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Crónicas día 7

•Pedro Cáceres. •Lucía Fernández. •José M Candilejo. •Irene Manazano.

COCHINILLA, EL TINTE QUE SALE DE LAS CHUMBERAS

Cada vez que comes una cosa de color rosa, o rojo, o malva, un yogur con sabor a fresa o a frutas del bosque, es muy posible que estés tomando carmín o cochinilla. Es el E-120, el tinte alimentario que sale de la chumbera (Opuntia sp.) y de un insecto que se alimenta de su savia, la cochinilla (Dactylopius coccus).

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Cuando los españoles descubrieron América encontraron la chumbera, nopal o tunera, un cactus que luego se ha distribuido por todo el mundo y que conocemos por los famosos higos chumbos. Los nativos de América usaban todo de él. Los frutos para comer, las semillas para harina y las hojas carnosas para comerlas asadas o encurtidas. Además, sacaron partido de un diminuto parásito que se alimentaba de las hojas de la planta. Ese insecto, la cochinilla, genera en su interior un líquido de intenso color rojo que es la sustancia para protegerse contra los depredadores. Pronto se dieron cuenta los indígenas de que ese líquido, o el polvillo rojo que dejaban los insectos cuando estaban muertos y secos, servían para teñir tejidos con colores intensos que difícilmente desteñían. Los españoles se hicieron con el secreto y durante años exportaron el exótico producto a una Europa deseosa de tintes.

Las islas Canarias, y especialmente Lanzarote, por su clima seco, fueron uno de los lugares donde se exportó esa industria. La cochinilla fue un caro producto de exportación de las islas Canarias pero terminó siendo relegada al final por tintes industriales. Sin embargo, tras decadas de olvido vuelve a estar de moda. Artesanos y firmas de alta costura recurren a este tinte, que resulta atractivo por su origen natural y exótico y además porque según el mordiente o fijador que se le aplique, puede virar desde el marrón y el negro hasta el rosa y el rojo intenso.  Además, sigue teniendo un uso alimentario que nunca se ha perdido, como colorante natural.

Juan Cazorla, de la Asociación Milana, nos enseña todo esto sobre el terreno. Entre las muchas actividades de su organización, han recuperado campos de cultivo de chumberas y mantienen abierto un centro de interpretación de la cochinilla en la localidad de Mala. Visitamos los campos, cogemos los insectos y acudimos al pequeño taller para teñir algunos pañuelos y otros tejidos. Una experiencia que nos acerca a todos a otra de las maravillas naturales de estas islas.

Pedro Cáceres
Cronista Oficial ERS

Polvo, arena y viento.

Hoy día 3 de Julio amanecemos en los desérticos paisajes del Parque Nacional de Timanfaya. Son las sonrisas y el buen humor lo que llenan nuestros días como expedicionarios. Cada día conozco más y mejor a estas grandes personas que me acompañan en esta nueva experiencia. No son solo las actividades culturales las que complementan nuestros días, si no más bien el buen ambiente que se respiran entre monitores y rumberos.

Una de las grandes lecciones de este viaje es la tan buena convivencia entre personas tan distintas que nunca olvidaré. Si algo me impulsó a participar en ERS es aquello que veo cada día: fuerza de voluntad, respeto y amistad.

Y continuamos con el viaje. Tras dos días en aquel Parque Nacional por la mañana, nos despedimos de la mano de los militares, quiénes no solo nos ayudaban en el ambiente deportivo si no que también nos daban consejos sobre la toma de nuestras propias decisiones.

Con ilusión llegamos a Mala, un pueblo canario donde conocemos unos insectos llamados cochinillas. Poco después, se refleja una gran alegría en nuestras caras, ¡vamos a bañarnos en la playa!

Y como de costumbre, despedimos el gran día con una charla sobre ética elaborada por uno de los profesores que nos acompañan, Julio Terrón. Con impaciencia nos acostamos para dar lo mejor de nosotros al día siguiente.

 

 

 

Lucía Fernández Castaño
Expedicionaria ERS

Con la experiencia adquirida la noche anterior, esta noche, del sábado al domingo la pasamos atrincherados contra el viento y la lluvia y, de esta forma, pasó mucho más grata que la noche anterior.

Nos despertamos parcialmente satisfechos, ya que las horas de sueño no son todas las deseadas pero a esto, hay que sumarle la alegría de saber que no será deporte lo primero que hagamos al despertarnos.

Desayunamos y sobre las 7.30 llegarán los militares, el Comandante y los suyos ya que, la ser el último día en esta zona de entrenamiento militar en mitad del Parque Natural de Timanfaya tenemos que recoger las fantásticas tiendas militares plantadas en medio del polvo en las que nadie dormirá. Mi grupo, el 4, junto al grupo 3 estábamos bajo el mando del cabo primero Herrera.

Una vez acabadas de desmontar las cuatro tiendas, hicimos un par de batidas de recogida de basura y nos dispusimos de nuevo a partir a la civilización.

Después de una pequeña caminata con ambas mochilas, amenizadas con canciones de marcha cogimos los autobuses y realizamos algunas visitas culturales. Mi grupo fue a un pueblecillo donde se pretende conservar el huso de la cochinilla como tinte. Me encantó, incluía muchas de las cosas que me gustan: naturaleza, química y arte. Tras esta apasionante visita fuimos a comer con los otros grupos y aprovechamos la pausa para ir a una playa cercana de arenas negras. Una pequeña cala de oscuro color repleta de piedras porosas volcánicas. Un poco más tarde encontramos una verdadera playa de Canarias.

Llgamos al pueblo de Haria por la tarde, nuestro campamento sera en el polideportido del pueblo. Hicimos una rápida sesión de deporte y vino lo más increíble del día: nos duchamos. Hace una semana con no había ni olido una ducha, CON JABÓN. Y más necesario era después del secarral polvoriento en el que habíamos dormido los dos días anteriores. Para concluir la tarde aconteció otra cosa increíble: nos dejaron tiempo libre por el pueblo hasta las once. Yo, personalmente, me lo pasé muy bien y supongo que todos los demás también. Conocí como era la gente fuera de las restricciones, lo cual me ayudó a comprenderlas luego con más facilidad. Creo que fue una buena decisíon

Al regreso, disfrutamos de una cena y una conferencia de manos, en mi opinión, de un gran profesor sobre la producción industrial.

Para acabar el día, vimos los vídeos de ERS que aquellos que estén leyendo esto ya habrán visto, un resumen en nuestro día a día. Nos acostamos con la firme sensación de que el día había merecido la pena.

Jose Manuel Candilejo

Expedicionario ERS

La incertidumbre se apodera de ti, piensas mil cosas pero sin saber nada, demasiadas emociones como para poder entender algo. Ese momento en el que no sabes muy bien cómo te sientes: soledad, tristeza, nervios… pero a la vez alegría, emoción y ganas de conocerlo todo.

Personas nuevas, ideas diferentes y sentimientos que nunca antes había experimentado. Poco a poco te das cuenta de cómo en tu cabeza comienzan a circular preguntas que jamás te habías planteado e ideas que nunca se te hubieran ocurrido.

Al principio estabas confusa, pero según avanza el tiempo lo estás aún más, todos tus esquemas se desmoronan, ya no existen los prejuicios ni las etiquetas; solo tú, tu mundo confuso, los demás y sus mundos confusos. Sientes como hablar con alguien que nunca antes habías visto se convierte en una conversación de dos personas que parecen conocerse de toda la vida.

Los sentimientos y sensaciones se intensifican más aquí, y aprecias como un pequeño gesto puede ser lo más grande que te pueda pasar. Apenas tienes tiempo para pensar en algo que no sea como te está cambiando tu forma de ver la vida e incluso tu propia vida en este viaje.

Solo puedes disfrutar del momento, aprender e intentar ordenar en tu cabeza todas las nuevas ideas, los nuevos sentimientos y las intensas sensaciones que estás viviendo en cada momento.

Irene Manazano Pérez
Expedicionaria ERS

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