14/07/2016
Son casi las 12 de la mañana. España Rumbo al Sur se acaba aquí. Tras 18 duros días levantándonos a las 6 de la mañana y acostándonos a las 2 como mínimo, esta experiencia vital tan enriquecedora se acaba y todos nos preguntamos si las expectativas que teníamos al emprender esta aventura se han cumplido o no.
Personalmente, tras estas 3 semanas pienso que las expectativas no importan. Lo importante es que en este tiempo hemos aprendido a valorar lo que es la vida. Hemos aprendido que por el simple hecho de poder sentarnos en una silla y apoyarnos en una mesa ya somos privilegiados. Y sobre todo, y lo más importante, hemos aprendido a disfrutar el momento.
En conclusión, las incomodidades y la falta de sueño que en un principio se convertían en quejas ahora se convierten en agradecimientos y a pesar de todo, hemos aprendido que siempre hay que pensar que los pequeños detalles de la vida son los que convierten en grandes los momentos.
Valeria Álvarez Álvarez
Expedicionaria ERS
Poco a poco te vas dando cuenta de que todo llega a su fin y de que es el momento de las despedidas. Mirar hacia atrás y ver el camino que has recorrido hace que se te remuevan las tripas, está claro que la persona que llegó no es la misma que hoy se sube a un avión de vuelta a casa.
ERS ha estado lleno de momentos duros, pero también felices y todos guardamos un bonito recuerdo de las personas que nos han acompañado. Así que miles de gracias a vosotros, rumberos, que me habéis ayudado a irme descubriendo poco a poco. Ahora sé que la cooperación comienza por uno mismo. Esto no es un adiós ni mucho menos, si no un hasta pronto.
¡GRACIAS!
Clara Gutiérrez
Expedicionaria ERS
La tristeza inspira, es un hecho. La gran mayoría de artistas exitosos han basado su obra en sentimientos que consumen, en desgracia, en dolor. La felicidad es demasiado simple como para ser arte sin parecer algo tonto. Y es curioso verlo con tus propios ojos.
Aquí, en ERS nos dan un cuaderno y un bolígrafo y nos animan a llevar un diario de viaje. Y aunque haya gente que lo llena de ideas todos los días, yo he coincidido con unas cuántas personas a las que les ha ocurrido lo mismo que a mí. Cuando pasaron unos cuantos días dejamos de escribir. Los primeros días llenamos la libreta de dudas, miedos, metas… Fuera de nuestra zona de confort estábamos desprotegidos. Pero pasaron los días y cada vez nos apetecía menos escribir y más vivir. Los mejores recuerdos no los he llegado a escribir porque no me apetecía anotarlos, si no seguir viviéndolos. Es por eso por lo que miro mi cuaderno a medias y no puedo sentirme más orgullosa de haberlo llenado de páginas en blanco, de tantos sentimientos demasiado intensos como para detenerlos y plasmarlos.
Esto se acaba y dentro de la mochila llevo un diario a medio hacer, pero he vivido 17 días que nunca podrán ser descritos. Así que para todos los que no escriben su vida: vivirla siempre es la mejor opción.
Arrate López
Expedicionaria ERS
Dicen que la vida se forma de pequeños instantes, que al unirse forman algo maravilloso. Dicen que la vida es lo que ocurre mientras hacemos otros planes. En este viaje me he dado cuenta de que la vida es lo que tú hagas con ella. Esta experiencia ha hecho que consiga darme cuenta de la cantidad de cosas prescindibles de las que estamos rodeados. La importancia que conseguimos darle a cosas tan superficiales como un teléfono, un baño, una cama, una mesa, un techo, una televisión o la elección de la comida. He podido ver lo afortunadamente engañada que he estado siempre, porque todas esas cosas las solía dar por necesarias, y como se suele decir, solo sabes apreciar las cosas cuando te faltan. Me han enseñado a vivir sin ellas, a ser feliz sin ellas.
He aprendido a hacer amistades en situaciones complicadas, a compartir las penas y convertirlas en alegrías. He conocido a gente impresionante con unas ideologías y creencias claros y con criterio para juzgar el mundo. He aprendido a tener paciencia, a aceptar que lo inevitable lo es, y que de vez en cuando, acatar una orden que suena estúpida al final tiene sentido. He aprendido a exigirme más de lo que creo que puedo hacer, porque al final los límites son barreras que nos impiden dar otro paso hacia la cima, he aprendido a romperlas a no dejar que mis palabras condicionen mis hechos, he visto que por mucho que cueste hay que empujar los muros hasta derrumbarlos, el llegar hasta el final es una sensación que deberíamos exigirnos cada día de nuestras vidas.
La sensación, la fe en que somos invencibles me ha enseñado a seguir caminando, a encontrar mi ritmo y mi rumbo, porque a nadie le gusta quedarse atrás. Ha habido momentos en los que la impotencia era tan bestial que he llorado y otros en los que la carcajada era tan brutal que de nuevo, he llorado.
Me he dado cuenta de que cubierta de polvo, durmiendo sobre un colchón de piedras, bajo la inmensidad del universo y junto a mi insignificancia, con dos mochilas llenas de vacío, aún así sigo siendo extremadamente dichosa ya que sé que podré volver a casa. Porque es muy fácil hablar sentado en una silla, con el vaso lleno y la ropa limpia; es muy fácil opinar.
Una vez terminado esto, una vez que he visto la felicidad en ojos ajenos por una ducha o el primer bocado, tengo claro que a la vuelta todo va a oler a primavera. Simplemente respirar y saber que puedo ir al colegio.
Una de las mejores sensaciones es saberse la canción que se está cantando en el bus y desafinar todos juntos. Mirar a alguien y entenderse, andar abrazadas de amigos verdaderos. Apreciar el amanecer mientras corres en algún lugar desértico, deshabitado, respirar una gran bocanada de aire al terminar y por fin, ser consciente de que estas vivo.
Se que a partir de este viaje, no solo va a cambiar mi percepción del mundo, si no que también él va a cambiar conmigo, porque ahora siento que tengo ganas para hacerlo. He aprendido a enriquecer mi opinión en situaciones contrarias a lo que creo, a no juzgar, entablar conversación extraños y que no importe su aspecto exterior porque aquí todos vamos en camiseta verde y botas. No importa si eres diferente, todos somos iguales. Y cuando volvamos a nuestra vida real, deberíamos llevar una camiseta verde y estas botas llenas de polvo mentalmente. Y solo así, los prejuicios se esfumarán como todos los tópicos que suelen habitar nuestras mentes.
Ahora sé que mi camino rumbo al sur, solo ha empezado. Sé que me llevo amigas para siempre y unos valores de por vida.
Con amor, siempre.
Blanca Pieras
Expedicionaria ERS