La expedición de “Madrid Rumbo al Sur” amanece en su decimoprimera jornada en la dunas de Merzouga, y emprende camino hacia el valle del Draa, al oeste, hacia el interior de Marruecos.
MÚSICA MÁGICA GNAOUA
Coincidimos con el festival anual de música Gnaoua en el pueblo de Khemliya. Los bereberes de la zona lo llaman “pueblo negro” por sus orígenes, ya que proceden de los esclavos que venían con las caravanas por el desierto. Se produce un gran contraste entre las túnicas blancas con turbantes tradicionales y las pieles oscuras de los intérpretes que cantan y tocan con sus tambores y crotales de metal durante largos períodos de tiempo en las arenas del desierto hasta el punto de llegar a entrar en trance con esta música de repetición. Esta ceremonia mágica es para ahuyentar a los espíritus malignos llamados yins.
COMUNICACIÓN VÍA SATÉLITE
La labor de comunicación se realiza diariamente gracias al esfuerzo y dedicación del equipo de telecomunicaciones que con ayuda de Satlink y Thuraya son capaces de enviar desde lugares tan remotos como el desierto crónicas, fotos y videos a través del satélite para que esta expedición sea dada a conocer.
FOSOS DE TIRADOR
La Segunda noche en las dunas de Merzouga ha sido fría si la comparamos con el calor abrasador que hemos sufrido durante el día. Los expedicionarios, sobre sus esterillas extendidas en la arena, aparecen arrebujados en sus sacos. Nuestros guías locales vuelven a proporcionarnos una lección cuando vemos que duermen mucho más cómodamente: han cavado pequeños fosos, al estilo de los fosos de tirador de los militares en campaña, y ahí han pasado noche, protegidos. Dicen que el calor del día se conserva entre las paredes de arena. Una vez más esta gente nos hace sentir inadaptados al medio. Pero también una vez más, gracias a estas lecciones estamos más “viajados”, somos más sabios.
ENTERRADO POR LAS ARENAS DEL DESIERTO
La arena cura todos los males. Desde antiguo los nómadas se enterraban durante cinco minutos para curar enfermedades como el reuma. Siguiendo esta tradición enterramos a Carlos Toro hasta la cabeza, que se atreve a experimentar este tratamiento terapéutico.
AMAROK
Son más que coches, son nuestro seguro de vida. Son la red debajo de nuestros saltos. Los Volkswagen Amarok todoterreno que nos ha cedido “Castellana Wagen M-40” llevan en su plataforma trasera medicina, agua, alimentos, expedicionarios agotados… llevan Vida. Han demostrado poder pasar por todo tipo de superficies y terrenos adonde se pueda llegar a pie. Donde otros se quedan, ellos siguen. Duros y poderosos, encontramos también en ellos cualidades que los convierten en hogares: Allí duermen y descansan en más de una ocasión los miembros del equipo técnico. Y allí guardan, en guanteras y espacios varios, sus enseres. Como si fueran los armarios y las mesillas de sus casas.
CUMPLEAÑOS
Alex Álvarez, del Grupo 1, cumple años. Circula por los grupos un papel en el que se van escribiendo felicitaciones. Alex dice que echa de menos a su familia, pero que éste es quizás el cumpleaños más especial de su vida. Alonso, su monitor, me sugiere que ponga en esta crónica que alex también dice que está contento porque le ha tocado el mejor monitor de todos. Ya empezamos con las presiones a los periodistas.
TRANSFORMACIÓN DEL PAISAJE FÍSICO
El convoy de “Madrid Rumbo al Sur” emprende marcha hacia el oeste, hacia la cuenca del río Draa. El desierto de arena se convierte, con los kilómetros, en desierto de tierra y piedras, y las onduladas dunas se transforman en abruptas elevaciones de apariencia volcánica. Sin embargo, cuando llegamos al Draa, cuya cuenca vamos siguiendo, las vegas del río comienzan a poblarse de los densos palmerales y vergeles que caracterizan esta zona de Marruecos. Además de las palmeras, proliferan también las Kasbahs, los hermosos edificios-fortaleza de adobe, de interiores frescos y muros y torreones culminados por almenas triangulares.
TRANSFORMACIÓN DEL PAISAJE HUMANO
Ya pasaron los días del alboroto y las canciones en los traslados en autobús. Igual que hemos aprendido a ahorrar agua y a no hacer esfuerzos físicos inútiles, ahora sabemos que hay que aprovechar cualquier tiempo muerto para echar un sueño. Forma parte de la transformación del paisaje humano. La alegría sigue, pero su formato es más atenuado, con sordina, sin estridencias.
DEDICATORIAS
“Cuerpo de bomberos, con cariño. Recupérate”. “Para la mejor rumbita”. “Para la coja más guapa del mundo”. “A veces necesitas un poco de Sur para encontrar el Norte”. “Ponte buena, futbolera”. Estas son algunas de las dedicatorias que luce en su vendaje en la pierna Rebeca, una de las expedicionarias. Rebeca está resentida de su rodilla, pero parece encantada de soportar en ella el peso del cariño de todo el equipo. Mi dedicatoria va firmada como “Súper vaquero cronista”, que es como me llama. Dice que siempre parezco dispuesto a desenfundar el cuaderno de apuntes que llevo en el bolsillo lateral del pantalón. Con sonrisa encantadora, comenta que tengo poder porque las palabras son más poderosas que las pistolas. Y se queda tan ancha.
TELETIENDA A TRAVÉS DEL ESPEJO
Noelia, monitora, me regala este titular. Con el autobús parado en una gasolinera, ella se ha fijado a través del retrovisor en los pendientes que ofrece a los chavales, a través de las ventanillas, un vendedor ambulante. Suficiente para el avispado comerciante: A través del retrovisor, le da precio con los dedos de la mano. Ella, también a través del espejo, se encoge de hombros haciéndole ver que no vamos a bajar del bus. Nacho, el conductor, dice al chaval que no se acerque mucho a su vehículo, que se aleje. Eso sí, Nacho lo hace ya con visión directa y a viva voz.
LA KASBAH
A pocos kilómetros de Agdz, nuestro destino, nos detenemos a la vera de una vieja Kasbah medio en ruinas, que corona un montículo pedregoso. Sus gruesos muros y sus escasos vanos crean en su interior laberíntico una agradable sensación de frescor. La impresionante y poderosa edificación, que domina la vega del río, guarda también signos de la pequeñez, de la debilidad humana. En sus muros, grabadas a navaja, inscripciones como “Jonathan & Lucy 2012”, o “André Lucía 1984”. Así como grabaron sus nombres los legionarios romanos en la Acrópolis de Atenas, o los soldados de Napoleón o hicieron en las sagradas piedras del Nilo, los visitantes de la kasbah dejan eterna muestra de la puerilidad que forma parte de la grandeza de nuestra especie.
AGDZ
Agdz es la capital administrativa de esta zona de la vega del Draa. Se trata de una pequeña ciudad de edificios de adobe, en los que destaca algún bloque nuevo que alberga oficinas e instancias del Estado. Nuestros autobuses se detienen, ya puesto el sol, en la plaza central, y nos permitimos todos un paseo por los puestos de alimentos y las terrazas. Sólo un primer contacto, en todo caso, porque nos espera la Kasbah que nos acogerá esta noche.
Crónicas expedicionarios
Carta a mi hermana Marta:
Te regalaría el Circo de Jaffar, Marta. Me hubiera gustado haber caminado contigo por el cauce de este río. Estar dándote la mano cuando los muros, altos y capeados como el hojaldre, se acercaban entre ellos hasta casi tocarte para enseñarte lo diminuto que eres. Navegar contigo entre las arrugas de los bereberes. Mirar arriba y ser acechada por un mapa de estrellas. Y estar muy pegadita a ti, contemplando atardeceres y perdiéndome en las miradas curtidas y elegantes de un bereber anciano o en las cálidas y vidriosas de los niños que tienen la extraña capacidad de sonreír solo con los ojos. Me gustaría que te hicieses dueña del tiempo, y que le regalases las horas a los relojes. Pero también que aprendieses a dialogar con el frío y con el calor, y que les ganases la batalla. Que buscases el calor en las capas enterradas de arena de las dunas cuando te falta. Enterrarte y formar parte de África. Emborracharte de té. Aquí los tés se toman de tres en tres. El primero, amargo como la vida, el segundo, dulce como el amor y el tercero suave como la muerte. Quisiera sentarte a mi lado cuando disfruto mirando como bailan las masas de arena al ritmo de los cantos del viento Porque aquí los vientos cantan. Me gustaría que los escuchases. Traspasar contigo cualquier frontera. Este país esta lleno de fronteras, pero son diferentes a las de siempre. La frontera entre España y África en el peñón de Vélez de la Gomera se resuelve con una cuerda custodiada por un par de autóctonos dispuestos a negociar el paso. Si quitamos zoom, toda África ha sido trazada con tiralíneas. Pero estaríamos mirando un mapa político, y eso no cuenta, yo prefiero perderme en las texturas y tramas de una foto aérea o un mapa físico. Y hacerlo contigo.
Me gustaría que te empapases de todas estas sensaciones. Pero sobretodo desearía que te sumergieses en el lenguaje de la superación personal y el esfuerzo. Que sintieses la paz y la felicidad de conseguir coronar una duna, o de saber afrontar situaciones complicadas. Estas hecha de otro material diferente al del resto de gente, Martita. Siempre pensé que los ojos son el reflejo el alma. Y tus ojos hablan por si solos, y te muestran tal como eres. El corazón azul e infinito de alguien capaz de conseguir todo lo que se propone. Solo tienes que proponértelo, que llenarte de intenciones, y agarrarte a ellas con fuerza. Esa fuerza está en ti, aprenderás a ejercitarla. Siempre sabiendo que estaré a tu lado para ayudarte cuando te caigas.
Ana Meléndez Álvarez
Hoy hemos amanecido de nuevo en el desierto y he podido coger un poco de arena de recuerdo. A pesar del calor, me da pena dejar el desierto al recordar el día anterior amaneciendo también. La primera sensación fue increíble al poder disfrutar del color anaranjado de las dunas. Además ayer hicimos una marcha por el desierto hasta un oasis guiados por bereberes seguidos de camellos. Fue alucinante el poder meter el pie en la arena y sentir el frescor de la arena que se iba calentando a lo largo de la mañana.
Ese día estuvimos andando toda la mañana. Fue horrible la impotencia de llevar la cantimplora en la mano y no poder beber porque se gastaba.
Además, durante todos estos días he podido conocer a personas increíbles con las que comparto un montón de cosas y a mi grupo nueve. Con ellos no solo estoy compartiendo esta experiencia, sino que además me apoyan y me animan en el día a día.
Cuando ayer llegamos al oasis pude compartir una botella de agua con Elena y también echarnos un cubo de agua encima para refrescarnos del calor. Me encantó el lugar, ya que era muy exótico, todo lleno de alfombras y asientos de colores. Para rellenar las cantimploras para la vuelta, tuvimos que ir a un pozo. Al final de la vuelta, llegamos a una piscina donde me pude dar un baño, y además utilizar los baños después de una semana yendo a letrinas. Finalmente cenamos y volvimos al desierto para dormir en las dunas.
Sin embargo, hoy, tras dejar el desierto, hemos pasado todo el día en el autobús, aunque hemos hecho dos paradas para visitar una fortaleza y la ciudad de Agdz dónde dormiremos esta noche para partir mañana hacia Marrakech. Todavía me cuesta asimilar las diferencias que hay entre los diferentes lugares de Marruecos, ya que no tiene nada que ver las calles de Alhucemas con las calles de Tánger o los pequeños poblados del Atlas donde la gente vive en medio de la nada.
En definitiva, estos días están siendo increíbles y los diferentes tipos de gentes y lugares me están abriendo los ojos. A pesar de echar de menos a la gente que me rodea, sé que soy afortunada, porque pocas personas pueden decir que han dormido en el desierto bajo un cielo estrellado o han visitado lugares inaccesibles para muchos y conocido personas y culturas únicas.
Rocío Villanueva Pradillos
Dejamos atrás el desierto. Un desierto lleno de vida imperceptible a nuestros ojos, enérgico, mágico, colores vivos, emociones. Un desierto cambiante, laberíntico, caluroso por el día, y fresco por la noche. La brisa nos da un pequeño empujón al andar. La arena cambia de textura.
Es difícil imaginar el desierto antes de vivirlo. El sol ilumina todo, lo llena de luz, y el suelo abrasa bajo nuestros pies. El viento hace del desierto un mundo diferente cada día. Orientarse por aquí es todo un reto.
El atardecer aquí dura un instante, unos breves minutos en los cuales merece la pena estar atentos porque aprecias el cambio en los colores. La arena se anaranjea, bañada por la luz del sol que poco a poco desaparece, de color rojo, perfectamente redondo sobre un cielo puramente azul.
La luna va ganando puestos en el cielo. Aquí aparece más brillante y nítida que nunca. La arena se espesa y el horizonte se perfila por la luz de la luna. El cielo se va oscureciendo, después de haber sido de un azul índigo intenso.
Las estrellas se dejan ver tímidamente y muy poco a poco nos vemos rodeados y cubiertos por ellas. Se ven prácticamente todas las constelaciones, y si no apartas la vista, alguna estrella fugaz se deja ver ¿has pensado un deseo? Solo tú y el desierto sois conscientes de ese pequeño deseo.
El proceso de cambio ha acabado. No hace falta ningún tipo de luz artificial para guiarte, ya están las estrellas y la luz de la luna.
El desierto transmite paz. Un lugar tranquilo, silencioso, maravilloso. Nada es comparable, es algo sobrecogedor. El astrónomo que nos acompaña, Paco, dice que es como una catedral. Aún no encuentro un significado exacto a la metáfora, cada uno tendrá que hacer uso de su imaginación.
¿Es posible escucharse a sí mismo? Eso es lo que se escucha en el desierto. Tienes tiempo para pensar en todo y más; libre de preocupaciones. Llegas incluso a no pensar nada, las estrellas te hacen compañía y te acuestan. Te arropan y todo el desierto te envuelve mientras sueñas.
Paloma García Ogara Ceballos
Hoy es un día muy especial, porque a parte de haber estado un día más en Marruecos, hoy hará once meses que conocí a la persona que me llena día a día.
En el día de hoy ha habido horas de autobús, pero un autobús en el que no puedes dormir ni un momento porque son continuos juegos, risas y canciones.
Hemos empezado con un poco de deporte en el desierto, en el que por lo menos no te clavas las piedras en las manos. Después de desayunar y estar recuperando horas de sueño, nos hemos puesto de camino en el autobús.
Han sido bastantes horas de carretera con algunas paradas para estirar las piernas a bajo un sol abrasador, una visita a una kasbah (muy bonito, con unas vistas que compensan) y la visita a la ciudad en la que estamos y sus tiendas, y mercado. Ahora estamos en un camping, en el que después de ayudar en la cocina, tengo un ratito tranquilo para escribir.
Cris, te quiero, y desde aquí lejos me encantaría abrazarte y decirte lo que te echo de menos.
Carlos Delgado
Como una tribu. Eso es lo que aparentamos y eso es lo que somos. Madrid Rumbo al Sur es como una tribu nómada, nuevos nómadas que se desplazan todos los años desde terrenos urbanos, donde manda el asfalto, la prisa, la contaminación hasta regiones más limpias que ofrecen la belleza de la creación tal como fue en un principio, la paz, la comunicación sin prisas, la solidaridad que intercambia valores en un trueque en el que salimos ganando. Volvemos más ricos espiritualmente.
Esta tribu se renueva cada año con gente joven, el mismo espíritu de siempre, los mismos deseos de ver para juzgar objetivamente y luego criticar con coherencia. Pero con matices personales y distintos cada año. Este grupo del año presente tiene dos rasgos identificativos: la predominancia femenina que gana por goleada a los chicos y la capacidad de autogestionar el tiempo libre, poco tiempo entre una y otra actividad.
Les he visto improvisar juegos colectivos que me rememoraban en mis tiempos muy lejanos de cuando se jugaba en las calles sin temor al tráfico. O danzas de muchos al ritmo frenético de bongos en un tam tam armónico y medido, a veces ejecutado por gente del sitio. Así, en Assadaka de Tánger, inolvidable fusión de amor a los otros e intercambio de saberes.
Cátedra nocturna en el barrio de Bades, Alhucemas, con España casi tocándonos desde el peñón de Vélez de la Gomera, mientras nuestros sabios nos explican el universo reflejado en el incomparable encerado de un cielo estrellado. Hemos visto a Saturno con su anillo y casi tocado la luna menguante a través de un telescopio diestramente enfocado. Y con los Imaziguen del Atlas, los silenciosos nómadas mal llamados bereberes, el Amazig, hombre libre, que se hacen cada vez menos nómadas porque el progreso atrae engañosamente a los jóvenes. Es duro el pastoreo por las montañas, pero más duro es la patera y el desempleo. Reencontramos a Cherif y Hasna, de la comunidad de Tattiouine, y sorprendemos a la hermana Bárbara atendiendo en el dispensario a niños, madres lactantes y adultos con dolencias varias en la atención primaria que realiza desde hace muchos años. Puro testimonio cristiano donde no hay posibilidad de proselitismo religioso. No se cansan de agradecer a Madrid Rumbo al Sur y al Canal de Isabel II la cercanía del agua que ha cambiado su vida.
Y ayer y hoy el desierto puro y duro de Merzouga. Dunas impresionantes cuya contemplación compensa el esfuerzo de alcanzarlas y coronarlas a pie. Luego, para rematar el día, un bautizo de la camellada, la experiencia de avanzar por el desierto mecidos por el ondulante caminar del dromedario. Cansancio al final de la jornada como tributo del esfuerzo, hoy con el regalo sorpresa de un baño en la piscina del hotel Xaluca Tombouctú, generosamente cedida por sus dueños.
Pienso seguir reenganchado a esta tribu familiar de Rumbo al Sur mientras el cuerpo aguante. Y seguir compartiendo fatigas e ilusiones, elogios y críticas, disputas que duran menos que un flash y paces que refuerzan la convivencia. Me encanta el espíritu de esta tribu. Admiración a los coches, que nos vamos.
Joaquín María Asenjo España
Ocho días ya en Marruecos y la sensación de unión con este país, pero sobre todo con sus gentes se respira en el ambiente.
Poco a poco vamos abandonando cada prejuicio que pudiéramos tener, cada miedo. Aquí se es feliz al más puro estilo marroquí, teniendo poco y necesitando menos aún.
Si algo te puede hacer replantearte las cosas, desde luego es el ver como la lista de prioridades en Madrid aquí se vuelve secundaria.
Cada día el cansancio acumulado es mayor, pero cada día se aguanta mejor. Es como si entre nosotros consiguiéramos darnos fuerza con la que resistir las caminatas, con la que soportar el calor abrasador en medio de las dunas, con la que aguantar las ampollas que tanto nos ralentizan. Darnos fuerza para seguir conociendo este lugar con alegría, sin cansancio, y con ganas, con muchas ganas. Las mismas ganas que nos han traído aquí y que hoy, multiplicadas, hacen que mi vida haya ganado tolerancia hacia otras culturas, respeto y unión con sus gentes.
En este viaje nos estamos conociendo, no solo los unos a los otros, sino a nosotros mismos, pero en compañía. Y es que Madrid Rumbo al Sur está siendo así por las personas que lo forman y por lo que cada uno de nosotros aportamos en conjunto.
No se si esta experiencia me cambiará la vida, supongo que aún es pronto para asegurarlo, pero sé que lo que estamos viviendo nos une entre nosotros, y a día de hoy con eso es suficiente.
Cristina Gómez Prado
Por fin el desierto.
En el ánimo de algunos de los expedicionarios, y en el de parte del equipo de Madrid Rumbo al Sur 2013, se palpaba desde el principio de este maravilloso viaje las ganas de llegar a la zona de Arfoud y poder adentrarnos en las dunas que, imponentes, rodean la ciudad de Merzouga. Tras ocho días de visitar diferentes proyectos y ciudades, llegaba la hora de vivir el desierto de Marruecos que todos estábamos esperando. La noche del día 27 de agosto nos adentramos en la infinita arena de las dunas. Nuestro guía nos conduce sin ayuda de linterna alguna al lugar elegido para una excelente clase práctica de astronomía y para poder dormir en las mejores condiciones posibles. Al día siguiente nos daríamos cuenta de lo finito de nuestros mundos particulares respecto a la inmensidad de un cielo africano despejado y al mar de dunas que hemos recorrido hoy.
En esta ocasión, el glamour que siempre le presuponemos al concepto que cada uno de nosotros tiene de “aventura”, se hacía patente en cada detalle que nos rodeaba. Dormir bajo el manto de nítidas estrellas y despertar sobre la fría arena de la duna se convierten en fuente principal de recuerdos que el viaje de MRS 2013 dejará en nuestras memorias.
La noche se hace más fría conforme pasan las horas, la temperatura disminuye ostensiblemente hasta que los primeros rayos de sol hacen su aparición tras una de las dunas. La visión es espectacular y se agradece la leve y progresiva subida de temperatura.
Tras la gimnasia que ineludiblemente despereza todos los días a los expedicionarios, todos ellos y una buena parte del equipo nos preparamos para una marcha a pie por esta arena que se cuela como el agua entre las botas. Los guías contratados por Madrid Rumbo al Sur nos hacen posible la travesía sin riesgo alguno de pérdida en aquel mar de dunas.
El desierto sin dromedarios es menos.
Por este motivo y gracias a la colaboración de Grup Xaluca, hemos tenido a nuestra disposición 20 dromedarios que han ido transportando por turnos a los expedicionarios hasta el punto de descanso de media jornada.
En estos tiempos en los que la gente suele utilizar gran parte de su ocio en buscar experiencias y sensaciones, Madrid Rumbo al Sur sigue siendo una fuente inagotable de éstas. Viajar te enriquece como persona, te enseña cómo viven otros muy diferentes a ti, te da a conocer lugares y costumbres, pero todo ello depende del viajero y de su interés por mezclarse con los que allí se encuentran haciendo su vida, tan cotidiana y tan diferente.
En mi caso, conocía la zona y la experiencia de transitar por aquel desierto participando en una carrera de varios días. La dureza de las condiciones climatológicas y del terreno ha hecho que la marcha de hoy sea algo para recordar y todo un reto conseguido para todos los que participamos en ella, independientemente de las experiencias anteriores.
Los recuerdos, como tantas otras cosas, valen lo que cuesta conseguirlos. La cultura del esfuerzo forma parte del ADN de Madrid Rumbo al Sur, la superación personal, la búsqueda de los límites y el reconocimiento de todo ello se han materializado esta vez en una gran marcha por el desierto. Nunca antes nos supo tan bien un buen trago de agua fresca.
El día de hoy y todo lo vivido tienen un valor incalculable. Espero que el enorme esfuerzo de todos los expedicionarios les haga conservar esta vivencia entre aquellas que le marcaron de un viaje que, sin duda, va a cambiarles mucho.
Carlos Toro.