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Crónicas día 2

•Padre Rolando. •Luis Pintor. •Sara Coronado.

El viento de levante ha acompañado nuestro sueño, algunas voces se oían aún cuando todo iba entrando en silencio, la noche ha sido corta, de repente se ha oído la voz de Pablo Martos, el encargado de monitores, que nos invitaba a despertar y dirigirnos a la playa de la Caleta para hacer el ejercicio matutino que terminó con un chapuzón en el mar gaditano. Nadie ha chistado, los que habían pensado que zarparíamos de noche o muy de madrugada hacia la Macaronesia empezaban a entender que había que dejar que el curso de las cosas llegase por sí mismo. Después del desayuno se veían el primer grupo salir hacia la Torre Tavira. De día se podían contemplar algunos ficus de magnolia, traídos desde Perú, enormes, las miradas se fijaban en esos árboles, para algunos vistos por primera vez. La torre Tavira, encuentro con la historia, encuentro con un grupo muy amables de guías, cercanos y jóvenes. Los expedicionarios de España rumbo al Sur, en su gran mayoría chicas, han preguntado mucho. La cámara oscura ha sido una sorpresa que nos permitió contemplar la ciudad, el puerto, el museo de las cortes, el castillo de San Sebastián, el de Santa Catalina, etc. Nuestro pensamiento ha ido a la época de los fenicios, de los romanos, de los árabes, y más cercano a nosotros, a la ruta de las indias americanas con su comercio y a otras muchas expediciones, pero también a algunas guerras. Todo va creando un equipo con mucha armonía y lleno de vida. Otra sorpresa nos la han dado en Torre Tavira, nos han regalado a cada uno una cantimplora y sobre todo, las palabras del un joven, Guillermo González Morales, expedicionario de España rumbo al Sur 2016 en Marruecos, visiblemente emocionado nos daba ánimos: “Por eso mi consejo que os quiero dar, sobre mi experiencia personal en esta gran oportunidad que es España Rumbo al Sur es Carpe Diem, disfruta del momento, conoce lugares que nunca volverás a conocer, o que nunca conocerás de la misma forma, ya que esto, no es un viaje normal como el que haces con tu familia y te vas a un hotel, a un restaurante… este es un viaje de verdad en el que descubres que las personas que menos tienen son las que más dan, en el que descubres que una barrita de chocolate y una bebida se puede compartir entre las personas que haga falta, un viaje en el que te das cuenta de la suerte que tienes de vivir donde vives y tener a la familia que tienes”.  Y citan esta frase “Los barcos están más seguros en el puerto, pero no es por eso para lo que están hechos los barcos”, así que sal, disfruta vuela, equivócate… pero HAZLO.” Nos dimos cita en el puerto para ir a abordar el Barco. La ciudad de Cádiz fue testigo de esas camisetas verdes de España Rumbo al Sur bajo las que muchos rostros jóvenes e intrépidos, llenos de vida y energía se iluminan sonrisas llenas de esperanza y expectación. Ya en el barco iniciaba otro nuevo comienzo, los grupos se van integrando cada vez más y la sesiones académicas han dado el paso a un curso sobre primeros auxilios que ha despertado mucho interés. La noche ha caído sobre nosotros en el Atlántico dejando atrás un día poco soleado y singular que deja en los corazones recuerdos que nos marcarán. Julio Terrón con arte y bajo un cielo no muy estrellado ha cautivado a los jóvenes con una charla que ha versado sobre valores, nuestro cerebro y lo que anima para no tener miedo frente a las dificultades que se atraviesan en la vida.

Padre Javeriano Rolando Ruiz Durán S.X

Positivismo

Diana a las seis y media. Hay que salir del saco, antes aun de despertarse, a toda velocidad. Una chica confiesa: tengo sueño, tengo frio y es el primer día. Sus compañeras responden a coro: positivismo. Imposible saber donde ha surgido el término, una especie de mantra al que se apelará constantemente a lo largo del viaje. Antes del desayuno, hora y media de tabla de gimnasia, carrera y baño en la playa, con la variante del padel surf para un puñadito de afortunados. Cuando se forma el pelotón de cola, corredores y corredoras doblados se resignan: ya sabemos a qué venimos. Positivismo. Los viajeros saben muy poco antes del recorrido, ni siquiera pueden intuir el itinerario, viven metidos dentro de una especie de montaña rusa, con subidas y bajadas súbitas. La única certeza es el inicio de cada jornada: sesión de trabajo físico al amanecer, de exigencia media alta para aquellos que no son deportistas natos. Después puede llegar otro tipo de ejercicio, limpieza de cocina o de las instalaciones por las que pasan, por ejemplo, y a partir de ahí nadie sabe qué pasará en las próximas horas. Pero el tiempo corre a toda velocidad. Ya quedan atrás las primeras certezas, la noche entre los muros del castillo que, encargado por Felipe II, pretendió salvar a Cádiz de invasiones por mar, la vista de trescientos sesenta grados de la ciudad a través del juego de espejos de la Torre Tavira, el embarque en el ferry rumbo a Canarias. Las conversaciones interminables ceden paso con naturalidad a la cabezada urgente. La adaptación comienza a resultar evidente. Porque al final la diferencia entre la pesadilla y la experiencia mágica es –hay que repetirlo una y otra vez– la actitud. Predisposición, positivismo. Conciencia de que, arropados en y por el grupo, todo lo que venga será superable; incluso imborrable más de un momento. Positivismo. El término no genera derechos de autor, pero explica por qué se encuentran ciento sesenta chavales vestidos de verde en medio del mar. Atacados por el sueño, quizá con frio, despistados, llenos de curiosidad, sin parar de hablar hasta caer rendidos por el cansancio o por la orden imperativa del monitor. Los chicos parecen saberlo todo. Deben haber recibido la información por ciencia infusa, probablemente a través de protagonistas de anteriores expediciones. No hay otra explicación.

Luis Pintor.

Día 2

Ahora mismo nos hallamos recién montados en el barco. Jamás imaginé que iba a desear tantísimo una cama, una ducha y un almohadón. Todo está siendo una experiencia muy nueva. La novedad me aborda a cada paso. Esto es distinto a todo lo que había vivido antes. He cargado una barbaridad de kilos en mi espalda aunque yo creía que no iba a aguantar. Ahora empiezo a darme cuenta de lo que es cuidar de mi misma. Estoy conociendo a gente nueva y haciendo un montón de amigos, y la verdad es que es una sensación genial. Estoy rodeada de gente muy positiva y con la que me es muy fácil hablar sin apenas conocer.

La primera mañana la voz de Pablo Martos nos despertó y di un brinco en el saco con una sonrisa que no me esperaba, fruto, imagino, de darme cuenta de que aquel despertar tan esperado estaba pasando. Estoy viviendo algo que he elegido, que realmente quiero. Y estoy rodeada de gente a la que le atrae lo mismo que a mí.

Tras abandonar el Castillo de Santa Catalina en el que dormimos la primera noche, nos dirigimos hacia el centro de Cádiz. Había visitado esta ciudad un sinfín de veces, pero hoy ha sido distinto, la ciudad se me ha aparecido de una forma nueva y la he disfrutado como nunca.

En Torre Tavira, un “ex-rumbero” nos ha dado una charla muy emotiva, en la que nos advertía que estábamos a punto de vivir una gran aventura y después partimos rumbo al barco. Sólo llevo un día y una noche y por ahora he sentido más de una vez como esta experiencia está siendo mejor de lo que imaginaba.

He rozado por un segundo la desesperación pero después he empezado a abrazar de lleno y por un instante la felicidad. Empiezo a tener a Ítaca en mi mente, y entiendo que llegar allí es nuestro destino.

Ahora, toca seguir mi viaje rumbo hacia el sur. Espero rellenar todas las páginas de mi diario de viaje con muchísimas más emociones. Hasta pronto.

Sara Coronado Torrente

Grupo 2

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