Comienza la cuenta atrás. Ya nos encontramos en la recta final de nuestra travesía por el Reino de Marruecos. De camino a la frontera de Ceuta, se pueden sentir ya las emociones entre rumberos. Alegría, tristeza, miedo. No sabemos, ya que son un cúmulo de cosas tan grandes que no las entendemos. Cuanto más cerca estamos cerca de casa, más nos alejamos de ERS, pero no se aleja de ti. Es una experiencia con la que hemos aprendido a valorar, a dejar morir pensamientos, costumbres y hábitos del pasado para dar paso a nuevas ideas y emociones que nos cambian por dentro.
Esta experiencia, nos ha dado el privilegio de salir de la burbuja en la que hoy en día vivimos y poder ver así, la realidad que nos rodea,
Laura Heredia
Parece que fue ayer cuando salimos del Santiago Bernabéu rumbo al sur, y ya solo nos quedan tres días. Aquí los días cunden como si fueran semanas, pero una vez llegado a este punto, echas la vista atrás y no puedes creerte que esta aventura ya esté llegando a su fin. Nunca había dormido en sitios tan increíbles: en medio de las montañas del Atlas, en medio del desierto del Sáhara, en playas preciosas… Lugares distintos con paisajes diferentes, pero todos tienen su encanto, su magia. Todos impactan de alguna manera.
Ayer después de pasar una noche en la playa de Alhucemas, nos fuimos a Tetuán. Los momentos del autobús, también dan para mucho. Es cuando mejor conoces a la gente, porque al final durante el día, no paramos de hacer cosas y de no ser el ‘momento bus’, estoy segura de que no nos daría tiempo a conocernos a todos. Básicamente el bus, se resume en hablar, cantar, bailar y dormir. Y si pones los pies en el asiento, también te tocará limpiar, o hacerle compañía al conductor.
Después de seis horas intensas de bus, llegamos a Tetuán y fuimos a un mercado. Nos recorrimos corriendo –literalmente- las tiendas, dados de la mano, unos de otros, para no perdernos. Fue un momento muy divertido porque además la gente de allí estaba alucinando, viendo a tantas personas vestidas igual, y corriendo en fila por allí. Al final, nos dejaron un rato libre y compré alguna cosa.
La verdad es que me estoy dejando los dirhams en comida y cocacolas, y casi no he comprado recuerdos propios de allí. Pero no me importa demasiado, porque lo bueno se queda grabado en la memoria, y sé que este viaje no se me va a olvidar en la vida. Son muchísimas sensaciones en muy poco tiempo, es conocer a mucha gente increíble, ganas confianza en nada, compartir tus ideas, pensamientos, en cualquier momento, con cualquier persona.
Es básicamente ser tú mismo, disfrutando cada instante.
Sofía García
Entreabrimos los ojos, mientras a lo lejos la voz de Pablo Martos nos despertaba. Empezamos con unos pequeños estiramientos a los que siguió la condición de ir al ritmo marcado por el jefe de monitores.
Rebozándonos en la arena, comenzamos con la tabla de ejercicios matutinos. Nuestros cuerpos enteros pasaron a ser de color teja. Acto seguido, nos metimos directos al agua cristalina.
Cuando terminamos nuestro divertido baño, fuimos con Mar y Pablo a que nos explicasen la historia y simbolismo del Peñón de Alhucemas. Cuando volvimos, recogimos los macutos y fuimos a desayunar. Una vez con la tripa llena, nos fuimos a los autobuses. Momentos que aprovechábamos para escribir y dormir, mientras de fondo escuchabas distintas melodías.
Tras varias horas de bus, llegamos a Tetuán, al Hospital Español, un lugar de ayuda, sobre todo a los españoles que habitan en Marruecos. Una pequeña y agradecida merienda nos esperaba.
Una vez terminada toda la recepción, nos fuimos al zoco de Alhucemas. Caminamos por las calles estrechas de las que salían mujeres expectantes, asombradas de nuestro paso. Subimos a lo alto de la ciudad, y desde allí, vimos las maravillosas vistas.
Volvimos al campamento, y desde el lugar donde dejamos las mochilas, escuchamos a Malamine, sobre las distintas leyendas africanas. Una vez acabó, todos caímos rendidos en nuestros sacos.
Bárbara López