logo_blanco

Crónicas día 10

•Pedro Cáceres. •Claudia Castelló. •Alejandro Estrada y Lucía Arroyo •José Manuel Candilejo.

FAMARA: EL MAR LO DEVUELVE TODO

La gran bahía de Famara, arropada por un acantilado de piedra volcánica de 400 metros de altura, es el gran destino de Lanzarote para los surfistas. Los regulares vientos del alisio aseguran olas continuas. No es una playa plácida para los bañistas. Y lo descubrimos nada más llegar. Hemos atravesado el norte de la isla andando, saliendo desde Haría, un oasis de casas encaladas rodeadas de mil palmeras, para subir hasta la cima de la ermita de la Nieves y bajar después al mar. Pero al llegar a la orilla ondea la bandera roja. Las olas golpean con bravura contra las rocas volcánicas, a las que el mar ha limado las aristas transformándolas en porosos cantos rodados de maravillosos colores.

Apetecía bañarse, pero el mar no lo permite. Son las cosas del viento, pero es que el viento es parte fundamental del carácter de esta tierra, que no puede entenderse sin él. Durante estos días hemos descubierto la importancia que tiene el viento en las islas canarias. Por su latitud, a 30 grados norte, en pleno trópico de Cáncer, debería hacer más calor del que soportan. Geográficamente, estamos en África. Unos 300 kilómetros enfrente de Lanzarote tenemos el desierto del Sáhara. Pero los vientos alisios que soplan constantemente desde el norte arrastrando humedad llegan a las islas y suavizan el clima. También ascienden por las laderas, se condensan y descargan esa humedad sobre las montañas.

Fuerteventura y Lanzarote, las más antiguas y las más erosionadas, son islas bajas. Y los alisios pasan por ellas sin llegar a descargar la lluvia. Eso sí, al menos suavizan sus temperaturas.

Canarias está en un sitio estratégico, entre el Anticiclón de las Azores y las aguas del Ecuador. La convección entre aguas frías y cálidas y la diferencia de presión es la que genera esa corriente continua que son los vientos alisios.

Pero el mar no engaña y no oculta nada. Todo lo que arrojamos a él, nos lo devuelve. Y la cara norte de las islas, como esta cala de Famara, reciben lo que el mar trae dese cientos de kiómetros de distancia: un cepillo de dientes, una tapa de yogur, un poco de alquitrán, unas cuerdas de rafia, un trozo de corcho blanco, una bolsa de basura, un pedazo de algo que no se sabe qué es, una botella de lejía, miles de trocitos pequeños de plásticos de colores… un confetti desagradable que habla sobre nuestra huella continua en el planeta. Muchos de esos trozos han viajado miles de kilómetros. Las corrientes y los vientos arrastran al norte de Canarias la basura de Europa y América.

Es algo parecido a lo que ocurre en medio del Pacífico, donde hay una isla flotante, dicen, de residuos de plástico.

A la playa vienen a recibirnos los voluntarios de Agüita con los Plásticos una iniciativa surgida hace unos pocos años desde el Cabildo de Lanzarote y grupos ciudadanos para concienciar sobre la contaminación de plásticos. Recorremos la playa recogiendo lo que el mar ha traído hasta la playa. Puede ser, se pregunta un expedicionario, que él mismo haya arrojado ese pedazo de basura cuando estaba en Peninsula. Si fue así, ya está recogido. Y si no, da igual. Todos quedamos concienciados de la importancia de reciclar y hacer un buen uso de los residuos. Duele encontrar un plástico en una playa tan limpia, tan salvaje y tan bella.

Pedro Cáceres
Cronista Oficial ERS

“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Al andar, aprendemos a viajar y, al viajar a admirar, apreciar, respetar. Admirar nuestra tierra, que tanto tiene y tanto nos da. Aprender cada paso, cada salto; cada minuto y cada segundo, cada montaña y cada playa; cada adelante y cada se puede.

Respetar…piedra a piedra y paso a paso. Respetar nuestro entorno, futuro escenario de nuestras vidas. Futuro determinado por decisiones. Decisiones que forman nuestro camino. Camino que se hace al andar.

Una vez más, el mar vuelve a ser el escenario de este camino. Nuestro camino. Destino Famara, atravesamos la montaña desde el municipio de Haría, enfrentándonos a niebla, lluvia, viento y sol.

Es precioso. Camino y no puedo evitar sentir una sensación de pertenencia a este lugar, Lanzarote. Sigo adelante y cierro los ojos, con el único deseo de perderme en este mar de lava y no salir nunca de aquí. Paz, tranquilidad. El sonido de las olas al chocar contra las piedras de la orilla de Famara y el Sol en un máximo esplendor, nos da la mejor de las recompensas por un largo día.

Miro el horizonte, la Graciosa de fondo. No sé cuándo volveré, pero volveré.

 

Claudia Castelló
Expedicionaria ERS

Como todas las mañanas, esta vez en Haría, el sol se levantó con las voces de Pablo Martos. Los estiramientos terminaron de despertarnos y, tras el desayuno, comenzamos nuestra marcha por una montaña llamada “El Risco de Famara”.

Nuestro camino, aunque con destino desconocido, nos aguardaba una belleza y unos paisajes incomparables: los vivos colores de las flores se plasmaban sobre el verde que cubría toda la montaña y a su vez se diferenciaban de las negras y volcánicas cumbres características de Lanzarote. Mientras ascendíamos observando las playas de la isla, una niebla nos envolvió complicando nuestra ruta, pero aun así llegamos a la cima.

Después de una breve parada, empezamos el descenso que nos llevó hasta la playa, dónde comenzaríamos nuestras labores de limpieza tras un largo y agitado almuerzo. En colaboración con la asociación “Agüita con el plástico” realizamos unas actividades en grupo sobre el reciclaje y el cuidado de medio ambiente.

Ya con el cuerpo cansado viajamos hasta el polideportivo de Teguise donde pasamos la noche esperando con entusiasmo la próxima mañana.

 

Alejandro Estrada y Lucía Arroyo
Expedicionarios ERS

Escribo desde el polideportivo con parqué de Teguise el mismo día 6. Ha sido un día muy cansado. Despertamos en Haría, en el polideportivo, y por la mañana, apenas hicimos deporte, básicamente estiramientos, esto de entrada suena mal, pues solo podía significar que algo gordo se nos venía encima.

Desayunamos y luego tuvimos que preparar las cosas para partir: toalla, chambergo, gafas de sol, crema solar, trje de baño… Las mochilas grandes las metimos en el autobús y empezó la fiesta. La gran sorpresa era una marcha desde Haría hasta las playas de Famara. Guiados por Angel Sevillano, bombero experimentado, atravesamos los montes por diminutos caminos de cabras.

Yo fui permanentemente en el grupo que iba a la cabeza. Allí conocí a Iris, una agradable chica a la que le encantaban los deportes, la escalada, la supervivencia, el esquí, la hípica… y cuyo sueño es probar todos los deportes del mundo.

Fuimos montaña arriba durante 1 hora y 20 minutos, luego anduvimos por la cima hasta llegar a la ermita de las Nieves. Una vez allí descansamos un rato y luego reemprendimos la marcha.

Antes de comenzar el descenso, grabamos un pequeño video para Discovery Max, al estar en el pelotón delantero estoy seguro de que con un poco de suerte saldré en la televisión.

Fuimos bajando toda la montaña hasta llegar al camino ancho que llevaba al pueblo. Pero aquí no acaba todo, una vez en el pueblo, anduvimos hasta la playa y recorrimos ésta casi entera buscando el resguardo de las dunas. Un total de 3 horas y 20 minutos de marcha, con solo dos pausas de 5 – 10 minutos.

Descansando en la playa, comimos y descansamos aún más hasta las 5:15. A esta hora empezamos a andar hacia un espigón que estaba al principio de la playa y allí nos esperaban personas de la organización “Agüita con el plástico”, que se dedica a la protección medioambiental. Nos dieron una pequeña charla sobre plásticos y nos propusieron otra actividad: encargarnos de la limpieza de microplásticos en un pequeño terreno, y para ello, teníamos que llegar a la tercera bandera roja. Es la primera vez en mi vida que veo bandera roja. Total, que después de 3 horas de camino y dos caminatas por la playa, una tercera caminata para llegar, mientras ellos iban en coche.

Al llegar comenzamos la actividad que consistía en coger un metro cuadrado de playa y hacer pasar su arena por dos tamices, con el objetivo de obtener los microplásticos de un metro cuadrado y extrapolar los valores a la superficie de toda la playa. Fue muy interesante, de media inferimos que hay unas 3 toneladas de basura por cada 500 metros de playa. Ya tarde, de vuelta al espigón, cuarta caminata del día sumada a las 3 horas de senderismo. Estábamos reventados.

Subimos al autobús dirección al polideportivo de Teguise, de parqué, con numerosas reglas sobre cómo y dónde pisar. Allí cenamos y antes de dormir tuvimos una charla de Rolando, el misionero Javeriano que nos acompaña, muy muy buena. Versaba sobre la necesidad de ayudar en este mundo.

Al fin, a las 00:30 llegó uno de los momentos más deseados del día, el de cerrar los ojos y descansar tras un día largo y divertido.

 

José Manuel Candilejo
Expedicionario ERS

comparte

Facebook
Twitter
LinkedIn

patrocinador principal

patrocinadores

LOGOTIPOS QUALITAS ENERGY_V2-11 (2)

colaboradores

NOTICIAS RELACIONADAS