Crónicas Expedicionarios. Día 02 agosto

El todavía estrellado cielo marroquí es mi primera vista cuando me despierto; una ligera brisa acaricia mi cara y me pongo a pensar en todo lo que ha pasado de viaje. Los recuerdos sobre las risas, bajones, marchas, colores, gente y demás invaden mi cabeza provocando que esboce inconscientemente una sonrisa.

Queda poco, apenas cinco días, así que a por ellos.

Gracias a los buenos días de los monitores salgo de mi trance y rápida, me voy a hacer el deporte con el resto. Comenzamos a correr y el ritmo de las respiraciones rige mis movimientos.

Uno, dos, tres… estoy cansada pero el paisaje y el buen ambiente me hacen olvidarlo y simplemente me limito a disfrutar.

Cuando terminamos, un buen baño en el mar, nos limpia y refresca. Poco después desayunamos y nos ponemos en marcha para comenzar la intensa jornada.

Los autobuses nos llevan a nuestra primera parada del día es el zoco de Alhucemas. Cientos de personas, colores. Y olores son captados por mis sentidos. Té, especias, fruta, pañuelos…

Muchos productos se hacen apetecibles ante mis ojos, es impresionante. Tras un rato libre para curiosear nos montamos de nuevo en los autobuses.

Comenzamos nuestro tour por los diferentes cooperativas de MPDL; la primera de ellas se dedica a las plantas medicinales y jabones, su responsable, una mujer admirable y mi valiente, nos explica su función, labor y dificultades cotidianas. Todo lo que nos cuenta me hace pensar que hay esperanzas para estas mujeres y su igualdad. En la segunda parada nos espera otra cooperativa de textil y alimentación artesana cuyos responsables nos atienden gustosos.

Entre bromas y canciones los autobuses nos llevan de  vuelta a la playa de Alhucemas después de esta intensa mañana. Nada más llegar comenzamos y aprovechamos para descansar. Poco después comenzamos la tarde que ocupamos con talleres; algunos perfeccionan sus técnicas de dibujo mientras otros trabajamos diferentes temas como el optimismo, la inteligencia emocional, la cooperación y la supervivencia de una manera muy interesante y diferente, lo que, en mi opinión, hace que nos calen en mayor medida.

Después del último taller, y con la noche ya caída sobre nosotros como un manto negro nos disponemos a cenar.

Finalmente el oscuro y estrellado cielo nos termina de envolver para dar paso a un nuevo día. Un último pensamiento invade mi mente: APRENDE, DISFRUTA, VIVE.

Natalia López de Murillas

Hoy hemos amanecido en la playa, dimos una vuelta con Pablo a paso ligero y para refrescarnos nos dimos un baño acompañados de medusas y de nuestra inseparable camiseta.

Después de desayunar nos fuimos a ver un mercado antiguo, diversas cooperativas donde probamos todo tipo de productos hechos con higos. Al llegar comimos un rico guiso de Cristina y nuestra tarde se resumió en talleres con Sevi, y sus magníficas aventuras de supervivencia, Carlos y sus charlas de las que tanto aprendemos y Lucía y sus ganas de vernos debatir sobre los refugios del mundo.

Hoy no hay estrellas y quedan pocos días, pero nos metemos en el saco con nuestra sonrisa habitual de grandes expedicionarios.

Esta noche quiero felicitar a la mujer que me dio la vida, mamá, no estoy en tu cumple, pero desde la playa de Alhucemas, en algún lugar de Marruecos, te mando un fuerte abrazo con todo mi corazón. Felicidades Mamá.

Silvia Cornejo

Luna mía, tú que miras.

¿Recuerdas el calor del desierto?

¿Recuerdas las miradas de ojos oscuros?

¿Saben qué dicen? ¿Lo que esperan

al otro lado de la frontera?

¿Sabes si sus recuerdos se clavan

en el espino al saltar la valla?

¿Si sus vidas se desprenden de su África

natal para alcanzar Europa?

Dime luna, responde.

¿Por qué mientras África grita y llora

mientras gime y suplica,

la gente mira hacia otro lado en Europa?

Su piel se desgarra, por un poco

de pan, un atisbo de futuro.

Su vida se rompe, sus sueños se rasgan

los niños blancos no saben, no entienden.

Por qué la gente negra quiere escapar de África.

Y los colegios susurran, y los gobiernos se callan.

Y miran impasibles cómo la gente pierde

la vida, sus sueños

en esa maldita valla.

María Gabián

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