años con pocos recursos aprenden orfebrería, pintura, costura o a trabajar la madera y la plata, entre otras especialidades. La joven madrileña Cristina Nieto se mostraba fascinada ante las experiencias vividas en Marruecos: «Me está encantando África y no hemos hecho más que empezar».

Tras escuchar una serie de conferencias sobre cooperación, economía y periodismo, los expedicionarios subieron a los autobuses para dirigirse a la región de Alhucemas. Pero muchos de ellos no sabían a dónde se dirigían. «No tenemos ni idea de lo que vamos a encontrarnos», reconoció Alba Sierra, de 17 años. «Pero a mí eso me encanta, así voy sorprendiéndome con cada cosa que me encuentro», añadía a su lado Valentina Schutz, de la misma edad.

El viaje se prolongó durante más de cinco horas. Era ya la una de la madrugada y a ambos lados de la carretera se dibujaban sombras furtivas, musulmanes que se dirigían a sus respectivas mezquitas para continuar con sus oraciones. Por fin, los expedicionarios alcanzaron una playa de la región de Alhucemas, al otro lado de la cordillera del Rif. A un lado de la misma se erige el peñón Vélez de la Gomera, defendido por un puñado de regulares de la Legión que se relevan cada semana. La docena de farolas que iluminan el enclave diminuto proyectan su luz sobre el Mediterráneo, que la devuelve al cielo como un espejo. Telmo Aldaz, responsable de España Rumbo al Sur, instaba a los jóvenes a abrir bien los ojos en las dos semanas restantes del viaje: «Es una pena que la gente no conozca el verdadero Marruecos, pero para eso estáis vosotros aquí». Eran las 3.30 de la madrugada cuando los miembros de la expedición se tumbaban en la playa, donde una lona hacía las veces de un improvisado cine donde se proyectaría un documental sobre la relación de España con el país vecino. «Y mañana, a qué hora en pie», preguntaban. «A las siete».

Gonzalo Araluce Martín
Cronista Oficial ERS

Comienza el día a las 5 de la mañana en la pista de baloncesto del Hospital Español. Se aprecia la diferencia entre dormir dos horas y dormir 6, así como cuando desayunamos pan con tomate y huevos revueltos, en vez de un trozo de bizcocho. Asimismo es apreciable lavarse los dientes mirando el Rif. Sin embargo, el verdadero protagonista del día es el calor.

Hoy por fin hemos tenido el primer contacto directo con la cultura marroquí. Tras un taller de emprendimiento nos hemos echado a las calles de Tetuán. Los edificios blancos y el Rif conforman el paisaje de esta ciudad del Norte de Marruecos. La Medina es una mezcla de olores y de objetos de distinta procedencia que se unen en el arte del comercio. Las calles son estrechas y concurridas y dan un cierto aire de otros tiempos. La visita a la Medina nos ha llevado a viajar un poco en el tiempo, lo que nos permite conocer parte de nuestras raíces culturales, que precisamente se encuentran en esta zona. La hospitalidad de los marroquíes nos lleva a visitar una farmacia tradicional, donde los tarros con plantas y especias sustituyen a las cajas de medicamentos.

Hemos tenido la suerte de visitar la residencia de ancianos del Hospital Español de Tetuán, que nos acoge. Hay muy pocos pacientes, todos españoles. Entablamos conversación con un paciente de 92 años, que llegó al antiguo Protectorado en 1944. Ahora ya no puede andar y nos dice que en el Hospital sólo “come y duerme”. Nos afirma que no sabe una palabra de árabe, pese a haber abandonado la Península hace 70 años. Otro viaje al pasado, esta vez generacional.

Abandonamos Tetuán ante una puesta de sol que marca el inicio de la fiesta para los musulmanes. A lo lejos, las casas blancas en el Rif recuerdan a Granada. Nos dirigimos a Alhucemas, todo el mundo nos saluda desde el autobús. A medida que abandonamos la ciudad el paisaje se vuelve increíble. Los grandes montes se convierten en acantilados al llegar al mar. Entre ellos se observan casas y mezquitas, además de campos de cultivo que conviven con el Mediterráneo.
La expedición continua y nosotros con ella.
Jan Shipley

Hemos tardado un par de días en escribiros ya que estábamos adaptándonos a esta nueva experiencia que nos queda por vivir.

Un cúmulo de cosas tal vez inexplicables que sentíamos dentro de nosotros mismos. Muchas son las cosas que hemos dejado atrás, pero otras muchas las que nos quedan por delante. A pesar de haber dormido unas cinco horas (algunas más que ayer), deciros que estamos bien aunque dentro de una semana volveremos a escribiros para ver si sigue en pie eso de “estar bien”.

Al despertarnos, tras una noche algo interrumpida por rezos y gaviotas, nos dirigimos a una entretenida sesión de deporte.

Una vez ya duchados y desayunados nos ponemos en marcha hacia la Medina de Tetuán. Allí en la Medina hemos podido comprobar que no tan lejos de nosotros existe un mundo totalmente diferente.

Ahora a las 2 a.m., en la playa, en el peñón de Vélez de la Gomera, nos despedimos para irnos a cenar.

Esperamos que os vaya todo genial por allí y os echamos mucho de menos.

PD: queremos un bocata de Nocilla cuando nos recojáis.

Juan Marín Iranzo y Lucía González Sáez de Heredia

Desde que hemos cruzado la muralla que separaba la Medina del resto de Tetuán, un montón de sensaciones se me han echado encima, ya sólo los sonidos eran diferentes, los olores; una mezcla de olor a calles calurosas, fruta, carne, pescado, zapatos y gatos, sobretodo a gatos. Atravesábamos el mercado y un puñado de gente con camisetas verdes nos abríamos paso entre puestos y mujeres tapadas con velo, y claro, gatos. Sudaba por todos los poros, pero apenas me daba cuenta, había tanto que absorber y observar… Y cómo no, todos, cual turistas chinos, no hemos parado de apretar una y otra vez los botones superiores de nuestras cámaras.

Mirases donde mirases nada se parecía a nuestras costumbres, hasta su “cielo” es diferente, porque dentro del mercado se reduce a una oleada de telas tensadas con cuerdas entre las que se adivinan trocitos de cielo azul.

Estaba claro, somos hormiguitas verdes bajo cielo africano.
Malena Lapunzina

Despertarse en nuestro primer con la llamada al rezo y no volver a coger sueño, no es la mejor forma de empezar en ERS. Pero que la hora de deporte se hiciese más amena y las duchas frías y el desayuno fuesen más que decentes, despierta y anima a cualquiera.

Después de recogerlo todo y ponernos por grupos, Freya nos expone un interesante juego en el que, teniendo que buscar un producto que triunfe tanto en España como en Marruecos, nos hace darnos cuenta de lo poco que sabemos sobre las necesidades marroquíes. Al acabar emprendemos camino hacia la Medina de Tetuán, donde impresiona el contraste entre su mercado y los nuestros. Lo que más me ha impactado ha sido la forma en la que tenían los yogures, flanes, carnes y pescados ya que no estaban en nevera y sólo los pescados y algunas carnes estaban en frío.

Eso y escuchar la explicación de una niña sobre el sistema de callejuelas “anti ladrones” de la Medina, la diferencia entre los tomos de las puertas y su por qué… Pero, sobretodo, su carisma y la pasión con la que nos contaba la historia de Marruecos tenía su magia.

Algo que también me impresionó fue la amabilidad de la gente y el entusiasmo con el que el hombre del herbolario y la hermana de la caridad daban sus explicaciones y transmitían su felicidad con cada palabra.

Tras un día relativamente relajado, lo más cansado, por muy contradictorio que parezca, ha sido el montón de tiempo de descanso después de comer; ya que, por lo menos a mí, resultó más incómodo éste que el trayecto en bus o el corto trayecto hasta la playa, donde nos instalamos para dormir después de escuchar una explicación sobre el Peñón y lo que íbamos a hacer el día siguiente.

María Fernanda Rocha

Amanecemos en el Hospital Español de Tetuán a las 5 de la mañana y nada más abrir los ojos empezamos todos a comentar la infinidad de ruidos que habíamos oído por la noche: que si perros ladrando, que si pájaros “raro” montando escándalo, que si el canto del Corán llamando a la oración…
Como cada mañana, tenemos una hora de deportes con Pablo Martos, duchita rápida y típico desayuno rumbo al sur de pan con tomate y revuelto de huevos. A continuación, un divertido taller de emprendimiento donde cada grupo buscábamos un bien o servicio para ofrecer a los marroquíes y beneficiarles, y, para variar, todos los rumberos atacando a los otros grupos con sus complicadas preguntas para pillarles.

Después, nos encaminamos a la Medina de Tetuán, uno de los sitios más llamativos y peculiares que he visto nunca. Gran cantidad de olores se mezclaban por las callejuelas del mercado; especias, pescado fresco, queso de cabra muy fuerte, dulces marroquíes, aceitunas, alcantarillado… Algunos expedicionarios hemos salido aturdidos de tantos olores distintos y hemos decidido llamar a la Medina “mercado marroquí de los olores”.
Ha sido un gran día en el que hemos tenido de todo, un primer contacto con el calor africano, sed, charlas interesantísimas, deliciosos bocadillos para comer; pero sobre todo risas y momentos increíbles junto a todos los maravillosos compañeros  y monitores.
Me despido por hoy con esta crónica que estoy escribiendo desde el autobús al ritmo de “La Gran Noche” de Rápale, la canción del viaje. En unas horitas estaremos en Alhucemas.

Hasta pronto y, que ¡os quiero, mamá y papá!

Raquel Gómez de Parada

24 JULIO- CEUTA-FRONTERA-TETUAN

«Austeridad, disciplina y compañerismo; ayudarse, compartir». El comandante general del Ejército de Tierra en Ceuta, José Manuel Sanz Román, enumeraba las virtudes que comparten las compañías bajo su mando con los expedicionarios de España Rumbo al Sur. El militar daba la bienvenida a los viajeros en el acuartelamiento instalado en el enclave español, en una jornada -la segunda del recorrido- en la que los jóvenes tuvieron la oportunidad de charlar con los soldados, empaparse de sus vivencias y compartir inquietudes.

El toque de diana sonó a las siete de la madrugada. Muchos de los chicos apenas habían pegado ojo, imaginándose en las dunas del desierto. «No hay que dormir demasiado para estar activo, sino tener ilusión», comentaba Malena Lapunzina, de 15 años y nacida en Argentina. Tras los ejercicios de deporte y el desayuno, los jóvenes marcharon hacia el campo de maniobras de la Legión. Allí, los regulares recrearon un escenario de conflicto que recordaba al vivido en la guerra de Afganistán. Los chicos, con los ojos bien abiertos a pesar del sueño, presenciaron los movimientos de los jeeps y de los vehículos blindados que se defendían ante un ataque terrorista ficticio. «Esto es una pasada -decía, fascinada, Belén Álvarez, madrileña de 17 años-. Siempre lo he visto en películas, pero ahora lo he vivido en primera persona». El coronel Sebastián Vega Murcia se mostraba contento de que los jóvenes accedieran a este tipo de operaciones: «Estamos orgullosos de fomentar estos valores».

Acto seguido, y sin tiempo para el descanso, los autobuses condujeron a los expedicionarios al Baluarte de la Tenaza. Desde ese lugar, todos los días y de forma inalterable, se cumple el ritual de disparar una salva con un cañón para anunciar el mediodía. Mientras el subteniente Juan Carlos Madrid explicaba a su auditorio la historia de aquel fortín, algunos chicos aprovechaban la oportunidad para asomarse a sus murallas y presenciar una vista privilegiada de la ciudad. Las casas pequeñas y coloridas dibujan un mosaico junto al mar; las montañas que despuntan en el horizonte rasgan con sus cumbres algunas nubes pasajeras.

La visita a las instalaciones militares se completó con sendos recorridos por el museo de la Legión y por una muestra que el Ejército había dispuesto exclusivamente para los miembros de España Rumbo al Sur. Mercedes Olazábal y Victoria Muñoz, las dos de 17 años, apenas podían contener la emoción en sus asientos del autobús. «Ahora, por fin, nos vamos a África», recitaron prácticamente al unísono.

Efectivamente, tras una comida servida por el Ejército de Tierra en el acuartelamiento, los jóvenes se dirigieron a la frontera ceutí. La espera para acceder a Marruecos se prolongó durante dos horas, ocasión que aprovecharon muchos para echar una cabezada. Por fin, a las ocho, los autobuses enfilaron la carretera rumbo a Tetuán, capital del protectorado español –de 1912 a 1956-, y su Medina, Patrimonio Mundial de la Unesco. El aventurero francés Charles de Foucauld, enamorado del país vecino, describía la ciudad en su libro Viaje a Marruecos, 1883-1884: «Rodeada, al norte y al sur de altas montañas, teniendo a sus pies una de las huertas más hermosas del mundo, regada por mil fuentes, tiene el aspecto más risueño que verse pueda».

El antiguo hospital español, dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores, fue el punto de destino. Vicente Ortega Cámara, coordinador general de Cooperación Española en Marruecos, habló con los jóvenes sobre la necesidad de estrechar lazos entre ambos países, separados por «14 kilómetros, que no son nada». A su vez, sor Cristina, hija de la Caridad, explicó las funciones que desempeña su congregación, asentada en la ciudad desde 1921: una residencia de ancianos, una guardería para niños marroquíes y talleres de escritura para adultos. Por último, Jesús Ortiz, administrador del hospital, explicó la historia del recinto a los jóvenes y les dio la bienvenida a territorio africano.

La jornada fue intensa para muchos de los expedicionarios, pero la ilusión permaneció intacta, si no se fortaleció, de cara a las próximas jornadas. El ágape ofrecido por los anfitriones levantó la moral del grupo. Agradecidos, abrieron sus sacos de dormir y los extendieron en el suelo de un polideportivo ubicado en las mismas instalaciones del hospital que haría las veces de dormitorio. «Buenas noches y hasta mañana. Descansad, que será un día largo», es la consigna que repiten los monitores antes de apagar las luces. El canto de la mezquita llamando a la oración acompaña a los jóvenes en los últimos compases de la jornada. No en vano, es el día 26 de la fiesta del Ramadán, sagrado para toda la comunidad musulmana

 Gonzalo Araluce Martín
Cronista Oficial ERS

Tras una hora de intenso ejercicio y un escasito desayuno fuimos al acuartelamiento de otros legionarios, donde nos reprodujeron una escena de guerra. Encima de un promontorio observábamos un pueblo cuyos actores simulaban el ataque de un grupo terrorista de Afganistán a los soldados. La simulación estuvo muy bien.

Ceuta está llena de cuarteles y bases del Ejército, con lo que fuimos a otra de ellas donde nos mostraron su maquinaria. Nos enseñaron sus equipos de buceo, e incluso nos metimos en un tanque. Una mañana súper militar.

Después fuimos a una fortaleza encima de una montaña, desde donde se veía toda la ciudad de Ceuta. Visitamos el museo de la Legión, volvimos al acuartelamiento anterior donde hicieron el simulacro y nos dieron una comida con primer y segundo plato. ¡Alucinante para lo que veníamos comiendo!

Ceuta es una ciudad que realmente es más grande de lo que pensaba. La mayoría de sus transeúntes (por no decir todos) son musulmanes. La verdad es que estaba muy bien; la fortaleza es muy bonita, hay algunas calles que son muy curiosas, y las pequeñas playas que había eran verdaderamente apetecibles.

Ahora (18:08) estamos esperando a pasar al país vecino. Hay una sección en la que están pasando muchos coches y otra en la que pasa la gente a pie.

Tras dos horas esperando en la frontera pisamos tierras marroquíes.

Ricardo Renedo Gómez

Son las 7:00, se empieza a oír ruido por la habitación. No es posible: ¡sólo dos horas de sueño! En tan sólo 10 minutos estamos fuera haciendo abdominales, flexiones, sentadillas, planchas y correr. Y así, tres rondas. Al cansancio por el sueño se le acumula el cansancio físico. Duchas con agua fría nos devuelven a la realidad y, con ello, la alegría de decir: “¡Estamos en Ceuta, al lado de Marruecos!” Sí, lo hemos conseguido, estamos en España Rumbo al Sur.

Recogemos todo y visitamos el cuartel de Regulares en Ceuta, donde nos hacen una demostración de una situación real. No sé cómo expresarlo, ¿sorpresa?, ¿gratitud al Ejército? Ya sabemos cómo funciona y la perfecta coordinación que tienen. Pero llega a más que una demostración, todos saltamos cuando lanzan un disparo real, algo habitual para ellos.

Descubrimos todos los rincones del cuartel, incluyendo el museo donde de nuevo se nota el cansancio. Una fuerte comida es el último momento en el que pisamos España, para ahora sí, dirigirnos rumbo al sur, rumbo a Marruecos. ¡Qué emoción, ilusión, ganas! Vamos a cruzar la frontera, vamos a entrar en un país africano. ¿Cómo será? Miles de dudas se crean, pero seguro que será algo inolvidable, un paisaje distinto que siempre recordaremos.

Mar Cervera

Primer día de una gran aventura; nos disponemos a hacer ejercicio “estimulante” aunque al final se le coge el gustillo. Estoy emocionada, sin tener en cuenta el sueño, el ambiente que se respira es de lo más emocionante. Sólo escucho risas, sólo veo ojos llenos de ganas. Y así es cómo a las nueve de la mañana vamos al cuartel de la Legión a presenciar un simulacro de una escena de ataque terrorista en una ciudad que simula una real en la que el Ejército español coopera. Todos boquiabiertos, sin palabras tras ver una película de acción en directo disfrutamos de Ceuta y de los más exquisitos secretos que aguarda el Ejército en sus museos y cuarteles (también algunas costumbres).

Pero son aún las 12:00 y el día sigue igual de intenso, más charlas, un banquete por parte del Ejército y un descansito.

Por suerte, en el bus, dirección Tetuán hemos podido descansar, aunque ha sido divertidísimo. Esta experiencia me está haciendo más tolerante, abierta y, además de conocer a gente, me enseña facetas mías antes desconocidas.

¿Puede este viaje cambiar mi vida?

Tras dos horas en la aduana, cruzamos y descubrimos casitas azules que se extienden por un páramo en las faldas de la montaña. Un país tan cercano y tan distante que, desde la sencilla y corriente ventana del bus, ya deja ver algo de carisma, belleza y exotismo.

Dormimos en el antiguo Hospital Español, precioso, donde unas monjitas encantadoras (Hermanas de la Caridad) nos han acogido. Nunca me dejará de sorprender la capacidad de sacrificio de ciertas personas sin saber con certeza que conseguirán sus propósitos. Es esperanza, un aire fresco de esperanza.

Además de una charla de la cooperación española en Marruecos, que sitúa a uno en el ambiente de una forma más culta y realista sobre lo que ocurre a nuestro alrededor.

Hoy puedo decir que me meto feliz en la cama… Espero permanecer así en el mañana.

Fabia Sainz Fernández

LAS SONRISAS DEL MAR

Más allá del Mediterráneo las sonrisas de las personas son diferentes, con un brillo especial demuestran la sencillez de su cultura, la amabilidad y la calidez.

En el autobús, algunos duermen, otros cuentan historias, otros se divierten con canciones, cada uno a su manera hace más alentadora el camino hacia Marruecos. Bajo el insoportable calor y con aire acondicionado pasan los minutos y la espera se hace cada vez más larga.

Los documentos de aprobación al ingreso a Marruecos en la Frontera de Ceuta tarda muchísimo, sólo quiero cerrar los ojos y que cuando los vuelva a abrir me encuentre en el lugar de las eternas sonrisas.

Después de un par de horas logramos cruzar, y el tan anhelado destino al fin se encuentra enfrente de nuestros ojos; todo olía diferente, se veía diferente, pero aún así las personas son tan amistosas que siento que me encuentro en Colombia.

Daniela Vásquez

Los rumberos al sur hemos amanecido en el acuartelamiento de Ceuta con una hora de gimnasia. Todos nuestros sudores y esfuerzos nos han servido para empezar bien el día. Nada más acabar, un rico desayuno nos esperaba para coger energías.

Hemos visitado varios cuarteles militares. Para mí, el simulacro terrorista que nos han representado es lo que más me ha gustado. Me ha parecido muy útil ver cómo lo militares velan por nuestra seguridad. Por fin, después de una mañana agotadora nos han sorprendido con una gran comida para seguir camino rumbo a Tetuán, donde nos han acogido las Hermanas de la Caridad en el antiguo Hospital Español. Hemos tenido la suerte de escuchar una charla de cooperación para el desarrollo. En ella nos han mostrado las distintas formas de ayuda española para que Marruecos se desarrolle y desaparezca el analfabetismo y la desigualdad.

Para acabar bien el primer día, Carlos Hernández, miembro de la expedición, nos ha dado una charla de optimismo. En ella he aprendido a valorar la importancia de nuestras perspectivas ante las situaciones de la vida.

Finalmente me gustaría acabar con: “no sé cuánto falta pero disfruta lo que te queda”.

Me gustaría dedicar esta crónica a toda mi familia, amigos que me han apoyado en esta aventura, pero muy especialmente a mi madre, que hoy es su cumpleaños y si no hubiera sido por ella yo no estaría aquí.

Un beso fuerte desde Marruecos.

Ana González Cervera

Habiéndonos acostado a las 5 de la mañana tras un largo viaje, Pablo nos despierta a las 7 de la mañana para hacer deporte. Nunca en mi vida había tardado menos de cinco minutos en cambiarme y ponerme la ropa de deporte, las deportivas, lavarme los dientes, etc.

¿Cómo describir la hora de deporte a las 7:00 a.m.? Pues la verdad, después de dos semanas de no haber hecho casi ejercicio, no me costó tanto volver a lo habitual en ERS: que si abdominales, sentadillas, correr, flexiones…Todo aquello que en un principio tanto me costaba hacer.

Después de la hora de ejercicio llegó el mejor momento del día: el desayuno y la ducha.

Toda la mañana, desde que cogimos el bus hasta la hora de comer, tuvo lugar una muestra de cómo actúan los militares ante una situación de peligro. También asistimos a un museo y a una explicación sobre el armamento y la munición que los militares utilizan. Esta explicación me hizo darme cuenta de la vida tan arriesgada que llevan y que todo eso lo hacen por España.

A continuación, en el viaje de Ceuta a Marruecos, lo más destacable fue el control de aduanas. ya estuvimos parados dos horas, en las cuales tuvimos la oportunidad de conocer gente nueva y conocer nuevas cosas sobre las personas que ya conocíamos.

Alba Sierra Mendía

23 JULIO-MADRID-ALGECIRAS-CEUTA

Contaba Ryszard Kapuscinski, maestro de periodistas y profundo conocedor del continente africano, que no existe una sola África, que existen muchas, y que todas ellas son tan ricas como diversas entre sí. Y también decía que muchas de ellas se mostraban, en ocasiones, impenetrables al viajero.

Con el propósito de romper esa afirmación, de empaparse de África y su cultura, 111 jóvenes y 43 adultos partieron en expedición al sur de Marruecos. El proyecto, organizado por España Rumbo al Sur y bajo la coordinación de Telmo Aldaz de la Quadra-Salcedo, celebra su novena edición con una ruta que recorrerá hasta el 8 de agosto el país vecino. «No espero nada en concreto de este viaje. Vengo con la mente abierta, dispuesta a aprender de las experiencias que nos toquen vivir», explicaba Belén García, madrileña de 16 años, equipada con un bolígrafo y un cuaderno en blanco en el que volcar sus vivencias.

Los miembros de la expedición se dieron cita a las 10 de la mañana en el aparcamiento del estadio Santiago Bernabéu, de Madrid. El escenario fue testigo de los abrazos de bienvenida a compañeros cargados de ilusión; y de despedida con los seres queridos, que daban las últimas recomendaciones minutos antes de montar en el autobús. «Mis padres me han dicho que tenga cuidado y que no me aleje del grupo», admitía Paola García, vecina de Las Rozas y de 16 años. «Será la primera vez que pise África», añadía ilusionada.

Divididos en tres autobuses y con varios vehículos de refuerzo, los expedicionarios abandonaron la capital madrileña a las 11.30. La tranquilidad del trayecto permitió a muchos de los jóvenes interrogar a los veteranos sobre lo que se iban a encontrar a lo largo del viaje. Muchas de las preguntas versaban sobre cuestiones tan básicas como las duchas o los cuartos de baño que se encontrarán por el camino. «¡No fastidies!», era el comentario generalizado al escuchar las respuestas recibidas.

Fueron más de diez horas en autobús -con sus correspondientes descansos en Cáceres y Sevilla- hasta alcanzar Algeciras. Allí se recogieron a los otros nueve miembros de la expedición que todavía faltaban por unirse al grupo. La ilusión inicial ya daba paso a los bostezos, pero todavía quedaban fuerzas para formar y asegurarse de que no faltaba nadie. «Esta disciplina les viene muy bien», afirmaba Nacho Pamiés, uno de los monitores.

El viaje en ferry para cruzar el Estrecho y alcanzar Ceuta se retrasó. Muchos aprovecharon la hora larga que duraba el trayecto para echar una cabezada. Tras desembarcar, vuelta a los autobuses con destino al acuartelamiento García Aldave, cuna de la Legión. «¿A qué hora nos despertamos mañana?», preguntan los jóvenes antes de enfilar el camino que conduce a los barracones. «A las siete», escuchan por respuesta. Miran su reloj y sonríen incrédulos. Son las 3.17 y todavía falta cenar antes de abrir los sacos.

Gonzalo Araluce Martín.
Cronista Oficial ERS.

Todavía no me lo creo, pero es verdad, un sueño, un sentimiento, una ilusión, no hay palabras que describan la emoción que estoy sintiendo, mil gracias España Rumbo al Sur por regalarme esta oportunidad única para cumplir mi sueño.

Los nervios se juntan con alegría, formando una mezcla mágica. El día por fin ha llegado, la aventura ha comenzado.

La mañana va sobre ruedas, conozco a mis compañeras de experiencia. El grupo 1, unido, jamás será vencido.

Ya son las 10 p.m. pero el ritmo no decae, las ganas aumentan en cuestión de minutos. Cada vez estamos más cerca del precioso lugar que nos acogerá en los próximos días.

En el bus voy en la ventana, miro expectante a mi alrededor; a un lado, el sol se funde en las montañas y nubes pintando el cielo de un color anaranjado, al otro, divisamos algunas lucecillas del continente vecino, del que únicamente nos separa el estrecho aunque la diferencia de sociedad, cultura y desarrollo es abismal.

La oscuridad de la noche cubre nuestra ruta. Esa luz tenue ha convertido la velada en un misterio.

En el puerto de Algeciras, Ceuta parecía a un soplo de aquí pero una vez en el ferry descubrimos que no era así.

CRUZANDO EL ESTRECHO

En cubierta nos acoge una fresca brisa, no puedo ni pestañear, estamos a punto de atracar. Ha sido una primera vez especial. África se vive, se siente, se nota en el ambiente.

La calidez africana ha sido nuestra anfitriona. Estoy deseando ver la luz nueva, más intensa, brillar.

Buenas noches, mañana nos espera un gran día.

Ángela Ávila

Ayer madrugar valió la pena. La expedición que tanto ansiábamos se va materializando poco a poco. Después de reunirme en Atocha con mi amiga rumbera de Benidorm y haber saludado a Telmo desde el taxi, ya sólo quedaba esperar a las 11 y dar comienzo al acto del Green Canal.

Fueron llegando los compañeros y ya no contenía la emoción; en todo el reencuentro no paré de sonreír, era imposible no saborear en el ambiente una especie de nervios con gusto a ilusión.

El sol de mediodía nos daba su cálido abrazo, nos probábamos nuestras nuevas botas de legionarios. Poco después, sentados en el césped, escuchábamos a un voluntario del Canal de Isabel II, al propio presidente de la organización y a Telmo, por supuesto. Pero, sin duda, nos sorprendió un monitor, Nacho, con un discurso que nos hizo recordar lo afortunados que somos.

Sabemos muy bien que hemos tenido una suerte envidiable. Recordaremos durante el viaje a todos aquellos que no fueron seleccionados.

Y aunque ayer ya todos llevábamos dentro el espíritu de España Rumbo al Sur, era hoy cuando empezaba la aventura. Expectativas, sueños, conjeturas… Esto se está haciendo realidad. Hace unas horas, en el bus, comentábamos con las rumberas de nuestros nuevos grupos cómo echaremos de menos las duchas, la cama; cómo el bus nos llevará por todo Marruecos, imaginábamos el calor que pasaremos. No lo decimos pero todos esperamos ayudar, escuchar y aprender, absorberlo todo como una esponja, aprovechar cada minuto que nos regalan. Tenemos la oportunidad de iniciarnos en el bonito y gratificante mundo de la cooperación. Gracias, gracias España Rumbo al Sur por ello. Nos ha dado un brillo especial en los ojos, está a punto de darnos Marruecos. Escucho a los monitores decir que en el ferry estaremos mirando el mar; de repente me he visto allí, mi corazón ha dado un brinco. Queda muy poquito. Y es que en cada conversación mantenida en el autobús descubro personalidades fascinantes ¿Qué más se puede pedir?

Llegó el momento. Estamos en el ferry cruzando el estrecho. La espera ha sido larga pero aquí estamos; mi mente ve un mapa, en él hay un barquito pasando por el estrecho. Cuando hemos visto desde el bus nos ha parecido Ceuta cercana. Ahora desde la cubierta no parece igual.

Lucía García

Se podría decir, en mi caso y seguramente en el de muchos otros expedicionarios de ERS, que nuestro día no ha empezado esta mañana al levantarnos de la cama, sino que comenzó ayer al ser realmente conscientes de que nuestra aventura estaba a punto de comenzar.

Muchos de nosotros no éramos más que (y seguimos siéndolo) sacos de nervios expectantes ante lo que nos va a deparar el futuro próximo en Marruecos.

Es sentada en el autobús de camino a Algeciras donde escribo este pequeño texto, seguramente debería estar durmiendo ya que no es algo que vayamos a hacer demasiado durante estos 16 días, pero una vez más los nervios me lo impiden.

Hoy está siendo un día relajado. No hay deporte. No hay cansancio. Lo que sí que hay son emociones, ilusiones y, sobre todo, ganas de disfrutar de esta maravillosa experiencia que será África.

El ambiente es relajado, salvo por la música que lleva puesta el conductor a todo volumen. Aprovechamos para conocernos mutuamente, para intercambiar pasado y compartir futuro.

Así seguirá nuestro viaje hasta llegar al destino que tan ansiosamente esperamos.

Confiamos en que Marruecos sea el viaje, que marque el principio de un nuevo camino, que con suerte no finalizará nunca.

Lucía González Velasco

“La diferencia entre un sueño y una meta está en poner una fecha”.

El día llegó, 23 de julio, día en el que partimos rumbo al sur, en el que empezamos lo que será la experiencia de nuestras vidas y la cual marcará sin duda un antes y un después.

Reencuentro en la puerta 0 del Santiago Bernabéu, despedidas y dirección a Algeciras. Ninguno sabemos qué ruta vamos a seguir, como siempre, Rumbo al Sur no desvela NADA de lo que vamos a hacer, todo es sorpresa.

110 niños que nos convertimos en rumberos y los cuales formamos parte de esta gran familia subidos ya al autobús. Todos somos distintos pero tenemos algo que nos caracteriza a todos por igual: las ganas de aportar nuestro granito de arena y ayudar en todo lo posible.

Sin duda alguna, lo mejor de este viaje es la gente. Después de la semana de pruebas nos volvimos inseparables y, al terminar la expedición, aún más.

Estamos ya montados en el ferry y, nada más llegar, hemos subido corriendo a cubierta, estábamos emocionados de cruzar el estrecho de Gibraltar.

Dejamos atrás España y divisamos ya África, un continente que tiene mucho que enseñarnos y el cual descubriremos en estos 18 días.

Mónica Gil

CRÓNICAS ESPAÑA RUMBO AL SUR 2014 , 1ª Fase 

Sábado 28 junio.

ECOS
Por la mañana hace sueño, aunque hoy nos levantemos a las siete, y no a las seis. Y es que el concierto de Laura Montoro, esta pasada noche, se alargó. En el auditorio, Montoro, poco mayor que los chavales del campamento, logra con su voz de soprano, y acompañada por el piano trasladado hasta allí, ponernos los pelos de punta. Su repertorio, piezas cortas, entre ellas un aria de la ópera «Rinaldo», de Haendel. Dato éste que se empeña en ofrecerme Jaime Martinez de Ubago, monitor de otras ediciones y que ha venido de visita. Lo hace, por supuesto, para dejar en evidencia mi absoluta ignorancia musical. Qué se va a esperar de alguien que asegura que toca perfectamente al piano «great balls of fire», cuando todos sabemos que apenas acierta a diferenciar un piano de un microondas.
Bueno, el hecho es que a pesar del cansancio, se sucedieron los bises y las ovaciones. Montoro, encantada, de espaldas al auditorio, se hace un «selfie»de recuerdo.
PALADAR
Esta mañana, para desayunar, migas con chorizo.
Escucho a varios de los chicos que comentan cómo según ellos la comida ha ido a mejor: Recuerdan de los últimos días las empanadillas, las croquetas, el arroz a la cubana… Yo no estoy de acuerdo con ellos: La comida ha estado siempre muy buena, lo que ha ido variando es su percepción de ella, su paladar.
Comer con hambre y con personas que son ya tus hermanos es distinto que comer sin más, como hacemos a lo largo del año.El esfuerzo, el apetito creado, la camaradería del comedor, el hacer cola con tu escudilla, son las mejores especias. Excelente condimentos para unas comidas gloriosas.
Cuando un Colacao en polvo es recibido con ilusión, cuando un bocadillo de jamón al final de una marcha es esperado con ansiedad, resulta que el banco corrido del comedor o el mismo suelo en el cerro del Viso tienen varias estrellas Michelín.
Y esto, aunque suena raro, forma parte del programa académico de Rumbo al Sur.
Lore, una monitora de Pamplona, se queda mirando, en el desayuno de hoy, el bocado que se va a comer. Y sin dejar de mirarlo, dice: «Hacía veinte años que no comía bocadillo de mantequilla». Y es que veinte años no es nada.
EL BINGO DEL PUEBLO
Hoy, último día, no es cosa de hacer un riguroso y exhaustivo balance. Tiempo habrá. Pero sí es momento de recordar flashes que nos aportan, en su pequeñez, mucha verdad.
Eva es una de las chicas participantes en Rumbo al Sur. Y más importante todavía: Es de Hijar (Teruel). Eso es lo que ella va proclamando y contando a cualquiera que hable con ella. Eso y que Hijar tiene 2.000 habitantes, un chino, una discoteca, una carretera asfaltada hace dos años, cinco panaderías… Cinco minutos escuchándola me bastan para saber mucho más de Hijar que de Berlin, o de París.
La discoteca de la localidad fue precisamente el escenario en el que Eva desarrolló un bingo que le ha permitido financiarse el viaje.
Es una de tantas Eas procedentes de tantos Híjares, y que han hecho fructificar ese impulso de emprendimiento, el «élan» lo llaman los franceses,que pretendemos fomentar.
Todos ellos son un ejemplo. Aunque sólo una sea de Hijar. La perfección escasea, qué se le va a hacer.
HIMNOS NACIONALES
Los diferentes grupos se han ido cohesionando y más que en equipos, ya se constituyen en auténticas familias. Han sufrido y disfrutado juntos, y aunque pasen los años y la vida les separe, serán siempre «los del grupo tres». O los del cinco. O los del once…
De esta cohesión no pueden escapar sus monitores, con los que se identifican y han sido para ellos jefes, amigos, confesores y profesores.

Nacho Muñoz el monitor jerezano, le corean a ritmo de rumbita, ritmo que les ha enseñado él llevando su tierra andaluza al grupo.
Paloma Bozman, monitora, escucha durante las marchas, o en los ratos muertos, cómo sus diecisiete chicos corean con fuerza: «¡Todo por Paloma!, ¡Todo por Paloma!».
Los chicos de Alex Von Kursell no han tardado tampoco en incluirle en su canción identificativa. Alex, hombretón de casi dos metros de alto y varios kilómetros de anchura de hombros, sonríe ruborizado.
El grupo de Bea Bobo canta con la siguiente letra:
«Yo en Marruecos
voy a estar a tu lado
Bea te quiero
y no puedo evitarlo
somos los Dieces
los que nunca fallamos»
A Lore su grupo no le ha compuesto ninguna canción. «Pero me mantean», dice.
MISA VOLUNTARIA Y REGOGIDA DEL CAMPAMENTO
Se consumen las últimas horas. Después del desayuno, actividad repartida. Por un lado, misa voluntaria en la explanada frente a las gradas del cuartel, siendo misa voluntaria acuden a oírla mas de 120 jóvenes y la mayoría de monitores
Usando de altar una mesa cubierta con tela de paracaídas, el sacerdote Ignacio Oriol cuenta con un inesperado apoyo: El de unas de las chicas que han improvisado un coro. Coro que acaba siendo multitudinario.
Habla de la fuerza que tiene un «sí, quiero» de verdad. En el mundo actual domina, dice, la duda, la indecisión. «Rumbo al Sur», asegura a quienes le escuchan, les va a ayudar a decidir, a encontrar, un camino en la vida, a encontrar en África unos mundos nuevos que harán reflexionar y despertar nuevas miras y descubrir su vocación. También hay peticiones de los jóvenes que en voz alta piden por África, por España, por sus compañeros para que puedan ir todos a Rumbo al Sur…Los jóvenes de Rumbo al Sur demuestran una generosidad y grandeza de espíritu especial, son especiales ellos lo han demostrado.
Por otro lado, limpieza de las instalaciones que hemos usado.
El cabo de la Policía Militar con el que más nos relacionamos me comenta que, dado lo limpia que les estamos dejando la casa, podemos venir una vez al mes.Cuando vuelven a juntarse los grupos, los que han estado en misa aplauden a los que han limpiado.
EL MATERIALISTA
El montaje y traslado del equipo audiovisual, transporte de cualquier cosa… Desde los «recados» a la infraestructura . Discreto, sin que muchas veces se note su presencia, Nacho Pamiés es nuestro encargado de material. Expedicionario de «Rumbo al Sur 2011», estudiante de Ciencias Políticas, emprendedor fundador de iniciativas de carácter social, se integra en la estructura de «Rumbo al Sur» en sus cimientos: Oculto, imprescindible.
HASTA EL RABO TODO ES TORO
El ambiente, casi ya de despedida, no quita para que se apuren los extensos contenidos del apretadísimo programa académico.
Jorge Peralta, responsable de la Agencia Española de Cooperación Internacional hablan de los proyectos en el África subsahariana.
Peralta pregunta quién hay en el auditorio que coopere con esta región. Da tiempo a que algunos levanten las manos, para entonces decir que los que no las han levantado se equivocan: Ellos también cooperan. Cuando se compran un bollicao, por ejemplo. La Agencia se encarga de gestionar los impuestos incluidos en el precio, en la parte establecida, y hace llegar esa ayuda, nuestra ayuda, a su destino.
Carlos Busto y Jesus, de la Comunidad de Sant’ Egidio ayuda, junto a sus compañeros en 70 países, a las personas sin hogar. La noche pasada, en concreto, un grupo nuestros chavales les acompañó en el reparto de cenas a los sin techo.
Sant’ Egidio, además de estas acciones, se ha especializado en labores mediadoras en zonas de conflicto, con algunos resultados espectaculares. Lugares como Líbano, República Centroafricana, Mozambique, Argelia, Kosovo… donde lograron reunir en la misma mesa a las partes en conflictos, partes en apariencia irreconciliables. Organización catolica, también trabajan para el encuentro en las guerras entre religiones.
Resumen su experiencia: Los musulmanes se refugian en iglesias, los católicos en mezquitas.
Pilar Ponce fue voluntaria en África, eso imprime carácter. Se ocupaba en Benín de niños de la calle. Luego estuvo en Etiopía y otros países africanos. Ahora es alto cargo en el Ministerio de Educación.
Conocedora del continente, dice a los chicos, que absorben sus experiencias, que la primera vez que vas a ayudar no lo haces directamente. Simplemente ayudas a los que ayudan.
África, dice, al llegar, responde poco a los estereotipos. Es variada, dispersa y sorprendente. Tan variada que ni siquiera se puede decir que todo sea pobreza. No todo funciona mal, no todo es ineficaz.
Para el que llega, advierte, sus enemigos son la dureza del contexto y la soledad. Pero compensa. De hecho, ella desgrana para los chavales los momentos más reconfortantes de su experiencia en el continente.
DIPLOMAS
Esta primera fase de «Rumbo al Sur» termina con el acto de entrega de diplomas. Son dos: El título de Primeros Auxilios del suma, y el diploma de cumplimiento de nuestro programa académico de 70 horas, diploma avalado por la fundación Rumbo al Sur, por el Instituto de Estudios Estratégicos y el Ejército de Tierra.
CONDENSACIÓN
Bautismo de buceo, Gervasio Sánchez, Cooperación, rescate con perros, geopolítica, Ussia, pista americana, primeros auxilios, marchas nocturnas, patrimonio histórico-artístico, orientación con brújula, convivencia en grupo, toma de decisiones, disciplina, autonomía, convivencia, Universidad de Alcalá de Henares, artillería e ilustración, diana a las seis, carrera, pilares, pádel surf, trabajo para discapacitados, obrador de chucherías, lavado de coches, Fernando Múgica, emprendimiento, Zamarramala, El Viso, dormir en el suelo, limpieza, promoción de proyectos en redes, gestión del agua y gestión forestal, Apumak, Madre Brígida, Mundo Negro, introducción a los mercados financieros, acreditación del camino de Santiago, taller de actitud optimista, concierto, Acción Contra el Hambre… y mil cosas más.
Caramba, lo que cabe en el pedazo de cartulina del diploma…
TRACA FINAL
Como colofón, se exponen entre vítores algunas de las fotografías de nuestro «fotero» José Luis Cuesta.Después, los vídeos que han ido elaborando el equipo de audiovisuales, que han logrado grabar todos las múltiples actividades, luego montar,editar los videos y colgarlos en la web diariamente, un equipo que no ha dormido, así literalmente durante esta semana… Para que los padres y familias de los futuros expedicionarios pudieran ver a sus hijos y estar virtualmente con ellos en el campamento. Compuesto por la realizadora Mar Aldaz , y los editores y cámaras Agustín Ostos y Jorge Sirvent, un descubrimiento de los buenos. Más ovaciones.
Al finalizar los vídeos, el equipo de «Rumbo al Sur» sale al escenario a saludar y somos coreados. aplaudidos.
Los jóvenes de Rumbo al Sur empiezan a gritar con sus diplomas de las manos el nombre de Telmo, Telmo, Telmo, Isa, Isa, Isa.
Desde dentro, aplaudo yo también a mis compañeros. Me siento muy orgulloso de que se me considere digno de estar entre personas de tamaña experiencia y de vidas tan interesantes.
Después, despedidas entre los chicos e incluso lágrimas.
Me quedo con la frase que cerraba uno de los reportaje videos…
«Felicidades. Ya sois parte de ERS»
Felicidades, chicos.

Ramón Huarte
Cronista oficial España Rumbo al Sur

Viernes 27 junio. 

LOS ULTIMOS SERÁN LOS PRIMEROS
A las seis, diana. Después, deporte, y en el deporte, novedad: Parte de los grupos hacen «pista americana» en las instalaciones del cuartel. La pista americana, podría pensar uno, es un instrumento de tortura bajo el disfraz de forma de entrenamiento. Por lo menos a mí me suena a eso, así que en lugar de describir lo que veo, prefiero que me lo describan los damnificados, después de terminar, sudorosos y sucios, el circuito de obstáculos que conforma la pista.
Para mi sorpresa, las respuestas de los chavales a los que abordo son de este pelo:
– «Al ver los obstáculos y la maleza pusimos cara rara, pero luego salimos disparados».
– «Es más divertido que duro».
– Si nos dicen de ir otra vez, vamos»
Son respuestas reales, se lo prometo.
Una de sus valoraciones da cierta clave de la transformación de los chicos en estos días:
– «Es la prueba en la que más trabajo en equipo hacemos».
Efectivamente, tras cada obstáculo, el grupo ha de esperar a que el último lo supere, para abordar el siguiente. Y tienen que llegar todos al final. Se organizan de tal manera que los más fuertes, en lugar de ir los primeros, se quedan los últimos. Empujando de los menos fuertes.
Es buen ejemplo de la cohesión que han alcanzado estos grupos de jóvenes que llegaron siendo nombres sueltos y ahora son equipos. Amigos. Aún, en otra crónica, les hablaré de uno de los reflejos de su cohesión: Las canciones que han compuesto para diferenciarse.
LOCURA ACADÉMICA
La jornada de hoy, que tiene lugar exclusivamente en la Base en la que nos alojamos, está compuesta de multitud de talleres de las más variadas e insospechadas disciplinas. Buceo, periodismo, coaching y optimismo, mercados financieros, Pádel surf, bautismo de buceo, cooperación, música… Les cuento algo de algunos de ellos.
COOPERACIÓN
Mientras en el exterior, sentadas en la hierba, Bea Tavera, Irene Lerín y Lucía Lopez, cooperantes y parte del equipo de «Rumbo al sur» en varias ediciones, cuentan sus experiencias en el campo de la cooperación y responden preguntas, en el auditorio habla Manel Aumente, de Acción Contra el hambre. Cuenta que hasta hace poco los afectados por malnutrición en los países subdesarrollados morían irremediablemente, porque las entidades que les atendían no tenían medios para hacer nada más que paliar y acompañar su sufrimiento. Ahora se les puede salvar, en buena parte, por la profesionalización de la Cooperación. Él dice encontrarse en los más lejanos países con ingenieros prestigiosísimos, políglotas, formadísimos, que le hacen preguntarse: «¿Qué hace realmente esta gente aquí?» Dice que no cree que vayan realmente impulsados por la ilusión, porque la ilusión te la dan aquellos a los que ayudas, una vez empiezas a ayudarles. Sobre todo los niños, apostilla.
Otras dos reflexiones deja:
– Al ir los primeros años de vida a espaldas de la madre, los niños africanos sólo ven pasar la vida de lado. Aumente cree, aunque no puede asegurarlo, que eso les condiciona en su desarrollo.
– Cuando los niños de los países en los que actúa Acción Contra el hambre tienen un trozo de lata, la doblan y se fabrican juguetes. Hacen siempre coches, aviones o… walkie talkies. . las tres herramientas de los cooperantes que más les llaman la atención.
LOS PROLEGÓMENOS
En la piscina, siguen los talleres acuáticos.
Carlos Toro procura que los chicos que pasan por el taller de Pádel surf mantengan el equilibrio sobre la tabla.
En el otro lado, después de sus clases teóricas, los chicos pasan, en grupos de cuatro, a la parte práctica de su bautismo de buceo. Un prolijo proceso dirigido por Pablo Martos, miembro del grupo de rescate subacuático de los Bomberos de Navarra y Alicia Benito, instructora de buceo y enfermera del Summa. Miran al agua ansiosos, deseando sumergirse, pero se les advierte: «Lo más pesado del buceo es la preparación». Pero es casi lo más importante. Es muy serio. Una chica, medio en broma, dice que si sonríe con el respirador puesto, no puede respirar.
Un largo rato de preparación, teoría, ajuste y comprobaciones del equipo. Para tan solo unos minutos de inmersión.
Uno, que no bucea, se queda pensando en que debe de tratarse de una magnífica experiencia, para que valga la pena la espera.
DILEMAS LEJANOS
La nómina de conferenciantes y ponentes de lujo se incrementa hoy con la presencia de Enrique Peris, cara y voz reconocidísima que ocupó durante años la corresponsalía de TVE en Londres, y Luis Pintor, que fuera director de Radio1 de Radio Nacional de España. Y lo más importante para mí, ambos periodistas han sido excelentes compañeros en el equipo de «Rumbo al Sur» en pasadas expediciones a África. Impartían un interesantísimo taller de radio práctica y periodismo, en condiciones extremas. Condiciones extremas que no son nada comparadas con las no menos extremas condiciones del periodismo y los periodistas hoy en día, con los cambios técnicos, y la crisis filosófica y económica de las empresas de comunicación.
Enrique habla de la pérdida de romanticismo en la profesión, romanticismo liquidado por la tecnificación, claro, pero también, y sobre todo, por las prisas. Plantea dilema moral del periodista, sobre qué se debe y qué no se debe dar a conocer.
Y hablo de tiempos en los que el periodista no tenía móvil ni internet. Esa época tan cercana parece remota… Como la época de los dilemas morales.
¿Será capaz el periodismo de sobrevivir? Peris dice tener una postura «vagamente esperanzada». La esperanza de Luis Pintor al respecto es «menos que vaga».
Dice que el periodismo es un oficio en riesgo de extinción. Escéptico, quita importancia a esa posible extinción ironizando sobre el hecho de que «no sería la primera». Además, el hecho de que no hubiera periodistas, dice, no quitaría para que proliferen los medios de comunicación. Eso sí, llenos de banalidad, sucesos y tonterías, dedicados al consumo de las grandes masas.
Hacer información es costoso, explica, por eso se deja de hacer. Y, al dejar de hacerse información, dejan de ser necesarios los periodistas. Y también, claro, fotógrafos, especialistas o analistas.
Sentencia finalmente: «No os fiéis nunca de nosotros los periodistas». Hay que andar con cuidado. Ser críticos. Diversificar las fuentes.
Peris se ríe cuando cuenta que a veces su mujer, para defender la verdad de algo, dice: «¡Si lo han dicho los periódicos!». Él, periodista, le responde: «Cuántas veces te habré dicho que no te fies de lo que decimos… «.
TÚ SÍ QUE VALES
En la espera entre un taller y otro, los chicos de un grupo simulan un concurso de habilidades. No tienen mejor idea que escoger como jurado a Bea Bobo, monitora de algunos de ellos, que ya demostró hace un par de días en las actividades del instituto del emprendimiento que desenfunda el revólver con facilidad a la hora de valorar con un cero.
La verdad es que se lo ponen fácil: Un chico cuenta un chiste horroroso, otros ejecutan una coreografía descoyuntada, un chico y una chica bailan unas sevillanas en las que los dos ejecutan los movimientos de chica, otro simula inflarse la barriga… entre risas, van recibiendo rotundos y merecidos ceros. Las últimas son Cecilia Jex y Paula Sánchez. Cuando ya pensábamos que se trataría de otro fiasco, Paula empieza a hace percusión con sus palmas en sus piernas, sacando un ritmo en el que entra Cecilia cantando de manera prodigiosa una canción. Pasmados nos quedamos, oigan. Silencio absoluto, piel de gallina, y cuando acaban, ovación y vuelta al ruedo.
PREGUNTAS MIL
Siguen las conferencias, en este caso la de Juan Serantes, responsable del proyecto Ruta7, de viaje entre las Islas canarias para universitarios. pero no viene a hablar de su empresa, sino de su manera de afrontar la vida. «Salvavidas de tierra firme, titula su conferencia». Serantes, un tipo joven, con pintas de surfero, aconseja primero métodos para no quedarse dormido en las charlas o en las reuniones de después de comer, como es el caso.
Llega a un tratop con el auditorio: Si a los diez minutos de charla, ésta no interesa a los chavales, se compromete a zanjarla, para dejarles que descansen. También cuerda con ellos que al final de la charla, apuntarán un propósito para realizar mañana. Quién sabe. Empezar a leer un libro que tienen aparcado, o hablar con alguien con quien ya no se hablan.
Basa su discurso en milo preguntas: ¿Dónde vas? ¿Quién quieres ser? ¿Ser feliz o sobrevivir? ¿Qué caso tienes que hacer de tus propios miedos? ¿Y de los que te transmite tu entorno? ¿Qué hacer?
Juan dice que él de vez en cuando, cada cierto tiempo, rompe con lo que tiene, incluso deja el trabajo, para provocar una crisis en la que volver a plantearse estas preguntas.
Ah, perdón, una cuestión más: ¿Cómo hacemos lo hemos decidido hacer?
Aprovechad la oportunidad, dice, de que en los tiempos que corren, casi nada de lo que os planteéis como camino vital va a parecer una locura.
Cree que los chicos se van a quedar, de la charla, con el siguiente consejo: «Haz a los demás los favores que sabes que la otra persona no haría por tí». Los llama los superfavores.
Ah, yo no soy muy amigo de estas cosas de la motivación, soy demasiado individualista, pero reconozco que he escrito al final de la charla, como él pidió, un propósito para hacer mañana.
Lo tenía todo para caerme mal: Guapo, feliz, con vida a sus espaldas… Pero he de reconocer que Serantes me ha convencido.
ALFREDO INTERNACIONAL
Alfredo Liñán, abogado de renombre, Doctor en derecho Penal Internacional, es para los componentes de «Rumbo al Sur», donde ha sido en expediciones anteriores monitor, simplemente Manfred. El hombre que en África pulía con su navaja ramas de árbol para usarlas como cayado y pastorear su rebaño de expedicionarios, el canalla que nos hacía reir con sus bromas de acento extremeño, es hoy el ponente que va a hablar, en la charla sobre protección de los derechos fundamentales, de elevados conceptos históricos y jurídicos. La mezcla de los dos Alfredos se ve plasmada en sus pintas, con camisa de Rumbo al Sur, pantalones de traje y mocasines. Él se defiende diciendo que acaba de salir de trabajar y no le ha dado tiempo a cambiarse del todo. A saber. Yo no le creo nada.
Desgrana diferentes omentos de la evolución de la protección de los derechos fundamentales en zonas de conflicto, desde el final de la primera guerra mundial, los juicios de Nuremberg a los nazis, el tribunal Internacional del lejano oriente contra los criminales de guerra japoneses… Evolución paralizada por la Guerra Fría hasta 1998, cuando tras la Guerra de los balcanes se cra el tribunal Internacional para la ex Yugoslavia. 1998. Hace tan poco que es el año en el que nacieron los chavales que le escuchan.
A este tribunal han ido sucediendo otros como Timor Oriental, Kosovo, hasta la formación de una Corte penal internacional en la que no toman parte, por cierto, Estados Unidos, ni Rusia, ni china. Si de algo se puede decir que es «light», es de ésto.
Fuera de más datos y fechas, Alfredo dice a los chavales que tienen que saber que cuando salgan fuera, aún en los países más remotos, los derechos fundamentales son exigibles. Podemos reclamarlos, están protegidos, hay órganos internacionales ante los que denunciarlos. Se ríe y dice que no les pide que sean adalides de los derechos humanos cuando vayan a África, no hace falta que se pongan a denunciar a troche y moche, pero sí han de tener presente que existe esa posibilidad de reclamar al Tribunal penal internacional.
CEBOS HUMANOS… Y VOLUNTARIOS
Juan Burgos, al que ya conocemos de anteriores expediciones de «Rumbo al sur», junto con otros compañeros del Equipo de respuesta inmediata ante desastres, de la Comunidad de Madrid, ofrece una exhibición con perros de rescate. En montaña, en la nieve, seismos, avalanchas de fango…los perros superan a cualquier sistema tecnológico de localización de personas.
Anuncia que entre los perros que están adiestrando y nos van a mostrar está un Pastor Belga de cinco meses. ¡Qué nooooooooooo!, se escucha. Ellos se miran entre sí y sonríen. No es para menos, el perrito de cinco meses -Vito- resulta no ser el perrito de scottex, y es un bigardo musculoso, alto y ágil. Como los demás perros de rescate, un auténtico atleta nervioso, alterado, potente, subido de instinto. Una máquina.
No obstante, a la hora de hacerle de cebo, con un protector en el brazo para que lo muerda, surgen decenas de voluntarios. Caramba con los chicos.
Xena, la perra Labrador, acude una y otra vez a la defensa de trapo en el brazo de los voluntarios. Siempre se acaba llevando su trofeo, su juguete, y se lo lleva moviendo el rabo. yo diría que sonríe.
GEOPOLÍTICO
Ya de noche, magnífica la conferencia a car del capitán de fragata Federico Aznar, especialista del instituto español de estudios estratégicos. Un auténtico erudito en aspectos como geopolítica, o, por ejemplo, submarinos.
La base de su trabajo son las preguntas, a las que busca unas respuestas que admite pocas veces son exactas. El éxito en su trabajo radica en la capacidad de dudar, en todo caso. Además, dice sonriendo que es muy español dudar de todo. A partir de la duda él quiere encontrar dónde estamos.
Aznar estudia la guerra para evitarla, aclara. Es politólogo de gestión de la violencia.
Aunque parezca extraño, dice que la guerra no es cosa de los militares. Los que deciden son los políticos. Pone un ejemplo: Estados Unidos ganó todas las batallas en Vietnam. Sin embargo, perdió la guerra. La guerra es, de hecho, según él, el acto político más relevante, aunque lo materialicen los militares.
El Capitán de Fragata dice que estudiar la guerra no es defender la violencia, así como estudiar el cáncer no implica no combatirlo.
No obstante, anima a los chavales que no estén de acuerdo con él se lo comenten, y se abre un interesante debate. Cada poco rato de conferencia, el experto en Inteligencia y estudios estratégicos se detiene y recibe decenas de preguntas. Muchas de ellas, reconoce, muy interesantes y bien formuladas.
Más que una buena conferencia, una excelente charla.

Ramón Huarte.
Cronista oficial ERS

jueves 26 junio.

LA MARCHA VERDE

En el amplio aparcamiento de la Academia de Artillería de Segovia, que acoge a la expedición de «Rumbo al Sur», serpentea la larga fila para recoger el desayuno que hasta aquí han trasladado desde Alcalá los del equipo de cocina. 200 chicos, con sus camisetas verdes, cunden mucho. Los soldados que forman en la misma explanada dispuestos a iniciar sus labores son franca minoría. Invasión. Pacífica: pero meritoria: La sesión de deporte previa en el patio ha sido intensa.
EXPLOSIVA
El sargento Montes, guía de nuestro grupo, nos habla en el Patio de Orden,o Patio de Armas.
El nombre suena -es- muy castrense, pero es un precioso y florido claustro, con una fresca fuente central. Alrededor, diversas placas recordando a los artilleros fallecidos en acto de servicio. Una puerta más allá, la sala de cañones. Diversas piezas artilleras sirven tanto de recuerdo del pasado como de elemento de prácticas para los cadetes estudiantes.
Alcance, precisión, radio, son algunas de las preguntas de los chavales. Montes está encantado y habla del ánima, la autopropulsión, la obturación o la corrección de tiro. El diálogo es intenso y dinámico. y es que el interés de unos y el entusiasmo de otro es mezcla explosiva.
ORIGENES
A través de las piezas artilleras expuestas uno podría hacerse idea de los diferentes posicionamientos estratégicos y políticos de España a través de los años. De la pieza artillera PAK 75 (Cañón anticarro letal, del que conocieron muchos Sherman aliados en los campos de Francia) que habla de la transitoria cercanía del régimen de Franco a la Alemania de Hitler, al obús americano de 155 milímetros, pieza también participante en la Segunda Guerra Mundial, muestra de la deriva proamericana y atlantista. O un precioso ejemplar de cañón ligero británico Vickers, que juraría ha tenido, antes de recalar en España, días gloriosos en la fluctuante Campaña del norte de África. Algo de Rommel, de Montgommery o de Bradley está en esta pequeña sala.
Espíritus a los que, por cierto, acompaña, según el sargento Montes, otro espíritu que ronda la Academia. En la capilla, dice, algunos de los que han hecho guardia aseguran haber visto el fantasma de un guarda que, hace siglos, mató de forma accidental a un monje. Fue emparedado vivo allí. Él dice que no lo ha visto, pero, por si acaso, agradece no haber tenido que hacer guardias en el lugar.
CIENCIA Y ARMAS
En otra sala, se encuentra expuesta la colección de minerales catalogada más antigua del mundo.
La artillería es la rama militar más relacionada con la ciencia: Física, geología, matemáticas, meteorología, trigonometría, electrónica, computación, óptica, son asignaturas obligatorias para el aspirante a graduarse.
Un oficial, aún manteniendo impecable trayectoria, ha tenido que pasar ocho años en la academia antes de serlo. Sale no sólo oficial, sino titulado en mecatrónica e informática.
En esta Academia, el químico Louis Proust desarrolló, en 1795, su universal «Ley de proporciones definidas».
Proust, eminente sabio de la época, fue quien pronunció el discurso de inauguración del laboratorio de química, del que era profesor. Una autoridad en la Academia que no era militar, sino científico. El centro ha sido un centro de saber, de cultura, de avance.
En la propia biblioteca de la Academia se guardan una serie de volúmenes científicos y de otro tipo considerados inadecuados o directamente prohibidos en su época por las autoridades religiosas. Mientras en el resto de España estaba vedado al erudito, en la Academia de Segovia se leía a Voltaire.

RUMBO AL SUR PREVENTIVO
Nos dirige unas palabras el Director de la Academia, el General de Brigada Alfredo Sáenz y Calabria.
Hace una reflexión aparentemente contradictoria, pero que bien pensada no lo es tanto: Conviene viajar al sur, a África -se dirige a los jóvenes- porque el norte y el sur están abocados al conflicto. Es preciso ir allí, hablar con ellos, conocerles, hacerse conocer, para anticiparse a una solución rápida y satisfactoria para ambos de ese conflicto.
La manera de que no haya norte o sur, dice, es que todos seamos ciudadanos de todas partes.
El general, como la academia, es el ejemplo de lo que es una milicia ilustrada.  Por eso todos los cadetes que terminan la academia, sean donde sean, reciben el título de «segoviano honorario».

HONTANAR
La asociación Hontanar se ocupa del estudio y cuidado, pero sobre todo de la divulgación del patrimonio histórico y arquitectónico de Segovia. Arquitecto y experto en urbanismo, Alberto García Gil, bromea diciendo que en realidad nos ha convocado en la pequeña plaza frente al Convento de San Antonio el Real, para conocer cuántas personas caben, algo que les vendrá bien para su restauración.
En San Antonio el Real se condensan la historia, el espíritu, los valores de la evolución segoviana. Se lee, según lo cuenta, como los círculos concéntricos en el corte de un árbol.
En el refectorio o comedor del convento de las Clarisas los jóvenes de Rumbo al Sur escuchan atentos las conferencias magistrales de María Pia Ortega excelente historiadora y Alberto García Gil Arquitecto experto en Patrimonio histórico.
Gracias de todo corazon a Hontanar por descrubrirnos las maravillas de historia y patrimonio de esta Segovia Mágica, gracias por tratarnos tan bien a Rumbo al Sur y gracias por esa labor enorme e impagable para que Segovia siga manteniendo su historia y Patrimonio.
Y gracias tio Javier, Javier de la Quadra-Salcedo y Miranda, Marqués de los Castillejos, por ser una de las almas Mater de esta aula cultural Hontanar, que sin medios económicos hace una labor impagable e impresionante por la cultura, historia y arte tangible e intangible de Segovia, Castilla y España.

EL DERBI
Isabel la Católica y Enrique IV dividen, dice nuestro anfitrión, a los segovianos. Si los uruguayos -es un hecho- se dividen entre los que son de Nacional y los que son de Peñarol, aquí es como si una de esas figuras históricas fuera el Real Madrid y otro el Aleti. Eso sí, no dice quién es quién. No se resiste, sin embargo, a decir que él es de Enrique IV. Hooligan, además.
El caso es que esa lucha entre personajes relevantes que coincidieron en Segovia influyó significativamente en la configuración de los edificios de la época, algo que Alberto García Gil disfruta al ir descubriendo y desentrañando de la piedra. Y es que -cita a Octavio Paz-, la arquitectura es el único testigo creíble, fiel, insobornable, de la Historia.
CUENTAS E IMAGEN
Alberto nos cuenta, durante la visita al convento, cómo se sabe mucho del reinado de Enrique IV por lo que se deduce de los documentos contables, es decir, de las cuentas públicas o de las cuentas privadas de él mismo y de sus proveedores. Mirando sus facturas, vamos. En concreto las del año 1466, el de su casamiento, año victorioso en la guerra, ofrecen suculentas informaciones sobre él y su época.
Madre mía, como las generaciones del futuro tengan que juzgarnos por nuestras cuentas.
EL NÚCLEO, EL ALMA, EL CENTRO
Literatura, periodismo, ejercicio físico, orientación, cultura de defensa, han sido partes importantes del programa estos días que han pasado desde el domingo. Pero la tarde de hoy llega con todo su peso el alma de «Rumbo al Sur» y lo que más huella hemos visto que ha dejado entre los jóvenes a lo largo de los años: La Cooperación con el Sur.
VOLUNTARIOS DE LA RELATIVIDAD
Responsables de «Canal Voluntarios», ONG del canal de isabel II de Madrid, cuentan a los chicos su misión, que básicamente es llevar vida a sitios condenados a muerte. Es decir, llevar agua a lugares donde no la hay o donde no se gestiona bien, o donde es insalubre.
En «Rumbo al Sur», aunque en pequeña medida, los chicos han ido haciéndose una idea de nuestra dependencia, siempre pendientes de una fuente de agua, sea cantimplora, botella o manantial.
128 trabajadores del canal forman parte de esta organización de voluntariado corporativo, cediendo la empresa una parte de la jornada laboral de sus empleados para que la dediquen a esos menesteres.
Nos cuentan que una de las dificultades con que se encuentran es la desconfianza en ciertos lugares, sobre todo en África: Los locales no se fían de un agua que no es turbia y no huele. Para ellos es la de siempre, el agua de confianza.
APUMAK
Un ejemplo del producto humano que se consigue con proyectos como «Rumbo al Sur». Mario, Nacho, María, que hoy son parte del equipo, compartieron expedición a Senegal hace años. A la vuelta a casa, junto con otros, formaron «Apumak», una organización que demuestra que el viaje no se termina al regreso, en este caso, a Madrid. Un Madrid que ahora es testigo, en invierno y en verano, de los «desayunos solidarios» que reparten a los sin techo.
En Apumak se dan cita de chicos de expediciones de 2011, de 2012, de 2013… Los de 2014, no hay más que mirarles las caras, sin estar, ya están.
HISTORIAS DE PRIMERA MANO
Otro lujo para «Rumbo al Sur», las intervenciones, después de cenar, en el auditorio, de relevantísimos conocedores de la realidad africana. No todos los chicos de esta primera fase irán este año a África, pero hemos traído África hasta ellos. Lujo, -permítanme- repito.
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José maría Márquez es fundador de la organización «África directo», que «Rumbo al Sur» conoció en sus viajes. Hombre dicharachero de llamativa camisa africana, dice a los chicos que está seguro de que quien no viaje a África este año, lo hará próximamente. Asegura que como es un impresentable, nadie le quiere presentar en las charlas. Una de las misioneras carmelitas que intervendrá después se levanta en ese momento y le quita el micrófono para presentarle. Define a Márquez como una persona que decidió un día quitarse la corbata y los zapatos y pisar Malawi. Él se ríe y dice que cuando vas descalzo te apetece meterte en los zapatos de los otros. Y él lo hizo. Mientras habla, me fijo en que de metáforas, las justas: Va descalzo.
Márquez señala a las fronteras -se refiere concretamente a la valla de Melilla- como el punto caliente de la Cooperación. Aquí mismo, a las puertas. Proyecta unas fotografías del primer día de «Rumbo al sur 2014″y dice a los chicos: «El futuro sois vosotros». Gran aplauso.
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Javier Fariñas es el recientemente nombrado Redactor Jefe de la prestigiosa revista «Mundo negro», prestigioso y riguroso reflejo objetivo de la realidad africana. Habiendo trabajado principalmente en centro y Suramérica, no ha estado todavía en África, aunque irá en Octubre («Más tarde que muchos de vosotros», dice, refiriéndose a los chavales del auditorio). Quizás por ver esa realidad todavía desde fuera es más interesante su punto de vista.
Habla de la importancia de preocuparse por lo que pasa «unos metros más allá de nuestra euforia». «Mundo Negro»fue fundada hace más de 50 años, simultáneamente al desarrollo del proceso descolonizador.
La orden Comboniana, con gran presencia en el continete negr, fundó esta revista, referente mundial de primera mano para saber que pasa realmente en África, los propios misioneros, testigos directos de los acontecimientos, son los periodistas y notarios del continente olvidado.
Como periodista, Márquez reta a los chicos a recordarle noticias relacionadas con África que hayan sido publicadas recientemente. Los brazos que se levantan hablan de lapidaciones, secuestros, epidemias, guerras… Esas son las noticias que nos llegan de mil millones de personas en 55 paises diferentes. No es posible que se generen solo esas informaciones, dice. «Mundo negro» tiene el reto de destacar también lo bueno, y si no es lo bueno, lo objetivo. Es su manera, nos asegura el ponente, de cooperar desde la Comunicación. Sin dejar, claro, de denunciar lo que de malo pasa allí. O aquí. cita la valla, la frontera. Otra vez. Habrá más.
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Brígida Moreta, misionera carmelita, parece cortada por los patrones que podemos tener de una misionera. Ya de edad, falda clara, camisa blanca, pelo blanco corto. Sin embargo, su carácter fuerte y especial se advierte desde un principio, y nos engancha.
Dice rotundamente que África es un continente abierto al no africano. Se ha sentido absolutamente perdida en Londres. Y sin embargo, cuando llegó a una remota comunidad de Malawi, en la que sólo se habla el Chicheua, y le dieron para cenar hormigas, y para dormir el suelo, supo que era su lugar, porque se lo ofrecieron como suyo. Con voz emocionada, y desoues de haber estado 30 años en Africa se pregunta: «Si África nos abre sus puertas, y se quita su manta y su comida para dárnosla, ¿Qué hacemos nosotros?». Pregunta retórica, claro. Otra vez referencia a la valla. A las vallas, en realidad:La física y la interna.
Brígida, que ahora trabaja atendiendo, con no pocas dificultades, a los subsaharianos que huyen de la miseria y llegan a España, es la pequeña gatera que existe en nuestra puerta cerrada a los africanos. Y se lo reconocen los chicos aplaudiendo, de pie, largo rato, miestras ella solloza.
Brígida les corresponde con un consejo: no hay que empezar intentando algo grande. Empezad por lo pequeño, por el detalle, por la cooperación a pequeñísima escala. Aunque sólo sea pensar en cómo hacerlo. Se me ocurre que es como pensar en comer hormigas.
La otra misionera carmelita, Juani Mincheta, dice sentirse precisamente una hormiga al lado de su luchadora compañera. Y eso que vivió la guerra de Mozambique, ha visto morir a centenares de personas víctimas del Sida sin poder hacer nada para echarles una mano en Malawi y se ha estremecido ante las condiciones de vida en los barrios-basurero de Nairobi. Desde esa experiencia que ella -sorpréndanse- considera humilde, deja un pensamiento a los chicos: «Si vais a África, iréis más a aprender que a dar». Paciencia. África requiere paciencia.
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Amalia Bueno, de Zercaylejos, ONG que actúa en Camerún, ayuda en su bautismo de fuego a quienes han decidido ir a África a ayudar.
Curiosamente César, su compañero de ONG que le acompaña y cuenta su experiencia, fue expedicionario de «Rumbo al Sur» en 2006, en su primera edición.
En el camino nos encontraremos.

Ramón Huarte
Cronista oficial
Madrid Rumbo al Sur

 

CRÓNICAS ESPAÑA RUMBO AL SUR 2014 , 1ª Fase 

Miercoles 25 junio.

EINSTEIN RUMBO AL SUR
La relatividad del tiempo. No sabemos si se curva, se estira, se dilata, o es mediopensionista. Pero el hecho es que el paso de las horas, de los días, le ocurre algo muy raro. Un chico preguntaba ayer (¿O era hoy?) cuándo había sido la marcha de vuelta del Polvorín del Viso. Y me tengo que parar a pensarlo. Mis cálculos finalmente dan como resultado que… había sido esa misma mañana. Todos los chicos -y el equipo- andan tan despistados como yo.
La actividad es tan frenética y tan variada que lo que ha ocurrido esta mañana es ya remoto, y lo de hace un rato es pasado lejano. Esto, que aún no he acabado de escribir… es ya historia.
BALIZAS VELOCES
Quizás para compensar nuestra desorientación de reloj y calendario, de par de mañana, carrera de orientación. Ángel Sevillano y Quique Arribas, experimentados bomberos, advierten a los grupos de que en el espacio de una hora han de localizar las diez balizas esparcidas por el recinto del cuartel. Han de hacerlo con la ayuda de un mapa, unas pistas y sus brújulas de regleta, sobre las que se les imparten nociones. A  trote ligero, los grupos salen a intervalos de dos minutos, y se entrecruzan por toda la base en busca de sus trofeos. A los pocos minutos, uno de ellos pasa por delante de los bomberos. Sevillano les grita: «¿Por cuál váis?». Responden: «¡Por la siete!». Quique y Sevi se miran en silencio, serios. ¿Algo va mal? No puede ser. Seguramente se habrán saltado alguna baliza. Pero no. No se habían saltado ninguna. A los 21 minutos llegan con la plantilla de comprobación completada. Unos fenómenos, quizás, pero serán la excepción, sospecho que esperan los bomberos. Falsa esperanza. A los 30 minutos son ya tres los grupos que han completado la misión. Nadie tarda más de 40.
LANZADERA
Aunque a veces alguien lo sospeche, en «Rumbo al Sur» no todo es superación física, andar, correr, y hacer inverosímiles piruetas. También tiene su espacio la formación intelectual, el impulso personal. La mañana, casi en su totalidad, la ocupan las actividades del Instituto Europeo del Emprendimiento. El objetivo, activar el zarcillo mental del impulso creador, proporcionar prismáticos -y microscopios- laborales y vocacionales, formar en el aprovechamiento de los medios, internos y externos, a poner en práctica sus proyectos, a sacar adelante sus iniciativas. Caramba, en los tiempos que corren… inverosímiles piruetas. Va a ser cierto.
COMPRESIÓN EMPRENDEDORA
Divididos en pequeños grupos asesorados y tutelados, los chicos van estructurando proyectos. Los desarrollan, idean incluso la publicidad que los promocionará, e incluso se hacen responsables de su reflejo en las redes sociales. Después tendrán que convencer, ante un auditorio repleto, al jurado. Habrán de hacerles ver las bondades de su proyecto, de su estabilidad, de su financiación. Y hacerlo en público ya es un reto. Un largo proceso, en cuatro horas.
El primer grupo, como todos los que seguirán, tiene tres minutos de reloj para defender su idea de negocio. Lo hacen simulando un spot publicitario. Dry Clean es su marca. Se trata de un sorprendente limpiador de ropa en seco. Después del anuncio, el chaval que ejerce de comercial expone las características del producto. La presentación recibe cinco votos positivos y uno negativo.
Según otro grupo, «Linaranja», el refresco de naranja y limón, es «la cumbre de la evolución». Simulando una línea evolutiva de chimpancé a humano, lo dejan claro. Inapelable.
Hay otros muchos proyectos: «Rebote», sistema de reciclaje de latas, la red de información para jóvenes «Jump to the world», o «CRS», comida rápida saludable. Una chica dice, con seriedad suiza, al auditorio: «Nuestro departamento de marketing ha tenido una idea». Y la expone con rigor.
SOLO PUEDE QUEDAR UNOUno de los grupos expone su proyecto de aplicación para traducción simultánea en smartphones y videoconferencia. La presentación es extraordinaria, con  speaker simulando ligar con una de las miembros del jurado, una chica del Instituto del Emprendimiento. De los seis votos, sin embargo, hay uno negativo. Es el de Alessio, también del instituto… y traductor de profesión. Se defiende de la competencia, claro. A pesar de la presión popular del repleto auditorio, su cero es inamovible. Lo levanta una y otra vez, hasta que descubre que si no saca el cartel de voto positivo, los chicos no se bajarán del escenario. El Pueblo está con ellos. Claudica. La derrota se sufre igual en todos los idiomas.
MADRE NUMEROSA
Cada vez que uno de los chavales que exponen destaca por ocurrente, gracioso o profundo, cada vez que triunfa, Irene, monitora,  asegura orgullosa que es de su grupo. Bueno, bueno, si fuera cierto cada vez que lo dice, su grupo tendría 54 componentes.
LA MEDIO KILLER
Bea Bobo, monitora, es la representante de «Rumbo al Sur» entre los seis miembros del jurado. Impertérrita, seria, inaccesible, comienza con dos ceros. Ni siquiera los otros cinco componentes profesionales son tan duros. Es una killer.O no tanto?
Tras la escabechina inicial, enlaza nueve votos positivos seguidos. Quizás sea su táctica: Como monitora, empezó firme, marcando el terreno, pero ha logrado -se aprecia- que además de respetarla ahora los chicos de su grupo la quieren, y están orgullosos de ella.
Aunque -ella lo negará- le duele no haber logrado que aplaudan tras numerarse.
TREN
El grupo se desplaza en tren hasta Segovia. Doscientas sesenta personas con sus mochilas y equipo.
En mi vagón, una chica vasca enseña a contar en vascuence a sus compañeras madrileñas, andaluzas, valencianas… otros cantan canciones que han ido componiendo, identificativas de sus grupos.
Otros se asemejan más a lo que suele ser el expedicionario africano de Rumbo al Sur: Aprovechan para dormir. En el viaje africano, las horas de sueño en los desplazamientos son más que las que se duermen de noche. Algunos, en curiosas posturas de contorsionista, parecen estar ya entrenándose.
ARTILLERÍA FORESTAL
La Academia de Artillería de Segovia es la decana de las academias de artillería del mundo. Y, además, es nuestra sede esta noche.
En el pabellón deportivo que nos ceden para instalarnos, Micaela Martínez, monitora, profesora de rugby e ingeniera de montes (Un parto bien aprovechado) imparte una conferencia de gestión forestal.
También en este ámbito, dice, existen los falsos mitos y creencias equivocadas.
Por ejemplo, en contra de lo que suele decirse, nunca una ardilla pudo cruzar la península de árbol en árbol.
Otra sorpresa: la mayor deforestación sufrida en España no la han producido ni el fuego, ni la contaminación, ni la fabricación de papel. Fue el esfuerzo naval del imperio español, con las ingentes talas destinadas a fabricar barcos.
y también las desamortizaciones del Siglo XIX, que dieron lugar al cambio de propiedad de los montes y la especulación forestal.
La clave está en que hasta hace muy poco se consideraban ilimitados los recursos madereros, nadie se planteó que pudieran desaparecer. ¿Era obtusa la gente de esa época? No. A nosotros nos pasa lo mismo con otros muchos recursos, incluido el aire que respiramos.
TRASNOCHADORES
Como no todo va a ser formación y sesudo cultivo intelectual, Rumbo al sur ofrece a chicos y equipo la posibilidad de trasnochar estas fiestas de san juan. Y, efectivamente, se plantea una marcha nocturna hasta Zamarramala, localidad cercana desde la que se aprecia una formidable vista de Segovia.
Fuera ironías, se trata de un no excesivamente largo paseo, sin apenas exigencia física, con un agradable fresco. Y, además, cruzando un precioso casco histórico que muchos nunca habían visitado. Acueducto, catedral, Ayuntamiento, murallas, Alcázar, plaza Mayor… Iluminados, miran la larga columna que pasa delante de ellos.
Ya arriba, en Zamarramala, es uno de los chicos, segoviano, el que explica que se cuenta que, en la reconquista, fueron las mujeres del pueblo las que se encargaron de despistar y entretener a los ocupantes musulmanes del Alcázar, mientras los hombres, desde la retaguardia, accedían a él y lo tomaban.
Por cierto, un nuevo regalo en el zurrón: La marcha ha discurrido por el camino de Santiago por su via madrileña que hasta la capital jacobea pasa por la antigua calzada romana. El arzobispado concede a los chicos la acreditación de peregrino.

Ramón Huarte
Cronista Oficial
España Rumbo al Sur

 

Martes 24 junio.

¿QUIÉN DIJO INFLEXIBLES?
Comienza la jornada en el cerro del Viso. Para que no se diga que no hay flexibilidad en el Programa de Rumbo al sur, las voces del jefe de monitores no nos despiertan hoy a las seis de la mañana. Hoy es a las cinco. Fruta, bocadillos, refresco y marcha de nuevo hacia el Cuartel que ya consideramos nuestra casa. En el descenso, el amanecer sobre Madrid va poniendo color al húmedo fresco de la mañana.
COCINA Y ESCUELA ELEÁTICA
Siempre en segundo plano, pero siempre ahí, el equipo de cocina capitaneado por  la artista Cristina Foret, capitana de esta nave gastronómica, Íñigo Garcia -Ogara, con Gonzalo Perez del Castillo, Miguel;Creever…
No es fácil dar de comer a casi 300 y hacerlo a sus horas. Horas que varían, además, según los días y circunstancias.
Cinco horas de marcha desde el cerro a la base, las caras de los chavales se van afilando, ya no son los mismos  ayer. Más serios, más cansados, cantan menos, juegan menos. la larga columna ha dejado de ser una fila de niños, por lo menos por momentos. De la noche a la mañana.
Pero algo no cambia. Inmutable, imperturbable, el equipo de cocina, nos espera, tras las mesas dispuestas en el comedor, y en ellas nuestro café, nuestro pan, cola cao, leche, azúcar…
Si parménides defendía que todo era Uno e Inmutable, y Heráclito juraba que a cada instante todo cambia, los de cocina son muy del primero. los demás somos Heráclito puro.
FUNDACIÓN
Parte del equipo recibe talleres sobre disciplinas como lucha contra el fuego, cooperación y voluntariado, arqueología experimental, buceo o pádel surf.
Mientras, otros grupos visitan las instalaciones de la Fundación Carmen Pardo-Valcarce para personas discapacitadas intelectuales. Instalaciones en las que encuentran trabajo 900 de estas personas.
FUNDALAND
A la entrada de las instalaciones, Fundaland, parque infantil destinado a financiar las actividades propias de la Fundación. Pensado para recibir cumpleaños, celebraciones, Comuniones o campamentos. Con discapacitados apoyando a los monitores y realizando las labores de mantenimiento, gracias a ellos los no discapacitados pueden desarrollar sus actividades, es la ayuda en sentido inverso. El reflejo del espejo, es de justicia.
CORREOS QUE TRAEN TRABAJO
En unas naves del recinto, camiones de Correos descargan cajas de reparto y sacas vacías, que los trabajadores discapacitados se encargan de lavar y reparar. La Fundación se lleva el importe del cánon que Correos habría de pagar a sus contrapartes postales por el deterioro del material. Ocho de nuestros chicos se quedan ayudándoles.
ECOS DE SOCIEDAD
Unos metros más allá, otro de los centros espéciales de empleo de la Fundación, el taller de imprenta, en el que se elaboran folletos comerciales, invitaciones, y diferente material impreso.
Ahí me entero  que las invitaciones a la boda de Alex y Mica, monitores y nuestros expertos en Rugby, fueron impresas aquí.
No me resisto a comentar que yo recibí una de ellas. En el evento, que pudo definirse como épico sin caer en absoluto en la exageración, hubo amplísima y selecta representación de Rumbo al sur. Fue una celebración abundante y favorablemente comentada en la sociedad de la zona y en los bares de la comarca.
CHUCHES
Entre los otros muchos centros de trabajo, el obrador de chucherías, en las mesas, mil colores, mil formas comestibles que disponer en sus envases. El taller surte a distribuidores como Vips o El corte Inglés.
Algunos de nuestros chicos ayudan a envasar piñatas, caramelos y dulces de formas inverosímiles. Uno de los trabajadores me pide que apunte en mi libreta que es el más tímido de todos. Otro, carcajeándose, me grita que no haga ni caso, que liga mucho, que es el más golfo.
OTROS
Huertos para alquilar, floristería, pintura decorativa, fábrica de muebles, son otros de los pequeños núcleos que proporcionan trabajo a los discapacitados y donde apreciamos la calidad verdaderamente competitiva del producto. Un gran complejo, en suma, por una buena causa.
Además, gestionan desde hace nada menos que treinta años su propio club de pádel y tenis.Es, de hecho, uno de los mejores centros de pádel de la Comunidad, nos dicen con orgullo sus responsables.
Además de dar trabajo a muchas personas, una serie de psicólogos les inculca las habilidades sociales necesarias para que puedan llevar una vida independiente fuera de la fundación.
Premio del Consejo general del poder judicial, premio Telva a la Solidaridad, Mención de la ONU… los muchos galardones recibidos parecen poco viendo lo que hemos visto.
LABOR ALTRUISTA
Dos de nuestros chicos ayudan a los operarios discapacitados en el centro de lavado de vehículos que también gestiona Carmen Pardo-Valcarce. Se emplean con la esponja, el cepillo y el jabón con entrega. Me enternece tanto ese espíritu colaborador que, apenas reprimiendo lágrimas emocionadas, les ofrezco mi coche, aparcado en el Cuartel, para que sigan practicando esas virtudes. es un sacrificio, pero, llámenme sensible, me gusta colaborar en esas nobles iniciativas.
RECONCILIACIÓN
Los periodistas, casi casi por definición, son personas permanentemente desilusionadas con la profesión. Quizás como ejercicio del espíritu crítico que no siempre se nos permite ejercitar.
Yo soy periodista. Y la jornada de hoy de «Rumbo al Sur» me permite reconciliarme con el oficio. Hoy se nos regalan conferencias de varios periodistas de los que apetece escuchar. Qué cosa mejor se puede decir de un periodista. Y son todos ellos, desde luego, de los que han tenido la suerte -o el valor- de poder demostrar ese espíritu crítico.
ORTEGA INCÓMODO
Gervasio Sánchez y Fernando Múgica, ambos frente a más de doscientos jóvenes a los que se ganan desde el principio, han recorrido el mundo mostrando su realidad, la realidad, a través de imágenes y de palabras.
Sánchez, fotoperiodista que ha vivido de cerca conflictos armados en el mundo entero, los ha cubierto generalmente por libre, sin trabajar para medio alguno, bajo el arriesgado paraguas de la independencia de patrón.
Premiado con el galardón Ortega y Gasset, fue muy comentado cómo aprovechó la ceremonia de entrega para pronunciar un incómodo discurso sobre la actitud del Gobierno de España en la venta de armas a países en conflicto.
Caballero legionario paracaidista que fue -es- tiene conocimiento y criterio para eso y para más. Europa es la zona geográfica históricamente exportadora de violencia, dice. rumbo al sur supondría un símbolo de una nueva y deseable exportación.
Niños como los que le escuchan, de su misma edad, fueron obligados a defender Berlín del arrollador empuje soviético en 1945. Niñas como las que le escuchan, de su edad, serían explotadas en la Sierra leona de los 90. Las últimas levas de soldados en nuestra guerra del 36, la «Quinta del biberón», estaban compuestas por adolescentes.
Gervasio Sánchez pide a los chavales que cuando salgan y vean imágenes tremendas, entiendan que de haber nacido en otras fechas o latitudes, ellos estarían haciendo lo mismo que están viendo hacer a otros.
En cierta ocasión, cuando Gervasio entró en una casa de los Balcanes recién abandonada por la presencia cercana de los paramilitares, encontró, todavía en el tocadiscos, uno de sus discos favoritos de los rolling stones. Tan cerca como eso. tan terrible. Tan rutinario, tan de andar por casa. En determinados momentos, la gente sabe qué música poner, pero no sabe por qué muere o por qué lucha.
RETRATOS DE FAMILIA
Gervasio pasa en una pantalla fotos de niños soldado africanos. Todos obligados a matar. Alguno de ellos incluso, en prueba de lealtad, a su propia familia. Obligados de verdad. El precio de no obedecer es morir. El experimentado periodista se hace en alto una pregunta terrible: ¿Quién de los presentes sería capaz de hacer algo distinto, en su lugar?
Es una de las varias historias personales que nos cuenta a través de crudas y hermosísimas series fotográficas. Historias iguales a otras muchas más, y, sin embargo, única cada una de ellas.
FERNANDO MUGICA Y LAS DOS CARAS
Múgiica, navarro como varios de los miembros del equipo a los que saluda, es también fotógrafo. Entre otros muchos medios, ha trabajado para el Diario el Mundo, del que llegó a ser redactor jefe. Aún así, desvela que no le gusta mucho que le presenten como redactor: Dice que siempre ha escrito para comer, y sin embargo, las fotos las ha hecho por placer.
Tras las terribles tragedias narradas por Sánchez, quiere hacer referencia a la otra cara del mundo, y en particular de África. Su colorido, su grandeza. Recuerda con humor cómo alojado en el Hotel Marriot de El Cairo, para cubrir la primera Guerra del golfo, un compañero corresponsal aseguraba que el mayor peligro que iban a correr eran las calorías que contenían las exquisitas tartas que elaboraba la cocina del establecimiento.
No puede, sin embargo, dejar de lado la cara oscura: El olor de la muerte, el pánico por los ruidos imprevistos o por los movimientos inesperados.   Los traumas del reportero, los llama. Y sentencia que quien asegure que no los tiene, miente.
El periodista, asegura, juega a la lotería sin darse cuenta, y el premio puede ser perder la vida. Y no es raro, ironiza, que incluso pague por jugar.
Nadie te regala nada, reflexiona. Lo que hiciste ayer, no vale. Has de ganarte el presente.
DIALOGO BRUTAL
Así define Múgica el diálogo que mantienen ambos delante del auditorio. Irónicos, lanzándose puyas, empiezan a sonsacarse entre risas sus miserias e interioridades. Múgica, con intención de pinchar, dice que todos los periodistas que han cubierto cierto número de conflictos internacionales han dormido alguna vez en un hotel cinco estrellas. Gervasio ríe y niega con la cabeza. Dice que él no. Múgica, fingiendo indignación, dice que miente. Sánchez argumenta que cómo demonios va a pagarse un cinco estrellas siendo freelance («No como otros», le falta decir), y recuerda cómo llegó a estar en hoteles de 0,7 dólares la noche, en Nicaragua.
Sí que están de acuerdo, sin embargo, en conceptos como rigor, honestidad, o el saber decir que no a pactar informaciones. Claro, admiten con retranca, esto suele llevarte a que tu jefe te eche a la calle.Otro principio: No te creas lo que no ves con tus propios ojos. África no es lo que os han contado, es lo que váis a ver.
EGOISMO HONESTO
Gervasio admite que cree que fotografía la maldad humana para salvaguardar su propia conciencia.
Múgica da menos matices. Ha trabajado para muchos medios, pero las fotos las ha hecho siempre para él.
LA NAVEGACIÓN A VELA
El Capitan de Corbeta de la Armada española, Fernando Pérez de Sevilla, imparte una conferencia interesantísima sobre las 
técnicas de navegación a vela, los vientos, los rumbos, brújula, las estrellas,cartas náuticas… Sobre la Pirateria, los Bucaneros y la Patente de Corso.
ARMAS Y LETRAS
Sigue el desfile de relevantes nombres de la comunicación, si la tarde comenzaba con los fotoperiodistas, tras la cena, la jornada se cierra con las palabras del escritor y literato Alfonso Ussía, que relacionará las armas, el Ejército y la literatura.
Comienza recordando la expedición «Aventura 92», comandada por Miguel de La Quadra-Salcedo, tío de Telmo Aldaz.
Ussía viajó con ellos a América, y asegura que la apariencia le dice que los chicos que le escuchan van a ganar, sobre todo, al finalizar la semana, algo llamado compañerismo. Hila nuestro ponente hablando del compañerismo de las armas, la pertenencia a un mismo grupo humano y a una misma Patria, sean cuales seas las creencias y orígenes de cada uno.
Rumbo al Sur, será para los chavales, como una mili corta. Aquí conocerán, dice, a los militares acuartelados, gente aguerrida, valiente y -destaca-, patriota, decente, con la única vocación, el servicio a los demás, a los españoles…
EL ANTÍDOTO
Alfonso Ussía se confiesa como pijo en su primera juventud. Quince meses de Servicio Militar en Ceuta, con otros 2.500 reclutas, le cambiaron hasta tal punto, descubre, que al lograr la ansiada licencia, al salir por la puerta, se volvió para dar las gracias.
SONETO CON TERCETO DEDICADO
Pensaba Ussía, dice sonriendo, hablar de poesía y de armas, pero las horas y la marcha de cinco horas, le disuaden. Dice que no puede permitir que nadie se duerma con algo bello.
Intención que en todo caso no se resiste a incumplir, leyendo versos satíricos de diversas épocas, de temática militar.
Además, anuncia un soneto para concluir su intervención. Dice que la síntesis del soldado y del español rotundo se halla reflejada en el de Amós de Escalante, que lee y transcribo:

Roto, descalzo, fuerte ante la suerte;
cuerpo cenceño y ágil, tez morena,
a la espalda el morral, camina y llena
el certero fusil su mano fuerte.
Sin pan, sin techo, en su mirar se advierte
viva la luz que el ánimo serena
la limpia claridad de un alma buena
y el augusto reflejo de la muerte.
No hay a su duro pie risco vedado;
sueño no ha menester, quejas no quiere.
Donde le ordenan va, jamás cansado,
ni el bien le abruma, ni el desdén le hiere.
Erguido, valeroso y abnegado,
combate por España, triunfa o muere.

Y después de leerlo dice que, no pudiéndose añadir nada más, conviene concluir la conferencia.
Pero apostilla: Vosotros (Dirigiéndose a los chavales) habéis cumplido hoy con el primer terceto.

Ramón Huarte, Cronista Oficial.

Lunes 23 junio.

DOBLE DIANA

No hace falta preocuparse. El propio cuartel se ocupa, con su rutina diaria, de avisarnos de que es hora de levantarse.
Su toque de diana, hoy una especial, diana floreada, coincide con nuestro inicio de jornada. El «Quinto levanta» cornetil, estridente -como mandan los cánones- debiera ser más que suficiente. Sin embargo, hay tradiciones que, casi en la decena de ediciones de este proyecto, han de mantenerse, y el jefe de monitores, casi antes que la diana, comienza a espetar sus no menos estridentes «Buenos días», «Arriba, vamos», «rápido, despierta». Ah, uno se imagina amaneciendo en Tattouine, en medio del Atlas, o en el País Wassari, en Senegal, o en las azotadas costas mauritanas: El comienzo del día es siempre el mismo, las mismas voces, el mismo tono, la misma sensación. Y me imagino que si estuviéramos en Vladivostok, o en Berlín, o en Vientiane, ese sabor auditivo del amanecer sería el mismo. Universal. Pero debo dejar ya de reflexionar, he de saltar del saco. Si no, el volumen de las voces subirá.
POLIDEPORTIVO. MUY POLIDEPORTIVO
Si a las seis hay diana, a las seis y diez comienza la actividad deportiva. A falta de una disciplina, este año cuatro.
En la explanada al lado de los barracones, un gran remolque-plataforma de transporte. Encima de él, Isabel Ussía, monitora titulada de pilates como es, domina el panorama de más de cuarenta jóvenes con sus esterillas. Comienza la actividad yaciendo sobre ellas. la vista aérea debe ser curiosa.
Cien metros más allá, vuelan balones ovalados. Alex Von Kursell, jugador de máxima categoría y veterano de más expediciones, Jose Pelufo, preparador físico en el Atlético de Madrid, y Micaela Marinez, internacional por España, enseñan los rudimentos del rugby a otro grupo. Luego comentan que es una lástima que cada día los grupos roten de actividad, porque han observado detalles interesantes en algunos de los chicos.
Cerrando un atlético triángulo, el grupo de ejercicios de training de Pablo se contorsiona a sus órdenes. Ah, sus sentadillas, un clásico de cada año.
Y rodeando el perímetro del cuartel, mientras tanto, el grupo de running. Al principio a ritmo tranquilo, cas trotando. Cuando terminen la sesión llevarán más de siete kilómetros, y el último de ellos será a un ritmo bastante diferente.
Mientras tanto, las gradas de la explanada, vacías, y que hace tiempos que no observan desfile alguno, observan ecuánimes. Y juzgan.
DESAYUNOS
En el gran comedor habitualmente vacío, larga fila de chicos hambrientos esperando el desayuno, con sus platos y cazos. Al final de la fila, atendidas por el personal del equipo asignado a cocinas, al mando de Íñigo Garcia-Ogara, dos mesas alargadas con elementos que a diario casi se miran con indiferencia, si no con desprecio, y que se empiezan a valorar: Sobres de café, una cucharada de colacao, leche caliente, pan y tomate con aceite… Lo básico de lo básico. Lujo cuando hay hambre.
Un detalle. Los monitores primerizos, solidarios con sus chicos, hacen cola con ellos. Se les advierte, no obstante, de que aunque pueda no parecerlo, lo efectivo es que se salten la cola y pasen los primeros. Desayunar antes les permitirá estar disponibles para las labores que se les requieran. A veces lo mejor es enemigo de lo bueno, la experiencia es consejera de la apariencia.
CACHÉ DE ALUMINIO
Los cazos de aluminio en la cola del desayuno se ven limpios, nuevos, lisos, a estrenar. ¿Todos? No. Veo algunos de ellos que han sobrevivido -no sin golpes- a desayunos y comidas en Senegal, Mozambique, Mauritania, Marruecos… Casi reconocería a este o aquél por su nombre, o por el nombre de su dueño. Cuando llegue el sábado que viene, muchos de los cazos de los chavales de este año también tendrán nombre. Caché.
LA MASA Y LA INERCIA. Y NO HABLAMOS DE FÍSICA
Yo no acabo de poder darle una explicación racional, pero es un hecho que en grupos grandes excite un lapso de acción y reacción retardada.
Es como en los semáforos. Técnicamente, teóricamente, sobre el papel, cuando se pone en verde todos los coches podrían arrancar a la vez y ponerse en marcha de manera simultánea. La realidad es que existe un efecto goma por el que existe un retardo entre el momento en que el primero arranca y lo hace el de atrás.
En grupos grandes de personas pasa lo mismo, lo que acarrea inercias y retrasos de movimiento y de cambio de actividad.
El Ejército, los ejércitos, son de las pocas instancias, quizás la única hoy en día, que dominan y ejercitan -lo hacen desde hace muchos siglos- la técnica adecuada para combatir este efecto. El sistema se llama «Orden Cerrado». Tan sencillo y tan difícil como lograr agruparse de forma ordenada y responder de manera simultánea a la misma orden.
Nos será práctico en la vida civil, y durante el campamento será inevitable seguir con nuestras inercias, y hasta seguro que es lo mejor que pase eso, pero conviene saber que existe una manera técnica de abordar la cuestión.
Militares de la base explican cómo llevar a cabo ese orden cerrado, lo que llamaríamos corrientemente formar y desfilar. Los chicos -la masa- se mueven, oh maravilla, como uno solo, y responden de inmediato. Los monitores observan sin dar crédito. Y suspiran.
TABLAS Y BOTELLAS
Dos de las muchas experiencias que los chicos de este año se van a llevar: Bautismo de buceo, a cargo de Pablo Martos, miembro del cuerpo de rescate subacuático de los Bomberos de Navarra. Y taller de Pádel Surf (SUP) a cargo de Carlos Toro, fundador de «Toro Sup», y Paloma Bozman, monitora de SUP.
Los chicos miran golosos, ahora que el sol comienza a calentar, hacia la piscina del cuartel.
Toro y Pablo sin embargo tienen sus tiempos. cada uno a parte del grupo, dan las nociones teóricas previas a un público deseoso de pasar a la práctica.
Los inicios, sin embargo, en casi todo, suelen ser poco heróicos, y antes de subirse a la tabla o enfundarse el neopreno hay que conocer qué es la descompresión, o aprender desde cómo se infla una tabla sin cansar los brazos hasta como corregir la deriva de la misma.
El agua, azul y fría, les tienta con sus reflejos.
La espera es parte del aprendizaje.
PRIMEROS AUXILIOS
Si alguien de las familias lee ésto y tiene entre sus previsiones sufrir algún ligero percance -idea en principio poco aconsejable-, por lo menos que espere a la vuelta a casa de los chavales, porque les van a llegar con el título de primeros auxilios debajo del brazo. Y ello por obra y gracia de Concha Vilanova, médico del SUMA y de Rumbo al Sur y de Maite, médico de emergencias. Reanimación cardiopulmonar y otras zarandajas que salvan vidas y que nos empeñamos en no conocer.
A pregunta de Concha, más de la mitad de los chicos admiten no haber recibido nunca nociones de primeros auxilios. En el auditorio de la base reciben instrucciones teóricas. Otros días practicarán con maniquíes. La lucha de los profesionales la deja clara Concha nada más empezar: «Aprended para saber vosotros, pero sobre todo para enseñar a los de vuestro entorno. Se salvan muchas vidas». Palabra de experta.
UAH
Equipo y acampados marchamos hasta la Universidad de Alcalá de Henares. En el patio de entrada, el rostro de bronce de una escultura de Estruga observa impertérrito a jóvenes e impedimenta.
La responsable del Servicio de Comunicación y Promoción nos da la bienvenida. Y,por cierto, ofrece los servicios de la Universidad a aquellos de los chicos que ya han pasado las pruebas de acceso a la Universidad.
LA CÁTEDRA (CON MALA IDEA)
Dos guías de la Universidad nos ofrecen un recorrido por las principales estancias. A través de un fresco y cuidado patio, accedemos a una gruesa puerta de dos hojas de madera oscura y olorosa, que nos abre, con sonido de pesadas llaves añejas, el paraninfo. Los bancos de la Cátedra, elevados, vacíos, inaccesibles, escudriñan a los chicos y al equipo. Sopesan y valoran.
Obediencia, pobreza y castidad eran las tres normas del Campus creado en el Siglo XV por el Cardenal Cisneros. La guía, con sorna, nos asegura que pocos eran los estudiantes que cumplían siquiera con alguna de ellas.
Pero no todo eran alegrías. El paraninfo era un nido de trampas para los estudiantes que pretendían el doctorado.
En primer lugar, la recargada y abigarrada decoración estaba pensada, a mala uva, para despistar cromáticamente al doctorando.
En segundo lugar, la acústica excelente permitía apreciar al público -avisado por el Tribunal- cualquier pequeño error.
En tercer lugar al pobre doctorando -Que ya empieza a caernos simpático a todos- le acompañaba, además del tutor, el llamado «detractor» que, como ya se imaginarán, se ocupaba con regocijo de destacar los fallos.
Por último, se le podían preguntar a la que ya empezamos a considerar como víctima cuestiones relacionadas no sólo con su especialidad, sino con cualquiera de las que se impartían en el prestigioso centro. Y vaya si se hacía. Una alegría, vamos.
Para que luego digan de la Logse.
UN LUJO MODESTO
Personajes de las letras españolas como José de Sopeña o Antonio de Nebrija reposan (Sus restos, se entiende) bajo el suelo de la suntuosa capilla. Eso sí, nos admite la guía, no se sabe bien exactamente dónde. Todos miramos instintivamente hacia abajo.
Un gran sepulcro está dedicado al cardenal Cisneros, un lujo esculpido en mármol de Carrara que, curiosamente, incumple la última voluntad del fundador de la Universidad: Reposar en tumba humilde.Así que cuando, en el siglo XIX, la desamortización de Mendizábal propició la expropiación del sepulcro a manos del Estado, es posible que el espíritu de un Cisneros acostumbrado en vida a salirse con la suya, sonriera. Ahora sus restos descansan bajo humilde losa, como ordenó, y lo hacen en la Catedral.
LA MARCHA
Desde la universidad, marcha a pie hasta El Viso, un cerro que culmina una cadena de montículos al suroeste de Alcalá. Imprescindible, se advierte, la provisión de agua. El agua, algo tan básico, cuya ausencia puede resultar grave problema tanto aquí a treinta kilómetros de Madrid, como en las saharianas dunas de Merzouga. Somos absolutamente vulnerables, dependientes. Los chicos que han traido cantimploras pequeñas deberán complementarlas con botellas. Yo, que he procurado prescindir de todo peso extra en la mochila, dejando en el Cuartel la esterilla o el chubasquero, meto dos botellas, además de la cantimplora, que no es pequeña. La deshidratación va a ser grande, y lo advertimos a todo el mundo.
Una vez llegamos al cerro, los militares que nos han acompañado como compañía de seguridad, nos ofrecen amablemente dos grandes garrafas que transportaban en su vehículo, para que los chicos que peor han administrado su agua puedan rellenar los recipientes. Les decimos que se queden algo, que no nos den todas sus reservas. Uno de ellos nos dice que ya han guardado algo para que beba su perra, Luna, un encanto que juega y se deja acariciar por todo el que lo pretenda. Tanto la adoran los militares que su única preocupación es que ella pueda beber.
CONVERSACIONES Y ALIENTO
Durante la marcha hacia el cerro, voy escuchando las conversaciones que mantienen los chavales. Dos chicas discuten sobre si conviene elegir la carrera en función de la vocación o del dinero que te pueda reportar. Otra cuenta a otros de su grupo sus vacaciones en mallorca.
Dos chicos muy altos, con cabezas que sobresalen, vistas desde atrás, de sus mochilas, hablan de música:

– Yo hubo una época en que era muy del punk.

– Pues a mí me gusta Bob Dylan.

Manda narices. Punk. Dylan. Por un momento pienso en pedirles, indignado, que no me arrebaten los gustos de mi edad, pero me resulta imposible. En primer lugar porque para cuando reacciono ya me han pasado como una exhalación y van cinco insalvables metros por delante. En segundo lugar, y más importante todavía, porque al contrario que a ellos, a mí me resulta imposible hablar sin perder el resuello, algo fatal para mi objetivo de siquiera llegar a la cima.
Me hubiera sentido frustrado de no ser porque cansa.
REMINISCENCIAS
Alex y Mario, monitores, ascienden junto con algunos de los muchachos de sus grupos. Aún estando en las cercanías de Alcalá de henares, sus cabezas lucen, enrollado, protegiéndoles del sol, el pañuelo tuareg. Veteranos de Rumbo al Sur en Marruecos. Imprime carácter.
EL CRISTAL
Ya de noche, en alto del cerro, metros antes del Polvorín abandonado en cuyos pasillos haremos campamento, un vendaval preñado de humedad. Frío. Alumbradas por las linternas frontales, las mochilas vomitan cortafríos, forros y chubasqueros. Sombras de árboles que se agitan inquietan. Al borde del camino, la camisa de una serpiente muerta (Gonzalo, uno de los chicos, me explica profusamente los detalles que le hacen asegurar que no es una víbora.
Alzando unos grados la vista, a los pies del cerro, luces. La ciudad de Alcalá de Henares. Más allá, Madrid, con sus cuatro torres perfectamente diferenciables. la ciudad respira y se nota. Unos grados de visión más cerca, la aventura. En las luces, el origen. Dos mundos tan cercanos que el cristal que divide las dos visiones casi podemos verlo empapado por acción  nuestro todavía húmedo sudor. Y sin embargo, tan lejanos. Una de las chicas, estupefacta como yo de que los dos ámbitos se toque, me dice: «Me parece que hace semanas que empecé Rumbo al Sur… la ciudad me parece un espejismo». No quito una coma.
Ramón Huarte. Cronista Oficial.

Domingo 22 junio.

PARACAIDISTAS

Hace un tiempo que la Brigada Paracaidista ha cambiado de acuartelamiento, pero la Base Primo De Rivera reverdece laureles recibiendo los saltos que más de 200 chavales realizan, tomando tierra aquí desde Segovia, desde Tarragona, desde Gijón, desde Madrid, Ormaiztegi, Barcelona, Fuenterrabia, Zaragoza, Granada, Puerto Del Rosario… En muchos casos son paracaidistas de primer salto, de caras nerviosas tras dejar atrás el portón y lanzarse al vacío, con tanta decisión como incertidumbre.

Aunque disponen del paracaídas de seguridad de los monitores y del equipo, el impulso es suyo.

No llevan en sus hombros ni camisetas la insignia del paracaídas abierto y las alas. No llevan las caras tiznadas, ni el equipo de combate, que este cuartel recuerda de sus antiguos ocupantes. Pero no son menos dignos de admiración.Ni mucho menos.
ECOS
Oh, sí, ya sé que se reirán de mis historias de la mili. Y está bien que el Ejército sea profesional, y esto y lo otro… Pero no puedo dejar de contar lo que siento, paseando por las instalaciones casi vacías que esta semana nos van a acoger. Escribiendo ésto en el inmenso comedor, ahora desierto, acompañando a Pablo, el jefe de monitores, que pelea con los papeles para repartir los grupos, creo escuchar el eco de mis compañeros de Compañía en el cuartel de Mallorca, hace ya tantos años. Font, Bruguera, Gelabert, Bonnemaison, que se ríen, chocan los platos, hablan de sus casas en muchos casos lejanas, tan lejanas como sus caras que jamás volví a ver. Jóvenes como los que van a poblar estas mesas la semana que entra. El comedor, lo noto, se crece ante la perspectiva de recuperar el bullicio que desde que no lo habita una Unidad Operativa (más allá de la USAC, que lo mantiene), echa de menos. Y lo mismo le pasa a la cantina. Y a los barracones, y a la pista de deporte. Una nueva oportunidad para el cuartel.
Llámenme loco, pero se siente feliz. Vivo.
AFRICA INSIDE
España Rumbo al Sur, antes Madrid Rumbo al Sur. Siempre vocación africana. ¿En Alcalá de Henares?Cambio de barco, pero… con la misma derrota.
Algo de África, irremediablemente, se cuela en esta latitud. El equipo, formado por expertos provenientes de diferentes partes de España, cuando se junta una vez al año, cuando se engrana, lleva África en sí mismo.
Es el mismo Sevillano que nos orientó bajo la lluvia torrencial en la noche senegalesa, es el mismo Telmo que conferencia con los caciques de los más ignotos enclaves, el Cuesta que metió en la tarjeta SD de su cámara lo más inhóspito de Mozambique, la Mamen que curó heridas y trató enfermos en pleno Atlas, la Mar que superó a los locales en los regateos de los bulliciosos mercados africanos…
Si no vamos a África, África viene a donde esté Rumbo Al Sur. Su espíritu, su experiencia, sin que nada lo impida, serán contagiados por los miembros del equipo. Y no se le ocurra a Vd. decirles que no lo hagan, porque lo llevan dentro. África inside.
TRAZABILIDAD
La tarde es un goteo de chicos y chicas que van llegando de todas partes de España. Se registran, tímidos, muchos acompañados por sus familias. Van encontrando, juntos, en corros, su espacio para esperar sin hacer demasiado ruido. Los protagonistas, casi invisibles en sus primeros instantes. Cambiará todo en unas horas. Siempre cambia.
Dando un paso atrás, veo a los monitores que les hacen el registro de entrada, y les identifican. A muchos de ellos les conozco de llegar, también tímidos, también callados, al comienzo de otras ediciones de Rumbo al Sur. No son mucho mayores, pero en ellos creo ver el retrato futuro de los que ahora llegan.
No me cabe duda de que Rumbo al Sur les ha ayudado a ser los jóvenes que ahora son. Les he visto curtirse, aprender, tropezar, dudar. Y ahora son parte del avezado equipo en el que se van a reflejar los chicos de 2014.
Sí, claro, otras muchas vicisitudes de la vida les han hecho lo que son, pero no puedo evitar recordar cómo les ví y cómo son ahora. Trazabilidad.
AK47 Y VELÁZQUEZ… POR SOLEARES
Arma automática y lanzas. En la cantina, enmarcado, un fusil de asalto Kalashnikov, recuerdo incautado, con la madera de la culata curtida por el aire traicionero del Kosovo de los noventa. A unos metros, en la diagonal que en el suelo marcan los siglos, una reproducción de la Rendición de Breda. La línea del tiempo de las Fuerzas españolas en el extranjero. Distintos tiempos, diferentes cometidos.En una mesa, entre los dos símbolos, un grupo de oficiales de paisano, fuera de servicio, toca la guitarra y palmea.
TECOL
En el salón de actos, el Jefe de la base, el Teniente Coronel José María De García, da la bienvenida a España Rumbo al Sur. Nos garantiza que toda la unidad de la USAC que aquí presta servicio estará pendiente de nosotros. Con una sonrisa, se dirige a los chavales: «Espero que disfrutéis… y que sufráis».
El Teniente Coronel cede la palabra a Telmo Aldaz de la Quadra-Salcedo, el Jefe de Expedición de Rumbo al Sur. Telmo agradece al Ejército el apoyo al proyecto durante los últimos nueve años.
Agradece también a los muchachos y a sus familias el esfuerzo realizado por estar aquí, y muestra el orgullo por poder contar con jóvenes tan emprendedores e implicados. «Todos los que estáis aquí- dice- sóis especiales». Y añade: «Estáis aquí para pasarlo bien».
Sufrir y pasarlo bien, dos caras que destacan el jefe militar y el jefe civil. Dos caras de una moneda. De la misma moneda.
NORMAS
Pablo Martos, Jefe de monitores, habla también a los chicos. Más pragmático, su discurso se dirige a dejar claras las normas básicas del campamento. Seguro que las familias están ansiosas por saber en qué consisten esas normas, y es de ley que lo sepan, así que aquí van algunas de sus líneas esenciales.

1- Somos huéspedes en el cuartel. Respetaremos los usos que rigen aquí, causaremos las mínimas molestias, dejaremos el lugar tal y como lo encontramos.

2- La referencia de los acampados son los monitores, y en primer lugar el monitor de cada grupo. Nadie más del equipo-

3- Presteza. Se toca diana a las seis de la mañana (Murmullos en la sala). Hay diez minutos para prepararse para hacer deporte. La misma presteza regirá, a partir de ahí, para todas las actividades diarias.

4- Aprovechar. Absorber. Se van a hacer cosas distintas a las que cada uno ha hecho hasta ahora en su vida rutinaria. El consejo que se da es: Disfrutadlas a tope, ya las digeriréis luego en casa.

5- Disciplina. No se fuma, no se bebe, se ha de estar siempre localizado para el monitor correspondiente. Máxima: Lo que no se sepa si se puede hacer, no se puede hacer. Hasta que se sepa positivamente lo contrario. Es la manera, se explica, de llevar un grupo de más de 200 personas sin arrastrar inercias y retrasos.
GRUPOS, CONOCIMIENTO
Se presenta a cada grupo (Aproximadamente doce chicas y cinco chicos cada uno) a su respectivo monitor. Va a ser su referencia casi absoluta a lo largo de esta semana. Van saliendo del salón de actos y se reunen en corros, para conocerse y presentarse. Cada grupo a su manera.
Escucho a Irene, monitora, pedir a sus chicos que vayan diciendo su nombre, su procedencia, y los motivos por los que están aquí.
Unos pasos más allá, Lore repasa con su grupo las instrucciones que se les acaban de dar. Para que quede claro todo.
A unos metros, Carlos Toro dice a sus chicos que se quiten la presión, que no han venido a competir, que sean ellos mismos. Si no lo conociera, diría incluso que es buena persona.

Ramón Ugarte. Cronista oficial ERS.

 

 

En ésta sección se irán publicando las crónicas oficiales y de los jóvenes que escribirán sus experiencias durante el viaje.
Éstos son algunos fragmentos de crónicas de las ediciones 2006 y 2007.

Para ver más pincha en Ediciones Anteriores.

2006:

Crónica 25 de agosto. Marcos Regera Mateos.
“… Siluetas del Comienzo:
Seguir un rumbo es una sensación mágica. Es buscar una ruta especial que te lleve a tu destino. Pero cuando periódicamente el destino es lo de menos, la ruta va cobrando un color más intenso y prometedor. Nuestro viaje comenzó en Madrid, donde salimos Rumbo al Sur. Avanzamos taciturnos por nuestro país hasta que la oscuridad de la noche nos envolvió en las puertas de Málaga. Amaneció y la ruta continuó sinuosa por las aguas del Estrecho. Lo cruzamos expectantes, África se encontraba frente a nosotros, África bullía en el aire, y poco a poco su presencia aumentaba, y nosotros esperábamos pacientes el poder poner nuestros pies en el Continente que sería nuestro hogar los próximos  22 días…”

Crónica 26 de agosto. Melilla-Alhucemas.  Jana López Valencia y Ignacio Bernard de Lama
“…y partimos RUMBO AL SUR. Tras la larga espera por fin pisamos suelo extranjero? Ya estamos en Marruecos! La gente ha cambiado, el paisaje ha cambiado, las casas, las costumbres, las miradas, los olores, los colores…todo ha cambiado.
Después de horas de curvas, llegamos a Alhucemas.
…la acogida ha sido y está siendo fastuosa. Las gentes se vuelcan con nosotros de tal forma que recordamos una vez más que todos somos en esencia lo mismo, seres humanos  y buscamos la complicidad de la persona que tenemos en frente. Porque aunque las fronteras físicas son muchas se derriban con algo tan simple como una sonrisa”…

Crónica del 30-08-2006 Joaquín Sánchez Olleros
“…La gente comienza a darse cuenta de lo cómodo que resulta levantarse antes de tiempo. Gracias a esto, algunos hemos disfrutado de una ducha un poco más larga.
El centro de los Padres de la Cruz Blanca nos impresionó a todos. En aquel lugar se notaban las horas que los Padres Franciscanos habían dedicado a hombres que por su deficiencia física habrían sido excluidos de la sociedad. Aquellas personas se pusieron muy felices de vernos, incluso alguno soltó una lágrima en nuestra despedida…
Salimos a la calle hacia nuestros autobuses y en aquel momento chocamos con la realidad a toda velocidad…Estos acontecimientos nos han puesto los pelos de punta, pero para eso hemos venido. Para concienciarnos. Esto nos enseña que aún tenemos mucho por hacer…”

Crónica del 31-8-2006 Ana G. O y Sonia G. M
“…Después hemos tomado raciones del ejército compartiéndolos con los niños. Ha sido muy especial porque no teníamos ninguna lengua en común pero sus sonrisas nos han dado más de lo que podíamos imaginar. Al final nos hemos recorrido junto a ellos el largo camino que hacen hacia la escuela para terminar con una calurosa despedida y seguir con nuestro viaje, esta vez hacia Marrakech.
En el autobús, entre alguna que otra cabezada, risas y juegos, hemos podido darnos cuenta del paulatino cambio del paisaje: se acerca el desierto…”

Crónica 05/09/2006. TALLER DE CUADERNO DE VIAJE Y DIBUJO Ana Cubillo y María Valladares.
“…Todavía no habíamos terminado de desayunar cuando se nos propuso realizar un taller de cuaderno de viaje y dibujo.
La clase duró casi toda la mañana, pero se nos pasó muy rápido, porque pintando entre dibujo y dibujo nos olvidamos de todo lo demás.
Marta y Carmen, las monitoras, nos enseñaron que ante todo el cuaderno de viaje no son solo palabras sino que también es un lugar donde plasmar sensaciones y vivencias con letras y dibujos.
Vimos varias técnicas como el dibujo a lápiz y la acuarela.
Luego pasamos a los paisajes y dibujamos las haimas, el mar, la arena y el cielo saharianos que nos rodean. Al salir de la clase todas las caras llevaban dibujada una sonrisa…”

Crónica 09 de septiembre. Irene Sánchez y Paula Pascual.
“…Después de un día tan ajetreado como el de ayer, esperábamos dormir tranquilos. Lo que no sabíamos era que al desierto de Chingetti aún le quedaban ganas de sorprendernos.
De madrugada, el viento despertó para desmontar nuestra haima y hacer que la arena entrase en nuestros sacos, oídos, ojos …
… Desde allí arriba descubrimos lo que de verdad era el desierto. Traspasamos por fin la pantalla de cristal para vivir las dunas y el sol en nuestra propia piel.
Los camellos nos llevaron a la ciudad de Chinguetti que crece de la arena y huele a barro y a sol. Rompemos la armonía de la ciudad y sus habitantes nos invitan a fundirnos con lo que tienen. Vemos la biblioteca, con sus escritos más antiguos; y el hospital, del que se nota están orgullosos.
Entre risas, una gran cena y bailes, dejamos atrás un cálido día con mucho sabor africano para esperar algo mañana aún más sorprendente…”

 Crónica 16 de septiembre. Ana García, Sonia Garrido y Blanca Segoviano
“…Había llegado el momento de partir, hemos cogido nuestra mochilas por última vez para dirigirnos al aeropuerto con 6 horas de antelación que se han quedado justas. Hemos hecho las últimas compras de urgencia y nos hemos embarcado hacia nuestra última aventura: Volver a casa.
Ahora mientras estamos en el avión tenemos tiempo de rememorar todos nuestros momentos, unos en sueño otros en sus diarios.
Seguramente podrá haber hasta 87 conclusiones de lo que nos ha parecido el viaje pero todos nos llevaremos el espíritu tranquilo y hospitalario africano…”

 2007:

Crónica 24 de agosto. Catalina Terreros y Mar Aldaz
“…El historiador de MRS, el padre Juan Sánchez Arenas nos habla de lo que hemos visto y sentido al cruzar de Sudáfrica a Mozambique.  Nos dice, y lo comprobamos, que en MZ, la gente ríe, sonríe; la tierra huele diferente y el sonido es diferente.  Nos presenta a un amigo suyo misionero, el Padre Pepe, que lleva más de  treinta años dedicado a la ayuda en Mozambique.”
…La distancia que separa Ressano García de Maputo es de 120 Kilómetros.   Por carretera hubiéramos tardado aproximadamente una hora, pero no hubiéramos descubierto como medir el tiempo en África.  El tren ha tardado en llegar a la capital de Mozambique, Maputo, seis horas. 15 paradas.  Un ir y venir de personas subiendo y bajando del tren, comprando y vendiendo coloristas mercancías por los andenes, y sobre todo sonriendo y saludando.  Las conversaciones entre los jóvenes de MRS y los mozambicanos no han cesado durante todo el viaje, haciendo muy amenas las largas horas.  El idioma oficial del viaje es el “Portuñol…”

Crónica 25 de agosto. Sandra Casares Acuña.
“…Algunos de los niños que allí estudiaban nos esperaban sentados y fue genial poder estar junto a ellos y mezclarnos con otra cultura.
Me acerqué a un chico y empezamos a hablar. Era impresionante los esfuerzos que hacía por tratar de que nos entendiésemos; se llamaba Arsenio y tenía quince años. Habló de su colegio, de sus clases y catequesis con tanta ilusión y admiración…Nos cambiamos nuestros colgantes. Me explicó el significado del suyo: era una caracola que representaba la cercanía al mar.
…Aquellos niños eran tan alegres…lo daban todo al igual que nosotros por pasar un buen rato. Fue genial.
Después de este largo día nos fuimos a dormir con una sonrisa de oreja a oreja, con el corazón lleno de ilusión y sentimientos que se agolpaban en nuestra mente…”

Crónica 26 de agosto Catalina Terreros.
“…Después de 5 días en este país, en Machamba descubrimos la realidad más dura del campo y de la pobreza, pero también vemos algo que nos contagia la esperanza.  Por un lado visitamos, ya de vuelta, un poblado con sencillas chozas de paja en las que nos adentramos para descubrir la más autentica miseria.  La esperanza nos la aporta un proyecto en terreno cercano, promovido por la Casa de María Auxiliadora.  Se trata de una cesión de  tierras por parte del Gobierno, para su explotación por  mujeres. El principal objetivo es que éstas puedan criar a sus familias con las hortalizas producidas, y también obtener  un excedente para poder venderlo en mercados de la zona. Es el claro ejemplo de sostenibilidad, palabra tan de moda hoy en día, pero en autentico  contacto con la realidad.
…Los cánticos y bailes nunca faltan cuando la expedición MRS llega a cualquiera de estos centros, pero en esta última visita, la conexión entre nuestros jóvenes y los jóvenes mozambicanos fue muy especial. Finalmente y tras una larga jornada, emprendemos el viaje de vuelta a Naamacha, con la certeza de que a medida que pasan los días, las emociones, las experiencias, y la complicidad con Africa se intensifican…”

Crónica 27 de agosto Hugo Fernández Mena.
“…En este día, nos hemos quedado a ayudar a esta gente que nos ha acogido con mucho cariño, como si fuéramos amigos de siempre.
Hemos realizado varias actividades.  A mi grupo le ha tocado pintar el pequeño teatro que tiene el colegio.
…Me está gustando mucho de Mozambique la gran variedad y riqueza de sus comidas, que hacen que no pasemos hambre a lo largo de esta expedición.  En el día de hoy, tras comer un rico pollo con arroz, tuvimos otros talleres dirigidos por los profesores del colegio.  Más tarde fui a jugar un partido de “basquetebol” con los chicos del colegio.  Realmente nos lo hemos pasado en grande.…Este día ha sido uno de los más ajetreados hasta el momento, y no aguanto a quedarme despierto a ver la película que nos han puesto.
Así que sin más me despido diciendo que MRS, promete mucho…”

Crónica 03 de septiembre. Expedicionario.
“…Hoy me he sentido como en un documental de la 2, peor esta vez, no miraba sin ganas desde mi sofá, esta vez estaba yo dentro…”

Crónica 05 de septiembre. Ana  Corrales y Cristina Blas
“…Con la llegada de la sacerdotisa y dueña de la montaña sagrada, iniciamos la ascensión teniendo que cumplir una serie de requisitos para dar paso a la ceremonia, como por ejemplo no grabar ni fotografiar y guardar riguroso silencio durante la subida.  Según la tradición, hay que coger agua de un río, comer junto a una roca y subir descalzo.  A medida que ascendemos  las vistas son más espectaculares.  Una vez llegamos a las pinturas, casi en la cima, la sacerdotisa realiza un ritual en su lengua dando palmas y bailando.  Una vez resueltas nuestras dudas gracias a la ayuda de un traductor, la sacerdotisa le concede unos minutos a Olga, una de nuestras monitoras, para hablarnos sobre las características de las pinturas rupestres.  Nos explica que pertenece a al paleolítico unas, y neolítico otros, y sus protagonistas son antílopes y guerreros.  Cierra la ceremonia con un pañuelo blanco sobre la cabeza y arrodillada frente a la pared en la que se encuentran las fabulosas pinturas…”

Crónica 08 de septiembre. Sergio Sánchez y Javier Pelluz
“…Quedan sólo diez días para que esta experiencia acabe y todos nos encontramos con ganas de volver con nuestra gente, pero por otro lado, también de quedarnos aquí para descubrir aún más cómo es África, y como es su población, sumergirnos día a día en su difícil realidad, tan complicada que es imposible abarcarla en un mes…”

Crónica 09 de septiembre. Expedicionario
“…El día acabó a eso de las 11, y ya metidos en los sacos, nos dimos cuenta de la oportunidad que habíamos tenido de conocer a chavales de nuestra edad, con los que compartimos sueños y ambiciones, a pesar de la disparidad de culturas.  Nos dormimos pronto porque al día siguiente nos levantaríamos a las tres de la madrugada,  para coger el avión que nos llevaría a Beira…”

Crónica 10 de septiembre. Yasmina Pacios
“…Nos despedimos de Beira para seguir acumulando Km, hoy empezamos a bajar, Rumbo al Sur por Mozambique, el camino de 20 intensos días, aun nos queda mucho por recorrer y demasiado por ver. Estando aquí tanto tiempo te das cuenta de lo importante que es observar ¡Este país está lleno de vida!
La tarde se hace larga camino de Inhassoro. Todos compartimos cansancio y tiempo de sueño acumulado, pero además dentro de los autobuses se mezclan emociones, ilusiones, alguna decepción, buenas relaciones… ¡es todo tan intenso!
Otro día más cerramos los ojos en África, Ya forma parte de nosotros!
Dicen que este continente se te pega en la piel, sus gentes y sus valores, es la magia del lugar o del viaje que estamos haciendo, pero ya tenemos un trocito de esta tierra que volverá con nosotros a Madrid…»

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