Crónicas 715

15 Julio 2012

ERSJulio BorjaDiego e IgnacioOlgaPilarMaría, Eva, InésBeatriz
MRS 2012 – Crónica 15.07.2012

Lolodorf

Hoy el día venía cargado de emociones. Todos estábamos pendientes de esa marcha que debíamos hacer hacia el hogar de los pigmeos Bageli. Madrugábamos para la larga excursión y nos poníamos rumbo a la selva que nos acogería esta noche.
Primero recorríamos los kilómetros iniciales en bus. A medio camino parábamos en un ancho río para ver como lavaban la ropa algunas mujeres y los expedicionarios aprovechaban para descansar y hacerse fotos durante unos minutos.
Luego bajábamos del autobús y nos dividíamos en dos grupos para dormir con dos comunidades de pigmeos diferentes. La selva nos iba acogiendo con un paisaje que pocas veces habíamos podido contemplar. Vegetación en sentido puro y una pequeña y estrecha senda que seguir. Los pigmeos que nos guiaban iban a paso decidido sin apenas notar el cansancio, el resto del grupo íbamos empapando nuestras camisetas que llegarían totalmente mojadas al destino. Finalmente fueron casi cuatro horas de caminata hasta que el “Bageli” que encabezaba la larga fila de expedicionarios comenzó a lanzar unos sonoros gemidos parecido al de los animales, que inmediatamente fueron respondidos por alguien cercano de su tribu anunciando que ya estábamos cerca.
Los Bageli nos habían fabricado un tenderete con juncos y ramas verdes para que pudiéramos dormir en el centro de su poblado, sin querer la noche ya iba llegando y había que reponer fuerzas, de nuevo las raciones militares hicieron su aparición. Yo rebusqué en mi mochila y ¡Zas! ¡Sorpresa! ¡Fabada con chorizo! Mi cuerpo maltratado por la ruta seguro que lo agradecía.
Cayó la noche y con ella comenzaron los ritmos de los pigmeos que empezaron a tocar hasta que nos marchamos más allá del amanecer. Eran unos seis los que con palos rudimentarios llevaban el ritmo, acompasados, contundente, ideal para que varios Bageli se pusieran a bailar y sin descanso estuvieran así hasta el amanecer.
La expedición estaba cansada y pronto se comenzó a instalar las mosquiteras, yo creo que finalmente no eran más de las ocho cuando me fui a dormir sobre el suelo y junto a una hoguera con el ritmo monótono de los tambores.
Para los chavales ha sido una experiencia inolvidable, nos lo cuenta Clara Esteban Rodríguez “Hicimos la marcha que en principio era más corta pero más dura. Empezamos por la mañana con un camino empinado en el que nos teníamos que agarrar a lianas y a ramas para poder ir trepando. Al llegar nos recibieron la tribu con los niños sonrientes por nuestra llegada, estuvimos en el río relajándonos un rato y nos pusimos a comer, a los niños les encantó la mermelada que llevábamos y después encendieron el fuego y comenzó el baile y la danza, la verdad es que no nos dejaron dormir en toda la noche pero estuvo bien”. Para Clara ha sido una gran experiencia “Es bastante impresionante pensar que esta gente no ve casi civilización y muchos de ellos tienen que realizar este camino habitualmente y en chanclas y que nos hayan recibido con esa amabilidad y ofreciéndonos todo lo que tenían me ha parecido realmente emocionante” Clara ya va viendo el final de MRS “Por ahora ha ido todo bien. Hemos pasado hambre y sueño pero una vez que te acostumbras no se hace tan duro dormir en el saco o la tortura de las flexiones. No quiero volver, a todos nos da mucha pena que quede tan poco tiempo”.
Otra de las profesoras del grupo es Olga Escalona, que trabajaba en el Planetario de Madrid cuando se enteró de la aventura MRS “Telmo Aldaz, el director, vino al Planetario buscando un astrónomo y se encontró también con una arqueóloga, le pareció muy interesante los talleres que le propuse con los chavales y hace cinco años que no falto a la cita. Yo doy un taller de arqueología experimental, son clases muy prácticas en las que intentamos, por ejemplo, que los chavales reproduzcan los modos de fabricar herramientas que tenían en la prehistoria, collares como hacían los neanderthales o los cromañones, intentar reproducir como pintaban en las paredes… Es algo muy práctico y tengo la experiencia de otros años que gustan mucho a los expedicionarios, en los que se divierten bastante”.
Olga también ha podido vivir la experiencia de vivir un día con los pigmeos “No se me ha quitado la sonrisa de la boca en todo el día. Aunque ha sido muy cansado ha sido un día muy especial, como si se hubiera levantado un homínido prehistórico y nos hubiera explicado como hacen sus casas, que herramientas utilizan… Es cumplir el sueño de cualquier arqueólogo”.
Los tambores resuenan fuera de la mosquitera, sujeta junto a la de otros tantos que empiezan a descansar. Algunos pensando en la intensidad de los momentos vividos, otros pensando que al día siguiente hay que volver a andar el camino de vuelta, pero lo que es seguro que a ninguno se le olvidará esta noche tan especial vivida en la selva.

MRS 2012 – Crónica 15.07.2012

Ya se lo saben de memoria; gorro, crema, relec, capa de agua, una muda limpia de repuesto, la mosquitera, el saco, la esterilla y la cantimplora, siempre llena. Esta vez la mochila pequeña llevará además un litro y medio de agua por barba y las benditas raciones del ejército de España.
Los valientes expedicionarios tienen que ser autosuficientes durante jornada y media. La marcha será dura y ninguna  pick-up podrá recoger a aquel que no pueda continuar. Se les mentaliza de ello y algunos deciden quedarse en la misión Ngouayang de las Hermanitas de Jesús y del Mercedario Pablo Paniagua,  donde nos han acogido con la exquisita hospitalidad a que gracias a Dios nos tiene habituados.
Aquellos que deciden emprender la marcha, la mayoría, están entre expectantes y emocionados y algo asustados, como es de esperar antes de cualquier aventura que se precie.
A mi lado  y en cabeza, Eduardo Granados, Adriana Salvatore, Pablo González (al que meto mucha caña porque es algo risueño, pero que se ha portado como un  verdadero caballero al estilo Indiana Jones) y Alba Riches, una expedicionaria que ha demostrado valentía, entereza y capacidad de sacrificio muy por encima de lo razonable.
Juntos hemos cruzado la arquitectura selvática constituida por puentes y túneles formados por enormes troncos, caños de bambú de hasta diez metros de largo y rocas; todos en formación de hormigas y ayudándose unos a otros para llegar al destino. El camino no es sólo de una belleza que nos es desconocida sino emocionante, trepidante, aventuresco.
No sólo caminando se hace el camino, estos jóvenes van aprendiendo con cada paso que dan. Nuestro guía nos indica las curiosidades de la selva y compartimos frutos exóticos; un racimo de frutos rojos  con sabor a fresa y limón con un toque dulzón y las pepitas del fruto del cacao parecidos a los de una chirimoya, son alguna de las delicatessen selváticas.
A la hora prevista, es decir, dos horas más  tarde de la hora estimada llegamos al poblado de los Bageli, primeros pobladores de África y por ende del mundo, poco se puede decir acerca del privilegio de compartir con ellos la selva, su casa, y una noche llena de música y danza.
Desgraciadamente con abnegada serenidad el Hermano Pablo Paniagua (más de cuarenta años de labor misionera africana a sus espaldas) nos explicaba , tal y como nos han ido relatando otros a lo largo del viaje, algo que hoy hemos podido ver en primera persona; la vida de estas tribus que denominamos pigmeas esta definitiva e irresolublemente condenada a desaparecer.
Un grupo pequeño depende de una gran extensión de selva para sustentar su modo de vida, la caza, y la constante deforestación es su condena. El gobierno quiere sedentarizarlos en poblados cerca de las carreteras.
La realidad que vivimos, estemos donde estemos, suele tener un fragmento que la tiñe de una cierta añoranza. Cualquier tiempo pasado fue mejor, eso es lo que una reflexión precipitada puede sugerirnos cuando nos chocamos de frente con realidades que nos incomodan, pero la experiencia y conocer el contexto con un enfoque integral  nos orienta e indica que las cosas no son tan sencillas como una simple regresión.

MRS 2012 – Crónica 15.07.2012

Los rayos de sol bañan de luz el poblado Bageli en el que habíamos pasado la noche. Poco a poco vamos recordando la mágica noche pasada. Tras la gran acogida encendieron una hoguera, alrededor de la cual nos mostraron sus danzas más misteriosas. Mientras las estrellas nos observaban desde el claro cielo de la noche africana, montamos el campamento donde pasaríamos la noche. Pero unos pequeños inquilinos inesperados decidieron pasar la noche con nosotros. Miles de hormigas se arremolinaban en torno a nuestras mosquiteras. Al grito de “¡Marabunta!” trasladamos nuestras cosas a un nuevo emplazamiento, pero algunas ya habían escalado por nuestras piernas y consiguieron mordernos.
A todo esto, la música de los pigmeos nos seguía recordando  la maravillosa cultura de este continente de tierra roja. Como buenos anfitriones, nuestros amigos Bageli decidieron mostrarnos sus costumbres. La anciana del poblado nos muestra el modo en el que pescan, aprovechando todos los recursos, como hojas y termitas. Tras este alucinante choque de culturas, debemos regresar a la misión en la que pasamos la noche. Mas una complicada y  emocionante marcha nos separa de nuestro destino. La exuberante selva nos atrapa con su flora y sonidos de animales salvajes. El eco de estos aullidos de monos nos acompaña. La caminata permanecerá en nuestra memoria a pesar de ser efímera.
Una vez en los minibuses camino a la misión el sueño nos atrapa, pero nuestra memoria nos obliga a regresar en sueños a la hoguera del pueblo Bageli.
Las hermanas de la orden Pureza de María nos muestra orgullosas su lugar de trabajo, enseñándonos de nuevo la imprescindible labor que alivia el sufrimiento de la población de este impresionante país.
Para finalizar el día realizamos algunos talleres, que nos enseñan la situación mundial y nos obliga a reflexionar sobre el modo en que podemos mejorar esta situación. A esta charla siguió otra  sobre la labor del Ejército Español e Afganistán y Mozambique de la mano  del Teniente Coronel Cámara.
Sabemos que este viaje está en su recta final, y por este motivo nos obligamos a aprovechar cada segundo de este viaje, a pesar del cansancio. Pues nunca volveremos  a vivir una experiencia como nos ha brindado Madrid Rumbo al Sur.

Diego Sastre
Ignacio Vallejo

MRS 2012 – Crónica 15.07.2012

VIAJE AL PASADO

Viajamos, nos trasladamos en el espacio y en el tiempo…la magia de Madrid Rumbo al Sur nos permite a algunos privilegiados visitar parajes remotos donde parece que el tiempo se haya detenido. De la mano de los Bageli, una etnia de pigmeos que habitan en la parte occidental de las selvas de Camerún, volvemos a sentir nuestro pasado mucho más cerca.

Hoy la expedición de MRS tras recorrer dos horas a pie por la espesa selva, llega a la aldea Masue Masue, escondida en la parte más alta, donde nos esperan los Bageli.
Nos reciben con cariño, no están acostumbrados, pero están orgullosos de enseñarnos su aldea. Con esta calurosa acogida mereció la pena el esfuerzo del camino.

Después de tanto tiempo estudiando y leyendo historias de estos grupos humanos, aun me parece increíble estar delante de ellos conversando, escuchando y aprendiendo. La verdad es que no puedo dejar de sonreír y los expedicionarios y compañeros del equipo MRS se contagian de mi entusiasmo. Para alguien que se interesa por las culturas del pasado es un privilegio poder vivir esta experiencia; es como si uno de nuestros antepasados prehistóricos se levantarán y nos enseñarán sus herramientas, sus enseres, sus casas. El sueño de cualquier arqueólogo.

Los Bageli de Camerún son un testimonio vivo, de los pocos que quedan en la actualidad, de cómo se vivía en el paleolítico con un modo de subsistencia dedicado casi en exclusiva a la caza y la recolección. Las últimas décadas no han sido fáciles para los pigmeos. Su modo de vida, la selva, se está reduciendo a pasos agigantados y se ven obligados a salir de su aldea y acercarse a los caminos y a los poblados Bantús. Son humillados, menospreciados a menudo por su modo de vida “salvaje”, los Bantús les consideran casi animales.
Cuando estamos con ellos o con la etnia Baka también pigmea fuera de la selva son tímidos, apocados, pacientes, introvertidos; cuando se adentran en la selva son los reyes, están en su casa. Es inevitable que el llamado “progreso” les afecte, pero aun con intrusiones, están orgullosos de ser muy buenos cazadores, de sus tradiciones, de sus costumbres y luchan por mantenerlas.

En la aldea Masue Masue enclavada en un claro ganado a la selva, viven cinco familias Bagueli. Sus casas a diferencia de sus “primos” los Baka como ellos dicen, demuestran la aculturación. El tipo de construcción es de tradición Bantú, con madera y tapial, interiores estructurados y compartimentos para distinto uso. La choza tradicional pigmea de ramas y hojas la siguen haciendo cuando van a cazar y están varios días fuera de la aldea.
El jefe de la aldea nos enseña orgulloso sus lanzas, arcos y otros utensilios para la caza; las nasas que dejan las mujeres de la aldea para la pesca en el río y donde y como colocarlas. Mientras, otros jóvenes del poblado van preparando la hoguera para las danzas y cantos polifónicos típicos de estas etnias y la fiesta se prolonga hasta el amanecer. Agotados tras la caminata para llegar hasta allí, nos empieza a vencer el sueño, y nuestros anfitriones siguen danzando al son de los tambores.

Sin duda las experiencias vividas en la aldea Bagueli permanecerán en la memoria de todos. Otro momento mágico de MRS. Viaje al pasado y vuelta al 2012.

Olga Escalona, Profesora de Arqueología de MRS

Expedicionaria MRS 2012 – Crónica 15.07.2012

En África aprendes muchas cosas, cosas que según van pasando los días, te das cuenta que sólo se pueden aprender aquí. Una de esas cosas es la importancia de los colores, esos que se reflejan en las miradas de todos. A veces aunque no sepas un idioma, los colores te pueden enseñar lecciones que nunca se podrían expresar con palabras.
El amarillo en las chanclas de un niño que persigue el convoy saludando con la mano; el amarillo del sol, a veces tapado por las nubes, pero que ataca y nos hace pasar calor.
El negro, como la piel de las personas que vemos por todas partes, personas como yo.
El blanco en mi piel, pero también el blanco en la sonrisa de un niño, un niño africano que te mira al principio con desconfianza, pero que en cuanto le saludas te mira con alegría y sonríe.
El rojo en mis brazos, cuando me he quedado dormida mucho tiempo en el bus, ese rojo que procede de la tierra, del suelo. De un suelo que causa sensación de calidez, dan ganas de tumbarse encima. El verde en los árboles, altos y dominantes, que dejan sin luz a las pequeñas hierbecillas también verdes. El verde en nuestras camisetas, un verde que según pasan los días empieza a convertirse en marrón.
El rosa en las mejillas de todos, de todas las personas. Tendremos diferentes colores, pero todos somos humanos

Pilar de Puelles

Expedicionarias MRS 2012 – Crónica 15.07.2012

Estar escribiendo desde un poblado de Bangeli en mitad de la selva africana más que un privilegio, es un sueño.
Hace unos meses no imaginábamos poder compartir una sonrisa, una ilusión o una experiencia con este pueblo tan perdido en el tiempo. Su forma primitiva de vivir gracias a la caza y a la recolección acompañada de la felicidad con la que afrontan su día a día nos han hecho comprender la frase: “No es más rico el que no tiene sino el que menos necesita”.
Durante la marcha hacia el poblado volvíamos a nuestra infancia con la selva de Tarzán, Balú, Mogli… una selva frondosa, muy muy verde en la que aun estando callados nunca hay silencio.
Nuestras expectativas creadas por Disney se han cumplido, y aunque la marcha haya sido dura, nuestros esfuerzos se han visto recompensados al sentir con la calidez propia de este pueblo con sus abrazos de bienvenida.
Ahora con la luz de la hoguera, al son de las palmas y los tambores, esa alegría se transforma en bailes y mucha música.
En unas horas nos espera el saco para reflexionar sobre el día de hoy y soñar con los cánticos que nos han animado el día en la misa de la mañana, una misa llena de esperanza.
Bonne nuit.

María Ferreiro-Mazón
Eva Ferrándiz
Inés de Medrano

Expedicionaria MRS 2012 – Crónica 15.07.2012

Hoy me he decidido, voy a escribir. Aquí cuesta a veces sacar tiempo pero yo me lo he propuesto. Aquí la rutina de por la mañana está interiorizada, pero no quieres  saber qué vas a hacer por la tarde. Ni preguntes a qué hora vas a comer o dormir, quédate con la incertidumbre. Al cabo de unos días se vuelve interesante. Esto es como una vida paralela en un mundo completamente distinto, rodeado de gente de todo tipo.
Todavía miro a la gente, sus casas, las familias, tampoco sabía qué podía llegar a hacer una sonrisa.
Pasamos por delante y la gente nos saluda con una mezcla de curiosidad y alegría, pero aún así, todos los comportamientos y respuestas ante nuestra llegada o visita los veo normales y comprensibles. Admiro la unión y felicidad que transmiten con sus cánticos y bailes, me apasiona su cultura y mirada hacia la vida. Estos motivos son los que me impulsan a seguir adelante cada mañana, al igual que las personas auténticas que estoy conociendo. Hay personas que te llaman la atención, que te enseñan, que te ayudan, personas que admiras, personas de las que aprendes, y personas increíbles.
En este viaje me estoy encontrando todo esto con lo que me sigue cambiando la vida, y cada vez me conozco mejor.
Hemos hecho un montón de cosas, desde ir a casa del embajador, hasta convivir con pigmeos y cruzar la selva a través de un río. Todavía nos esperan muchas emociones y experiencias así que no hay prisa. Aquí seguimos.
Con esto me gustaría decirle a mi madre que la echo de menos; a mi padre que a por ellos, a mi abuela que tenía razón y que no se despegue de la tele, la radio y el periódico, y a mis amigos de verdad que no me echen mucho de menos y que gracias por su apoyo.
Desde África, un continente increíble.

Beatriz Martín

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