CRÓNICAS 28 DE JULIO
Después de fregar el suelo del albergue junto a mis compañeros, nos dispusimos a embarcarnos en una travesía que nos mostraría la inmensidad de Etiopía. No sé qué es lo que me impacta más, las vistas del valle del Rift o ver a los niños etíopes perseguir el autobús al ritmo de su risa. El curso del río Nilo me recuerda al fluir del tiempo que no se detiene independientemente de lo que queramos. Y es que es ese escaso tiempo el que utilizamos para formarnos como individuos a través de nuestras acciones.
Llevo 3 días aquí y no me hacen falta más para saber que esta decisión determinará el inicio de un cambio a mejor en mi vida.
Gaizka Vidal
No entiendo
“No consigo entender”, me decía Genet, una joven etíope. “No entiendo cómo muchos europeos no vivís felices. Si podéis estudiar lo que queráis, coger el avión y viajar por el mundo. Si coméis siempre tres veces al día, mientras que nosotros nos tenemos que conformar con una.”
Tiene delito que, mientras nosotros nos quejamos por tener mala cobertura, en otros lugares del planeta rezan para que no les pase nada a sus hijos por la noche. Y es que, como me explicaba Genet, no son pocos los niños que aparecen muertos por la mañana porque les han extirpado los riñones mientras dormían.
Nos vendría bien a todos conocer otras realidades. Descubrir países dónde los niños se acercan al bus de los blancos a pedir comida. Donde las procesiones de críos cargando con sacos están a la orden del día.
“¿Cómo no disfrutáis de lo que tenéis en vuestro país?”, me recuerda Genet.
Para ser sincero, yo tampoco lo entiendo.
David Mayoral
ESPAÑA RUMBO AL BUS
Hoy me he levantado muy feliz, aunque no sabría decir por qué, pero bueno, mejor. Lamentablemente, la felicidad me duró apenas 20 minutos, al darme cuenta de que perfectamente podría ser la persona más lenta del mundo recogiendo el saco y la esterilla, y Borja no dudaba en recordármelo cada 5 minutos.
Tras ese lamentable espectáculo pusimos las cosas en los camiones y subimos al bus. Nos dieron un plátano como desayuno y arrancamos. Había dudas sobre si el viaje duraría 3 horas, 5 o incluso 8, pues bueno, 11 horas después llegamos a nuestro destino: el Orfanato de Injibara Cosober, donde nos ha caído el diluvio universal y unos niños pequeños han cantado y bailado para nosotros.
Puede parecer que un viaje de 11 horas se haga muy pesado, pero este país nunca dejará de sorprendernos. Hoy puedo decir con seguridad que nunca había visto algo tan increíble. Desde vistas inimaginables de prados y montañas, pasando por babuinos que nos miraban asombrados a escasos metros del bus, hasta cruzar un puente por encima del río Nilo. Algo que nunca pensé que vería en persona.
Pero lo que más me ha chocado y nunca dejará de hacerlo son las personas, la gente, gente que con muy poco es más feliz que muchos, gente que te ve pasar y te saluda con la mirada más sincera del mundo.
Hoy he sentido que la ventanilla del bus era una especie de pared separando dos realidades, y cuando nos hemos bajado en Bahar dar, un pueblo de aquí, la pared desaparece. Solo humanos con humanos, hablando, riendo, aprendiendo.
Peque
Nubes de papel
En el momento que escribo estas palabras son las 11 de la mañana y mi lápiz sigue temblando con los baches. Pero tengo que escribir. Ver ese inmenso mar de nubes, que casi podemos tocar, para luego después contemplar con mis propios ojos el mismísimo Nilo Azul. Ha sido una sensación sencillamente inefable. No existen palabras ni imágenes que le hagan justicia a lo que es estar aquí.
Únicamente, la memoria.
Mateo Baselga Costa
Primeras miradas
Abrir los ojos y reflexionar, ser consciente de que hay mucho más de lo que se ve a simple vista. Que detrás de cada sonrisa, se esconde una lucha constante. Porque no se trata de una simple sonrisa. Es un ejemplo de la positividad de esta sociedad, acostumbrada a caer pero siempre a levantarse.
Y es por eso que hoy, en un viaje largo entre Muka Turi y el lago Tana, aprovecho para reflexionar sobre lo que consideramos importante en una sociedad como la nuestra. Una sociedad que prioriza el individualismo y la creación de experiencias antes que el aprender a disfrutarlas y a vivirlas.
Juan Luengo
Crónica improvisada
Hoy he dormido genial a pesar de que solo hayan sido 4 horas. El plan del día era básicamente viajar en bus. Al principio todos estábamos muy cansados pero conforme el día hemos visto muchísimas cosas increíbles: desde el Nilo Azul hasta los babuinos que estaban a lo largo de la carretera cuando bajábamos la montaña para cruzar el propio Nilo. Otras cosas que me han gustado ha sido la sorpresa que nos ha dado un grupo de monjes coptos, una rama dentro de la religión ortodoxa.
El principio de algo muy grande
Me despierto, inspiro, expiro y solo pienso en el latido de mi corazón, que al parecer es el único despierto a estas horas de la madrugada. Dicen que este tipo de situaciones son las mejores para reflexionar, agradeciendo a Dios y a todas las personas que nos rodean las experiencias vividas. Ahora llega el momento de pensar en cómo devolver el tiempo, el cariño y los sentimientos que compartes con ellos.
Es difícil ponerle una solución rápida a este tipo de cuestiones, pero algo que sí se puede hacer es aprovechar al máximo este increíble viaje. Hacer que el resto de expedicionarios se dejen de ataduras físicas y aprendan a darse a los demás, aunque las condiciones no sean las mejores: lluvias, frío, sensación de resfriado…
Como muy bien dijo Victor el expedicionario, lo más importante es el optimismo.
Diego Pardo de Santayana Valverde