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Crónicas día 14

•María Simón. •Claudia Castelló.

Día 14 de Expedición (10 de Julio de 2015)

Pensaba que no lo volvería a vivir, dormir en un desierto, no estábamos en el Timanfaya, pero seguía en España Rumbo al Sur. Hoy al despertar comenzaba el día 14 de esta expedición a la Macaronesia. Aunque fuera la voz de Pablo la que nos despertaba a las 6.30, aunque hubiéramos dormido más bien poco; siempre nos despertábamos expectativos y nerviosos por el día y aventuras que estaban por llegar.

La noche había sido una de las mejores, al estar dentro de las tiendas no había ni viento, ni frío, ni lluvia así que todos caímos rendidos. Teníamos marcha matutina para lo que, nada más despertarnos, debíamos ponernos las botas y la mochila e ir a reunirnos. Acompañados por los militares nos colocamos en fila de dos y recorrimos el barranco de Bigocho. Al llegar a la falda del volcán paramos para hacer inventario del agua y la comida que teníamos por grupos. Así empezaba el taller de supervivencia.

Aprendimos a hacer fuego y a racionalizar el agua, lo más importante y en lo que invertimos la mañana y la tarde. Construimos hornos con piedra, arena, agua, paja y nuestras manos. Aunque pueda parecer poco útil para un futuro, no sólo nos ha servido para estar más unidas como grupo, si no también que todos los pasos en un proceso son importantes y que si se organiza bien una tarea puede salir mejor de lo planeado.

Mientras atardecía, cada grupo terminaba sus dos hornos y se ponía a cocinar lo que iba a ser su cena: un conejo, un pollo y un pan. Al finalizar, todo el grupo se sentía realizado. La cena supo a gloria y a la luz de la hoguera se reflejaban las amistades y recuerdos vividos de esta expedición que poco a poco llegaba a su fin.

María Simón
Expedicionaria ERS

Sentir el mar bajo mi cabeza a 15 nudos de velocidad, con vientos de 20 nudos en contra, colgada verticalmente de una cuerda en un velero de 20 metros de eslora, formando un ángulo de casi 90º con la horizontal del mar; con la costa de Fuerteventura a un lado y con la inmensidad del océano Atlántico en el otro, con la sensación de ir acariciando las olas a la velocidad de la vida marina que transcurre bajo mi cabeza: delfines, ballenas… acompañan mi vuelo. Estoy volando, soy parte del mar. Soy parte de ellos. Congelar este instante en el tiempo, vivir el momento, eso es lo único que quiero.

Una vez más, el mar se convierte en el escenario de una de mis aventuras, en un momento importante para mí, de la mejor experiencia que he tenido en la vida. El “Fisher & Paykel”, velero único que me ha servido de instrumento para volar, para ser feliz. Siempre intento buscar emociones fuertes allá donde voy, fantaseando con volar, con ir más allá.

Soy feliz de poder decir que he estado cerca de ello. El cosquilleo en la tripa y la sensación de que nada puede pararme, la sensación de ser invencible. ERS me ha dado esta oportunidad mágica e irrepetible. Lo he dicho mil veces y lo diría mil más. ¡Gracias!

P.D.: Estoy bien mamá, ¡fue una pasada!

Claudia Castelló
Expedicionaria ERS

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