CANARIAS, LAS GALÁPAGOS DEL ATLÁNTICO
Hace 20 millones de años que las Canarias empezaron a salir del mar. Volcanes, ceniza, lapilli, arenas. Lava y roca batidas por las olas. Llegaron los líquenes y las aves; después las plantas y los animales. La vida se adueñó de la nueva tierra varada en el océano y regada por las nubes de humedad que arrastraban los vientos del alisio. La vegetación subtropical que cubría el hemisferio norte durante el Terciario se asentó allí. Las florestas húmedas prosperaron en las vertientes que miraban al norte y las tenaces plantas del desierto en las laderas orientadas al mediodía.
El planeta y el clima han cambiado desde entonces. Y muchas de aquellas especies han desaparecido en la mayoría de las regiones de alrededor. Pero esa flora antigua y fascinante aún resiste acantonada en esta barca de piedra y tiempo antiguo que son las islas. El aislamiento y la evolución, además, han generado especies propias. Como los pinos, que aprendieron a resistir el fuego de los volcanes y sólo crecen aquí; o los dragos y las palmeras canarias, únicos en el mundo.
Hoy, el archipiélago es un reducto de biodiversidad planetario, con uno de los índices de endemismos – especies únicas – por kilómetro cuadrado más alto del mundo. Las Canarias son al Atlántico lo que las Galápagos al Pacífico. Y hasta tienen una conexión común con Darwin. En su vuelta al mundo a bordo del Beagle, antes de recalar en la Galápagos, el naturalista británico pasó junto a Canarias. Ardía en deseos de visitarlas, porque había leído las descripciones que Alexander von Humboldt escribió décadas antes. Pero no pudo ser. Una epidemia obligó al buque a guardar cuarentena y los viajeros no pudieron desembarcar. Es imposible saber lo que hubiera pasado, pero a uno le da por pensar que Darwin habría encontrado mucho que anotar en estas islas. Muy seguramente, le habrían ayudado a definir la teoría sobre la evolución que fue construyendo sobre la base de lo que vio en otros destinos.
Los 12 millones de turistas que cada año visitan Canarias deberían apreciar el terreno que pisan. Saber que tienen la suerte de disfrutar un paraíso biológico que el pobre Darwin se quedó sin conocer.
El escenario de playas y atracciones turísticas de Canarias no permite a veces disfrutar la rotunda personalidad de esta tierra única, su relato de piedra, la variedad de la vida que se aferra a los vientos y a la geología torturada.
Dormir al raso, en los lugares más recónditos de la isla ha sido la mejor entrada a Canarias que los chicos de Rumbo al Sur podían tener. Nada como ver las estrellas con la espalda tendida sobre las lavas de Timanfaya, sin una luz, sin un un ruido que perturbe la concentración, para integrarse en esta tierra agreste y bella, para sentirse como una persona que camina por un planeta recién nacido.
Pedro Cáceres
Cronista Oficial ERS
¡San Fermín! Hoy, 7 de Julio, nos hemos levantado con un estrepitoso sonido que al principio no hemos reconocido. Después de unos segundos, hemos descubierto que se trataba de la transmisión en directo del primer encierro.
Hemos paseado y conocido Teguise, de la mano de un escultor llamado Rigoberto … y del cronista oficial llamado Francisco … del municipio que nos ha explicado la riqueza cultural del mismo.
Nos hemos despedido de Lanzarote, una isla que nos ha acompañado en este viaje y que nos ha mostrado el pequeño tesoro que España y el mundo entero guarda, además de demostrarnos que las Islas Canarias son mucho más que un destino turístico.
Con esto partimos hacia Fuerteventura, isla con la que esperamos seguir rompiendo nuestros prejuicios. El viaje en ferry ha sido muy intenso puesto que al ir con el mar picado en la proa, cuando las olas cortaban nos mojaban las piernas.
Las gaviotas nos seguían y los azules del mar cambiaban. Realmente ha sido muy bonito puesto que sentimos la libertad del océano y las brisas de los alisios.
Llegamos a Corralejo (Fuerteventura) un paisaje totalmente distinto con playas paradisíacas de arena blanca y de gran belleza a pesar del ambiente turístico que la rodeaba. Por primera vez en mucho tiempo tuvimos un rato de relax que algunos aprovecharon para bañarse y otros para disfrutar del paseo marítimo. El día de San Fermín concluyó con una noche tranquila y fría, enriquecida por la conferencia del fotoperiodista José Luis Cuesta sobre sus experiencias como fotógrafo en tragedias, en la que aprendimos sobre la crudeza que su profesión conlleva.
Además, hemos tenido una introducción de lo que haríamos al día siguiente en relación con la Isla de Lobos por el biólogo José Galán. Por último una cena calentita que nos hizo caer rendidos en el saco.
Julia Román y Rocío Sáez
Expedicionarios ERS
Ya no sé ni a qué día estamos. Y puestos a la desinformación, desconozco la hora qué es, lo que estará haciendo mi familia, las últimas noticias… No tengo ni idea de quién ha intentado ponerse en contacto conmigo o de cuáles son mis últimas notificaciones en redes sociales. Y siendo sinceros, ha sido la mejor decisión del verano. He ido a la playa sin mirar mi teléfono una sola vez, sin una sola foto, sin actualizar los perfiles ajenos; he ido a la playa y, simplemente, he estado en la playa.
A veces, es necesario desconectar del resto del mundo para poder conectar con uno mismo. Para poder empezar a vivir para ti, y no para los seguidores que verán tus publicaciones. Así que, desde un lugar desconocido a una hora inexacta y con un destino por conocer, os digo que fotografiéis con los ojos, que saboreéis el momento, que olfateéis los lugares y sus esencias, que lo toquéis todo y que no os quedéis con ganas de nada.
Arrate López
Expedicionaria ERS