Crónicas 703

Yaunde – Bamenda

Hoy no nos lo podíamos ni creer cuando el despertador sonaba marcando las cuatro de la madrugada. Rápidamente había que vestirse y preparar la mochila para marcharnos hacia Bamenda, el próximo destino en esta ruta. Eran más de 300 kilómetros hacia el norte y las carreteras plagadas de coches y camiones no permiten desplazarse a la caravana a grandes velocidades. Los chavales adormecidos fueron ocupando sus asientos en los minibuses, un total de cinco, que junto a varios todoterrenos y el camión de material comenzaron a desfilar ordenadamente hacia la carretera, es todo un espectáculo ver la caravana de Madrid Rumbo al Sur en marcha.

Hoy el desayuno tocaba hacerlo en marcha, bocadillo de pastade cacao y plátano, nunca me había sentado tan bien esa mezcla de leche, cacao, avellanas y azúcar que por primera vez he comido sin pensar en las calorías que ingería.

La carretera nos va llevando hacia Obala, Bafia y Makenene y la lluvia que hasta el momento nos había respetado comienza a caer con fuerza. El paisaje es de un verdor intenso, una gran vegetación se eleva a ambos lados de la carretera, salpicados por algún poblado en el que no faltan decenas de vendedores ambulantes, desde fruta a maíz, aceite de palma, aguacates, cacahuetes o bebidas.

Una parada para que los jóvenes estiraran las piernas se ha convertido en toda una visita a un pequeño poblado de 10 o 12 casas de adobe. Los más pequeños de la aldea se quedaban impresionados de ver a tanto “blanco” junto y algunos se escondían llorosos tras de sus madres, pero al final han terminado acostumbrándose al grupo y hemos podido conocer más de cerca cómo viven la mayoria de cameruneses, una de las cosas que más pueden impresionar a un europeo es ver como conviven con sus familiares fallecidos a los que entierran prácticamente en la puerta de sus casas procurando que la tumba pueda quedar adornadas con baldosines.

El camino nos sorprende con unas vistas impresionantes, paramos para ver la cascada de Chutes en Baleng, los chavales no daban crédito de lo que tenían frente a ellos y todos intentaban retratarse ante la caída de agua, junto a la cascada descubríamos una  bolsitas realizadas con hojas de plátano en las que había sal y varias especias, son pequeñas ofrendas relacionadas con los ritos animistas, ritos que la población aun mantiene vivos. Ponen estas comidas como ofrendas para los espiritus del Agua y las cascadas. El expedicionario Rodrigo Tizón se ha quedado impresionado “con el agua que caía, todo un espectáculo”. También está sorprendido con el paisaje “es todo muy verde y yo me lo imaginaba más desértico”

Hoy tocaba de nuevo raciones del ejército pero la lluvia que no cesaba impedía poder encender los hornillos por lo que hemos tenido que comer dentro de los autobuses, en principio pensábamos comer solamente la lata fría, que en este caso era de atún en aceite pero muchos de los chavales han optado por comerse también las latas de cocido frías, espero que cuando luego lleguen a sus casas continúen con estos hábitos de comida que consiste básicamente en comerse todo lo que pillan y en el momento que les dejan.

Los autobuses iban aguantando… Hasta que uno de ellos decidió que hasta allí había llegado. La reparación del vehículo hizo que nos retrasáramos algo más de lo previsto y que llegáramos a Bamenda casi anocheciendo.

Las monjitas de las Siervas de María no se creían la cantidad de vehículos y chavales que en pocos minutos han tomado esta “casa de salud” habilitada casi como un hospital, un proyecto de la ONG Africa Directo. En la entrada nos recibía Sor Nieves Fernández, una monjita del pueblo alaves de Ullibarri Jauregui, que rápidamente nos ha acomodado por diferentes estancias del hospital, una monja hospitalaria y muy campechana con un gran sentido del humor.

Una persona imprescindible de la organización es la doctora Elena Pinilla, encargada de cuidar a todos los chavales y protegerlos sobre todo de las enfermedades tropicales, algo que conoce muy bien y en lo que ha trabajado en estos últimos años. Pero la doctora viene preparada para todo: “como es una expedición puede ocurrir de todo, desde luxaciones o roturas pasando por lo más habitual que son las diarreas o las lipotimias”. Pero los padres pueden estar tranquilos: “realizamos un seguimiento constante de las evoluciones de los chavales, conocemos el historial médico de todos y estamos en permanente contacto con ellos y por supuesto venimos con el material suficiente para cualquier actuación de urgencia”.

Hoy nuestros cocineros se han esmerado con un arroz “con tropezones” que ha conseguido calmar nuestros cuerpos cansados del viaje, en un día largo que ya culmina. Mañana como siempre toca madrugar y gimnasia y es hora de dormir. ¡Hasta mañana!

El día de hoy ha sido definitivamente diferente a nuestra rutina en Madrid. Nos hemos despertado a las 4 de la madrugada para así, a las 5, poder emprender el viaje en autobús hacia el noroeste de Camerún.

Tras unas horas de sueño, pronto hemos empezado a cantar y hablar animadamente. Al cabo de unas cuantas horas hemos parado y  estirado las piernas en un pequeño pueblo de unas cinco casas de adobe. Allí, un hombre ha compartido con nosotros algunas de sus experiencias y, en algunas viviendas  nos han permitido entrar y apreciar su modo de vida.

Volviendo a formar el convoy hemos hecho una segunda parada a visitar una cascada que para los locales es un lugar sagrado. De ahí que en el suelo hubiese alimentos que ellos entregan a sus antepasados a modo de respeto. Continuando el viaje, hemos atravesado numerosas ciudades de las que destaca la ausencia de semáforos y la abundancia de pequeños negocios, como peluquerías o cibercafés. Además, en muchas no hay aceras, se diferencia de la carretera por no estar asfaltada.

Pero, de repente el microbús se ha estropeado. Hemos sido muy amablemente acogidos por  una familia que generosamente nos ha ofrecido un porche para comer. No sólo eso, sino que nos han enseñad su casa y nos han contado cómo viven, así como frutas típicas que ellos cultivan y que nos han dado a probar. Y lo más importante: nos han aceptado, involucrado en sus vidas, sin pedir nada a cambio.

Por fin, se ha arreglado el autobús y entre canciones y risas, y tras catorce horas de viaje, hemos llegado a un convento de la congregación de las sirvientas de María, dónde hemos sido muy amablemente acogidos por las hermanas.

Recorrer Camerún desde Yaundé ha sido toda una oportunidad para poder empezar nuestro contacto con el mundo africano y sus gentes.

Muchas felicidades papá.

Todo es verde en el camino
Verdes las palmeras y las hojas de los pinos
Las cabañas son de adobe y los muros de ladrillo
Vemos caras cansadas y sonrisas de mil niños
Camerún nos recibe con cariño

Muchas horas son de viaje
Pero nunca desistimos
Escribimos y escribimos
Para recordar este paisaje

El verde hoja y la tierra bermellón
Marcan nuestro sendero,
Aún así la lluvia siempre llega primero.

Vosotros en casa leyendo desde el sillón,
Nos mandáis fuerzas para aguantar el chaparrón.

Componiendo esto en el autobús percibimos felicidad
En este viaje no hay sitio para la maldad
Venimos a disfrutar desde el respeto y la humildad
¡UNA EXPERIENCIA QUE A TODOS NOS CAMBIARÁ!