Silencio. Nadie se mueve. Todo el campamento duerme. Y de repente, un grito perfora la calma “¡La española, diana!”
Cierras con más fuerza los ojos. Cansancio, confusión, agujetas. Pero te sobrepones a todo y te incorporas. Y te das cuenta: estás aquí. Al otro lado del mundo, en un país completamente desconocido que despierta todos los sentidos.
Hoy hemos podido descubrir varias de esas miles de facetas que en su conjunto forman esta maravillosa isla. Rincones de esos que solo se descubren con Rumbo. Monumentos que se alzan en medio de una ciudad recordando a héroes nacionales, una película sobre la gesta de Colón al llegar a estas tierras y partidos de vóley contra los salesianos, que con tanto cariño nos han acogido todos estos días. No han sido todo momentos fáciles, hemos pasado sed, calor y hemos padecido los efectos de la humedad; pero todo esto carece de importancia, cuando miramos a nuestro alrededor. Risas, abrazos, caras de felicidad… y a lo lejos hay quien cree avistar una cometa que surca el cielo transmitiendo esperanza.
No ha sido un día cualquiera, ninguno aquí lo es. Se te abren los sentidos sin que te des cuenta y la mirada se vuelve más profunda. Se palpa la felicidad en el ambiente.
Ya se ven las estrellas en el cielo y todos nos preparamos para descansar. El campamento vuelve a dormir; y de nuevo solo se escucha el silencio.
Blanca García García
Expedicionaria ERS 2021
“Tengo sed.” Esta ha sido la frase que ha rodado por mi cabeza a lo largo del día de hoy tras conocer la organización Cometas de Esperanza. Este proyecto surgió del basurero de Rafey en el barrio de La Mosca hace 14 años, cuando su fundador, Óscar, fue consciente de la necesidad de ayudar a los niños buzo. Óscar es un hombre sediento por mejorar el mundo, por ello va ideando nuevas iniciativas. No se conforma con lo conseguido, sino que trata de seguir avanzando.
El proyecto comenzó ayudando a familias que vivían en el basurero buceando entre la basura en busca de alimentos. Óscar comenzó a idear soluciones para ayudarles. El primer paso fue vivir durante 6 meses en el basurero y 14 años más tarde, Cometas de Esperanza ha sido galardonada con honores y premios a la excelencia educativa y ha conseguido que varios de los niños que un día fueron buzos hoy asistan a la universidad.
Después de esta visita hemos ido a un museo donde nos han tratado como reyes. Aire acondicionado, comida y una peli son algunos de los lujos que nos han dado. Me ha impactado mucho el cambio tan radical y la diferencia entre los dos lugares. Ojalá no acostumbrarme a estas desigualdades ni al dolor de las personas. Espero que nunca deje de impactarme el sufrimiento del mundo para trabajar por un mundo mejor. Óscar nos ha explicado que a las personas a las que ayudas, son las que luego se ponen al servicio de las demás. Tal y como ha dicho, “Te han salvado, ahora te toca salvar.” Nosotros ya estanos salvados, es hora de que nos pongamos a trabajar para cambiar el mundo.
Al pensar en república dominicana surgen imágenes de lugares como Punta Cana. No obstante, existe una segunda cara de la moneda más allá de las playas paradisíacas y de los hoteles de lujo, este país tiene mucho que enseñar.
En rumbo cada día conocemos una faceta, de manera que al igual que los exploradores en su día, poco a poco vamos descubriendo los tesoros de la isla de La española.
Pilar Pardo de Santayana
Expedicionaria ERS 2021
Ir caminando, levantar por un momento la vista y sorprenderse con un paisaje impresionante. Ir en el autobús, asomarse por la ventana y no poder evitar sonreír al ver vacas y palmeras conviviendo juntas. Ir en mula por el monte, con las imponentes montañas a tus pies…
Nuestros días mientras vivimos aquí están repletos de esos momentos, todos ellos diferentes y con algo que los hace especiales, pero con una cosa en común: todos piden a gritos ser capturados, inmortalizados. Nos llaman a buscar nuestro móvil en el bolsillo para poder guardarlo ahí siempre. Por supuesto, después de 13 días de expedición, hemos asimilado que en nuestro bolsillo como mucho, encontraremos un cordino, un mosquetón o, si tenemos suerte, una barrita. Desde luego, nada con lo que sacar una foto. Así que, llegados a este punto, aunque siga dando pena dejar pasar la oportunidad de una foto preciosa, hemos tenido que aprender a mirar el paisaje de otra forma. Con los cinco sentidos e imaginando que lo estamos guardando para que, más adelante, alguno de nosotros lo escriba en el diario, otros lo pinten con acuarelas en el bus y otros, simplemente, lo guarden en su memoria.
De eso trata Rumbo al Sur, de ver sitios impresionantes allá donde vamos, de estar con gente que hace reír a cada instante, de descubrir rincones en los que te gustaría quedarte, no teniendo otra opción que vivir ese momento antes de que llegue el siguiente, aún más bonito y memorable. Es difícil dejar de preocuparse por el “luego” pero, si aprendes a hacerlo, dejará de ser importante que sólo queden 4 días de expedición, ya que sabrás que aquello que has vivido y sentido lo has hecho al máximo y que lo que queda por venir va a ser espectacular, sea lo que sea. Sólo hay que seguir recolectando esos momentos. Porque de ellos se compone el viaje. El viaje de nuestras vidas.
Cristina Casado
Expedicionaria ERS 2021
Los minutos se convierten en horas mientras que el paisaje cambia imperceptible a través de la ventanilla. Las conversaciones han quedado reducidas a susurros que pueden convertirse de nuevo en un coro jaleando la canción del verano. El autobús se ha convertido en nuestro lugar de relax, ahí donde no hay nada más que hacer más allá de encontrar una postura con la cual podamos seguir andando cuando nos levantemos. Llevamos 13 días de expedición y comienza a notarse en nuestras caras cansadas, en nuestras camisetas desgastadas pero, sobre todo, en la familia que nos hemos convertido, otro año más.
Para mucha gente la falta de sueño es una lacra, para nosotros es la virtud de poder aprovechar aún más el día. Para otros tantos el no ducharse es algo similar a una tortura, pero para nosotros significa la libertad de no tener preocupaciones más allá de qué es lo que vamos a ver hoy o qué llevará el bocadillo que nos ha preparado el equipo de cocina.
El viaje está lleno de momentos definitorios, aquellos que, cuando hablemos de este viaje dentro de unos años serán los que queden. Una subida por las pozas, abrazados por la naturaleza, en las que cada una de ellas te invitaba a subir a la siguiente, un poquito más allá. La llegada a la playa que nos acogería esa noche, tras una marcha donde el cansancio y el hambre pesaban más que la mochila, pero que se evaporaron al pisar la arena caribeña que nos haría de colchón esa noche, con las olas arrullándonos. La subida al Duarte, el pico más alto del Caribe, donde nuestras piernas y las mulas que nos acompañaban eran nuestras grandes aliadas. Merecía la pena levantar la vista del suelo, a riesgo de tropezarse, para ver que estábamos navegando en un mar de árboles, donde las nubes se nos habían quedado a la zaga. La sensación de coronarlo es algo indescriptible, donde el orgullo y el sufrimiento se abrazan para dar lugar a esa nueva sensación.
Hoy, a medida que se acaba el viaje, parecía que el día no iba a ser más que horas de bus donde recuperar el sueño. Qué equivocados estábamos. Al llegar a nuestro destino nos ha recibido un atardecer pintado con una paleta de colores que sólo la naturaleza puede diseñar. La playa del Valle nos recibía entre sus montañas, mientras el atardecer iba dando paso a un manto de estrellas que nos observan titilantes. Deseosos de probar las aguas de este lugar, nos hemos adentrado al mar, donde nos ha rodeado algo digno de un cuento: este lugar está lleno de placton luminiscente, que parecía reflejar el millar de estrellas que pintaban el cielo.
El colofón del día ha sido una hoguera hecha con fuego y música, donde los expedicionarios han cantado la canción creada específicamente para este viaje, llena de ilusión y magia. Digna de una noche como esta. Digna de Rumbo al Sur.
Omar Arabi
Enfermero. Equipo santitario ERS 2021
Antiguo expedicionario ERS 2008
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