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Crónicas 701

1 Julio 2012

ERSAna Isabel del CasarPilar de PuellesLeticia Bueso
Crónica 1.07.2012

Nos habíamos quedado en la crónica anterior con un montón de chavales diseminados por el suelo de la sala de espera del aeropuerto de Bruselas intentando robar unas horas de sueño a la mañana. Finalmente y según el horario previsto el vuelo partió rumbo, en un primer momento a Doula, la capital económica de Camerún. Son unas siete horas de vuelo que en principio no se hacen muy pesadas aunque cuando van quedando unas tres horas para llegar, es imposible mantener a los chavales sentados y comienzan a visitarse unos a otros bajo las constantes advertencias de las azafatas y las miradas incriminatorias de los que intentan dormir en posturas a veces increíbles. Uno no es consciente de la flexibilidad que tiene hasta que viaja en turista en algún vuelo internacional. El joven Ramón Morales durmió ratitos de veinte minutos, según me comenta: “el cansancio se nota pero todavía tenemos reservas”.

Doula desde el aire impresiona, son miles de pequeñas casas diseminadas entre carreteras y vías de arena y barro, especialmente en esta ápoca de lluvias en las que las calles son casi impracticables y el fango solo puede ser atravesado por todoterrenos o conductores expertos. Aterrizamos a las seis de la tarde por lo que aun tuvimos tiempo de ver la populosa ciudad, al menos desde el aire, bajo algunos rayos de un sol que pronto se ocultaría.

Una hora de escala técnica y se continúa hasta Yaundé. Todos estamos un poco nerviosos y miramos con insistencia el reloj, en unas horas se juega la final de la Eurocopa entre España e Italia y no estamos muy convencidos de poder llegar a tiempo.

Esta crónica, aparte de servirnos de unión con nuestros familiares, nos permitirá conocer mejor un país que se encuentra situado en pleno golfo de Guinea y que limita con Gabón, Guinea Ecuatorial, la República Centro Africana, Nigeria, el Chad y la República Democrática del Congo. Tiene una extensión de 475.440 kilómetros cuadrados y en su fisionomía no falta nada de los que uno se puede imaginar de un país africano: bosques, sabana, manglares, montes o incluso playa y costa. Su clima varía mucho dependiendo de la región, en la zona en la que desembarcaremos en breve es tiempo de lluvias torrenciales que nos harán, si cabe, más auténtica esta aventura.

El vuelo aterriza en Yaundé, ya ha anochecido y desde las pequeñas ventanas del avión solo se distingue una lluvia torrencial que va encharcando la pista.

La expedicionaria Paula Sebastián recuerda sus primeros minutos al salir del avión, “fue curioso notar esa humedad que casi no te dejaba respirar hasta que poco a poco te vas  acostumbrando”.

El recibimiento no pudo ser mejor: Clara Cabrera, primer secretario de la embajada española en Camerún nos agilizó todos los trámites para que los sellados de los 140 pasaportes fuera más rápido. Nuestra sorpresa fue ver como las tres persona de la organización que se habían adelantado en unos días a la expedición: Mar Aldaz y los bomberos Jesús Pastor y Pablo Font, el cocinero de MRS, lo habían dispuesto todo para que se pudiera ver el partido en dos televisores rodeados de sillones, incluso Pablo Font nos recibió uniformado con la camiseta de la selección y camuflado bajo una peluca que se había comprado en un mercadillo de Yaundé. En pocos minutos ya nos habíamos hecho con la sala VIP del aeropuerto.

Todos nos pintamos los colores de la selección española en el rostro y los goles comenzaron a llegar… Hasta en cuatro ocasiones nos levantamos para abrazarnos ¡Imagine 100 chicos gritando y coreando las canciones de ánimo a la selección! Seguro que muchos bares madrileños no tuvieron tanto ambiente.

Había muchos incrédulos como la expedicionaria Marta Pérez, que no se podía imaginar que podría ver el partido, para ella “fue toda una sorpresa verlo fuera de Europa”. La noche iba cayendo y era hora de macharse. Recogimos el material y las mochilas y salimos a la puerta del aeropuerto donde una flotilla de microbuses, un camión y algún todoterreno nos esperaban decorados con los logotipos de MRS. Nos acomodamos como pudimos y comenzamos el viaje por carretera hasta la misión de los hermanos Salesianos “Don Bosco”.
Para llegar a la misión atravesamos una buena parte de Yaundé, a pesar de ser más de las 11 de la noche la ciudad continuaba despierta, la ruta estaba salpicada de locales donde poder tomar algo, con música estridente y pequeñas luces que servían de reclamo para los habitantes de la zona, en algunos barrios la actividad a esa hora era frenética con peatones atravesando la calle sin apenas detenerse ante los coches que a todas horas recorren la ciudad.

La primera cena en Camerún se la agradecemos a las raciones del ejército, unos sofisticados “pack” a los que no les falta de nada: tienen una lata de fabada, salchichas o pote que se puede calentar con un pequeño hornillo que también se adjunta, una lata de alguna conserva, un postre, pastillas potabilizadoras, glucosa y vitamina C, un auténtico quit de supervivencia.

A Teresa Luvoloni le parecieron muy ricas y variadas: “las compartimos para dos y eran raciones bastante completas, estaba muy buenas y me pareció un sistema muy sencillo, no tuvimos problemas para calentar la comida. Yo tomé judías con chorizo, sardinas en aceite y membrillo” (Seguramente sus padres se habrán quedado sorprendidos de que coma legumbres o conservas). Adriana Salvatore jamás pensó que comería raciones del ejército en África y va notando el cansancio “es un ritmo duro, imagino que el cuerpo se acostumbrará pero estamos cansados, creo que dormiremos bien”.

Los chavales se retiran a dormir protegidos bajo el techo de esta misión que tan bien nos ha acogido. Envueltos en sus mosquiteras, uno a uno van cayendo dormidos, el silencio de la noche solamente se interrumpe por los sonidos naturales de la noche camerunesa y algún que otro ronquido. En pocas horas toca levantarse, los monitores les estarán esperando con una sonrisa como si por ellos no hiciera mella el cansancio.

Expedicionaria MRS 2012 – Crónica 1.07.2012

Una sala abarrotada de ojos que solo miran a una pantalla rectangular brillante dominada por un diminuto punto en blanco y negro que parece tener la clave de nuestro futuro. Hasta aquí todo normal. Somos un grupo de españoles que está gritando con una excusa llamada Eurocopa.
Lo extraño está en que a nuestro lado un negro altísimo con uniforme militar nos mira atento mientras que una pila de pasaportes domina su mesa. Y es que nosotros, 100 jóvenes de dieciséis y diecisiete años y un puñado de monitores, no estamos en España, sino en África, más concretamente en Camerún.

Acabamos de llegar al aeropuerto de Yaoundé, la capital, que ya ha sido llenado con nuestras mochilas imposibles, esparcidas por cualquier lugar. En realidad, también acabamos de partir (el militar se sienta, ahora impone menos, parece más humano) pero la sensación que nos domina a todos en esta VI edición de Madrid Rumbo al Sur, es que han pasado días, semanas, desde que ayer estábamos en Barajas. Los padres, nuestras cosas, las tantas preocupaciones occidentales han quedado ya muy lejos y todos formamos una extraña gran familia.

Este viaje comenzó hace ya meses, con el trabajo y todas las pruebas de selección (resulta imposible no acordarse de todos los que se han quedado por el camino) pero fue ayer, por la tarde, cuando vestidos con el uniforme de la expedición y cargando con los macutos de interminable preparación, empezamos a pensar que esto iba en serio, que de verdad nos íbamos a África, que sí que vamos a un viaje que nos va a cambiar para siempre. Sonríes y no sabes muy bien porqué, pero no importa ¿Acaso necesito una justificación para estar así de feliz?

En Barajas no era la única en sentirme de esa manera. A eso de la una de la madrugada, los padres ya se habían marchado, todo estaba embarcado, pero continuábamos cantando, bailando y hablando.

En el viaje a Bruselas el panorama no cambió. Seguíamos igual, mientras los monitores dormían pensando “no sabéis lo que os espera…”. Efectivamente, nada más llegar al aeropuerto belga, la alfombra gris de la sala de espera se metamorfoseó en un amasijo de cuerpos verdes y beiges, que aprovechaba cualquier espacio para tumbarse.

Sinceramente, en el vuelo de Bruselas a Yaoundé, tenía la intención de recargar pilas, mas en cuanto vi la pantalla táctil que había en cada asiento, me rendí a la emoción y comencé a mirar las películas, discos y juegos de los que disponía en las siguientes ocho horas. Todos comenzamos a descubrir cada detalle de la pantalla en una fotografía inútil, teniendo en cuenta que la pantalla era exactamente la misma para todos.

Por fin llegó la comida y pronto nos olvidamos de las películas: queríamos estar con el resto de los expedicionarios. En pocas horas y días, nos hemos llegado a conocer de una forma increíble, lo que se muestra en cómo estamos ahora, abrazados ante los goles de la Roja.
Y pensar que este es solo el comienzo…

Expedicionaria MRS 2012 – Crónica 1.07.2012

Hay turbulencias

Estaba pensando en lo distinto que va a ser esto para todos nosotros, todos estamos en la misma situación. No nos damos cuenta, pero algo muy especial está a una hora de empezar. Cuando aterricemos, va a comenzar algo que nadie ha previsto. Es cierto que todos hemos soñado despiertos sobre lo que vamos a vivir, todos hemos intentado imaginar en nuestras mentes lo que nuestros amigos nos habían contado de África. Sin embargo, esta vez nos toca vivirlo a nosotros, ahora somos nosotros los protagonistas. Todo va a cambiar, Camerún no es Madrid y nosotros en Camerún vamos a vivir cosas que solo vamos a vivir una vez. En Camerún cada momento va a ser único y creo que puedo hablar por todos (porque veo que tienen las mismas caras de emocionados que yo) y puedo decir que estamos listos para hacer que cada momento se quede grabado en nuestra memoria.

Expedicionaria MRS 2012 – Crónica 1.07.2012

Tras días de inquieta espera por fin llegó el deseado día. El día en el que los cien jóvenes seleccionados partíamos hacia las tierras de Camerún. Fuimos llegando poco a poco al aeropuerto, acompañados de nuestros familiares. Todos estábamos llenos de nervios y con unas ganas enormes de comenzar esta gran aventura. Nos fuimos reuniendo y empezamos, cómo no, a cantar y a bailar. Más tarde llegó la hora de despedirnos, cosa que a mí me costó mucho, ya que me daba mucha pena estar casi un mes separada de mi familia. Pero por otro parte pensaba en la inolvidable experiencia que iba a vivir.

Después de juntarnos en grupos y facturar, embarcamos en el vuelo con destino a Bruselas a las 15:15 h. Aunque todos pensábamos dormir en este trayecto, los nervios nos lo impidieron. Cuando llegamos al aeropuerto, todos nos pusimos a dormir por el suelo de la sala de espera, ya que nos quedaban cinco horas de espera.

Poco antes de volver a embarcar estuvimos hablando y algunos de nosotros jugando con unos niños cameruneses.

El nuevo avión tenía televisiones, lo que hizo que el viaje se hiciera más rápido. Fuero ocho horas durante las cuales algunos dormía, otros veían películas y otros simplemente charlaban y se paseaban por el avión. Fue un buen trayecto, aunque con alguna que otra turbulencia de más.

Aterrizamos en Duala y luego partimos en el mismo avión hacia nuestro destino: Yaundé. Todos estábamos ya excitadísimos e inquietos.

Al aterrizar en Yaundé, capital de Camerún, un gran aplauso se hayó.

Bajamos y nos llevaron a una sala donde nos esperaba una sorpresa…
¡¡Íbamos a ver el partido de España-Italia!!
Nos pintamos la cara y disfrutamos viendo este gran partido.

La verdad, creo que va a ser un viaje estupendo y en el que aprenderemos y disfrutaremos muchísimo. Sólo llevo un día de viaje y ya veo el buen ambiente que hay y lo excitante que va a ser todo.

Ya somos una gran familia, la familia de MRS 2012. Nos queda mucho por delante y seguro que todos juntos viviremos experiencias inolvidables.

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