Crónicas 717

 

17 Julio 2012

Andrea CarreraPablo Pérez RuizÁlvaro del RíoJulián Feijoo
Expedicionaria MRS 2012 – Crónica 16.07.2012

Hoy hace diecisiete días, que nuestras embarradas botas de expedicionarios rozan el suelo de Camerún. Hace diecisiete días que nuestras vidas sufren un giro de noventa grados y se tornan diferentes. Días que han sido tan efímeros como una de las lluvias tropicales que, en ocasiones, cruzan el cielo africano para calarnos la ropa y el cuerpo en tan solo unos minutos.
Al volver la vista atrás, no pude evitar tener una sensación agridulce, sentimiento contradictorio en el cual se entrelazan el entusiasmo por todo lo vivido y lo que falta por vivir. Por otro lado algo de tristeza al percatarme de que existe un final; de que puedo apreciar algunas sombras de la puerta que cierra a su paso este viaje que emprendimos con tanto anhelo. Lo cual no es sinónimo de que el vínculo con África finalice, sino todo lo contrario; aquí comienza.
El día de hoy, al igual que el resto, contiene algo especial. El olor a Relec indica que la mañana ha comenzado y tras la esperada clase de deporte con la que soñamos cada noche nos volvemos más raudos y eficaces de lo que solemos para preparar nuestros macutos y poder dejar atrás la selva y adentrarnos en la zona costera de Kribi.
En el aire de los polvorientos autobuses se respira curiosidad y ganas de alcanzar  el destino. Los mismos autobuses en los cuales nadie se salva de una leve siesta entre charlas y risas.
Hoy los horarios no se dilatan demasiado ni los imprevistos son los protagonistas (como ocurre la mayoría de las veces).
Me quito los calcetines para hundir mis descalzos pies en la arena de una increíble playa que me hace sentir irrelevante ante su inmensidad. Respiro y lo primero que siento es un olor distinto. No huele a sal, huele a puro. La falta de una cámara en esos momentos no me preocupa, ya que llevo la mejor cámara conmigo, aquella que guarda imágenes imborrables al paso del tiempo. Esa cámara es mi mirada.
En estos momentos soy consciente de la infinidad de cosas que puedo llegar a vivir y sentir  en tan solo un día y debo decir que ni siquiera puedo nombrar todo aquello que me ha chocado o me ha puesto los pelos de punta durante estos diecisiete días: lo irreal que me parecía estar iluminada por los fulgentes faros de una inminente noche africana; la indescriptible imagen de una niña que forma parte de un poblado baka que me despedía mirándome con sus enormes ojos negros y profundos mientras me agarraba con firmeza la mano y me susurraba unas melódicas palabras en francés, fruto de una tarde de bailes y cánticos compartidos. O incluso la agradable reacción de mis papilas gustativas al dar el primer bocado a una azucarado buñuelo recién hecho, que me ha creado un antojo de por vida.
Para poder juzgar, para poder opinar, primero hay que conocer y me alegra el hecho de poder afirmar que, a día de hoy, conozco parte del día africano que tanto sentido siempre como parte de mí.
Ahora toca aprovechar cada milésima de segundo, cada paso, para continuar apreciando cada vivencia, cada persona, cada olor y cada imagen que se cruza en mi camino.

Andrea Carrera

Expedicionario MRS 2012 – Crónica 17.07.2012

Despertarse y no saber dónde estás y no saber qué hora es. Un cúmulo de sensaciones que se agolpan en mi cabeza sin apenas tiempo para su interpretación. En Madrid nos daremos cuenta de todo, dicen. Es cierto que éste viaje no acaba el 23 y que nuestro aprendizaje aún está dando sus primeros pasos.
Romper con todo sea visitando pueblos pigmeos, conociendo misiones o pasando horas y horas en el autobús. Dejar atrás formalismos y hábitos de nuestra vida europea, como ir quitando capas a una cebolla bien abrigada o ir llegando a lo especial, a lo realmente importante. Y entonces ¡pum! Darse cuenta de la importancia del momento y de cada detalle, de esa ración compartida con alguien sin el que no podrías estar y que hace un mes no conocías de nada. Y ver en primera persona todo lo que nos separa y nos une como humanos para comprobar que ese bageli que me mira con ojos extraños se parece a mí más de lo que pensaba.
La experiencia, la escuela y los viajes. Esas son las tres fuentes del saber según un viejo sabio camerunés. Y de ellas, es la tercera en la que más entran en juego nuestros sentidos y nuestras emociones, y eso lo convierte en la forma más bonita de conocer.
Volveré a este continente verde, amarillo y rojo y os traeré a vosotros, y traeré a ti, Irene, para que veas como ser feliz con algo de agua y un trozo de pan. Y volveré contigo, sí, contigo, para que me enseñes con tus ojos lo que yo no he sido capaz de ver con los míos.

Pablo Pérez Ruiz

Expedicionario MRS 2012 – Crónica 17.07.2012

Anoche doné cajas de lápices, sacapuntas y gomas de borrar al internado de niñas Bageli que visitamos ayer.
El autobús se ha convertido en una especie de refugio y cada vez me gusta más, supongo que porque me he habituado a dormir en él.
El trayecto a Kribi ha sido más corto que otros que hemos sufrido. Cuanto mas nos acercábamos a la playa la posibilidad de encontrar construcciones bien hechas, incluso dentro de los canales europeos era mayor.
Ahora  nos encontramos en una escuela Salesiana y vamos a tener el lujo de dormir en camas. Me siento afortunado, una cama no es algo que se vea todos los días aquí.
Además hemos avanzado algo con el programa académico y nos hemos acercado a la playa, una playa de las de verdad, no de las de arena prefabricada y artificial que tenemos en Europa.
Parece que nos van a proyectar una película antes de cenar, será mejor que vaya yendo.
“África aprendió tarde a embotellar la luz de las estrellas”.

Álvaro Del Río Barrena

Expedicionario MRS 2012 – Crónica 17.07.2012

Hoy para no perder la costumbre hemos salido de la mosquitera con la voz de Pablo: ¡Buenos días, ropa de viaje y para fuera con la esterilla!
Tocaba gimnasia una mañana más. Nos queda poco tiempo para disfrutar de esas tierras, de su gente y, sobre todo, para continuar aprendiendo de ella.
Estábamos hora y media en bus de la casa del Primer Gobernador Alemán, que hemos visitado: nada que ver con la calidad de las casas que nos hemos acostumbrado a ver estos últimos días aunque ya estaba deteriorada por el paso del tiempo. Es sorprendente la diferencia del uso de materiales, sus jardines…
Al terminar retomamos el viaje con una mezcla de pereza y ganas de llegar a la playa. Y aunque el tiempo no acompañaba en el destino, todos estábamos con fuerzas de salir de los buses y poder comer a las cuatro de la tarde (mejor tarde que nunca).
Luego una de las sorpresas del día: dormimos en camas aunque muchos intenten cambiarlo por dormir al raso, aprovechando las últimas noches que quedan.
Gente escribiendo a solas, otros echando carreras, haciéndose fotos. Cada uno lo que quería, pero todos disfrutando del increíble paisaje que se presentaba ante nosotros hoy en la playa de Kribi.
Otra charla sobre cooperación y luego una de Malamine. A pesar del cansancio intentamos prestar atención: Historia del imperio colonial Alemán… Todo lo que nos cuentan es interesante y aunque a veces resulte pesado sabemos que es un privilegio este tipo de enseñanza.
Y ahora después de que Paco nos hable del universo y nos deje a todos boquiabiertos, toca cenar un poquito de gallo pinto (plato típico de Costa Rica) y luego a la mosquitera.
Veinticuatro buenas horas que ya casi hemos pasado hoy y muchas más que nos quedan por vivir aquí.
Estamos cansados y hay que aprovechar las horas de sueño.
Ahí, en ese momento metido en el saco, cuando cada uno tiene un rato para pensar, es cuando mas te acuerdas de los que no están aquí. Te echo de menos. Buenas noches desde Camerún.

Julián Feijoo Basagoiti

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