Etiopía desde una ventana
Otro día más nos sentamos apretujados entre mochilas y compañeros. El suelo embarrado, las ventanas sucias y el bus. Pero las largas horas en bus no son horas perdidas.
Mirando por la ventana del bus paisajes de montañas verdes entre las que serpentean riachuelos formados por el agua proveniente de las lluvias. Luego pasas por pequeños pueblos donde la gente se emociona al verte pasar. Abres la ventanilla y te chocan la mano o se acercan a saludar.
Me he dado cuenta de que África es muy distinta de lo que pensaba. África no es la sabana, ni la selva tropical que esperaba. Es más, los paisajes de Etiopía me recuerdan en ocasiones a Asturias. Y con esto he llegado a la conclusión de que lo que diferencia a España de Etiopía son sus olores a lluvia, los sonidos de las vacas, su gente parecida a nosotros pero a la vez tan distinta.
Para mí no hay mejor sensación que pasarme las horas asomada a la ventana sintiendo el aire en la cara y dejándome llenar por esos olores, colores y sensaciones que caracterizan a este país. Saludar a la gente y que te sonrían de vuelta.
Personalmente creo que mirando por la ventana del bus es cuando más aprendo de este país que tanto me está sorprendiendo.
Blanca San Martín
Felicidad
Hoy me atrevo a decir que aquí soy realmente feliz, no importa la suciedad que me rodea tras 10 días sin ducharme, ni que la hora de comer llegue a las siete de la tarde, aquí me estoy dando cuenta que la felicidad va mucho más allá.
He descubierto que para mí la felicidad es sentarme en el bus durante horas a debatir sobre temas con diversidad de opiniones, pero siempre respetando. Es ver como se ilumina la cara de las personas que me cuentan cómo Uganda les cambió; es darme cuenta de la poca importancia que tiene lo material; es ver como la vida es maravillosa y ver lo afortunada que soy. Es genial sentirse tan llena con tan poco dentro de la mochila.
Paula Pérez
3 de agosto
Después de ocho días sin ducharme y pasar 24 horas con las mismas personas, te replanteas si realmente todo lo que tenemos en España lo necesitamos.
En estos ocho días he convivido con 9 grupos diferentes. Cada uno de ellos es particular.
Hoy como dos días atrás hemos estado en el autobús, el mismo en el que el primer día pensamos que no íbamos a poder estar porque era completamente diferente a los de España. Hoy se ha convertido en nuestra casa rodante…
Lalibela, iglesia enterrada, una visita rápida a un sitio muy espiritual. Estas iglesias que unen al mundo con el interior de la tierra. Hoy me han invadido mil sentimientos entre ellos el hambre, el sueño, la tristeza, la felicidad y el dolor. Todo normal por ahora…
Antes contaba los días que me quedaban para empezar, ahora cuento los días para que se acabe. Al principio era todo felicidad, ahora es tristeza porque ya se está terminando y por fin podré tachar de la lista de deseos esta aventura en la que me he aventurado.
España Rumbo al Sur no termina el 13 de agosto, esto te acompaña hasta tu vejez. Feliz por escuchar África, feliz por pisarla y feliz por sentirla.
Nelsy Macías
El camino
Otro día que nos levantamos seguidos del “Buenos días” de Pablo Martos. Esta mañana hacía frío, y salir del saco costaba un poco más. Otro día que no hacemos deporte , me pregunto hasta cuando durará nuestra suerte. Teníamos por delante un largo día de bus, nuestro objetivo, llegar al proyecto de cooperación de los Salesianos en el sur del país. Antes de ponernos en marcha nos dirigimos hacia Lalibela, un gran monumento de Etiopía, con gran reconocimiento. La verdad que fue espectacular, a pesar de no haber podido pararnos a verlo con detenimiento.
Entonces tocó ponernos en marcha. Es increíble la cantidad de cosas que se pueden hacer en un bus para entretenerse. Las primeras horas las pasamos debatiendo sobre diferentes temas: política, evolución, amor… mediante el debate puedes llegar a conocer a una persona mucho mejor. Considero que es necesario escuchar a todo el mundo y aprender de ellos. Las horas antes de parar para comer las pasé durmiendo. Nunca un bocata de chorizo me había sentado tan bien. Valorar la comida y aprender a no desaprovecharla es algo que deberíamos hacer todos.
La siguiente parada fue en una calle donde había pequeñas tiendas y bares, y pudimos comprar comida y, sobre todo, kleenex. Me asombra ver la reacción de la gente de aquí al vernos, como si de alguna manera dos realidades estuvieran chocando. Finalmente, llegamos bastante tarde a nuestro siguiente destino.
Emma Shipley
Magia etíope
Para algunos, octavo día de expedición y con él llega el ecuador del viaje; para otros ya ha comenzado la cuenta atrás hacia la despedida. A estas alturas, todos y cada uno de los que formamos parte de esta experiencia podríamos decir que nuestra rutina diaria se ha visto inundada de una magia, una magia muy especial, difícil de describir con palabras, pero que a pesar de ello, voy a intentar hacérosla entender.
Esta magia son personas, personas con las que he tenido la suerte de coincidir en este maravilloso lugar; son las miradas que se cruzan desde la ventanilla del autobús que en un segundo transmiten lo que millones de palabras jamás; son las sonrisas regaladas en cada comida y cada camino; son las largas conversaciones en las que compartir reflexiones y experiencias; son los paisajes únicos llenos de color a pesar de los cielos nublados.
Una magia capaz de llenar los vacíos de nostalgia de nuestro hogar y de hacernos olvidar los momentos más duros. Una mágica capaz de cambiar nuestras vidas en tan solo 18 días.
Rosario Arce
Hoy ha sido un día largo, aun así, todo lo que veo al otro lado de la ventana no deja de sorprenderme. Zonas humildes, llenas de niños que nos miran asombrados sin apartar la vista ni un solo segundo, casas completamente distintas a las nuestras y a las que seguramente no llamaríamos hogar. Calles llenas de tiendas donde se encuentran monos, camellos, paisajes que no puedes dejar de mirar y el sonido de la lluvia acompañado de la canciones que no podemos dejar de cantar.
Mónica Martín
Nos disponemos a atravesar el lago Tana. El sol empieza a apretar más todavía y la mayoría caen rendidos por el sueño a pesar del impresionante espectáculo natural que nos rodea. La barcaza se tambalea bajo el peso de 50 personas que van como sardinas en lata en escasos siete metros de longitud y apenas un par de ancho.
Aún así, no puedo evitar acordarme de las pateras. Esas de las que ya nadie habla en las noticias pero que se siguen hundiendo cada día en el Mediterráneo. Imagino y empatizo con todas esas personas que viajan todavía más hacinados que nosotros, en peores condiciones y durante mucho más tiempo.
Tras dos horas, atracamos en el puerto donde el resto del equipo nos da la bienvenida y nos disponemos a engullir unos fantásticos macarrones con verduras que Jesús, Antonio Nacho y Creever han preparado para nosotros.
Carolina Rengifo