Me encuentro en la noche, probablemente una de las más transparentes y bellas que haya vivido. Esta vez somos mis compañeros y yo quienes guardan las espaldas del grupo. Un luz intensa me muestra sin tapujos la belleza de mi entorno, y es que la luna y el ritmo del oleaje me permiten entender lo minúsculo que soy en este mundo. La mañana comienza con serenidad y es el despertar en este espacio lo que nos lleva a a muchos a aventurarnos en el azulado mar.
A lo largo del día, hemos podido pescar, conocer el entorno, jugar entre nosotros, ver tortugas salir de sus nidos y disfrutar de talleres de formación académica. La unión que se crea con el paso del tiempo entre los expedicionarios es digna de agradecer. De nuevo en la orilla de la playa, bajo el silencio de la noche escucho el oleaje y recuerdo como he vivido este último día de expedición a RD.
Samuel Velasco diez
Expedicionario ERS 2021