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Dicen que cuando un viajero no recuerda cuantos días lleva en su destino es porque al menos ha pasado una semana y justo hace siete días llegábamos a Yaundé. Hoy la jornada terminará en la misma ciudad en la que aterrizamos aunque aún quedan muchos kilómetros por recorrer y muchas vivencias que compartir.
La mañana amanecía despejada ideal para madrugar y hacer deporte como ya es costumbre entre los más jóvenes. Luego a los que les ha apetecido han acompañado a las hermanas a misa. Según la expedicionaria Lucía Carrión “no ha sido una misa tradicional, tenía más alegría y más movimiento con bailes y cantos que las celebraciones a las que estamos acostumbrados, el coro llevaba un pañuelo verde en la cabeza y ropas muy coloridas, ha sido muy divertido. Ellos intentaban que nosotros nos integráramos y cantáramos y bailáramos con ellos. Me ha sorprendido que la iglesia era muy austera sin casi ornamentos, simplemente una habitación de cemento con el techo de hojalata”.
Luego ha llegado el desayuno, a continuación los chavales han cogido lo imprescindible y se han cargado la mochila para ir andando hacia el siguiente destino, el hospital Saint Vicent de Paul, un centro que regentan las Hijas de la Caridad, donde trabajan para mejorar las condiciones de vida de los enfermos de SIDA.
La hermana María Ángeles nos contó “que un hospital aquí en Camerún es distinto a lo que estaréis acostumbrados en España, que cuando una persona ingresa se le ponen todas las facilidades. Aquí solamente podemos ofrecer la cama y los médicos, el enfermo se tiene que traer desde las sábanas a la comida o las cosas de aseo, también se tiene que pagar las medicinas, aun así nuestro centro es mucho más barato. Lamentablemente no tenemos recursos para ofrecer más. Aparte del cuidado médico también procuramos que haya una labor educacional sobre todo para hijos de madre seropositivas. También tenemos un centro para niños paralíticos cerebrales, y aquí en muchas zonas de África es un auténtico problema porque la cultura local les lleva a pensar que si un niño tiene algún retraso hay que abandonarle y en algunos casos incluso sacrificarlos. Aquí ya hemos salvado algún pequeño que no tenía ningún futuro”.
A continuación los jóvenes se dividían por grupos para visitar el hospital y ver con sus propios ojos como trabajan las hermanas. La expedicionaria Inés de Medrano ha sido una de las que ha visitado el hospital “las hermanas han recalcado que era un hospital muy austero. Nos han explicado que aquí tienen una labor muy difícil porque la población no está muy concienciada de lo peligroso que es el SIDA, algunos tienen el pensamiento que es una invención de los occidentales para que no tengan más hijos. Lo bonito de este hospital es que muchos de los voluntarios que trabajan aquí que también han sido enfermos y ahora colaboran con las hermanas en ayudar a otros enfermos concienciando de la importancia de la prevención y de seguir los tratamientos”.
Finalizado el recorrido por las instalaciones tocaba entrar en los buses para realizar una visita muy especial, íbamos a conocer al rey Simon II de la región de Batsen’la, un pequeño reino de 20.000 habitantes y 20 kilómetros cuadrados que se mantiene con sus propias leyes y costumbres en el Oeste de Camerún. Nos han recibido los cánticos y los bailes de un grupo folclórico vestido con alegres colores, el ritmo lo marcaban a base de tambores y una especie de maracas. El rey nos ha recibido y nos ha dedicado unas cuantas palabras de bienvenida y a continuación dos miembros de su familia vestidos de guerreros han realizado un baile ritual para todos nosotros. Terminado el acto nos hemos fotografiado todo el grupo con el monarca y a la salida hemos jugado con los más pequeños y hemos sacado multitud de fotos que guardaremos con cariño.
Hemos vuelto al hospital para comer y recoger las mochilas para volver a la carretera. Hoy nos han sorprendido con un estofado de carne que nos ha sentado genial para coger fuerzas para el largo viaje que nos espera. Hoy partimos de nuevo hacia Yaundé en un largo viaje que nos ha tenido otras nueve horas en la carretera. Nos acogen los padres Salesianos de la fundación del Real Madrid en el barrio de Bombibang. A pesar de ser las tres de la madrugada muchos jóvenes han tirado de las raciones militares y se han tomado una fabada o un pote gallego. Hoy dormimos en el suelo embutidos por las mosquiteras. ¡Hay que prevenir!
La vida nos acerca en muchas ocasiones a través de experiencias comunes entre dos mundos en aproximación. Esto fue lo que sucedió cuando compartíamos con las Siervas de María en Bamenda un momento de nuestro viaje.
El destino quiso que estuviéramos allí en ese preciso momento. En esta vida todo tiene un porqué y un para qué que hace completar su sentido.
Intercambiábamos experiencias cuando apareció una mujer que había dado a luz hacía dos semanas. Habia dado a luz hacia cinco días en la selva, llego muy mal, llegó sangrando tras días de agotamiento andando; nuestra curiosidad nos hizo participar y colaborar en el tratamiento de esta paciente convirtiéndose en un momento lleno de magia. Aún no era hora, el destino nos hizo estar allí .Tras una situación de deterioro e inestabilidad que desembocó en una parada cardiorrespiratoria, combinamos nuestros saberes junto con los del ginecólogo que la atendía. Pocas palabras bastaron. La compenetración fue total y una respuesta inmediata de todo Madrid Rumbo al Sur hizo posible la recuperación de la paciente.
Abriendo la paciente sus ojos y mirándonos fijamente con cara de agradecimiento pudimos transmitirle que sangre donada corría por sus venas.
Antes de partir el equipo sanitario de Siervas de María nos agradeció el apoyo en estos momentos críticos abriéndonos paso a colaboraciones futuras.
Agradecemos de corazón desde el equipo médico de Madrid Rumbo al Sur al resto del grupo el gesto y deseo de colaboración que mostraron en esos momentos.
No podemos explicar con palabras lo que las monjas realizan allí día a día junto con los médicos y enfermeras, aunque a pesar de todo su esfuerzo, siguen teniendo muchas carencias y proyectos que completar.
Nosotros volveremos, esperamos que seamos muchos.
No podemos olvidarlo y dejarnos caer en la rutina diaria .
Sin mas que decir, solo……….Gracias.
¿De qué color es África? Es difícil saberlo, aunque a veces las banderas de los países pueden ayudar. La de Camerún tiene el verde de la selva, el rojo de la tierra y un color dorado que tal vez corresponda a la estación seca. También tiene una estrella de esas espectaculares noches que aún se nos resisten. Pero falta el azul del cielo.
El motivo por el que falta ese color se me escapa. Tal vez sea porque no es fácil encontrar esos tintes en la naturaleza. O tal vez porque los africanos están demasiado ocupados pensando en la tierra, de la que les surge la vida de maíz y la muerte mamba.
Las Siervas de María de la ciudad de Dschang sí tienen su hogar rozando las nubes. Las subieron allí los lugareños, probablemente pensando que así su manto protector alcanzaría más lejos.
Hoy, que la fiebre me ha apartado al grupo de los que necesitan cuidados, puedo hacerme una idea de lo que sienten los que allí acuden en busca de ayuda. Si un occidental arropado por 149 amigos agradece cualquier atención cuando la enfermedad le hace flojear, estremece pensar en lo que pasará por la mente de uno de esos niños que parecen confiar más en los extraños que en sus propias familias.
Especialistas en el arte de cuidar a los demás, las Hermanas saben que nada pueden hacer si uno no pone algo de su parte. Para cuidar a los demás y para que le cuiden, la labor comienza por uno mismo. Y así los niños se esfuerzan ganándose el futuro que sin querer les arrebatamos.
La Madre Antonia es conocedora de ello. Se deja ayudar aceptando mi parte para educar a uno de esos niños, mientras al reconocerme, se despide con un sincero “cuídese”.
Desde el bus intento asimilar los dos días que hemos pasado en Dschang. De lo que llevamos de Madrid Rumbo Al Sur ha sido la misión más alucinante, desde mi punto de vista. La más realista. La hermana que nos dio la charla el primer día nos plasmo la realidad tal cual, a esto se le suma el toque de atención de Bea y Miriam ambas monitoras de cooperación para que espabilemos y empecemos a disfrutar África y no ver MRS como un simple campamento. Es impresionante la conciencia que tienen los niños sobre la importancia de ir a la escuela. Por otro lado creo que las hermanas son dignas de admirar, lo dan todo por la población de aquí, tienen un afán por conseguir lo que quieren y una voluntad maravillosa. He hablado con una de ellas y se ha puesto a llorar conmovida al hablar con lo involucrada que está la población con su proyecto (la construcción de un hospital) y llora de felicidad, de emoción. Por último me gustaría contaros algo de la misa que aunque yo sea católica creo que hubiese llenado a cualquiera, creyente o no, simplemente por la vida que tiene, cánticos y bailes acompañan la ceremonia. Acabamos cerrándola todos juntos, españoles y cameruneses, de la mano cantando a Dios. Os dejo hoy con un trocito más de África a la espalda, un beso enorme a mi familia y muchos recuerdos a mis amigos que espero se estén acordando un poquitín de mi.
Tras el día lluvioso de ayer hoy nos hemos levantado y hemos hecho nuestra rutinaria hora de deporte. La verdad es que cada día me da menos pereza y me gusta más. Nuestra primera actividad de hoy después del esperado desayuno (en el que nos han alegrado poniendo nocilla) ha sido acudir a una misa. Aunque yo no vaya a la iglesia habitualmente pensé que sería interesantísimo ver como viven la misa los Cameruneses y ciertamente no me arrepentí. Lo que mas me ha impresionado ha sido la alegría que hay en el ambiente y la gran música con tambores incluidos.
Ya he conocido algo nuevo de la cultura Camerunés, una cultura que por ahora me parece fascinante y admirable. A continuación una pequeña marcha hasta abajo para recoger los autobuses e ir a visitar otro proyecto. Una de las madres nos ha contado las campañas de concienciación sobre el sida que hacen y después nos mostró el hospital donde ví un recién nacido de dos días y una madre cuya hija llevaba tres días con malaria.
Ya a las dos o tres de la tarde fuimos a un poblado en el que nos esperaba Simón II con los brazos abiertos en su reino. Simon II es el jefe o rey de Batsengla un territorio que recorre varios barrios entre los que se encuentra el poblado donde está el hospital de las madres. Este gran rey se refería a nosotros como sus hijos lo que nos hizo sentirnos todavía más a gusto. El era el encargado de mantener la comunicación entre el pueblo y el estado y dentro de poco cumpliría 50 años de reinado. Tras esto, hubo una representación teatral y la adorable y fascinante música africana. Me encantó la amabilidad del rey y su hospitalidad. Además luego pudimos estar un rato con unos cuantos niños pequeños que estaban entusiasmados de ver gente nueva y diferente para ellos.
Otra vez más al autobús para volver al hospital. Cantamos y lo pasamos bien. Eran las 6 de la tarde y estábamos todos ansiosos por comer. Comimos un riquísimo guiso de patatas con carne. Recogimos todo y subimos al autobús para regresar a Yaundé. Hoy ha sido otro magnifico día en Camerún, me está encantado este viaje y cada día aprecio cosas nuevas de esta gran cultura.
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