Tras lo que iban a ser 4 horas de bus que terminaron siendo 8, amanecimos por fin en el colegio de los Salesianos con la sorpresa de la llegada de un nuevo compañero. Después de un agradecimiento por parte de los monitores por nuestra buena actitud durante el cansado viaje en autobús, se nos iluminaron las caras al recibir la buena noticia de que después de casi una semana nos íbamos a poder duchar y lavar la ropa. Después de la ducha nos sentíamos seres nuevos, nuestras caras brillaban y no de grasa. A continuación, el día continuó con el programa académico: cooperación, radio, cuaderno de viaje y teatro.
Durante la tarde, los salesianos montaron una serie de actividades deportivas para pasar tiempo y aprender junto a ellos. Nos propusieron juegos a elección como voleibol o baloncesto. La tarde terminó con un gran final de voley entre rumberos y dominicanos. Tras un reñido partido, la victoria la proclamaron los rumberos, acompañados de un público aullante. Ya cuando estaba anocheciendo, nos subimos en las “disco-guaguas” y nos dirigimos hacia un abarrotado campo de baseball donde disfrutamos de un amistoso partido. Al mismo tiempo que transcurría el partido, en un lado de la cancha se podía disfrutar de música y baile.
Después de la tormenta viene la calma. Tras haber bailado y reído en la guagua de vuelta al instituto, el padre Fernando Jordi nos brindó una conferencia sobre su ajetreada vida como misionero y sobre su llegada a los salesianos. Entre frase y frase entrelazaba interesantes datos históricos sobre España, África e Hispanoamérica. Cuando acabó la conferencia cenamos unos espaguetis que, aunque a muchos no les gusto tanto, a otros nos supieron a gloria. Aunque este día no fue tan intenso como los anteriores, acabamos todos agotados. Pero desde luego eso no impidió que al irnos a dormir todos luciéramos una brillante sonrisa en la cara.
Jaime Márquez
Pablo Hernanz