13 Julio 2012
Bengbis – Ebolowa
Hoy la crónica va a ser escueta y muy sencilla: autobús, autobús y autobús. Ese podría ser el resumen de la jornada, de una mañana que comenzaba a las seis. Como es habitual tocaba deporte y a continuación desayuno. Ya nos estamos acostumbrando a unos bollos de la zona, redondos, hechos con una base de harina y huevo y que fríen y espolvorean con azúcar con un sabor parecido al de los donuts.
Montábamos en autobús y comenzaba nuestro viaje hacia el sureste, en concreto a la ciudad Ebolowa cercana a la frontera con Guinea Ecuatorial, antes realizábamos una parada en una empresa de construcción española, Galdeano, que está construyendo una carretera en la zona de Sangmelima, uno de sus responsables nos contaba su aventura “hace unos años, viendo como estaba el mercado español, decidimos poner nuestros ojos en esta zona de África, es un lugar que queda todo por hacer con muchas oportunidades. Comenzamos con una pequeña obra en Douala y finalmente nos hicimos con este contrato tan importante, una carretera de 74 kilómetros que comunica las ciudades de Sangmelima y Nkoemvon. Esta carretera es una parte entre la futura comunicación entre la República de Congo y el puerto de Kribi que servirá para poder transportar la madera hasta este puerto con mucho valor comercial. Trabajar aquí es muy diferente a trabajar en Europa. Tenemos una mentalidad de trabajo distinta y tenemos que acoplarnos a su trabajo y a su ritmo. Hemos tenido que traer nuestra maquinaria e incluso nuestros operarios, comprar nuestros materiales y abrir una cantera que gestionamos nosotros mismo e incluso hemos montado nuestras propias viviendas para los trabajadores. Hemos tenido que realizar un gran esfuerzo y nos tocará vivir muchos meses alejados de casa”.
Comíamos en la misma sede de Galdeano de raciones militares y nos poníamos de nuevo en marcha hasta Ebolowa, donde se encuentra otro Instituto técnico de don Bosco. Llegó la cena y luego película “diamantes de sangre”. Mañana volvemos a la batalla, tenemos marcha y según nos han adelantado dormiremos en un poblado pigmeo. Mañana lo contaremos.
En este día de viaje, he podido reflexionar sobre todo lo que hemos hecho y visto hasta ahora.
Me vienen a la mente recuerdos desde los primeros días y no puedo creer que haya pasado ya más de la mitad del viaje. Me gusta este país de los camarones porque aunque la pobreza es evidente, en comparación con la abundancia de España, la riqueza en emociones y sentimientos es algo que sigue asombrándome.
Recuerdo todas las caras que nos miran asombrados, sobre todo las de los niños, que raramente han visto una piel tan pálida como la nuestra. En cada carretera que recorremos, las gentes salen de sus casas para saludarnos jovialmente.
Las niñas de aquí son lo que más me impacta. Aquél día en el que tomamos comida típica de Camerún unas niñas se nos acercaron a nosotras y nos preguntaron que si podían peinarnos el pelo. Hablando con ellas, descubrimos que tienen las mismas inquietudes que cualquiera de nosotras, pero que han de luchar el doble para poder llegar lejos.
Cada día nos acercamos un poco más al final de esta experiencia y, aunque me entristece no poder seguir aprendiendo de todo esto, quiero pensar que realmente he cambiado y que cuando vuelva, como dijo uno de los monitores los primeros días, podré empezar a salvar la deuda que he contraído con África.
Gracias a este continente y gracias a Madrid Rumbo al Sur por la oportunidad.
Lara Benito
Como hoy teníamos una dura jornada rumbo a Ebolowa, hemos tenido la “busgoneta”. Una sesión de entrenamiento más relajada.
Ha trascurrido la mitad del viaje, y la relación con toda la organización, incluidos rumberos, es increíble.
A diferencia del resto de días hoy ha sido bastante relajado, todo el día en el bus sin marchas inolvidables atravesando la selva; sin emocionantes charlas que te hacen reflexionar; sin visitas a plantaciones gigantescas de palmeras… Pero sin dejar ni un solo momento de disfrutar de los increíbles paisajes, sonidos y colores de Camerún, sin dejar de vivir África.
Los días en Madrid Rumbo al Sur son fáciles. Comemos bien, y aunque no nos vendría mal un par de duchas más como la de hoy, no nos falta nada de nada.
Me apasiona pensar que solo estoy en la mitad de este alucinante viaje, y que aún me quedan experiencias y momentazos por delante.
Aprovecho para tranquilizar a todas las familias de mis compañeros expedicionarios diciendo que estamos todos vivos y disfrutando al máximo de esta oportunidad que nos ha llegado, y siempre sin olvidarnos de las personas que nos esperan y nos recuerdan desde casa. También se os echa de menos.
Diego Baselga Costa