CRÓNICAS 9 DE AGOSTO

 

Efímera inmortalidad

 

Crónicas. Escribimos crónicas pero, ¿qué contamos en realidad? Llevamos cámaras y fotógrafos que muestran cuanto hacemos, pero los olores, el clima, los sabores… esos se quedan aquí y quizá, solo quizá, un ápice de ellos se mantengan en nuestra memoria. Todo el mundo puede ver como es Nelson Mandela Hall de la Unión Africana, pero solo aquellos que hayan estado pueden decir, o al menos intentar, como es sentir esa moqueta bajo los pies o la lluvia en la cara y el olor a curry al salir.

 

Escribimos crónicas, pero se nos olvida lo inefable. Efímera inmortalidad.

Mateo Baselga

 Mi reloj de arena

Se acerca el final. Después de meses deseando comenzar esta increíble experiencia, esta está llegando a su fin. Han sido quince días, quince inolvidables días en los que hemos pasado hambre, frío, calor y sueño; pero que repetiría sin dudarlo dos veces. Cualquiera que me escuchase decir esto pensaría que estoy loca, y puede que en parte sea verdad, pero es que no puedo explicar solo con palabras lo que significa esta expedición.

Mañana comienzan las primeras despedidas, el fin de este viaje para muchos de los rumberos. Por suerte o por desgracia a mí me quedan todavía tres días. Tres días de los que espero exprimir cada segundo, cada momento, cada comida, cada sonrisa que me regalen.

Este país ha conseguido enamorarme y sé que un ttrozo de mí se va a quedar aquí. Sin embargo, cada vez me inundan más las ganas de volver para poder abrazar a mis padres, familia y amigos y contarles esta pedazo de aventura.

Para terminar, si me pidieran que definiese el viaje en una sola palabra sería APRENDIZAJE. He aprendido a aprovechar el tiempo al máximo, a valorar menos lo material y más los momentos y las cosas, a esperar solo lo inesperable. Pero por supuesto, he aprendido de muchísimas personas, que me han demostrado que hay que sonreír siempre pase lo que pase, pero especialmente de las que me han acompañado en esta aventura: tanto de mis compañeros como de todo el que hace esto posible (monitores, equipo médico, audiovisuales, de cocina y por supuesto, de los pilares de este proyecto: Isa, Telmo).

Estoy segura que esto es el comienzo de algo, que aunque todavía no sé qué es, lo que sí sé con certeza es que tendrá Rumbo al Sur.

Fiona Ye Rojo Acero

 Esto no acaba aquí

 Esto está a punto de acabar, estos 18 días prácticamente ya se han esfumado. Pero sé que esto no acaba aquí.

Salí de España con muchas ganas de aprender y con la cabeza, las orejas y el corazón bien abiertos. Y vuelvo con millones de recuerdos, valores más arraigados, muchos paisajes increíbles, rostros de niños con sonrisas de oreja a oreja y con ganas de que la semilla de cooperación que ha plantado Rumbo al Sur en mí crezca grande y fuerte. Pero sobre todo, vuelvo con una segunda familia de 129 personas las cuales han hecho que esta experiencia sea aún más especial.

Y como bien dijo Sister Nieves: “Ya hemos puesto Rumbo al Sur, ahora que toca volver al  norte, que el viaje sirva para unir los dos mundos”.

Yara de Almeida

 “Tu vida va a cambiar a raíz de este viaje”, “Qué distinta vas a volver”, “Aprovéchalo, es único”. Son frases que escuché una y mil veces antes de la expedición.

Tanto las escuché que empecé a darle vueltas, a intentar averiguar cómo podía cambiarme el viaje sin llegar a ningún tipo de conclusión.

Y es que si de algo me he dado cuenta aquí es que no se puede predecir como algo nos va a cambiar, y menos con España Rumbo al Sur.

A tres días de volver a España me pregunto ¿He cambiado?, ¿Ha cambiado algo en mí? No sabría contestar a ello, pero podría decir que vuelvo  a casa siendo más consciente de lo que tengo, sintiendo más afortunada y con ganas de exprimir cada comida, cada ducha, cada minuto de luz artificial y cada segundo de sueño.

No creo que vaya a ser plenamente consciente de todo lo vivido aquí hasta que llegue a casa; pero estoy segura de que en algún momento, el torbellino de emociones que llevo dentro desde hace dos semanas arrasará trayendo consigo lágrimas, risas y nostalgia. Opino que solo entonces habré exprimido al cien por cien esta aventura, pues es algo que no acaba con la llegada del vuelo a Madrid, sino espero me acompañe mucho tiempo.

Ahora mismo, cantando con Ainé “El secreto de las tortugas”, hablando con Turri y Marta, viendo a Elena dibujar y mirando a todos los rumberos me siento ahogada en sentimientos: ganas de llorar, soñar, bailar, vivir.

Todo esto que llevo dentro, estos lazos que siento que me unen a todos ellos de una forma u otra, estas ganas inmensas de querer vivir solo y exclusivamente el ahora.

Esto es Rumbo al Sur.

María Álvarez Negueruela